sábado, 26 de octubre de 2019

Emo-ideas (2): UNA HORA MÁS

Debido al bombardeo al que nos vemos sometidos todos los años por estas fechas, con eso del cambio de hora, la idea de esta semana va por esos derroteros...sobre el tiempo. Muchas veces nos quejamos que el día no da de sí, que 24 horas son pocas para todo lo que tenemos y/o nos gustaría hacer. Aunque me da en la nariz que ni con 50 horas al día tendríamos suficiente pero...es lo que hay. Partiendo de eso, planteo un ejercicio de imaginación, para poner en práctica en familia o en los centros educativos.

Imaginaos que a partir de mañana, los días ya no tienen 24 horas sino 25. Piensa (individualmente) qué harías en esa hora más extra de la que dispones. Solo hay una condición, esa hora que te regalan cada día tiene que emplearse en lo mismo, no vale que cada día la destines a algo diferente.

Si queréis probar esta actividad en familia, podéis hacerlo tal cual la he descrito. También podéis añadirle esto: Si en esa hora extra, coincide que podemos estar juntos, ¿qué os gustaría que hiciéramos? Por supuesto aplicable también para las aulas, para que piensen en idea para disfrutar juntos esa hora. Creo que con esta segunda parte queda más completa pero, lo dejo a elección de cada uno.

Como las palabras se las lleva el viento (con frecuencia), lo que cada uno ponga puede quedar escrito en una cuartilla de este estilo (en cada página vienen dos relojes con sus correspondientes renglones debajo para escribir). La imagen del reloj la he sacado de https://www.idibujosparacolorear.com/relojes-de-pared-para-colorear .

Me parece que tras un tiempo de reflexión personal para que cada cual seleccione muy bien a qué quiere dedicar esa hora extra (y lo escriba en el papel), se puede hacer una puesta en común. Será muy interesante escuchar qué se les ha ocurrido a cada uno y por qué dedicarían esa hora de más a lo que han escogido. Estaría bien colocar todas las cuartillas alrededor de un reloj que tengamos en casa (para las familias) o en el aula (para los centros educativos), para tenerlas a la vista de todos.

Siguiendo con los refranes, como el movimiento se demuestra andando, os cuento a qué me gustaría dedicar a mí esa "hora 25." 

Si fuera en mi aula, suponiendo que soy tutora, obviamente la destinaría íntegramente a tratar la educación emocional, que es exactamente lo que propongo con estas emo-ideas semanales. ¿Por qué? Porque a todos les vendría fenomenal y no creo que adelántasemos nada dedicándola a algo puramente académico.

Y si fuera a nivel no laboral, fuera del colegio, me gustaría lo siguiente:

Poder pasar esa hora regalo con algunos amigos a los que no puedo ver con la asiduidad que querría. Están repartidos por Madrid, Guijuelo, A Coruña, Plasencia e incluso la misma Salamanca capital. Así que sería "un café con un amigo/una amiga." Café a dos eso sí, el amigo o la amiga que sea y yo. Me encantaría disponer mañana mismo de esa hora extraordinaria. El afecto, la confianza, la complicidad, la alegría, la empatía...no  desaparecen con la distancia, pero a mí me hace falta, tal cual, ver a esas personas que considero tan importantes, darles un achuchón, escuchar su voz, no sé, mirarles a los ojos, sentir que están cerca, aunque no pueda ser a diario.

Y la idea de esta semana ha sido gracias al bombardeo de anuncios en todos los medios sobre el cambio de noche de esta madrugada. Por si no os habíais enterado (aunque me resulta casi imposible), a las tres de la madrugada debemos atrasar el reloj, y serán las dos. De ahí que digan que vamos a dormir una hora más esta noche (excepto si vuestro trabajo es nocturno). 



lunes, 21 de octubre de 2019

Emo-ideas (1): BATALLA DE FLORES

Hago el siguiente apunte para los que habitualmente no leen el blog y hoy se han animado. Llevaba varios cursos trabajando de manera muy específica la educación emocional en el entorno escolar, pero este curso no ha sido posible. Como no puedo inventarme unas crónicas de algo que no hago, he optado por publicar una serie de ideas que tengo, para los que estéis interesados en el tema.  Me parece que pueden ser útiles tanto en casa (familias) como en las aulas (mejor con grupos de alumnos del mismo curso). 

