Papá: 731. Esa es la dolorosísima cifra de días que llevamos sin ti. Porque 2024 fue bisiesto. Por una parte pienso que todo ha ido cuesta abajo y sin frenos, se ha pasado volando, en un parpadeo. Pero por otro lado ha pasado a un ritmo de tortuga lenta, porque he visto a tortugas que se desplazan más rápido que otros seres vivos. Así que no sé, hoy no es un día más, desde luego que no. Tampoco creo que sea muy distinto al duelo diario. El que piense que esto desaparece, se equivoca; quien crea que esto "se pasa", tampoco acierta; el que considere que esto se cura, se confunde también. Al menos bajo mi punto de vista, el duelo es eterno, me acompañará hasta el día en el que deje de respirar. Lo que sí he notado es que se ha ido transformando, se ha colocado considerablemente, para que en un proceso lentísimo e interminable, vaya doliendo "menos". No obstante, en algunos momentos que no pasaba nada especial, había un pico de dolor, sin saber por qué, sin venir a cuento, porque tocaba, sin más. Como una piedra en el riñón que no expulsas, y de cuando en cuando da una guerra que no veas y la lía parda por dentro, y duele una barbaridad, pues algo así, pero a lo bestia.
Seguiré celebrando tus 75, rozando los 76 años de vida. Y de esos, mis 40, rozando los 41, años de vida compartida. Sé que no demasiada gente puede haber vivido algo así. Y lo veo como una parte muy relevante de mi fortuna personal, esa riqueza que tiene que ver con las personas maravillosas que han sido, son y serán parte de mi vida. Mi red humana, o como queráis llamarlo. Esa que me une con hilos no tan invisibles a los que me importan. A aquellos por los que hago cosas que dije que nunca iba a hacer, o esfuerzos inimaginables. O simplemente estoy, lo mejor que puedo y siempre que puedo, acertando o metiendo la pata hasta el fondo.
Esta vez no tengo ni pizca de ganas de escribir con nocturnidad, sería revivir más de la cuenta algo que, de por sí, nunca voy a poder borrar del todo. Aunque es verdad, puede que para que duela menos, mi memoria ha ido difuminando muchos detalles de aquella mierda de noche de hace dos años.
Y es lo que hay, no es resignación, es aceptar la realidad que a cada cual nos toca vivir, ni mejor ni peor que la de otros, es la nuestra, es la mía. No tenemos un reloj mágico para jugar con el tiempo, ni para retrasarlo ni para recuperarlo. Y, siendo sincera, no me apetece tirarme de los pelos por cuestiones que ya no tienen remedio. Sé que esto sería aplicable a varias etapas de mi vida.
Y en todo este tiempo ha habido un viaje a través de la tristeza, la rabia, la esperanza, la alegría, la melancolía, la resiliencia, la empatía, la indiferencia, la ansiedad, el estrés, el agotamiento, la desilusión, la ilusión, el amor, el rechazo, la aceptación, el cariño, la confusión, la culpa, la nostalgia, el remordimiento, la seguridad, el miedo, la sinceridad, el apego, la soledad, la felicidad, la compañía...Y fijo que algo me dejo en el tintero. Habría sido capaz de escribir un diario de emociones que se basara en mi tránsito por este duelo, tan inesperado, tan jorobadamente fastidiado y complicado de soportar. Afortunadamente, el instinto de supervivencia y de creer que si él estuviera todavía aquí querría verme bien, han puesto más que un granito de arena cuando las fuerzas flaqueaban, y no han sido pocas veces.
Las lágrimas han sido a menudo mis compañeras. Incluso a la hora de escribir la gran mayoría de las entradas del blog en las que he mencionado a mi padre. Van conmigo, no me detienen, no me limitan. Simplemente brotan y no las detengo, porque no quiero ahogarme en ellas, no quiero que se enreden en mi garganta ni me inunden los ojos. Y por extraño que parezca soy capaz también, a veces, de contenerlas. Para llorar cualquier día es bueno o malo. No soy de reprimir mis emociones. Y sí de compartir lo que me pasa, aunque por salud ese círculo cada vez está más apretado. Estoy más tranquila, y mi tiempo me ha costado.
Y ya está, "brindo" por ti, papá. Ya sabes lo mucho que te recordamos y te amamos, hasta el lugar donde estés...y vuelta.
No he pasado el segundo aniversario de tu pérdida como yo habría querido, para qué engañar a nadie, pero he contado con el cariño de muchos de los míos, y esa parte la agradezco mucho, de corazón. Gracias a los que hoy habéis estado pendientes y/o presentes, pese a haber insistido en lo contrario. Ojalá el tercero sea diferente, pero manteniendo el cariño de los que nos/te quieren.
![]() |
Mi padre. Fotografías propiedad de Raquel Plaza Juan |