domingo, 26 de septiembre de 2021

EMOLECTURAS 1: Los invisibles

Lo dejaba caer recientemente en otra entrada, la idea de esta nueva sección.

El nombre tiene su origen en una ponencia de la profesora Francisca Leiva, que participó en unas jornadas sobre la lectura organizadas por la Junta de Castilla y León. Estoy hablando de las jornadas "¿Y tú cómo lo lees?", del curso 2014-2015. Fui como oyente, representando al centro educativo en el que estaba por entonces, el IES "Vía de la Plata" de Guijuelo. Algunos centros compartían una experiencia relacionada con la lectura que se estuviera llevando a cabo en su instituto. Todas las ponencias me parecieron interesantísimas, pero la de Paqui Leiva, tal cual ella se presentó, fue muy emotiva.

Ella defendió lo siguiente:

Para que lo leído tenga un sentido profundo en nuestra vida.

Para que la memoria a largo plazo se moleste en conservarlo y no quede borrado de la operativa a los pocos minutos, como se borra una huella en la playa con el solo aliento de una ola, es necesario saber que:

LEER es SENTIR.

Gracias, muchas gracias. Después de siete años todavía recuerdo parte de esa ponencia. Y precisamente lo atribuyo a la emoción con la que compartió lo que estaban haciendo.

Mi objetivo con las Emolecturas es compartir textos, de distintas extensiones, que puedan emocionar al lector. Hace poco lo hablaba con una escritora, no soy amiga de las etiquetas de edades para las lecturas. Salvo que el contenido sea claramente para un público concreto, voy a etiquetar la mayoría de las entradas de Emolecturas para Primaria y Secundaria. Y tomadlas como recomendaciones, por favor.

La primera es la historia de "Los invisibles". El autor es Tom Percival y es de Andana editorial. Tengo la suerte de tener muchos libros entre los que poder elegir. Este cuenta la historia de una niña llamada Isabel y su familia, de sus circunstancias, un cambio en su vida y lo que supone dicho cambio. Habla de las personas que parecen invisibles a los ojos de los demás. Me parecía idóneo para inaugurar esta sección. Trabajando actualmente como maestra de Compensatoria, siento que a veces mi alumnado de Compensatoria es invisible para parte de la comunidad educativa. Ahora no me ha dado tiempo a tener esa sensación, pero sí en mi etapa anterior, cinco cursos. Y sentía mucha rabia. Una impotencia tremenda. Para mí era doloroso ver como algunos los trataban como casos perdidos o los olvidados.

Al final las personas necesitamos de otras que crean en nosotros, nos escuchen y nos ayuden a brillar. Sí, hay gente capaz de brillar sola, pero en mi opinión a muchos les hace falta ese impulso que da que otros vean que sí puedes lograr algo, que crean en ti.

Gran parte de las páginas de "Los invisibles" transcurren en invierno. Las páginas están invadidas por colores fríos, incluso nieve. Al final el color lo inunda todo y llega la primavera.

Me parece una historia sencilla, pero con mucha miga. Apta para todas las edades. Unas ilustraciones muy cuidadas y un texto adecuado, hacen de este libro algo muy especial. Estoy deseando contárselo a mis alumnos. De hecho en cuanto tenga un poco de margen quiero que vean el libro y escuchen la historia.

Así que, esta es la primera de muchas "Emolecturas"  que están por venir.

Por cierto, los invisibles no suelen ser felices siéndolo, tenedlo presente. No todo el mundo tiene la autoestima en el punto que debería. Y cada uno podemos hacer algo para que los que nos rodean se quieran un poquito más. Gracias a los que, cuando me hace falta, me ayudan en esta "tarea", complicada a veces.

Como digo mucho, más empatía, por favor. Leer desde luego, sí es sentir, y...¡cuánta falta nos hace!

¡Felices Emolecturas!