La base común debería ser confianza, conocimiento y tacto. Si no existe cierto grado de confianza, sea en el seno familiar o en la clase, no me arriesgaría a que nadie pusiera en práctica ni una sola de las ideas que de ahora en adelante vais a encontrar en el blog.

En segundo lugar el conocimiento. Considero que sin un conocimiento de unos a otros, de cómo es cada uno, qué le gusta, le disgusta, le preocupa, le apasiona, le ilusiona, le duele, le emociona...no tendría mucho sentido probar estas ideas.

La tercera es el tacto, estamos hablando de emociones y de personas, de ahí lo del tacto. Dependiendo del contexto pero todos los temas o casi todos son abordables si lo hacemos con tacto. El objetivo de abordar la educación emocional con las familias y/o en las clases, implica no hacer daño deliberadamente. Por supuesto que al tocar según qué palos, alguien puede emocionarse, pero no hay que ir a hacer daño, a urgar en la herida, especialmente cuando somos conocedores de qué le duele a cada uno o los temas más peliagudos. Si sabéis que vais a tocar un tema excesivamente delicado y que se puede perder más de lo que se gana, ni se os ocurra, desistid. Podéis descartar algo concreto o dejarlo para más adelante, hay que fijarse en qué momento se encuentra cada persona, y respetar ese momento.

Y si alguien a nivel particular tiene alguna duda de cómo llevar a cabo cualquiera de las ideas que quedarán recogidas en el blog, puede preguntarme directamente en comentarios o por email si es algo más personal, solo si cree que puedo tener alguna respuesta. Muy bienvenidas serán vuestras aportaciones si ponéis algo de lo recogido en el blog en práctica. Si tengo la oportunidad de practicar alguna, haré lo propio, sin dudarlo.

Si todo marcha bien, quiero que estas emo-ideas estén aquí semanalmente. Teniendo en cuenta que no dispongo de mucho tiempo y lo mucho que invierto en preparar las clases de cada día, se publicarán los viernes, sábado o domingo, menos en casos muy excepcionales (a los que espero no llegar). Y sí, parece de risa ¿verdad?, empiezo con una excepción, al ser hoy lunes, por motivos personales, prometo que no va a ser la norma. 

Con todas estas especificaciones, comienzo con la primera: BATALLA DE FLORES.

Primero, en qué consiste y luego cómo hacerla en familia y en el aula.

Hay que estar dispuesto a decir a las personas que nos rodean el mayor número de cosas agradables sobre ellas. Pueden ser sobre el físico o sobre su manera de ser. Según vuestro objetivo podéis optar por uno de los dos u ambos. Por ejemplo hacer una "batalla de flores" únicamente a cerca del aspecto físico podría ser adecuado para personas que tienen una autoestima bajita sobre él. Y hacerlo sobre ambos puede venir bien a cualquiera, independientemente de cómo sea su autoestima. Si optáis solo por el carácter (forma de ser) puede resultar muy interesante también, ya que hay una parte del físico que viene dada por los genes y no depende de cada uno variarla, mientras que sí podemos modificar nuestra conducta, el cómo actuamos/tratamos a los demás.

Solo se puede escribir una cosa agradable en cada flor. "Gana" la batalla el qué más flores haya repartido a los demás. Ojo, este detalle es importantísimo, no el que más flores reciba, sino el que haya sido capaz de pensar y escribir más cosas bonitas al resto. Además tened en cuenta que a lo mejor el que tiene menos flores tiene alguna muy especial, que para él o ella ya es más que suficiente.

A estas alturas alguno, y con razón, podría preguntarme que para qué hacer que exista un ganador, lo aclaro. En realidad no gana uno, la idea es que ganen todos con lo que dan y reciban de los demás. Pero me gustaría conseguir que cada persona ponga empeño en pensar cuantas más cosas mejor, sobre los que tiene cerca, en su casa, en el colegio, en el instituto...

