domingo, 10 de junio de 2018

Días previos a fin de curso

Sí, en realidad "todavía" quedan doce días, pero a los docentes como yo, deciros que no os vais a enterar casi. Ahora se avecina un vendaval que no podremos frenar. Y, en menos que canta un gallo, nos plantamos en el 22 de junio a las 13 horas, uno de los momentos, para mí, más tristes de cada curso. Ese instante en el que las aulas se vacían, en el que los alumnos se van y solamente algunos se dejarán caer por el cole para acompañar a su mamá o papá cuando vengan a recoger las notas. Aunque luego los "profes" estemos en los colegios hasta el 29 de junio.

Pero antes de eso, mucho por hacer: explicaciones de última hora (los alumnos llevan ya un tiempo algo o bastante desconectados), exámenes, informes, memoria, excursiones, fin de curso...La verdad es que da un poco de vértigo, pero hay que pasarlo.

Y en medio de todo lo anterior, sin esperarlo, a pesar de haber tenido la mosca detrás de la oreja pensando que "algo" iba a pasar, se marcha la familia de un alumno, claro está, con él también. No sabes muy bien a qué país, porque según quién te informe te dicen uno u otro. Eso es secundario, se ha ido y punto, no hay más cáscaras.

De mis alumnos, de los de Compensatoria, no es el primero que se va del cole, y de Salamanca, a lo largo de este curso. Si las cuentas no me fallan, tristemente es el cuarto. Una niña se marchó a Málaga en la primera evaluación; a ella le siguió otro niño que no tengo muy claro por qué provincia española anda; más delante otro regresó a Bulgaria y en principio volverá el próximo curso; y ahora tú, el cuarto.



A todos los apreciaba, a cada uno de una manera distinta porque así son ellos, así somos todos, muy diferentes. Como dato curioso el que se acaba de ir, me dio pie a escribir una entrada del blog, la del 5 de octubre de 2017, COSAS DE ALUMNOS: PALABRAS PARA RECORDAR.

Para refrescaros la memoria a los que habitualmente seguís el blog, es el niño que un día me dijo: "Pero Raquel, tú...¿Por qué nos quieres tanto?" Recuerdo perfectamente su mirada y dónde estaba sentado. Entendedme, no sé a vosotros, pero a mí no es algo que me pregunten a diario, ni mucho menos. También he de reconocer que con estas palabras o parecidas, no es el primero que me lo dice en estos diez años y pico que llevo de maestra. Y, si os soy sincera, me lo han dicho mucho más desde que estoy en Compensatoria. Dentro de las "especialidades" de maestros, la de Educación Compensatoria es otro mundo, una galaxia distinta. Lo que pasa es que una vez que estás en ella, si te gusta, te engancha, y eso me ha sucedido a mí. Jamás me he sentido tan útil, tan valorada, tan querida, tan especial. Es como si cobrara un sentido especial lo que hago, de repente, todas las piezas del puzle encajan, están en armonía, sin forzar nada.

La diferencia respecto a otros alumnos es que me parece que él sí sabía que se iba, y se marchó sin despedirse. De los tres anteriores, una niña se marchó y pensamos que regresaría; otro pudo despedirse, aunque fuera de forma precipitada y, el tercero, sí nos dijo adiós con cierta antelación. Y este último, el cuarto, dejó de ir al cole semana y media antes. Ahora, atando cabos, me doy cuenta que no supe interpretar sus señales, leer entre líneas...pero que sí estaba intentando que me diera cuenta y, tonta de mí, no lo vi. Me da rabia, mucha, no haber tenido la oportunidad de despedirme, y de hacerlo en condiciones. Él tendrá sus motivos, y los respeto, no queda otra. Algo en mi interior dice que no va a volver a España y, tal vez, solo tal vez, eso explique que no haya sido capaz de acercarse a despedirse de todos (compañeros y profes). Ojalá me confunda, me encantaría.

