domingo, 31 de marzo de 2019

Pinceladas de emoción (16): La felicidad

Esta no es una entrada cualquiera, porque la semana no ha sido una corriente. Así que, siento si solo queríais leer el resumen de la correspondiente Pincelada de emoción del viernes 29.

El momento clave fue el jueves por la tarde. Gracias al Ayuntamiento de Guijuelo, Elsa Punset estuvo allí desde las ocho de la tarde, en el Teatro del Centro Cultural, hablando a todos los asistentes de "Cómo educar a niños emocionalmente inteligentes." Soy una afortunada por haber podido acudir, gracias a que un amigo de una gran amiga consiguió entradas (las invitaciones se agotaron en una hora). Disfruté mucho de Elsa Punset, me sentía muy identificada con lo que decía, y me supo a poco, la habría escuchado dos o tres horas más sin pestañear. Y seguiré apostando por el universo emocional, por todos los tipos de inteligencia y, cómo no, por la felicidad de mis alumnos ("mis niños/as") por encima de resultados académicos. Sin lugar a dudas, no fue magia, fue simplemente...Inteligencia emocional. Gracias a Elsa Punset por decir lo que dijo, por su amabilidad, su cercanía...Justo debajo, una imagen para el recuerdo. Esta claro, no podemos desaprovechar las oportunidades que se nos presentan...¡Qué ilusión! (Pese a la vergüenza que pasé)
Imagen propiedad de La emoción de aprender
Y ese jueves por la tarde sentía, con mucha intensidad, a Guijuelo como uno de mis segundos hogares, y unas raíces que me unen a ellos cada vez más profundas y robustas. No acierto a encontrar las palabras exactas para describir cómo me sentía. Al lógico agotamiento de todo tipo por los coletazos de la segunda evaluación, se unen los nervios por lo que vendrá, la ilusión, a veces la rabia, una pizca de frustración, muchos brochazos de felicidad, algunas lágrimas de tristeza o impotencia, una enorme confianza por una parte, un poquito de desconfianza en según qué o quiénes, cariño (tanto que me supera), algún que otro disgusto (creo que inmerecido, aunque no soy objetiva), esperanza (sí, en serio, nunca hay que perderla), paciencia (la que todavía resiste pese a las tormentas) y vulnerabilidad (nadie es de piedra, tampoco yo). Y eso es, a "grosso modo", un intento de aproximarme a plasmar en palabras cómo me siento ahora. Qué complicados somos los humanos...¡Cuántos recovecos tenemos!

Pues en medio de este caldo de cultivo, entre carreras para tener todo corregido a tiempo, el CRIE cada vez más cercano y un popurrí de detalles que prefiero no detallar aquí, llegó la sesión del viernes. Esa misma mañana les di la oportunidad de decir lo que quisieran respecto a la tristeza. Era consciente que la semana anterior algunos no habían tenido tiempo de intervenir. No me gusta que eso pase, pero el tiempo no se puede estirar más e iba siendo el momento de dar por zanjada la tristeza.

Tenía muy claro que nuestra siguiente parada emocional era la felicidad. Pero, quizá por todo lo vivido a lo largo del curso y, en particular en la parte final de esta evaluación, necesitaba compartir algo con ellos. Influyeron las palabras de Elsa Punset del jueves. Me recordó cosas en las que creo firmemente y no hago con la frecuencia que me gustaría. 

Así que, sin mediar casi palabra, antes de empezar con la felicidad, borré todo lo que había escrito en la pizarra y puse, con las letras más grandes que pude, lo siguiente: OS QUIERO. Sí se lo digo a mis alumnos/as, pero más de tú a tú que de manera grupal, no quiero que se les olvide, que lo tengan presente. Y, como hablaba con alguien esa misma mañana, aunque a veces no se porten bien, o hagan cosas que me duelen, y no se disculpen...no lo puedo evitar, los quiero muchísimo y, cuanto más avanza el curso, más. Unas cuantas alumnas se acercaron a abrazarme, pero no quise que prolongasen eso mucho, porque estaba a punto de echarme a llorar y, además, soy más de abrazos de tú a tú que colectivos. 

No quise escudriñar las caras de mis alumnos, no sé si entienden que una persona, en este caso su tutora del cole, pueda cogerles tanto cariño en unos meses. La verdad es que solo quería que les llegara el mensaje, que lo tengan presente, no necesito que ellos me lo digan a mí y no tiene por qué ser recíproco. Sigo pensando que hay que tratar bien a la gente, aunque no siempre te devuelvan la misma moneda o actúen como tú esperabas. Lo importante es que, siempre, eso que das, lo recibes de vuelta multiplicado, sea de una persona u otra.

Hubo reacciones muy distintas, lo que me quedó más que claro es que mis niños y niñas no están acostumbrados a que sus maestros les digan eso, "os quiero", sin adornos, sin más. El mensaje es breve, directo.

Después de eso, les repartí una viñeta de Mafalda, en la que acude a una cerrajería para conseguir una copia de la llave de la felicidad. Es esta:



Entre todos, buscamos entender el significado de esas cuatro imágenes.

Y con Mafalda en mente, saqué el libro Descubre el secreto para ser FELIZ, escrito por Nicola Edwards y Katie Hickey, de la editorial Cubilete. Es lo que yo llamo un libro joya, por el acabado, las ilustraciones y el texto, por supuesto. Fue uno de los regalitos de los Reyes Magos de este año, y me encanta. Ya lo mencioné en el blog por esas fechas.



El libro parte de la idea de que el secreto de la felicidad reside en el "mindfulness", introduje el término, porque sé que a casi todos les sonaba a chino. Luego empecé a leerlo, enseñando los dibujos. Hablamos de la importancia de disfrutar de las pequeñas cosas, empezando por los olores. Les pedí que pensaran en olores que les hacen felices. Salieron cosas muy variadas (muchas relacionadas con comida, me parece que la hora también tuvo algo que ver; el mar, otras también relacionadas con la naturaleza, una colonia de alguien...) y vi que no hacían más que levantar la mano.