P.D. Por cierto, si tenéis algún comentario o sugerencia, recuerdo que serán bienvenidos. Os invito a hacerlas a través del blog, para que no se "pierdan" (como pasa cuando las hacéis en Facebook por ejemplo).

Madrid 2021: Feria del Libro

Dos años largos (habitualmente la Feria se celebra entre finales de mayo y mediados de junio), sin tener la suerte de la Feria del Libro de Madrid.

Hace una semana llevaba ya un rato, esperando en una cola kilométrica, la hora de apertura de la Feria.

Estuve dos días, el sábado y el domingo, por la mañana y por la tarde. Lo sé, me di un buen atracón de "Feria del Libro", pero me encantó. Aunque antes de contar algunos de los momentos especiales de esas dos jornadas, me gustaría mencionar algunos detalles sobre la organización.

AFORO. En teoría había control de aforo. Hay dos entradas para acceder a la Feria y, junto a cada una, una salida. Eso hacía que por los laterales (entre casetas), no se pudiera entrar (en teoría). Decían que un aparato calculaba el aforo haciendo una medición de la superficie ocupada en la Feria a medida que la gente entraba o salía. Con mis ojos vi cómo la gente intentaba colarse, gente jeta por supuesto. Algunos lo lograban esquivando, por los laterales, cubos de basura y vallas. Eso hizo que el domingo pasado, el aforo máximo permitido era idéntico al de días anteriores, la Feria estuviera mucho más llena (curioso, ¿verdad?). El personal de seguridad era claramente insuficiente.

MASCARILLAS. Pese a celebrarse al aire libre y recomendarnos guardar la distancia de seguridad (imposible cumplirlo siempre), eran obligatorias. Y me parece bien que lo fueran, pero a los que vi sin mascarilla, a ninguno les llamó nadie la atención (salvo cuando alguno intentaba acceder a la Feria sin llevarla puesta). De nuevo, faltaba más gente encargada de la seguridad.

COLAS DE ACCESO AL RECINTO. Esperamos un mínimo de 40 minutos y un máximo de hora y media. La exposición de fotos que había en parte del recorrido es una buena idea, pero habría venido bien algo más para amenizar tanta espera...

COLAS DE FIRMAS. No habían establecido unos criterios para las colas de las firmas de autores. Cada caseta lo hacía a su manera. Muchas repartían número. Algunas media hora antes de empezar la firma, otras hora y media antes ya lo daban sin problema. En la mayoría se respetaba el número, pero eso era ya cuestión de cada uno, porque si no preguntabas, en las casetas no daban demasiada información. POR FAVOR, me temo que el año que viene las restricciones serán menos pero, intenten regular de alguna manera el tema de cómo organizar las colas para las firmas, siéntense y hablen de unificar criterios, nada de hacer cada uno lo que cree que es más conveniente.

DESCUENTO. No me queda muy claro si hacer el 10% de descuento en el precio de los libros era voluntario u obligatorio. Creo que si es voluntario, cada caseta debería advertir si lo va a aplicar o no. No nos engañemos, los libros en papel no son baratos, y ese descuento viene como anillo al dedo. Digo esto porque creo que por el cansancio, no me di cuenta que una librería no me lo aplicó y además intentó "venderme la moto", haciéndome creer que ya estaba hecho en le precio que marcaba. Lo comprobé luego al mirar el precio de los libros en internet. Para otra vez, no me pasará, de todo se aprende.

BAÑOS. Había leído que próximos a las entradas/salidas había unos baños de acceso libre (gratuitos). Pues bien, salgo el sábado 18 a las tres menos cuarto (el recinto no cerraba hasta las tres), y me dice un hombre de seguridad que los baños para el público ya están cerrados, solo tenían abiertos lo de los expositores...¡Genial! Espero que se note la ironía en mis palabras. Con la vejiga a punto de estallar y agotada, tuve que salir del Retiro a toda prisa y buscar la cafetería más cercana...De pena de llorar.

