viernes, 16 de noviembre de 2018

Pinceladas de emoción (4)

Cuarta mini-sesión sobre educación emocional. Sinceramente, sabe a poco, media hora no es nada para tratar algo tan relevante pero...es lo que hay. Intento complementarlo con momentos que den pie a hablar sobre emociones y, afortunadamente, prácticamente de todo se puede extraer la parte emocional.

Ha sido una semana dura, muy cargada de todo. Se nota que estamos empezando la cuenta atrás para las vacaciones navideñas o, lo que es lo mismo, el final de la primera evaluación. Se acumula el cansancio, tenemos una excursión a la vuelta de la esquina (próximo lunes), aflora todo, los nervios, la inseguridad, los miedos. Quizá no lo entendáis, pero noto que estamos todos (y me incluyo) con la sensibilidad a flor de piel.

Por fin esta semana les di la cartulina para coleccionar los cumplidos ajenos. Hice un pequeño paréntesis porque no me gustaba tres cuestiones que estaba observando. 

La primera, lo de los cumplidos no ha de convertirse en un partido de tenis, en el que nos obcecamos por devolver el cumplido a aquel que nos lo ha escrito. La segunda, no gana nadie o más bien, ganamos todos. No consiste en ser el más rápido, no me gustaría que esto se convirtiera en una carrera de velocidad. Es importante no precipitarse a la hora de escribir un cumplido a alguien. Y la tercera, hay que esmerarse y cuando se escribe algo, que sea algo sincero, no poner algo para rellenar. Qué bonito es poner en palabras lo que sentimos. Si a mí no me resulta difícil encontrar cumplidos sinceros para todos los niños y niñas que están en mi aula (llevamos dos meses y una semana escasa "conociéndonos"); me parece que a ellos tampoco debería resultarles tan complicado, porque se conocen desde hace mucho tiempo. Sí, aunque ellos sean niños y yo una adulta, tienen datos de sobra para dar con un cumplido escrito con franqueza para cada compañero.

Debido a todos los motivos anteriores, para darles una pausa, dejar que reflexionen y evitar que cojan carrerilla, ya saben que la próxima semana no van a escribir ningún cumplido, sino que voy a coger el relevo. Sí, tal cual, escribiré algo bonito para cada uno. Tengo la suerte de ser muy observadora (o eso creo) y, ahora y no antes, soy capaz de poder escribir un cumplido para cada uno. Me parece que los conozco lo suficiente, no quiere decir que mucho, como para hacerlo. De hecho cada uno marcamos qué queremos, si mucho o poco y qué parte, que los demás sepan de nosotros mismos. Los niños no son una excepción.

Hecho el inciso de nuestros álbumes de cumplidos, voy a las pinceladas de hoy. Retomé El Monstruo de colores, volviendo a leer la rabia, que es donde nos quedamos a medias. Recordé la importancia de no gestionar nuestra rabia a través de la violencia, porque lo único que conseguiremos es empeorar la situación y no vamos a sentirnos mejor. Les pedí que pensasen qué hacen (o qué pueden hacer) para detener el volcán, cuando está en erupción y no deja de echar lava.  Y además hice hincapié en la necesidad de evitar pagar nuestra rabia con los demás. 

Justo en ese momento pensé interiormente en el significado de lo que les estaba contando, y me calmé. Ya les había dicho que sentía rabia al entrar esa última media hora en la clase, pero ellos no eran los causantes, y no tienen que "pagar el pato."

Hablamos de posibles herramientas o estrategias para relajarse cuando están rabiosos, nerviosos, inquietos...Los que quisieron explicaron brevemente qué hacían y salió varias veces la estrategia de respirar, de concentrarse en nuestra propia respiración, en inhalar y exhalar...Les conté que un curso para profes hicieron ejercicios de relajación y nos pidieron que cerrásemos los ojos. Yo no lo hacía, porque para mí me producía inquietud y mis sentidos estaban más alerta, me ponía más nerviosa en vez de relajarme. Y una cosa a tener muy en cuenta, lo que para una persona funciona tal vez para otra sea una mala opción.

Cuando el día (tiempo atmosférico) lo permita, trabajaremos alguna estrategia para relajarse en momentos de irascibilidad, nerviosismo, inquietud...

Y entre intervenciones de unos y otros, no sé muy bien cómo, hablamos de lo que hacemos cuando los nervios, las preocupaciones, el cansancio...no nos dejan conciliar el sueño. Les dije que por ejemplo, si justo antes de irse a dormir han estado entrenando al deporte que sea, su cabeza se ha activado y, aunque les resulte extraño, por muy cansados que estén, no van a quedarse "fritos" tan fácilmente. Ahí ya expusieron qué hacían para intentar dormir en caso de tener la cabeza llena de preocupaciones, estar nerviosos, sentirse inquietos...Escuchar música, leer...Todas me parecieron buenas porque hay mil respuestas válidas y lo importante es dar con lo que nos funciona a cada cual en una situación concreta.