Y como el libro tiene una parte de recorrer los distintos sonidos como camino a la felicidad, luego nos invita a ESCUCHAR. Aprovechamos entonces para hablar de sonidos que nos hacen felices. Como el tiempo vuela cuando no queremos, solamente pude leer el siguiente: SIENTE...Y ahí preferí dejarlo. Continuaremos después de Semana Santa, porque el próximo viernes, gran parte de los alumnos y yo estamos en el CRIE en Berlanga de Duero (Soria), y el 12 de abril ya tenemos vacaciones y...¡Benditas vacaciones!

sábado, 23 de marzo de 2019

Pinceladas de emoción (15): la tristeza (3ª parte)

Ayer retomamos el tema de la tristeza. Como he dicho en otras entradas, hay temas que no se pueden abordar a lo bruto, y este es uno de ellos.

Empecé nuestra mini sesión leyéndoles algunos ejemplos de lo que había en el "botiquín para combatir la tristeza", que os había enseñado externamente en la entrada anterior de "Pinceladas de emoción."








Y hablamos de heridas, de cicatrices...relacionando todo eso con la tristeza. Les hice ver que hay heridas que se curan, y no queda ninguna marca o señal; otras por el contrario parece que son heridas abiertas, como si no pudieran cerrarse; y un tercer grupo del que queda una "cicatriz." Me parece que no hace falta explicar todo, considero que mis alumnos entendían lo que les quería decir.

Y tras ese calentamiento emocional, pasamos al para mí último punto sobre esta emoción, que era "el tristómetro." No lo he encontrado en ninguna parte, se me ocurrió una tarde-noche, dándole vueltas a cómo podíamos reflexionar (y hablar si queríamos) de las tristezas de cada uno.

Aquí podéis ver EL TRISTÓMETRO (el original no tiene marca de agua).  

Previamente recordamos para qué sirve un termómetro, les dije que el tristómetro era algo semejante, que tenía tres emoticonos: en la parte superior, alguna gran tristeza; en la central, una media; y en la inferior, alguna tristeza mínima. Repartí un tristómetro para cada niño/a. Les pedí que durante unos minutos intentasen pensar en tristezas personales que hubieran vivido y, a ser posible, situasen hace cuánto tiempo había pasado lo que tenían escrito (aunque fuera de manera aproximada). Y, si querían, solo si querían, las nombraran brevemente en el tristómetro. Como luego venía una puesta en común, nadie iba a ser obligado a hablar, habla quien tiene ganas, porque le apetece, y listo, no hay que forzar las cosas. Puse de fondo la canción "Puede ser", cantada por Dani Martín (El canto del loco) y Amaia Montero (La oreja de Van Gogh). 



También cogí un tristómetro para mí, me parece muy egoísta plantear actividades así y quedarme al margen, hay que "pringarse", aunque cueste (y vaya si cuesta según el momento).

La verdad es que mis expectativas, al tratarse de la tristeza, no eran muy altas. Me refiero a que supuse que no querrían compartir lo escrito, y lo habría visto normal, pero, me alegré de confundirme. No hizo falta que rompiera el hielo, otras veces empiezo yo (si lo veo muy difícil)...Pero al pedir voluntarios para compartir lo escrito varias manos estaban levantadas, y me encantó. Se centraron principalmente en fallecimientos que les habían afectado, explicando quién había muerto. Todos eran de personas, menos una alumna que recordó la muerte de su perrito. 

Aunque también me sorprendió una niña, que había puesto en tristeza máxima el dolor que la había causado que alguien a quien quería mucho, que se había mudado, al regresar un año después, ni la saludara porque no se acordaba de ella. La mía no era nueva para ellos, y también elegí una gran tristeza para mí, el fallecimiento de una amiga, la mamá de mi primer alumno (de clases particulares), y la alegría de haber retomado el contacto con él y ver que es un amigo, un hombre hecho y derecho. Qué inteligente fuiste Alejandra, con el tiempo entendí por qué me contabas determinadas cosas. Me gusta pensar que desde donde estés...sonríes. Y como una jabata, no lloré. Algo que no pudieron evitar algunas de mis alumnas al recordar sus tristezas. Unas cuantas acudieron "en su auxilio", les pedí que las dejaran llorar, y que una cosa es acompañar, estar ahí, y otra atosigar. Y a veces con estar al lado de alguien, con que note que no está solo/a, es más que suficiente. 

Una vez más no dio tiempo a escuchar a todos los que levantasen la mano, no quiero invertir el tiempo de la Pincelada del viernes en más tristeza, pero encontraré el momento, durante la semana que viene, para que hablen los que no tuvieron la oportunidad de hacerlo.  

Les dije que claro, tristezas mínimas pasan muy a menudo, de hecho dejé esa en blanco porque no sabía ni cuál poner...Y no hay nada malo en hablar de nuestras tristezas, pero hay que quedarse con lo bueno y, si es de alguien que ya no está, con lo que vivimos junto a esa persona, lo que nos aportó, momentos felices a su lado, etc. ¿Lo mejor de la sesión de ayer viernes? La generosidad de mis alumnos.

Espero que a alguien le sirva esta entrada y se anime a dejar también un hueco para la tristeza en sus aulas. Eso sí, imprescindible que conozcáis bien al grupo de alumnos y que el ambiente de la clase permita llevar a cabo una actividad así. Y ya puesta, por qué no, también podría ser útil para realizar en familia, a veces la comunicación falla en algún contexto, incluso en el seno familiar. Estaría bien tender más puentes con los que nos rodean y derribar las barreras que nos alejan los unos de los otros. Como decían en una serie chilena que vi hace ya 15 años, en una conversación muy íntima entre dos hermanos: "Cuanto más sepa de ti, más te voy a querer."

sábado, 16 de marzo de 2019

¡Vaya semanita!