Habrá un taco de flores (o varios, depende de cuántos participen en esta actividad), colocados en un lugar bien visible. Se puede establecer un "punto de flores" y que siempre sea el mismo sitio.

Las flores son flores de papel, se escribe por el reverso del dibujo de la imagen; por el anverso se pone, en la parte central, el nombre del destinatario de la misma. Aquí hay un PDF con la plantilla de las flores, para descargar e imprimir.

Es totalmente imprescindible, sea en familia o en un aula, que la gente participe de manera voluntaria, no obliguéis a nadie a participar, no es buena idea. 

Y ahora ya, concreto un poco cómo he pensado que se puede hacer...

...A) En FAMILIA:
Es importante buscar un momento del día en el que todos los miembros de la familia que viven en una misma casa coincidan. Esto puede parecer una cuestión sin importancia pero las ocupaciones de uno y otros miembros, hacen que todos pasen juntos mucho menos tiempo del que sería deseable. O cuando están unos faltan otros...Así que lo primero es mirar los horarios de cada cual y buscar cuándo es el mejor momento. 

Si dentro de la familia hay personas tímidas, vergonzosas, más introvertidas, a las que creéis que puede costarles pensar todo esto, explicad antes la dinámica y dejad unos días (una semana máximo) para que lo escriban. No es ir a pillar a nadie, sino darle al coco para ver cómo todo el mundo se siente lo más cómodo posible. Si alguien no se siente cómodo las flores van a acabar en la basura, por supuesto sin nada escrito.

Si consideráis que la anterior es la mejor opción, dedicad cinco minutos a explicar la actividad y estableced un punto de vuestra casa en el que dejar un taco de flores de papel y unos bolígrafos.

Y acordad cuándo os vais a reunir un rato, este sin prisas, para hacer la "batalla de flores." Me parece positivo que se lea en voz alta lo que se ha puesto en cada flor, porque también se trata de compartir, para hacerlo todo a nivel privado esta actividad sobra.

Reforzando a los que dan flores, y no quién recibe más, que cada persona empiece repartiendo todas las flores que haya escrito, de uno en uno, no todos a la vez entregando las flores. Dejad a cada uno su momento.

Tened presente que lo normal en una familia es que haya disparidad de edades. A mí me parece muy enriquecedor. Sería bueno que nadie se quedara sin flor. 

Elegid bien en qué espacio de vuestra casa hacéis esta dinámica, mejor si es un lugar relativamente amplio y de ambiente acogedor.

No pongáis un tiempo límite, la duración de la "batalla" dependerá del grado de implicación y participación de cada una, y de lo cómoda que se sienta la gente.

Tal vez os sorprendáis con lo que os dicen, porque no estáis acostumbrados a que lo verbalicen. Y aunque eso puede suponer un esfuerzo, en mi opinión vale la pena, por el efecto positivo que puede causar en personas a las que queréis.


...B) En el AULA:
Es preferible que esta dinámica la lleve a cabo la persona que más horas de docencia tenga con el grupo de alumnos con el que queramos ponerla en práctica, porque en teoría debería ser quien tiene un mayor conocimiento del grupo. Por todo lo anterior, lo más apropiado es que sea el tutor o la tutora (cachís en la mar, vaya morriña y qué rabia no ser tutora esta vez).

El tutor/la tutora debe mirar muy bien el horario y escoger un buen momento dentro del mismo. Sé que el tiempo es oro, pero hay ciertas cuestiones tan importantes que no debería ser tan complicado encontrarle un "hueco" a la educación emocional.

Igual que con la familia, además de explicar qué se va a hacer, habría que poner un "punto de flores", en el que haya un taco de flores de sobra. Bolígrafos no, porque cada niño tiene su estuche a mano en su clase.

Si se dispone de poco tiempo, se puede explicar la "batalla de flores" y dejar unos días para que piensen qué van a escribir y a quiénes, cogiendo flores del taco en cualquier momento.

Si por el contrario la sesión que hemos elegido nos ofrece margen para la explicación y el desarrollo de la actividad, no hace falta dejar días de por medio.