SOMBRAS. Digo yo que igual que hacen en Preciados, podían plantearse colocar algún tipo de toldo que cubriera el espacio entre casetas. Cada caseta tenía su toldo, pero si lo abrían no se veía el número de caseta ni el nombre de la Editorial, Librería...Así que además de lo anterior, hubo que aguantar al "chorrisol."

Como lo que pretendo es hacer una crítica constructiva y, pese a ser la "Feria de las colas", ya tacho los días para la próxima edición, pienso escribir a la organización, para hacerles llegar algunas sugerencias sobre las deficiencias de la Feria que he explicado antes.

Algunos pensaréis y, con tantos puntos negativos...¿Por qué ir? Pues pesa más lo positivo.

Visitar la Feria del Libro de Madrid es una oportunidad fabulosa:

1...Para perderse entre libros Observar, , hojear, escuchar, preguntar...Y dar con libros que en ninguna otra parte podrías encontrar.

2...Para conocer algunos autores. Por una parte ponerle cara (y voz) a autores que ya conozco y que me encanta cómo escriben. Si bien lo más importante son sus c reaciones, es bonito ver cómo son físicamente, escuchar su voz, dependiendo de la cercanía de cada uno, incluso poder hablar con ellos un poco. Y aquí debo hablar de María Menéndez Ponte, cuya obra "El gran libro de las emociones" he usado unas cuantas veces en mis clases. De la suerte tremenda del sábado de 18, al acercarme a la caseta en la que sabía que firmaba, y encontrarme, sorprendentemente, que en ese instante no había nadie allí para su firma. Esta fue su dedicatoria:

También a Defreds, por su amabilidad y escucha. Por fin tengo los dos libros que me faltaban y...¡Firmados por él! De los que ya tenía solo llevé uno. No quería salir ya de Salamanca cargada como una mula. Elegí "Incondicional" porque, como le dije al autor, me hizo mucha compañía durante el confinamiento del año pasado. Le expliqué lo de los audios y a lo mejor me animo a mandarle alguno...Ya veremos.

Y en tercer lugar, no por ello menos importante, 72 KILOS. Esperando su firma descubrí que se llama Óscar. Llevaba los dos libros que tengo de él, ambos son regalos, además compré alguno para regalar y que dedicara. No sé si a la gente le hará ilusión o no, pero a mí me parece un plus que te regalen un libro dedicado por el autor. Bueno, son detalles. Y a mí me gusta tenerlos con las personas que me importan. Aunque no puedo comprar libros a todo el mundo...Por dinero y por peso. Si llegamos a ir en avión pagamos una fortuna por exceso de equipaje (no exagero, en serio).

Hubo otros autores, pero no quiero aburrir. 

3...Ampliar mi biblioteca. Creo que tengo que mudarme en breve. Es una cuestión de espacio, MI espacio. Y también poner a la venta libros que hace un tiempo compré con mucho cariño pero ya no los necesito a mi lado (y ocupan, y mucho). No compré demasiados libros para mí, fueron más los regalos. Vine muy contenta con mis adquisiciones. En la imagen veis la mayoría:

Reconozco que el verano ha sido escaso en cuanto a lecturas. No sé explicar las razones pero una cosa son las lecturas que tenía en mente poder hacer en verano, y otra la realidad.  A veces no hay ganas de algo, y ya. He vuelto de la Feria con mucha ilusión por retomar los buenos hábitos lectores. 

Sé que a lo mejor a algunos les cuesta entenderlo, pero soy feliz en la Feria. Lo cual no quita que despotricara el sábado tras las primeras colas (odio esperar). Pero cambié el chip y recordé que había ido para disfrutar, dicho y hecho. 

A los amigos "madrileños," perdonadme, no os avisé antes porque intuía que no iba a poder veros. Y no me equivoqué. Por cierto, millones de gracias Andrea. Gracias porque, pese a no poder entrar, acercarte para hablar unos minutos, aunque fuera separadas por unas vallas y unos cubos de basura. ¡Nos vemos no tardando mucho!