Esta es una de esas semanas que te deja agotada física y mentalmente. Cualquiera podría pensar que habiendo tenido un "moscoso" (día de asuntos particulares) el lunes, no es posible que esté tan cansada, nada más lejos de la realidad. Cole, clase de dibujo, amigos, familia, alumnos, papás y mamás de alumnos, CRIE (Centro Rural de Innovación Educativa), reencuentros y un nacimiento. ¿Entretenido, verdad?

Directamente, no he parado. Sí he avanzado bastante, pero sigo teniendo pendiente correcciones y cosas del trabajo por hacer y/o rematar.

El lunes tocaba reencuentro con personas a las que me encanta ver, pero no es fácil coincidir. El Bécquer va a convertirse en lugar oficial de quedadas. Tiene un encanto especial, aunque estoy por hacer una recogida de firmas porque los aseos necesitan un lavado de cara urgente. Qué bien sientan las risas compartidas.

El martes fui a Dibujo, no dibujé mucho, para qué mentir. Empecé con el "collage" aunque el próximo día tengo que experimentar más y ver cómo hacer algo más decente con esos trocitos de papel. Entre papel y papel nos pusimos a hablar tres y se nos fue la clase...Así, tal cual, pero el "collage" puede esperar al martes.

El jueves fue un día intenso. Hubo un nacimiento. Uno de esos acontecimientos que iluminan todo lo que te rodea y me hace sentir un poco más viva. Espero que sus padres disfruten de ella como se merecen, la estampa que forman es maravillosa. Es precioso ver cómo la miráis embelesados y todos a su alrededor, nos dedicamos también a esa vida contemplativa. Bienvenida al mundo, querida Berta.

Y ese mismo día recibí la visita, de sorpresa nada, porque bien avisada estaba, de una amiga. Una amiga que en sus inicios era simplemente la mamá de uno de mis alumnos farinatos. El caso es que, tal vez por la de veces que escribí en la agenda de su hijo (y la libreta que luego tuvo que usar, porque me ventilé todo el espacio de la agenda), el roce hizo el cariño, tanto con su hijo, como con ella. Y desde mis inicios farinatos ha llovido, porque allí estrené el curso 2009-2010, con una oposición recién sacada bajo el brazo, feliz como una perdiz y con una experiencia previa en Madrid (distrito de Ciudad Lineal y Parque Coimbra en Móstoles) que me vino de cine para salir del cascarón y espabilar a gran velocidad. Años después, todavía conservo unos cuantos hilos que me unen a tierras farinatas. Creo que mi corazón tiene un "cachito" de Ciudad (Rodrigo, Ciudad a secas para los de allí). 

Y es que el "guasap" nunca podrá sustituir a una conversación cara a cara, en la que te ríes, escuchas otra risa, te brillan los ojos, entiendes lo que alguien pretende transmitirte solo por el tono que utiliza, hablas sin articular palabra y te das cuenta, otra vez, de lo bonito que es tener amigos, pese a la distancia o las circunstancias. Sí Carmen Jiménez, próxima quedada, en tu terreno, en Ciudad Rodrigo...Y en menos de año y medio, por supuesto. Tengo la costumbre, buena o mala, de intentar cumplir siempre con lo prometido (no siempre se puede, tranquila, esta vez sí). Gracias por haberte escapado hasta aquí para echar un "parlao". En serio, mil gracias.

Ya solo faltaba el viernes para "rematar" la semana. La mañana nos deparaba una muy buena iniciativa de La Caixa, Creactivity. Me ha soprendido gratamente. Las caras de los niños y niñas eran un poema. Me parece que les ha gustado mucho mucho (con un solo mucho me quedaba corta). Y acabar la mañana con la Pincelada de emoción de hoy, fue un gran regalo. Cada día que pasa siento más cariño a mi alrededor, incluso de personas que no me esperaba. Es precioso que la gente te sorprenda cuando es para bien. Tengo emails por responder, otros por escribir...

Y entre medias de todo lo anterior, en el colegio también, seguir avanzando materia, corrigiendo, examinando, planificando...Y por supuesto, a estas alturas de mes: CRIE, CRIE, CRIE. Este fin de semana todavía más, tengo una reunión informativa en el horizonte y no me gusta dejarme nada en el tintero. A medida que se acerca, a pesar de ausencias, tengo muchas más ganas de ir. Y noto que los que van también tienen muchas ganas, o esa sensación me da a mí. Pobrecitos los de nuestro alrededor, de aquí a que nos vayamos va a salirles el CRIE por las orejas, si es que no les sale ya. Perdonadnos.

De momento, después de haber tenido en brazos a la preciosidad de recién nacida que el 14 de marzo soplará velas, solo puedo irme directa a reponer fuerzas e intentar digerir tantísimas cosas bonitas que han pasado en esta semana. Y algunas de ellas ni siquiera las menciono de refilón aquí. Buenas noches.


Pinceladas de emoción (14): la tristeza (2ª parte)

Hay emociones más fáciles de abordar que otras. La tristeza me parece uno de los más complicados. Sabía que no podía entrar "a saco" y por eso a ella le dedicaremos tres sesiones. En la primera, la semana pasada, hablamos de qué era la tristeza y qué hacen cada uno de ellos cuando están tristes. Quería aproximarnos a la tristeza poco a poco, no busco que mis alumnos sufran ni se sientan mal. No obstante, sé que se pueden emocionar al tocar este tema. Y no quiero que lloren porque sí ni entrar como un pulpo en una cacharrería. En mis aulas nunca ha habido ningún tema tabú, mis alumnos de otros cursos pueden dar fe de ello; pero sí una dosis extra de delicadeza según el tema. Se puede hablar de absolutamente todo, pero con tacto.