Exactamente lo mismo que en el seno familiar, "gana" la batalla el que más flores haya entregado. Como estamos hablando con niños, vendría bien hacer una reflexión final, oral, de qué les ha parecido la actividad y quiénes creen ellos que han ganado en realidad. El tutor/la tutora decide si participa o no. Si fuera yo, participaría, porque me gusta lanzarme a la piscina de vez en cuando y, me parece muy importante, por no decir imprescindible,  no pedirle a los alumnos algo que nosotros no estamos dispuestos a hacer.

Animad a los alumnos a reflexionar sobre lo bueno que tienen cada uno de los que forman el grupo, dejando a un lado las cosas que les disgustan de los demás.

Tanto en la familia como en el aula, he pensado en la "batalla de flores" para sumar algo positivo a la convivencia. Muchas veces hay tensión dentro de la familia o en algunos grupos de alumnos y, hay que buscar estrategias para rebajar esa tensión, mejorar la convivencia y aprender a mirarnos con mejores ojos.

Con frecuencia un amigo me dice que le miro con buenos ojos, y siempre le digo lo mismo, que no es así, que le miro con los ojos que tengo. Vosotros decidís, de todo lo que los demás son, en qué parte queréis poner el foco. La verdad es que yo lo tengo muy claro, observo concienzudamente a las personas que siento cerca de mí, y cada día descubro detalles nuevos que para muchos quizá puedan pasar desapercibidos.

Y qué mejor qué flores y otras imágenes otoñales para ilustrar esta entrada...









El puntito musical es de Vanesa Martín. No es ni de lejos una de mis cantantes favoritas, a mi gusto con tendencia a resultar demasiado intensa, pero acabo de escuchar la canción que os pongo y me ha gustado mucho...¡La vida!


lunes, 7 de octubre de 2019

MORRIÑA

Según la RAE, la palabra morriña tiene dos acepciones. La primera la define así:


Del gallegoport. morrinha.


Y como este blog va de eso, de emociones, hoy quiero deciros que siento morriña, tal cual.

La morriña podría tener muchas vertientes distintas, pero de todas las opciones que tenía, esta entrada va dirigida a los niños y niñas de mi tutoría, del Fili de Guijuelo, del curso pasado. ¿El motivo? Porque sí, porque me lo pide el cuerpo, soy una sentimental y me apetece, no hay más cáscaras. El jueves hará un mes que comenzó su andadura el año académico 2019-2020. Y anoche la almohada ya sabía que quería sentarme a dedicarles unas palabras a ellos, a los grandes responsables, pero no los únicos, de mi felicidad dentro de tierras guijuelenses.

Si bien Guijuelo no es mi tierra natal, sabéis que soy salmantina, de Salamanca, sin más, y bastante urbanita por cierto (tampoco tengo por qué disimularlo), siento a Guijuelo como mi segundo hogar.

Va por ellos, por VOSOTROS, aunque me temo que la mayoría no lo leerán, no lo LEERÉIS, no importa, es un mensaje que quiero lanzar y no me quiero reservar para mí.

Echo de menos daros los buenos días a las 9 de la mañana.

Echo de menos hacer sonar a Pedrita cuando a alguno (con o, solían ser niños casi siempre) se le habían pegado las sábanas.

Echo de menos escribir en vuestras agendas (sí, eso también).

Echo de menos vuestra alegría.

Echo de menos estar con algunos de vosotros en el comedor.

Echo de menos escuchar vuestras voces, aun cuando subíais el volumen demasiado.

Echo de menos que me digáis "Raquel qué guapa vienes hoy," y que os fijéis hasta en el más mínimo detalle de lo que llevo puesto, de si tengo mala o buena cara y de qué color me he maquillado los ojos.

Echo de menos vuestras ocurrencias.

Echo de menos "batallar" con vosotros en el comedor para que al menos probaseis la lechuga, el tomate, el puré o lo que fuera que no os gustara.

Echo de menos contaros historias con el libro delante, paseándome entre las mesas para que vierais los dibujos.

Echo de menos recitaros poemas de alguno de mis libros de la biblioteca de aula.

Echo de menos vuestros abrazos, los de dos o los grupales. Especialmente los que no tenían un motivo especial, los "porque sí", o cuando demandábais cariño tal cual, y lo decíais.