Y hasta aquí mi "crónica" de la Feria del Libro de Madrid de 2021. Si el año que viene alguno se anima a visitarla, ya sabe algo de cómo va. Estaré encantada de orientaros, acompañaros...¡Larga vida al libro en papel!

Las dos imágenes del final son ilustraciones de 72 KILOS...¡Cómo no!


jueves, 23 de septiembre de 2021

Hiperconectados

Parecerá invención mía, pero no. A menudo las ideas para escribir aquí las encuentro sin buscarlas. En momentos en los que necesito algún material para mis clases, como ahora; u otros en los que de repente sale algo en "Facebook", "Youtube" e "Instagram", que llama poderosamente mi atención. 

Esta vez estaba navegando para intentar localizar material de ELE (español como lengua extranjera) para mis alumnos del cole y del instituto. Y de esta manera tonta, sin buscarlo, aterrizo en el blog "Almendra. Mi blog de ELE". 

Y doy con una entrada de hace ocho años y medio, titulada "La casa del futuro". Incluye un anuncio argentino de Arnet sobre ese tema. Por favor, no dejéis de verlo.


¿Jugoso, verdad? Por una parte el anuncio me ha agobiado en ciertos momentos, por la gigantesca dependencia tecnológica para todo que muestra. Por otro lado, reconozco que en algunas escenas me ha dado la risa, por ejemplo la de la mujer que pone a descongelar una pechuga, y cómo le ponen un vídeo divertido para que, mientras tanto, esté entretenida...¡Tremenda! Como la de la báscula, el tendedero de la ropa o la barbacoa. De verdad, me ha parecido un filón. Como buen filón, pienso explotarlo con mi alumnado de este curso. Especialmente con los de la ESO. Si surge la oportunidad, ya explicará aquí la actividad y cómo ha resultado.

Una sola guardia en 1º de la ESO ha servido de botón. Siendo un grupo "nuevo", formado por chicos y chicas de más de tres colegios distintos, no aprovecharon el tiempo para charlar entre ellos, para conocerse un poco mejor (habiéndoles dado permiso, sin gritar "a grito pelao", pero hablar podían). Así que tras romper el hielo (ni los conozco ni me conocen), y después de observar un buen rato y escuchar algunos comentarios, me atreví a preguntar si había alguien que no tuviera móvil. No me refería a tenerlo en el instituto (allí no pueden tenerlo encendido, excepto si algún profesor les dice que van a usarlo, con fines pedagógicos, en el aula). Dos chicas, tímidamente, alzaron la mano, asegurando que ellas no tenían móvil, ni en el instituto ni en casa. Pensaréis que son muy pocas, a mí me parece un milagro, Y celebro que haya casos así, aunque sea nadar contracorriente. Quizás porque en estos años de vida, he sido en muchas cosas de las de ir al contrario que el resto. O hacer las cosas, "a destiempo" (qué relativo es esto, ¿verdad?). Y cuesta, cuesta no dejarse arrastrar por otros y no seguir al rebaño. Si echo la vista atrás, sé que esa manera de ver la vida me ha pasado alguna factura, pero me ha proporcionado mucha paz conmigo misma, porque me he mantenido fiel a mi forma de ser y de entender el mundo. Ojo, ni peor ni mejor, cada uno tiene la suya.

Llevaba ya una temporada dándole vueltas a la hiperconexión que tenemos. Y a lo conectados que estamos con mil y una "mandangas" que aunque a priori nos facilitan la vida (o simplemente entretienen), si me paro a pensar, creo que nos la complican más de la cuenta. Mejor dicho, dejamos que nos la compliquen.