Ayer por la mañana, en la segunda mini-sesión sobre la tristeza, les presenté un "botiquín emocional para combatir la tristeza." Hablamos de para qué servía un botiquín, y qué podíamos encontrar dentro de uno "normal." Enumeraron muchas cosas que pueden estar en un botiquín al uso, diciendo para qué podía servir cada una. Les hice ver que una tirita no cura la herida, pero puede aliviar el dolor que la herida nos ha causado. Y lo que hay en el botiquín a veces solo sirve para eso, es un alivio, pero no necesariamente una cura. Aquí podéis ver tres imágenes del exterior del "botiquín."





Y después de tanta comparación, símil, paralelismo o metáfora, porque de todo hubo de manera indirecta, les sugerí que ellos llenaran ese botiquín. No les enseñé lo que había dentro. Les hice pensar en qué pondría cada uno de ellos en él para aliviar o curar la tristeza. Mi invitación fue a pensar cómo ellos personalmente curarían/aliviarían la tristeza de alguien o de qué forma se quitaría/disminuiría su propia tristeza.

Una niña captó rápido que lo que dijeran no tenía que ser algo que cupiera dentro del botiquín, vio la metáfora rápido. Algunos se explayaron más, otros menos, pero al final todos pusieron algo en el botiquín, yo también me uní a ellos.

Cada uno escribió lo que quiso en un papel, con su nombre escrito por la parte de atrás. Guardé todos en mi botiquín y empecé a leer las propuestas de cada uno (sin desvelar de quién era lo que leía). Ellos decían en voz alta con quién creía que se correspondía, y luego, uno a uno, iba diciendo el autor de cada idea. Hubo de todo: apoyo, besos, un gran abrazo, familia, contarle a alguien los problemas, peluches...Fue una actividad muy bonita porque en lo que pusieron plasmaban cómo eran ellos. Una niña, de las que escribió bastante, me incluyó en sus remedios para la tristeza. Cuando lo vi casi me echó a llorar...Qué bonito. Según lo escribo estoy tragando saliva para no emocionarme. 

Disfruté una barbaridad con lo que cada uno aportó, son de esos momentos preciosos que estos treinta minutitos escasos del final de semana me ponen en bandeja. Así que me despedí, como siempre en el quicio de la puerta, repartiendo cariño (cuando siento que es recíproco, y no molesta), más contenta que unas castañuelas. Hay miradas que abrazan y hay abrazos que son un oasis. Qué bien.

sábado, 9 de marzo de 2019

Mañanas en verso con Mar Benegas

Hacía mucho que no tenía una mañana de sábado tan sumamente especial. A través del Facebook de la Red de Bibliotecas Municipales de Salamanca, vi hace unos diez días, un anuncio de un Taller de poesía de Mar Benegas en la Biblioteca Torrente Ballester. Y me lancé a la aventura, era "entrada libre hasta completar el aforo" y, no sé el motivo, debió empezar un poquito antes de lo anunciado, la vida da que me gusta ir con tiempo (cagaprisismo genético es más preciso). 

El taller se titulaba "Dije Luz." Fue un poco chocante llegar y que te expliquen que lo primero que debes hacer, es seleccionar un poema (breve) entre muchos libros que había repartidos por las mesas...para susurrarlo.  Como veía que no iba a disponer de mucho tiempo para elegirlo, de un vistazo localicé un libro que tengo de Mar Benegas, "Con el ojo de la i", de Olga Capdevila y la propia Mar, editorial A buen paso. Fui directa a cogerlo y busqué algún poema que me resultara familiar y podía encajar con lo que nos pedían. Este es:




Y así pasamos un rato muy especial, en una rueda poética formada por quince sillas. En cada una, una persona con su poema, detrás, de pie, lo mismo. Primero las personas que están de pie van susurrando  al oído su poema a cada una de las sentadas, moviéndose hacia la derecha. Insistieron que había que susurrar el poema, sin más. No teníamos que comentarlo ni aportar más información. Una de las asistentes dijo que era como una terapia, y le había encantado. Y a mí también, las voces, las palabras, el sentimiento que cada cual le ponía al recitar susurrando...Una experiencia muy gratificante y, bastante sorprendente para un sábado por la mañana.

Me gustaron mucho las palabras de Mar, fueran propias o en algunos casos, citando a otros autores. Como escuchar que "si nos cuesta escribir es porque no hemos encontrado el camino." Cuánta razón, espero que mis alumnos vayan encontrándolo poco a poco, pero que den con él. Y también algo muy obvio pero que a veces se nos olvida: "Podemos encontrar poesía en cualquier lugar."

Nos habló también del sexto sentido: la intuición, de los manifiestos dadaistas (entrad en el enlace anterior si queréis echarle un vistazo a algunos) sobre cómo crear un poema dada. Y he encontrado lo siguiente en las redes:



Además nos invitó a partir de una premisa: en todos los sitios habita la poesía. Y ¿por qué no? a coger un periódico y crear un poema con él, como los anónimos, recortando palabras.

Después introdujo un término que a mí me resultaba nuevo pero solo había que aplicar el sentido común: el tachismo...Por si alguien no se imagina en qué consiste, se trata de tachar, sí, tal cual, tachar palabras, de libros de narrativa en este caso, para buscar en ellos la poesía. Desde la biblioteca nos entregaron un libro (iban a tirarlos) a cada asistente, en los que nos dejaban tachar lo que quisiéramos (me costó empezar, porque al principio me parecía un atentado contra el libro). Había que tachar con un rotulador negro y, con las palabras que íbamos dejando, formar un poema. No se podían coger frases completas, pero sí varias palabras seguidas. 