Pasé página, literalmente, y el libro continúa con el miedo. Cambié el planteamiento de la semana pasada y no pregunté qué haces cuando sientes miedo, sino a qué tienen miedo, qué les hace sentir miedo. Muchos coincidieron en Halloween. Les dije que eso era fácilmente evitable, porque nadie podía obligarlos a salir esa noche concreta, igual que los que dijeron que ver una película de miedo. Me parece una forma innecesaria de exponerse a algo que, en un porcentaje elevado, va a provocar que lo pasemos mal. 

Entre medias tuve que llamarle la atención a unos cuantos, porque lo de la escucha atenta es complicado, supongo que necesitamos seguir insistiendo en ello. Y lo haré, es básico. Me parecía fatal que porque algunos estuvieran hablando, no fuera capaz de escuchar lo que me estaban diciendo los que tenía más próximos.

Tras una lluvia de ideas de miedos cortados por el mismo patrón, aparecieron lo que para mí son MIEDOS, así, en mayúsculas. Una niña dijo que su miedo era que a su familia le pasara algo. Vi las miradas de muchos y el respingo en el asiento que dieron otros y sí, creo que dio en el clavo. A la familia añadí los amigos, porque la familia es importantísima y los amigos son la familia que nosotros elegimos. Les dije que era algo normal a su edad, en particular el miedo a la muerte entre los 8 y 10 años. Ahora mismo no localizo la fuente en la que leí eso. Buscando encuentro varios ejemplos que amplían el miedo a la muerte como algo característico de los niños y niñas hasta los 12 años. Incluyo tres ejemplos:



Conté una experiencia personal de alguien de mi familia. Ha pasado por varios problemas serios de salud, en clase sí especifiqué más, entre otros una operación. Ante esa situación hay varias opciones, no contemplaba que esa persona fuera a fallecer a causa de la operación. Debemos intentar afrontar lo que viene, que va a venir igual, de la forma más optimista posible. Sí, eso no nos asegura que el resultado sea bueno, pero no hay que sufrir antes de tiempo. Y también les dije que, lamentablemente, aunque pensemos en positivo, a veces las cosas no salen bien, y no hemos podido evitarlo, y hay que aceptarlo lo mejor que podamos. Eso sí, no hay que obsesionarse que algo malo les va a pasar a los que queremos. Si tiene que suceder, sucederá igual.

Por ejemplo una niña habló de miedo a los tiburones y a las pirañas. En tono de humor le contesté que si se van cerca de Guijuelo al río, "seguro" que se encuentran con pirañas y tiburones. Ni mucho menos me estaba riendo de lo que decía, pretendía que entendiera que eso no era lógico.

Les puse una situación hipotética, si en Guijuelo hubiera graves inundaciones y a su casa no les pasa nada. Sería natural que a partir de ese momento pensaran que su casa puede inundarse, porque cerca de ellos ha pasado algo que provoca que lo vean como mucho más probable. Pero ni bajo esas circunstancias hay que pensar que nuestra casa va a "inundarse."

Me encanta que hablen, que se expresen, que compartan una ínfima parte al menos de lo que les quita el sueño, lo que les preocupa...de lo que sienten. Soy una privilegiada. Y en esas estábamos cuando miré el reloj y comprobé que era el momento de dejarlo ahí. Qué pena. De nuevo, me supo a poco. No sé si el próximo viernes terminaremos con El monstruo de colores, porque está dando pie a que todos quieran intervenir en algún momento. Y eso, eso que se respira en clase, me hace muy feliz.

En cuanto a los miedos, me he acordado de una canción de Jarabe de palo, que en su despedida de Salamanca me dedicaron en un karaoke dos amigos, Rubén e Iván. Y han pasado ya 12 años. Es un mensaje a todos los que me importan, que son muchos...¡GRITA!

2 comentarios:

  1. Cada vez me gusta mas... querida Raquel, me estoy enganchado a tus reflexiones. Qué importante es que los chicos expresen sus emociones y compartan sus experiencias de cómo se enfrentan a ellas. La parte de la reflexión sobre el miedo me parece fundamental para ser del todo libres.

    ResponderEliminar
  2. ¿Y yo qué te digo? Siempre muy agradecida de tus comentarios, sean por aquí, correo electrónico, móvil o en persona. Muchas muchas gracias. Aquí veis los resúmenes de Pinceladas de emoción, y puede dar la sensación de que es fácil, pero es bastante complicado. Antes de plantear nada pienso mucho en mil factores y en cómo son mis alumnos. Lo de las emociones es un tema importantísimo, a la par que delicado. Así que hay que tocarlo como si estuviera acariciando a un león...Y de momento, estoy feliz con el resultado, o sería más preciso decir con los AVANCES.

    ResponderEliminar