En particular me preocupa la de los niños y jóvenes, es decir, los de la edad de mi alumnado. Me preocupa muchísimo porque veo que muchas veces los padres no supervisan la actividad de sus hijos en las distintas redes sociales. A veces por falta de conocimientos, otras de tiempo y otras...Qué sé yo. En cualquier caso, acceden a casi todo con excesiva facilidad. Se exponen en las redes, sin sopesar los peligros que esta exposición implica. Y me pregunto, ¿por qué? A lo mejor ellos sabrían darme las respuestas con las que no doy. Mención aparte son las fotos con el móvil tapándose la cara y posando frente al espejo, no entiendo nada, lo prometo. Me siento una extraterrestre. 

Si volvemos al anuncio, en "la casa del futuro", podemos estar casi todo el día, conectados con todo pero con nadie. "TODO está conectado a internet," como afirma el anuncio. Me parece tristísimo cuando la madre de familia afirma que el vendedor del chino "ya nos conoce", porque la "heladera" (frigorífico), le manda el mensaje de los alimentos que necesitan comprar en mandarín...Qué pena. Lo repito mucho, estamos perdiendo muchas conversaciones cara a cara (no en plan enfrentamiento, sino con la calidez de poder mirar a los ojos a nuestro interlocutor). Y no solo son las miradas, también están los gestos, el tono de voz, la cercanía (aunque sea con mascarilla). No sé, ninguna tecnología puede sustituir a dos personas que quedan para charlar, tomar algo, dar una vuelta...Sí, salvo que sea materialmente imposible que ese encuentro tenga lugar en persona, entonces la tecnología consuela, ayuda, pero no es milagrosa.

Igual que os he comentado la anécdota de la ESO, no llevamos mucho más de clase en los colegios y ya tengo para escribir un libro (sobre historias relacionadas con las redes sociales). Vi en la calle una niña, móvil en ristre, mientras caminaba, mirando fijamente al móvil, lo sujetaba con una mano y con la otra hacía gestos y parecía que movía los labios (como haciendo un "playback"). Deduje que estaba haciendo un TikTok famoso de esos. Su madre iba cuatro pasos por delante de ella, sin percartarse de la escena. Esa niña tiene alrededor de 9 años. Lo sé, no lo digo por decir. Su madre se giró porque vio que se quedaba atrás y ella intentó esconder el móvil bajo su sudadera, en un intento de seguir grabándose. Antes los alumnos me preguntaban que si tenía novio, hijos, o estaba casada (bueno, los alumnos gitanos de un cole, al decirles hace ya años que ni con novio ni casada, me espetaron...Entonces, ¿eres viuda?. Pues bien, la primera pregunta que me ha hecho una personita del cole este año es...¿Tú tienes TikTok? Me dejó a cuadros. Esa misma niña dijo haberse acostado a las tres de la mañana viendo vídeos de TikTok. Quiero creer que no es verdad, y está exagerando. Pero no puedo evitarlo, me quedo con el  runrún de si...¿Y si es cierto? 

Desde luego que yo no soy Santa Clara bendita. Lo de las redes sociales va por épocas. Hay temporadas que me harto de todo y ni las miro en un tiempo, sin embargo otras, a diario. Y con el "WhatsApp" ni os cuento. Reconozco que es lo que más utilizo, y aunque tenga lo del doble click activado, contesto cuando puedo, tengo ganas, sé qué poner... Haber leído un mensaje no me obliga a responderlo. Hay días que no estoy ni para mí, como para responder a alguien. O no puedo, así de simple. O no se me ocurre qué escribir en la respuesta. No sé si los demás lo entenderán o lo ven de una forma distinta, no me quita el sueño.


Espero que cuando me tenga mi casa, sea muy distinta a la del anuncio. A lo mejor las de algunos de mis amigos son de ese estilo, pero ojalá la mía no, porque no la sentiría como "mi casa."

Y después de estas reflexiones "en voz alta" escritas como entrada del blog, anuncio que vienen novedades, nueva sección desde el lunes que viene. Mi intención es hacerla semanal. Va a llamarse "Emolecturas", no quiero perder la esencia del blog. Y como este año ni soy tutora ni impartiré ningún taller por la tarde, quería compartir "algo". Esas "Emolecturas" y cualquier actividad que haga en las aulas con mi alumnado de Primaria y de la ESO y, por supuesto, me parezca que encaja en el blog.