Tampoco podíamos alterar el orden de las palabras, teníamos que ingeniárnoslas para que tuviera sentido en el orden en el que estaban en el texto. Me pareció una actividad complicada, pero a medida que avanzaba e iba tachando, resultaba extrañamente liberador. Me tocó "Pluma de pavo real, tambor de piel de perro", de Raúl Guerra Garrido. 

Y esto es lo que salió de este, al menos para mí, experimento del "tachismo":


Momentos
el silencio
las miradas
las manos
las palabras
el ruido
el sonido
los rostros
las sombras
un susurro
un suspiro
la fuerza
atención
salida
¡Esto marcha!

La única licencia poética que me he permitido es añadir los signos de exclamación al final.

Efectivamente, un gran juego para romper límites.

A continuación Mar nos habló de la relación entre poesía y metáfora. Nos contó "La caja de las palabras" (autoras: Mar Benegas y Eva Vázquez, editorial Lóguez), una preciosidad. Va de una niña que colecciona palabras (y no cuento más)...¡Qué bonito! (Pinchad en el vídeo si queréis saber más)



Y contó tantas cosas que me sacudieron por dentro que no sé si acertaré a resumirlas. Dijo que todo el que crea, tiene que tener una venda directa que le lleve a la infancia salvaje. También nos advirtió que íbamos a volver a nuestra infancia. Habló de intentar sanar a través de las escritura y, sobre todo, de reconocernos en ella. 

Y, algo curioso y muy cierto, como que lo no se nombra no existe, y por eso el libro más alucinante es el diccionario. Todavía recuerdo el diccionario que llevaba al cole de pequeña. Perteneció a mi abuelo materno, y en él había palabras que en muchos otros diccionarios no salían. Tenía solera, a mi maestro de esos años, don Antonio Domínguez Triguero, le gustaba mucho. Era un tesoro de diccionario del que no quiero desprenderme.

Luego nos dieron unas hojas de su libro "A juego lento, taller de poesía," también escrito por Carlos Rubio, de Litera libros.

Nos animó a elaborar un diario de metáforas, para lo cual hay que salir de casa (o intentarlo) con los ojos de poeta puestos. Cada día, intentar transformar una cosa en metáfora. Y nos contó una metáfora de una niña sobre el huevo frito. Citó otro de sus libros, Las niñas o cómo suceden las cosas, y como algo que es casual, lo había transformado en un poema. 

A estas alturas de la mañana, mi cabeza estaba como una olla exprés, pero para bien, por las muchas ideas en ebullición que se me ocurrían a partir de todo lo que Mar iba compartiendo con nosotros. Hicimos una actividad con varios pasos para trabajar con metáforas y crear un poema.  Mi resultado final, aunque no estaba muy inspirada, fue el siguiente:


Las manecillas del reloj
son una pareja bailando
tan pronto se alejan,
como se terminan acercando.

¿Pensáis que esto se ha acabado? ¡Pues no! Falta la guinda del pastel. La última propuesta era escribir una carta a la niña de nuestra infancia. Nos dieron esta hoja:



Y así me quedó:

Querida infancia mía:
Fuiste como una piscina en verano, repleta de gente, de luz, de sonido, de movimientos...
Estuviste llena de miradas, sonrisas, juegos inocencia, vida, amor, ilusión, alegría. Una alegría que todavía conservo, una ilusión renovada y transformada gracias a todo y todos los que me rodean.
También hubo saltos, con y sin trampolín, y los sigue habiendo...Y qué suerte que existan.


Foto con la autora.

Fue un placer poder disfrutar de algo tan mágico. Me gustaría dar las gracias a la Red de Bibliotecas Municipales de Salamanca y, dentro de ellas, a los responsables de la Biblioteca Torrente Ballester, de poder compartir una mañana de sábado con Mar Benegas. Un lujo para los sentidos poder empaparme de la sabiduría poética de Mar y de las aportaciones de todas las personas que asistieron.


Sí, sin duda alguna, fue una "mañana en verso."

viernes, 8 de marzo de 2019

Pinceladas de emoción (13): la tristeza, grandes dosis de cariño y el CRIE ya asoma

Después de un paréntesis por el desfile de Carnaval, retomamos la normalidad con nuestra media hora de "Pinceladas de emoción." Hasta el último momento me planteé si decir algo más sobre la vergüenza o pasar a otra cosa. Opté por lo segundo.

Directamente les presenté el libro "¡Estoy aquí para ti!" Les advertí que la idea era que ellos, mientras lo escuchaban, fueran identificando las emociones a las que se refería pero, no les iba a adelantar, cuál de las que está presente en el texto era nuestro siguiente objetivo.

Solo con el título una alumna dijo que seguro que era sobre el amor...Y no se equivocaba, es una de las emociones que aparece, de una manera más o menos clara, se ve que es parte de la historia. Además habla de amistad, tristeza, cariño, apoyo, confusión, soledad, superación...

Así que cuando terminé de contarlo les pregunté y entonces empezaron a decir las emociones anteriores. Les expliqué que todos tenían razón, porque una historia puede hablar de muchas cosas distintas, como era el caso. Os dejo unas imágenes del libro, para que os hagáis una idea, aproximada, de cómo es. He escogido las ilustraciones que se centran más en la tristeza. .









Me gusta el enfoque del libro, al tocar la tristeza de una manera positiva, porque el mensaje es claro: Si estás triste, ¡estoy aquí para ti! Algunas personitas de mi clase suspiraron de alivio cuando me escucharon decir que tampoco hace falta llorar para hablar de la tristeza, pero que si alguien llora, sabe que no pasa nada.

