domingo, 11 de junio de 2023

Pídele ayuda a la niña...Sara Búho

Sé que lo he visto anteriormente, pero no sé exactamente dónde. Google me ha "chivado", la etimología de RECORDAR:

La palabra "recordar" viene del latín "recordari ", formado de re (de nuevo) y cordis (corazón). Recordar quiere decir mucho más que tener a alguien presente en la memoria. Significa "volver a pasar por el corazón".

A finales de mayo, un par de días antes de acudir a mi cita con la Feria del Libro de Madrid, hojeando poemas del libro Fragilidades de Sara Búho, me detuve ante algunos poemas. Uno de ellos es "Pide ayuda a la niña". No pude evitar leerlo un par de veces, y masticar lentamente esas palabras. Y a la vez que las masticaba, mi memoria me hacía viajar el pasado.

Y viajé, viajé a la niña que fui. A esa niña que jugaba a la comba en el patio del "Paco Viruta". A la que "fabricaba"en otoño cestas o largas cadenas con las hojas de los chopos que cubrían gran parte del patio del cole. A la que jugaba a "la calle 24" o cambiaba hojas con dibujitos (algunas además con olor), con otras compañeras. También a la que cuando iba a celebrar su cumpleaños se empecinaba en hacer las invitaciones a mano en vez de comprarlas hechas. Y a esa niña que año tras año le pedía su madre un disfraz de princesa cuando se acercaban los carnavales. A la que tenía la suerte de ir unos días a la playa cada verano, muchos de ellos a Benidorm. Viajé además a la que dibujaba princesas de perfil con cinturitas de avispa y luego vestidos con mangas abullonadas y faldas muy aparatosas. Casi siempre rubias y de largas melenas. A la que le encantaba jugar al pañuelo pese a ser más lenta que "el caballo del malo", y a bomba, y al baloncesto con el equipo del cole, pese a que en los partidos me sacaban poco (casi todos los entrenadores) y me llevaba siempre codazos para dar y regalar. A la que admiraba a muchas otras niñas de su edades pero no acababa de encontrarse a ella misma. A la niña que le encantaba ir de excursión con el cole y mucha de la ropa que llevaba era hecha a medida por Cata. A la niña que miraba a algunos chicos pero no sentía que ninguno la mirara a ella con los mismos ojos. A la que se reía con los compañeros de clase. A la niña que un día de un curso cualquiera un compañero regaló una piruleta de corazón por San Valentín, detallazo que tuvo con todas las niñas de clase, pero detallazo igualmente. A la que era feliz en clase de Plástica y sufría en Educación Física, excepto cuando se portaban mal y Argi paraba la clase, entonces era feliz por dentro, mantenía las formas exteriormente pero en mi interior había fuegos artificiales. A la niña que se creía casi todo lo que le decían y creía en eso de "mejor amiga" (lo que ahora llaman mis alumnas "meja" o "bestie"). A esa niña que nunca sacaba los pies del tiesto y no se portaba mal en clase ni llevaba la contraria a sus padres...ni a nadie. A la que se enfadaba de vez en cuando con su hermano pero al mismo tiempo lo quería con locura. Y a esa niña que cargó la mochila de su hermano ni sabe cuántas veces subiendo las escaleras del cole cuando su hermano tenía un esguince y/o fractura...Y por eso aprendió dónde está la calle Bientocadas en Salamanca y no se le ha olvidado a día de hoy. A la que recorría las tiendas de "Todo a 100" en Benidorm buscando figuritas. A la que disfrutaba yendo con la hucha del "Día del Domund" cuando ya era "mayor". A la que iba a los "Multicines Salamanca" a ver las pelis de Disney. A la niña  que soñaba despierta e imaginaba cómo sería su vida en el futuro. A la que hacía castillos de arena con su hermano y el "tío Felipe" con bandera y todo. A la que aprendió a nadar en la piscina de Beatriz. A esa que disfrutaba lo que no está escrito cada víspera de Reyes en la celebración del Ambulatorio para hijos de trabajadores del hospital. Llegando a llevarles cartas a los "Reyes", incluso al Baltasar que muchos años después le puso una férula en Urgencias. Los Reyes eran, son y serán de carne y hueso, aquel Baltasar falleció estando de vacaciones. A la niña que se le iluminaba la cara cada vez que iban a Miranda Do Douro con sus padres, su hermano y "tía Tere". Y le sabía allí la tortilla de patatas de su madre aun más rica. A la que llevaba chándal de tactel y una vez se pateó ni se sabe las tiendas de Miranda buscando una muñeca de porcelana para su primera comunión. A la que una semana antes de acabar 8º de EGB le dio por llorar y acabaron llorando todas las niñas de 8ºC un buen rato, porque nos íbamos del cole. Y en mi caso no iba al mismo sitio que mis compañeros y mis amigas. A la que se pintaba las uñas desde los seis años. A la que disfrutaba ver cocinar a su mamá y hacer de pinche. A la que sopalaba las velas cada 21 de agosto y cada 17 de septiembre, porque cuando yo era pequeña me dejaban ayudar también a soplar en el de mi hermano. A la que fue feliz cuando con "su dinero" (paga) pudo empezar a regalarles algo a sus padres por Reyes. A la que el "Día de la madre" y el "Día del padre" le encantaba hacerles un dibujo y ver la cara que ponían al verlo. A la que se tomaba una leche merengada en la terraza de las "Torres" en la Plaza Mayor. o a la que iba a las piscinas de "Las Torres" (actualmente Hotel Emperatriz) con su hermano y una de sus primas. A la niña que bailaba como una posesa las canciones del tocadiscos. A esa que subía a toda prisa las escaleras de madera de "La Religiosa" en navidades con su padre y su hermano para comprar algún adorno nuevo para el árbol o alguna figura para el belén. A todos y cada uno de esos momentos, y más, de la niña que fui, he viajado gracias a la lectura de Sara Búho. Creo que conservo algunas cosas de esa niña.

Supongo que es parte de mi esencia, aunque hayan pasado muchos años y haya cambiado por dentro y por fuera. 

Y como dice en "Pide ayuda a la niña", "Recuerda que sabes ser feliz". Y sí, eso no se nos debe olvidar  nunca, pero nunca, nunca. Estamos aquí de paso, vamos a intentar disfrutar de ese viaje, y de los compañeros que bajan y/o suben a nuestro vagón. Y cómo no, de los que se han quedado en él. Feliz comienzo de semana a todos, y mucho ánimo a los docentes que estáis ya hasta el moño y más allá de exámenes, cuadernos, informes, reuniones, planes de refuerzo/recuperación y de todo. Por supuesto ese mismo ánimo lanzo a los alumnos, que tampoco pueden más, ni a las familias que lo dan todo desde que empieza el curso hasta que lo despedimos. Hacedme todos el favor de intentar lo más felices que podáis con lo que tenéis y con los que tenéis.