sábado, 13 de enero de 2018

EMOCIÓNATE: día 9

Retomar el ritmo tras las vacaciones navideñas cuesta. Me parece que no soy una excepción, nos sucede a muchos, o esa es la sensación que tengo.

Volvemos al taller de los miércoles por la tarde sobre educación emocional.

Después de haberle dado muchas vueltas, llegué a la conclusión que no podía introducir una emoción nueva, sin más. El miércoles se incorporó un alumno nuevo al taller, y encantada de que así sea. La espinita que tengo clavada es que no hay forma humana de disfrutar dos semanas seguidas en las que estemos todos. De hecho no vinieron un niño y una niña, cada uno por razones distintas.

El caso es que pensé que era más apropiado hacer actividades, dinámicas o llamadlas como queráis, para conseguir un mejor clima, para crear un ambiente agradable, para que hicieran cosas juntos...No creo que un grupo puede ampliarse sin más. Si echas un ingrediente nuevo en una receta, has de buscar la manera para que combine con los demás y exista cierta armonía, o así lo veo yo.

Empezaron rellenando un papel, a modo de encuesta con distintos temas. Tenían 7 y debían elegir 5. Una vez que tuvieran esos 5, había que ordenarlos del 1 al 5, siendo el 1 lo que menos les interesara y el 5 lo que más. Pero hasta aquí puedo leer, porque quedé con ellos que era algo personal y no iban a leer qué habían seleccionado ni en qué orden delante de los demás. Entended que por coherencia no diga nada más.

A continuación fuimos al gimnasio y se colocaron en dos filas, una frente a otra (eran impares). Les expliqué que el ejercicio consistía en que yo les decía algo, por ejemplo "nombre de animal," contaba 1,2 y 3. Y ellos, después de escuchar el 3, tenían que decir el primer animal que se les ocurriera. Vimos cuántas coincidencias había. Fue divertido porque cuando habían pasado unas rondas, algunos pensaban rápidamente en qué podía decir el otro compañero para tratar de coincidir con él. Además de nombre de animal, dije día de la semana, mes del año, postre, nombre de mujer, nombre de hombre, cosas rojas, un color, una verdura, una prenda de vestir...Añadid vosotros lo que creáis más adecuado si queréis hacer en clase esta actividad.

Sentados en el suelo en círculo, con las piernas estiradas y separadas, tenían que dar la mano a las dos personas entre las que estaban sentados. Cada uno era un número (1 o 2) que les fui diciendo en voz alta, en orden: 1, 2, 1, 2...Los unos tenían que echarse hacia delante y los doses hacia atrás. Eso sí, intentando no soltarse (para lo que había que controlar la fuerza que hacían). El objetivo era formar una estrella que, al ser impares ellos, no nos salió. Para otra vez me uno y listo.

Luego les dije que se colocaran en círculo al lado de quien quisieran. Me puse donde me pareció, todos nos dimos las manos y rompí el círculo. Teníamos que hacer un abrazo gigante, como una cadena. Es una actividad que ya había realizado en algún curso del CFIE de Salamanca y que con alumnos no es la primera vez que la intento. Como la experiencia es un grado, sé que tienden a apretar demasiado y pueden "apachurrar" al que queda en medio. Así que, por cuestión de tamaño, me quedé yo en el medio...A pesar de que en un momento creí que me caía al suelo, la sensación de unión fue muy agradable. Luego me salí del círculo y repitieron ellos solos la dinámica, pero cambiando un poco a quién habían dado las manos. No quise forzar el orden, porque no quería que nadie estuviera incómodo.

Las fotos son de ese segundo abrazo colectivo en círculo:
(Pincha en la imagen si quieres verla ampliada)

Imágenes propiedad de La emoción de aprender
En penúltimo lugar, les pedí que caminaran por el gimnasio, cada uno "a su bola," y que cuando escucharan la palabra STOP, debían acercarse a saludar estrechando la mano del compañero/a y presentándose, como si no se conocieran. No les expliqué que el juego tenía segunda parte. Una vez que me había asegurado que todos habían dado la mano a todos, pedí un voluntario. Varios se ofrecieron. Es alucinante comprobar que hay voluntarios sin que les digas para qué. 

Coloqué una silla, senté a la voluntaria y le puse un antifaz. Me aseguré que no veía nada y les dije a todos que el objetivo era reconocer las manos de sus compañeros. Es recomendable que si llevan anillos, pulseras o relojes, que se las quiten (yo me los quité). Y también que se suban un poco las mangas para que no los identifiquen por el tacto de la ropa. 

Al final, todos quisieron llevar el antifaz, lo que provocó que la actividad se alargara más de lo previsto. Aunque creo que se lo pasaron muy bien, y es lo que de verdad importa. Quise hacerme la "longuis", pero me invitaron a sentarme también yo. Eso sí, me advirtieron que iba a tener que tratar de identificar las manos de los siete. Según me dijeron, acerté cinco. Es una actividad que he hecho con grupos de otros coles y suele gustarles mucho. Hay variantes que contemplan adivinar qué compañero es por el tacto de la cara, pero no terminaba de verlo claro.

Y para acabar la sesión, colocamos dos bancos del gimnasio el uno frente al otro, dejando poco espacio entre ambos. Nos sentamos en dos filas. No podían hablar ni reírse ni hacer cosas raras. Únicamente debían mirar a los ojos a la persona que tenían enfrente durante tres minutos. El resultado fue regular, creo que repetiré esta actividad en otras sesiones, pero cada vez que la repita, obligatoriamente las parejas deben ser distintas. Además, quizá pruebe con algo de música de fondo. No sé vosotros, pero a mí me da mucha pena que se esté perdiendo el contacto cara a cara. Eso de mirarnos a los ojos para comunicarnos con el de al lado. Creo que nos estamos perdiendo mucha información, una cantidad ingente de comunicación no verbal se escapa cuando no hay contacto visual, y me gusta que mis alumnos se acostumbren a mirar a los ojos, a mantener la mirada...

La próxima semana más. La hora se nos sigue pasando volando y...me encanta.


Imagen al finalizar la sesión. Propiedad de La emoción de aprender.

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