Echo de menos cuando hablábais sin filtro, sin censuras, sin miedo, sin vértigo, sin medir.

Echo de menos leer vuestros diarios de vivencias al menos dos veces a la semana. Y echo de menos escribiros algo comentando lo que vosotros me habíais contado en él.

Echo de menos pintaros las uñas.

Echo de menos veros en el patio.

Echo de menos acariciaros la cabeza.

Echo de menos poder estar a vuestro lado cuando se os escapaban las lágrimas.

Echo de menos curaros cuando os hacíais alguna herida.

Echo de menos intentar tranquilizaros cuando os enfurruscábais.

Echo de menos vuestros besos.

Echo de menos buscar la manera de calmaros cuando os notaba nerviosos o muy alterados.

Echo de menos vuestros silencios cómplices.


Echo de menos vuestra picardía.

Echo de menos cualquier gesto de cariño de todos los que teníais conmigo.

Echo de menos cuando al acabar el recreo veníais a explicarme el conflicto de turno, muchas veces por culpa del fútbol.

Echo de menos cuando algunos buscábais el momento para hablar conmigo, sin que los demás se percataran.

Echo de menos los recreos dentro de la clase, en los que nunca estuve sola, porque o había alguien castigado (no solía ser uno solo, sino un grupito) o algunas personas se quedaban de manera voluntaria, da igual lo que propusiera que íbamos a hacer. Da igual la razón, la verdad es que al final hasta los castigos no eran para tanto y acabábamos pasando un rato agradable.

Echo de menos daros galletas o lo que tuviera cuando se os había olvidado el "almuerzo" u os habíais quedado con hambre.

Echo de menos cuando hacíamos botellas de la calma y la cara que poníais al ver el despliegue de purpurinas que había a vuestra disposición.

Echo de menos vuestras sonrisas, tan puras, tan sinceras, tan dulces, tan únicas.

Echo de menos vuestra gratitud.

Echo de menos el sentido del humor en las aulas, hasta explicando Matemáticas.

Echo de menos desear que el curso no terminara, pese a estar agotadísima física y mentalmente (y querer volver atrás, para regresar al estreno de 5º de Primaria).

Echo de menos ver vuestra cara cuando, tras muchas explicaciones, habíais entendido algo que antes no alcanzábais a comprender.

Echo de menos vuestras miradas, que aprendí a interpretar y a valorar, como oro en paño. Especialmente cuando solo con una mirada ya nos entendíamos.

Echo de menos lo que no está escrito, nuestra media hora de educación emocional de los viernes, nuestras "Pinceladas de emoción."

Echo de menos incluso hasta vuestras interrupciones para contar alguna anécdota, y esa habilidad que tenéis para enlazar una con otra, aunque no tengan nada que ver.

Echo de menos veros crecer día a día, y alegrarme con cada cambio físico o de actitud que iba notando.

Echo de menos que el lunes por la mañana viniérais corriendo a mi mesa a contarme con pelos y señales algo que os hubiera sucedido durante el fin de semana.

Echo de menos escucharos hablar de vuestras familias, y notar cómo se os ilumina la cara.

Echo de menos las cosas especiales que hacíamos, como las tarjetas de Navidad, la carta y/o vídeo a la familia, las felicitaciones de los cumples...

Echo de menos animaros a superar miedos, a esforzaros más y a estudiar un poquito cada día.

Echo de menos pensar en detalles para sorprenderos, aunque con que esbozáseis una sonrisa, me bastaba.

Echo de menos vuestra impulsividad.

Echo de menos recordaros la importancia de las caricias emocionales.

Echo de menos haceros fotos, fueran individuales, por parejas, en pequeño grupo o las de toda la clase.

Echo de menos prestaros la cámara para que hicierais también vosotros de fotógrafos.

Echo de menos cambiar la decoración de la clase y ver vuestras reacciones, o colocar algo nuevo y ver quién se daba cuenta antes.

Echo de menos los reencuentros después de un puente, acueducto o unas vacaciones largas.

Echo de menos vuestra confianza.

Echo de menos reírme con vosotros.

Echo una barbaridad de menos las despedidas los viernes a última hora, de uno en uno, plantada en la puerta, deseándonos buen fin de semana y en el que cada cual se despedía como le apetecía.