Esta vez termino con el tráiler de una película de animación.

martes, 7 de septiembre de 2021

Porque sí

Porque no tengo que andar justificando cada paso que doy, sitio al que voy o palabra que digo y/o escribo. En resumen, absolutamente nada de lo que hago, siento, pienso, decido...Porque me apetece, y eso ya es suficiente. Aunque veáis esta entrada a una hora habitual para mí (en fines de semana y durante vacaciones en cualquier momento), en realidad la estoy escribiendo a las cuatro y media de la tarde del 6 de septiembre, pero me quería que viera la luz ya el 7 de septiembre.

Reconozco que la inspiración sí fue nocturna, concretamente anoche, en medio de una conversación de "guasap".

Durante el confinamiento que padecimos (no quedó otra), desde marzo de 2020, uno de mis grandes refugios fueron los libros. Y más en concreto algunos libros de Defreds. Algunos recordaréis los audios que se me ocurrió enviar diariamente con textos que leía, muchos de Defreds, casi siempre con música de fondo. Tal vez por eso guarde tanto cariño a su libro "Incondicional." Aprendí a encontrarme en sus palabras, a viajar sin salir de casa (bueno, exceptuando la farmacia o el supermercado), a visualizar a muchas personas a través de ellos (incluso a abrazarlas, besarlas), a dejar volar mi imaginación...No sé si a alguien más le pasó algo parecido, necesitaba "algo" a lo que aferrarme, y la lectura fue una herramienta excelente. Lo de los audios me sirvió para mantenerme entretenida parte de cada jornada, a sabiendas que eran una especie de "deberes" diarios que me ponía a mí misma. No he vuelto a escucharlos, aunque creo que cualquier día los escucharé nuevamente, como recuerdo de una etapa durísima en la que sentí que muchas cosas se ponían a prueba, y era necesario resistir, de la mejor manera posible; pero también permitirse caer de vez en cuando, ya que nadie es invencible y no podíamos ser indiferentes a todo lo que nos rodeaba. No creo que de esa época haya salido mejor persona, pero distinta sí, parte de mí sí cambió. Ahora valoro y disfruto hasta lo más ínfimo. Siempre me he considerado muy observadora y bastante detallista, pero por la pandemia, o gracias a ella, eso creció. 

No sé si mi vida sería la que es a día de hoy, y las cosas se encontrarían en el mismo punto, si no hubiera existido el estado de alarma y todo lo que vino después. Tampoco me quita el sueño.