Intento seleccionar historias sencillas, bonitas visualmente, con texto no excesivamente largo (el tiempo del que disponemos limita mucho)...Y antes de llevarlas al aula reflexiono sobre si les puede gustar o no. Podía haber empezado de una manera más abrupta e ir directamente hacia la tristeza pero...¿Para qué? Me parece un tema delicado, y por eso intento hablar de ella con tacto y, como siempre, con mucho respeto.

Luego les invité a hacer una cadena, que me encargué de inaugurar (tiendo a hacerlo cuando detecto que, según el tema que sea, puede costar romper el hielo). La cadena tenía esta fórmula:

Cuando me siento triste yo...(y cada uno la completaba como quería)

Hablaron todos los que quisieron participar, como es habitual, nadie está obligado a intervenir.

A continuación les puse dos situaciones, en las que podían sentirse triste, y cómo actuarían si les pasara eso. En la primera, su mamá/papá les da 20 euros y una lista con algunas cosas que tienen que ir a comprar al súper. Cuando llegan al supermercado ven que han perdido el dinero...¿Qué harían? Hubo variedad de respuestas, reflejando la diversidad de mi aula. Por ejemplo, ir a casa, coger 20 euros (del dinero propio, del niño/la niña) y regresar al supermercado a coger lo que tenían que comprar. Me pareció una buena solución. También otras menos resolutivas, como lamentarse por lo que les había pasado, gritar...

En la segunda situación tenían que imaginarse que esta mañana su mamá/papá/persona que haga la comida les había prometido hacerles su comida favorita. Ellos llegan ilusionados a casa, y al abrir la puerta perciben un fuerte olor a quemado...Obviamente, además de tristes, ¿cómo reaccionarían? ¿qué les dirían? Hubo respuestas para todos los gustos, unas mucho más razonables que otras. En el caso de las que me parecieron menos razonables, lancé una invitación a actuar de forma empática. Por ejemplo, hacer que la persona que fuera repitiera la comida, tardara lo que tardara, no me pareció la mejor solución. Como ponía la "regla de oro" de mi aula del Miróbriga: Trata a los demás como te gusta que te traten a ti. Y por eso saludo aunque no siempre me responda la gente, o miro a los ojos de quien tengo enfrente...Y mil ejemplos más me vienen a la cabeza. Otra niña planteó ayudar ella a quien fuera (papá/mamá...) a hacer la comida nuevamente. 

Y solo con estas dos situaciones, vi que quedaba minuto y medio para que tocara el timbre, no me quedó otra que dar por concluida la clase.

Quizás sea por la cercanía de nuestra estancia al Centro Rural de Innovación Educativa, CRIE, de Berlanga de Duero (Soria), o que estamos ya en marzo y nos vamos conociendo bastante, o yo qué sé, pero noto un cariño que crece día a día de manera exponencial. Cada cual lo demuestra como quiere, puede o sabe, algunos con la mirada (precioso sentir ese cariño cuando me miran), otros con lo que me dicen, un tercer grupo, a base de abrazos, cada vez más; y un último grupo no, porque es preferible que no finjan lo que tal vez no sientan (no se puede caer bien a todo el mundo, sería muy aburrido). Qué bonito ¿no? Lo de sentirse tan querida quiero decir, da alas para ir al CRIE y al Polo Norte.

Hace un par de semanas estaba nerviosísima, al ver que la fecha se acerca (y antes hay que terminar la segunda evaluación). Ahora ya no, cuanto más se acerca más cosas hay preparadas y más ganas tengo de ir. Pese a la responsabilidad que conlleva, es algo que quiero, me apetece más bien, asumir. Y me parece que es la mejor forma, llevar todo lo mejor organizado posible, pero sin agobios ni amarguras. Estoy convencida, va a ser una experiencia inolvidable y va a salir fenomenal.

No busco explicaciones, el cariño, siempre que sea sincero, es bienvenido. Es algo que me encanta de los niños/las niñas, la sinceridad, para bien o para mal, con la que actúan y te demuestran lo que sienten y piensan. 

Y con este marco alrededor, seguiremos el próximo viernes aproximándonos a la tristeza.

miércoles, 6 de marzo de 2019

Carnaval en Guijuelo: mucho más que un día

Inauguramos el mes de marzo, el viernes día 1, con el desfile de Carnaval. No obstante, ese desfile llevaba una preparación previa, que para mí fue la parte más bonita.

Empiezo por los detalles. Después de la lectura de ¡Vivan las uñas de colores! en la segunda Pincelada de emoción sobre la vergüenza (viernes 22 de febrero), se me ocurrió, teniendo en cuenta que el disfraz de 5º era de tablero de Twister, pintar las uñas a los niños y niñas de mi clase que quisieran, de cara al Carnaval. Aunque hay gente que lo critique o no lo entienda, quise curarme en salud y me pareció más prudente que lo consultaran en casa, no siendo que a algún papá o mamá no le gustara la idea. A las claras fui preguntándoles qué les habían dicho en casa a todos. Me gustó mucho la respuesta de un papá. Al preguntarle a su hijo que qué le había dicho su papá, la respuesta de este padre fue que hiciera lo que él quisiera...Chapeau

Les advertí a todos mis alumnos que era algo totalmente voluntario, y no quería que nadie se las pintara si pensaba que no se iba a sentir cómodo/a, ni mucho menos que fuera a generar un conflicto en su casa.  Hago un inciso, por si los lectores no saben de qué va el libro "¡Vivan las uñas de colores!" Trata de un niño llamado Juan, al que le gusta pintarse las uñas, así, sin más lecturas. Disfruta pintándoselas con colores brillantes. El libro explica cómo reaccionan los demás niños y la familia de Juan. Me conquistó la historia y la veía apropiadísima para compartirla con mis alumnos. 