Y deseo que, en el país que estés, vayas al colegio, aunque a lo mejor tengas que aprender un nuevo idioma. Ojalá la vida te haga ver que la mejor puerta de cara al futuro te la abre la educación. Ojalá seas feliz, allá donde estés. Te deseo toda la suerte del mundo...Florín. Quién sabe, a lo mejor sí volvéis, antes o después. Me parece que sabrías cómo localizarme. Desde luego que cada uno de los que os habéis ido habéis dejado un hueco...y se nota. Y duele, y ahora que el curso se acerca a su final, un poquito más.

Tus compañeros (y tus primos) no me han visto llorar porque te hayas ido. Eso no quiere decir que no lo sienta, pero me he reservado mis lágrimas para la intimidad, para mí, sin compañía. Sé que muchos colegas de profesión no entenderán cómo me siento, soy así. Cuando te vuelcas tanto con cada uno de los alumnos que tienes, te preocupas por cuestiones a las que no muchos les dan importancia, pero a que mí me parecen vitales, es inevitable. Está fenomenal que mis alumnos sepan cuáles son las tablas de multiplicar o localizar el sujeto y el predicado de una oración, desde luego. Para mí, aunque no lo comprendáis, es más importante verlos felices, que se desahoguen si tienen algún problema, que resuelvan un conflicto con algún amigo, que aprendan a quererse, que entiendan que cada cual tiene que aceptar lo que le ha tocado en suerte sin desanimarse, y tratando de poner una nota de color en lo que a menudo es gris oscuro...

También tu marcha me ha ayudado, una vez más, a aceptar que en el mundo educativo, todos vamos y venimos. No estamos "fijos" en ningún sitio, ni vosotros los alumnos, ni nosotros los maestros, que nadie se engañe. Y no es ningún drama, nadie es imprescindible, ninguno lo somos. Simplemente, así es la vida. Podemos útiles en cualquier sitio, esa es otra de las cosas maravillosas de la docencia, da igual el cole o el instituto, en todos hacemos falta. Y en todos hacen falta niños, jóvenes, adolescentes, sin ellos nosotros no existiríamos.



Gracias Florín, por haberme aportado tanto en casi dos cursos académicos. No sé con qué te "quedarás" tú de mí, pero yo de ti (y contigo) he aprendido mucho. Me parece que un maestro solo puede llegar a ser buen maestro cuando está dispuesto a aprender de sus alumnos, cuando reconoce que quizá ellos puedan enseñarle mucho más de lo que guardan los libros.

Y aquí me detengo, porque como comenté al principio, todavía tengo muchas cosas por hacer antes de terminar el curso. Si tardo unos días en aparecer por el blog, por favor, comprendedme, hay cuestiones urgentes que requieren mi tiempo y atención.


Esta fotografía y todas las de esta entrada, son propiedad de La emoción de aprender.

8 comentarios:

  1. No cambies nunca, Raquel. EDUCADORA, con mayúsculas!!
    Buen final de curso, bonita

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como digo siempre, es que me miras con muy buenos ojos. Ya puedes escribir en plan "anónimo" que, poniendo "bonita," esto de anónimo tiene poco ja ja ja ja. Muchas gracias. Con personas como tú da gusto.

      Eliminar
  2. Gran entrada Raquel...estoy segura que en cada alumno has dejado, dejas y dejarás una gran huella!
    Para el fin de curso...Mucho ánimo que ya no os queda nada!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Kris! Jo, qué cosas tan bonitas me dices...GRACIAS. Gracias también por los ánimo, se agradecen y hacen falta. Hasta pronto.

      Eliminar
  3. QUE BONITO RAQUEL que espererar de una profe como tu .
    SIGUE ASI #RAQUEL#

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Seas quien seas, muchas GRACIAS por tus palabras. Intuyo por lo de "profe", que eres una alumna (o un alumno)...Gracias, de verdad.

      Eliminar