Además he aprendido a abrazar el presente, a no obsesionarme por el futuro, a amar el hoy. CASI SIN QUERER llegan a nuestra vida personas necesarias, nadie es imprescindible pero hay gente a la que a mí me gusta tener/sentir cerca o sí o sí. Y hay que valorarlo, darme cuenta de lo afortunada que soy y cuidar, cuidar mucho, mucho, mucho. Porque querer es cuidar, sea un hermano, una madre, un padre, una amiga, una pareja, un compañero...Nadie sabe si la relación (del tipo que sea) entre dos personas va a ser para siempre, algo SEMPITERNO. Lo que sí es verdad es que hay muchos sitios, gestos, vivencias, personas que nos acompañan siempre, no tienen fin, nos guste o no, ahí estarán, para siempre. Con mi experiencia puedo decir que he perdido algunos amigos por el camino. Tal vez les fallé y no me lo dijeron, o ya no me querían en sus vidas (u otros motivos). Algunas veces me hago preguntas sobre qué es lo que pasó, pero no soy yo la que posee las respuestas y, con la mano en el corazón, hace tiempo que dejé de necesitarlas (las respuestas y las personas). Aun así no cierro mi círculo, pero no dejo entrar a cualquiera, eso es verdad, y me da igual si la gente lo comprende o no. Unas personas van saliendo, aunque sea de puntillas; otras entran, en ocasiones sigilosamente, otras no,  sino que aparecen de manera "ruidosa". Consecuencia de la pandemia es también el riesgo. Según para qué no creo que puedan ponerme la etiqueta de "arriesgada", va a ser que no. No me pega mucho, soy más de conectar cabeza y corazón y reflexionar sobre las decisiones importantes que me ha tocado tomar (y las que me quedan). Para algunas cosas soy impulsiva, para otras muchas soy tremendamente reflexiva, pero sin amargarme. Estoy de acuerdo con lo de "el que no arriesga, no gana". Y me prometí a mí misma no quedarme con las ganas de muchas vivencias, sino lanzarme de vez en cuando a la piscina cuando creo que vale la pena.  En ello ando. Y hasta ahora, 7 de septiembre de 2021, el tiempo me está dando la razón. Y qué bien. No sé si existe algo que podamos definir como INCONDICIONAL. Tal vez el amor lo sea, ha de ser libre, generoso, estar dispuesto a escuchar críticas y alabanzas, resistir a los paseos próximos a un precipicio, disfrutar de las jornadas sin nubes, las cenas compartidas, las conversaciones de cualquier tipo,  los silencios, las palabras, las dudas, la seguridad, el cariño, la empatía...De todo, porque al fin y al cabo para amar es necesario hacerlo con los cinco sentidos. Hay que intentar disfrutar hasta lo que parezca insignificante a los ojos de muchos, siempre que a nosotros nos aporte, lo demás sobra; los demás, sobran. Y es que hasta una coma puede cambiar el sentido de lo que queremos contar. Es probable que de todo lo enumerado hasta este punto trate la vida, de recorrer 1775 CALLES o las que haga falta para sentirnos plenos, si queréis podéis sustituirlo por "felices", no lo sé. Hay que tratar de no tirar la toalla, y muchas veces lo más fácil es hacerlo, rendirse a las primeras de cambio. Y no soy así, creo que nunca he sido de rendirme. No me considero "Raquel la valiente" pero desde luego cobarde no, ni mucho menos. Pese a que tenga mis inseguridades, miedos...Ni he tenido una vida complicadísima ni sencilla. No me han regalado nada, y he vivido algunos momentos duros, los míos, y ya, sin compararlos con los de de los demás (cada uno sabe qué lleva a cuestas y cuánto pesa). Con algunos títulos de libros de Defreds, me he lanzado a escribir nuevamente en el blog, no sobre el trabajo, sino sobre mí. Yo decido cuánta piel dejo que se vea.


Si nunca habéis tenido un libro suyo en vuestras manos, dadle una oportunidad. Quería poneros un ejemplo de algo escrito por él. Me suena que ya he compartido aquí algunos textos suyos. Quizás este también, pero es muy especial y hay veces que las palabras, como la música, parece que son capaces de acariciar el alma. Se llama 34:

Si tuviera solo treinta y cuatro palabras para decirte todo lo que siento por ti, me sentaría a tu lado, no diría nada, y te darías cuenta de lo que cambia mi cara al verte reír.

Haciendo un pequeño inciso sobre cuestiones laborales, ando de "decoradora escolar". Bueno, el cole entero no, mi aula (y parte del pasillo). Además de la decoración pura y dura, he pensado que un aula en la que esté necesita tener un espacio para la lectura. Y mientras rebuscaba y decidía qué libros llevar y cuáles no, he topado con "Te quiero", con las bellísimas ilustraciones de Juan Berrio. Un libro casi mudo, pero con una hermosura importante. Lo compré hace algo más de cuatro años en Hydria, poco antes de que cerrasen.     Os dejo algunos ejemplos.







Esta vez no hay canción, cada uno que busque una que le resulte apropiada para el momento vital en el que se encuentre. Lo que sí quiero incluir es una ilustración de 72 Kilos...¡Cómo no!

Mañana será otro día pero, dadle un abrazo apretado al presente.