Me puse a echar cuentas, y como 18 de 19 habían dicho que sí querían que se las pintara, no me quedó otra que empezar el jueves, 28 de febrero, con la ardua tarea. Eran 180 uñas, usando 4 colores distintos...Daba dos capas por uña y una tercera que era el brillo (lo de "top coat" suena quizá muy profesional). Y he de decir que fue lo más bonito de toda la previa de los carnavales. No sé, es complicado de explicar y tal vez más difícil todavía de entender, pero me pareció algo muy cercano, muy especial. A muchos les dije que estaba por repetir la experiencia, me encantó (y me parece que a muchos/as también). Con el tiempo que pude dedicarle por la mañana no me dio tiempo a acabar...Debéis tener en cuenta que tuvimos clases, iba intercalando o  combinando el pintado de las uñas con actividades puramente académicas. Así las cosas, aproveché que había cambiado mi segundo jueves de permanencia en el cole con una compi, para hacer un turno de tarde de manicura. Casi todos entraron acompañados por sus mamás, más otro papá que estaba manos a la obra con un portátil de mi clase por cuestiones técnicas. El caso es que en algún momento de la tarde mi clase parecía el camarote de los hermanos Marx. Sin embargo, pese a eso o puede ser por ese motivo precisamente, me lo pasé muy bien. Seguramente algunos de los que integráis lo que cariñosamente llamo "mi gente" estaréis sonriendo y pensando que me va la marcha (sí, para qué negarlo). 

No sé ni cómo no vomité el bocadillo del Sancho (mira que estaba rico) que había comiado a velocidad de la luz a eso de las 14.15 hr, viendo que a esas alturas de la película mi disfraz estaba a medio hacer (y la tarde la tenía completita). Fue muy agradable el encuentro con mamás, papá e hijos, porque no era una reunión de padres, ni una tutoría y, a mí me gusta también poder pasar con ellos momentos así, más distendidos. Es mucho lo que me une a ellos (sus hijos), y no me parece bien despacharlos, porque creo que es necesario que exista una comunicación fluida entre ambas partes.

Y así acabó la tarde del jueves, no recuerdo (o prefiero no acordarme) de la hora a la que llegué a mi casa, hogar dulce hogar, en estado catatónico.

Algunos pensaréis que ya tenía todo hecho. No, para que el disfraz no quedara descafeinado y  que hubiera un "toque" común en las tres clases, quedaba la parte del maquillaje. Días atrás había hablado con mis compañeras tutoras de los otros dos quintos, porque se me había ocurrido pintarles 4 círculos con los colores del Twister en un moflete, a todo el alumnado de 5º. Esto fue ya una locura, no sé cómo el pulso me respondió, pero me dio tiempo a pintar a los alumnos de los tres grupos (unos 50), a dos maestras y a que una niña de mis alumnas, me pintase a mí...¡Gracias! La vida nos dio que apareció la tutora de 5ºB, como caída del cielo, por si podía ayudarme con los disfraces. De verdad que bendita puntería tuvo, estaba acabando de maquillar a los niños y me faltaban manos y tiempo. ¡Gracias! Si no es por ella no sé qué habríamos hecho. Bueno sí lo sé, salir diez minutos después...

Y ya listos, con maquillaje, manicura y disfraz, salimos al patio del cole. Allí hicimos un desfile, curso a curso, por el patio de la zona principal. Pusieron música de fondo y me lo pasé fenomenal en ese momento, liberé la tensión de los días pasados, por los carnavales y por mil y una historias, que nunca faltan. Y me puse a bailar, pese a que había mucha gente tras las verjas y a mí eso me da una vergüenza considerable, pero me hacía falta disfrutar con mis alumnos de un día así.

Después salimos hacia la Plaza Mayor. Descubrí con algo de horror que la Policía había cortado el tráfico para que pasáramos y, habían elegido un camino bien largo. Poco más y pasamos por La Dehesa para ir a la Plaza je je. El camino se me hizo eterno. Llegamos a una Plaza Mayor abarrotada de gente, en la que nos unimos a los niños, niñas y maestros del otro CEIP de Guijuelo, el Miguel de Cervantes...Y claro está, a los familiares, eran bastante, que se habían acercado hasta allí. Tuvimos mala pata, porque hacía un sol de justicia, y la espera fue larga.

Curso a curso, se iban acercando a la zona central de la Plaza. En ella estaba colocado un escenario con una rampa a cada lado. Este año, según lo explicado por megafonía, comenzaban los niños y niñas del Cervantes. Pasé un mal rato al ver que algunos de mis alumnos lo estaban pasando francamente mal por el sol. Propusimos ir el próximo año (si estoy) de piscina (con agua), abanico, sombrilla de playa o algo semejante. Cualquiera diría que un sol así de potente luciría en un marzo recién estrenado (preparaos para la Semana Santa, fijo que no soltamos el plumas, los guantes y la bufanda).

Los niños estaban inquietos, aburridos, con sed (algunas madres los auxiliaron acercándoles botellas de agua) y empezaron (algunos) a armar. No sé, creo que se podría variar la organización para que sea algo mucho más ágil para otro año. Además luego pensaba, que los papás no podían hacer una foto a sus hijos con su clase, solo caminando. Había cuatro o cinco fotógrafos frente al escenario. Les pedí a mis alumnos que no se bajaran cuando nos hicieran la foto grupal, porque mi idea era bajarme del escenario y hacer una foto de clase. Y sí, se acordaron y esperaron a que bajara. 

En mi opinión, la parte de la Plaza habría que cambiarla, o ampliar la del cole, poniendo unas vallas dentro del patio para delimitar zona padres/madres y zona alumnos, y dejarlo en plan familiar. No sé, a mí me parece que podría estar bien y sería bueno para todas las partes implicadas.