Echo de menos vuestra complicidad.

Echo de menos deciros, mirándoos a los ojos, lo importantes que sois para mí.

Echo de menos bajarme en la estación de autobuses de Guijuelo, en vez de tener que continuar el viaje.

Pues eso, espero haberos transmitido, no sé si con mucho a poco acierto, el porqué de mi morriña.

Por cierto, sé que no soy vuestra tutora este curso pero, algunas cosas no las va a cambiar ninguna circunstancia: OS QUIERO. Simplemente me apetecía muchísimo recordároslo, porque entrásteis en mi corazón y no vais a salir de él tan fácilmente. No iba a quedarme con las ganas de gritarlo, una vez más, a los cuatro vientos.

GRACIAS por todos esos momentos compartidos, por ser tan especiales e irrepetibles.

https://tintadedos.files.wordpress.com/2008/07/morric3b1a-de-ti.jpg

viernes, 4 de octubre de 2019

Día Mundial del Docente: cambiando vidas

Hace tres días, una compi de estudios del ISPE, compartió en Facebook unas palabras de la web "Ayuda para maestros." Se acordó de mí y me etiquetó...¡Gracias!

Esta es:

Desde que la leí pensé, estas palabras tienen que estar en el blog. Y son las que me han dado pie a escribir esta entrada. Ellas y que mañana, 5 de octubre, se celebre el Día Mundial del Docente. He intentado unir las dos para darle forma a lo que estáis leyendo. Gracias a un amigo que me recordó la celebración de mañana. Pese a que a diario escribo la fecha en la agenda, a veces no sé ni en qué día vivo...¡Muchas gracias!

Si soy sincera, al leer lo de "Me prometí cambiar vidas y tengo una de las mejores profesiones para hacerlo", vinieron a mi cabeza imágenes de muchos niños, niñas y adolescentes que han sido alumnos míos en algún momento. Pero no solo de ellos, también de compañeros y papás y mamás. La verdad es que nunca me prometí cambiar vidas ni nada que se le aproxime, no elegí ser maestra para esto ni creo tener ese poder. No obstante, soy consciente que es una de las maravillosas consecuencias de esta preciosísima profesión (con preciosa me quedaba corta). En cierta manera sí, a veces, en contadas ocasiones, podemos llegar a cambiar vidas. Y si no las cambiamos, al menos creo haber influido, aunque sea mínimamente, en la vida de algunas personas. Me gustaría pensar que cuando esto ha pasado, ha sido para bien. Si varío un ápice la vida de alguien, que sea para sumar algo bueno a su vida, para que me recuerden con alegría o, en los mejores casos, haberlos haylos, para que sigan en mi vida y yo en la suya. 

Aunque voy a darle la vuelta a la tortilla, son ellos los que han cambiado mi vida. Sí, afirmo alto y claro que hay alumnos (de la edad que sean), padres y madres de alumnos, compañeros, y otras personas alrededor de la docencia que no son profes, que me han cambiado. Me encanta empaparme de lo bueno que la gente tiene, descubrir la parte especial de cada persona y, una vez que conoces esa parte (no suele ser fácil de ver), disfrutar de la luz que desprenden.

Quiero pensar que me han hecho más tolerante, más paciente (muchísimo más de lo que era) y desde luego, han ampliado las ventanas por las que veía el mundo. Me han enseñado a no juzgar, a cambiar mi manera de ver muchas cosas y a darme cuenta de lo afortunada que soy por dedicarme a la docencia. Desde que empecé a estudiar en la universidad, incluso antes, lo que ansiaba era poder tener una profesión que me gustara. No es que me guste, es que me apasiona, no muchas personas pueden decir que su trabajo les apasiona, soy consciente de la suerte que tengo. Tal vez diría lo mismo si me hubiera dedicado a el Periodismo (en concreto la radio) o la Enfermería. Iba a haber puesto Psicología, pero me parece que para la docencia hace falta una barbaridad de Psicología, aunque en muchos casos brilla por su ausencia (qué lástima).