Luego esperamos un poquito más y volvimos al colegio sedientos. No me quedó otra que llamar la atención por varias actitudes que no me habían gustado durante el desfile de la Plaza. No me parece tan difícil portarse bien, saber estar y tener paciencia. Entiendo que estuvieran incómodos, no eran los únicos, pero no por eso me puse a fastidiar el trabajo del personal de Ayuntamiento (muy pendiente de nosotros en todo momento, y además muy amables). No sé, quiero pensar que es cuestión de tiempo, que tienen que madurar.

Allí nos reunimos con los tres compañeros que no habían podido participar en el desfile, e hicimos una foto de toda la clase. Y cómo no, lo mejor era hidratarse, así que saqué los refrescos del armario que teníamos sin estrenar (y sin caducar, obviamente) desde Navidad.

Vaya días tan intensos...Me habría encantado despedir a cada uno con un abrazo o dos besos, cinco días sin verlos son muchos, pero no tenía ni fuerzas. 

Fueron unos días bonitos, disfruté mucho de los preparativos, y el desfile en sí una gran alegría, me sentí más del Fili que nunca. 

Lo leas o no, necesito ponerlo y podría gritarlo a los cuatro vientos: Gracias Quinti. Gracias por la confianza, por el cariño, por ver más allá, por tu apoyo, por la parte humana, por ser una directora de 10, por hacer que desde que me marché del cole tuviera ganas de volver...Y, pero qué bonito es volver así. La vida es un Carnaval...¿Bailáis conmigo?



viernes, 1 de marzo de 2019

Educación Emocional con Guijuelo Joven

El pasado martes, 26 de febrero, tuvimos en el cole una sesión sobre educación emocional, gracias al Ayuntamiento de Guijuelo y, concretamente, a Guijuelo Joven.


Sara García, Ana Aveleira y Sara Revilla de Guijuelo Joven, fueron las tres encargadas de abordar el tema. Fue una hora muy bien aprovechada, que pude disfrutar mucho, como espectadora. Sabéis que el tema me apasiona y es el motor y el motivo de existencia de este blog.

Hablaron de qué es la educación emocional, nos enseñaron la "caja de los elogios." Dieron a cada niño/a un papel en blanco, allí tenían que escribir su nombre. Recogieron todos los papeles y uno a uno fueron cogiendo de la caja el papel (doblado) con el nombre de un compañero. Y les pidieron que lo conservaran hasta el final de la clase.


Me quedé helada porque parecía que les había comido la lengua el gato. Y mis alumnos no son de los de quedarse callados y no intervenir. Quizá aunque algunos conocieran a Ana, Sara R. y Sara G., son temas delicados y cuesta romper el hielo. De hecho noté que algunos estaban muy incómodos al principio, pero se fueron relajando y se animaron mayoritariamente a intervenir.

A continuación leyeron el cuento "Caca de vaca", una historia con tres personajes: vaca, oveja y gorrión. Sintetizando, es un cuento de cómo una vaca presumida y orgullosa (e irrespetuosa añadiría yo), se dedica  a meterse con la oveja, creyéndose la vaca mejor que las demás. El gorrión es una especie de Pepito Grillo, que intenta hacerle ver a la vaca lo equivocada que está con su manera de actuar. Además quiere que vea que las cosas no son como ellas cree, cuando la vaca se siente orgullosa por lo grande y hermosa que es su caca, frente a la "caca" de la oveja. Le explica a la vaca lo contaminantes que son sus excrementos y la expresión "caca de la vaca", para referirse a algo que, dicho en plata, es una mierda.

Una vez leído el cuento, lo fueron analizando, para que se pusieran en el lugar de los tres personajes y qué podían hacer cuando iban a actuar como alguno de ellos. O también, cómo se sentirían si fueran oveja...¡Viva la empatía! Iban intercalando el análisis de cada personaje con otros recursos, como el vídeo de "El niño y los clavos", texto que compartí en una de las sesiones de Emociónate del curso anterior. Lo mejor es verlo:


Algunos niños describieron situaciones en las que se habían sentido "oveja" y lo enlazaron con la autoestima y el vídeo de "La oveja esquilada," quizá os resulte familiar.


Mis alumnos siguieron participando, me preocupé por cómo "solucionan" algunas situaciones, en las que creen que actúan bien devolviendo la misma moneda (insultan a una amiga mía, pues devuelvo el insulto, y con más energía). O hacer cosas con las que pueden hacerse daño...Pero bueno, son niños, poco a poco confío en que aprendan a usar las herramientas que les vamos dando unas y otras para gestionar mejor su universo emocional.

Luego vimos un vídeo, sobre la tolerancia y respeto, en el que unos pájaros pequeños se burlan de uno gigantesco, y qué les sucede al final, por burlarse y meterse con él. 


Para finalizar la sesión, les pidieron que escribieran en el papelito del principio, cualidades positivas del compañero que les hubiera tocado. Como en clase tenemos "la silla de los cumplidos" y trabajamos a menudo las "caricias emocionales", me parece que no les resultó difícil. Nos llevamos doble regalo, un marca páginas como el que podéis ver abajo, y la caja de los elogios, que nos invitaron a usar cuando viera oportuno en el aula.



Me gustaría dar las gracias a las tres: Sara G., Sara R. y Ana, por hacernos pasar una hora tan agradable.  Además me vino de cine para darme cuenta de algunas cosas que debería tratar y aun no he podido por falta de tiempo, en nuestras Pinceladas de emoción. Si bien, excepto el cuento "Caca de vaca", el resto de materiales que empleasteis ya los conocía, me encantó la forma de emplearlos y de enlazar unos con otros...Seguiré intentando que la educación emocional esté muy presente en las aulas porque...¡Cuánta falta hace! Muchas gracias.