Además de la enumeración anterior, las personas que he conocido gracias a la docencia, han conseguido que me sienta especial, muy especial. Lo repito hasta la saciedad, pero es la pura verdad, y me han hecho un regalo impagable: su confianza. Sé que tengo parte de la culpa de esta confianza, porque doy pie a que se abran, eso implica estar dispuesto a escuchar y, sé de sobra que no es lo mas habitual entre profes y maestros que, y lo respeto, optan por mantener bastante distancia e implicarse poco con las familias de los alumnos. Lo respeto, pero no lo veo así. A mí me ayuda saber cómo son mis niños, niñas y sus familias, a la hora de hacer mejor mi labor. Si sé qué pasa, es más sencillo saber cómo actuar para que en el aula (y fuera de ella), todo marche lo mejor posible.

Por eso, aprovecho que estamos a un par de horas del Día Mundial de los Docentes, para dar una vez más las gracias, a los que suman en mi vida. Gracias a esos alumnos, de antes y ahora, por lo mucho que me han dado y el cariño tan bonito que me demuestran. Podría escribir un libro solo con los detallazos que ellos han tenido conmigo y los siguen teniendo. Os quiero hoy, os quise ayer y os seguiré queriendo, gracias por ser mi motivo para sonreír cuando voy a trabajar. También habéis provocado enfados, me habéis dado disgustos y a veces me he sentido fatal con el trato que me dispensabais, pero quiero creer que era parte del camino del aprendizaje que estábamos recorriendo juntos. Es muy bonito conseguir "algo", lo que sea, después de un gran esfuerzo, así las cosas saben mejor, las recompensas se saborean más.

Compañeros, con vosotros no paso tanto tiempo como con mi alumnado, pero he tenido la suerte de toparme con algunos profesionales como la copa de un pino. Y, de cuando en cuando, con bellísimas personas, que igual que los alumnos, tienen un hueco en mi vida, porque me encanta que formen parte de ella.

Y esta vez dejo para el final a los papás y mamás. Desgraciadamente sigo viendo que vuestra voz no se os escucha suficiente en las aulas. Compruebo también con disgusto, las pocas veces que os animáis (o atrevéis) a alzar la voz cuando lo que veis no marcha como deberíais. El colegio debe daros más oportunidades, no podemos pedir vuestra colaboración y luego no escucharos, no tiene sentido. Gracias a los papás y mamás que son generosos, a los que comparten y apuestan por explicar qué pasa en su casa, qué les inquieta sobre sus hijos y me ayudan a entender cómo es cada uno de mis alumnos. Sin vosotros mi profesión tendría un plus de soledad espantoso. Adoro haber compartido barco con un grupo importante de vosotros. Y, cómo no, disfruto e intento cuidar las pocas amistades que, con muy pero que muy poquitos, han surgido en estos más de once años y medio dedicados a la docencia. A este grupo chiquitito pero maravilloso, gracias por todo eso, por arriesgaros y apostar por mí, por cruzar barreras una vez que dejé de ser la maestra de vuestros peques (o no tan peques). Siento un cariño inmenso, inconmensurable, difícil de explicar y quizás más difícil de entender, pero me da igual, con que lo entiendan los implicados, basta y sobra.

A todos los docentes, os deseo, seáis profes o maestros, un día muy feliz mañana 5 de octubre. Aunque lo que de verdad importa es el día a día en las aulas y las horas que le dedicamos en casa, no suelen ser pocas por cierto.

Sé que tengo la profesión más bonita del mundo, y no mucha gente corre la misma suerte.

Disfrutad de la magia de la docencia, que es capaz de abrir puertas donde antes había muros. 

Compañeros...¡Felicidades!

Termino con una frase en internet, la he encontrado en Pinterest. Precioso el contenido pero las tildes brillan por su ausencia: día, jóvenes y vocación, así deberían estar. Ah, y el signo de admiración también al principio de la oración, no únicamente al final.


Y que siga teniendo a alumnos que me saludan por la calle, que me abrazan, me dicen que me echan de menos, me felicitan por mi cumple... A mamás y papás que me dan los buenos días...o las buenas noches, se acuerdan de mí y se interesan por cómo estoy, me animan y me preguntan. En definitiva, a todos los que me impulsan a seguir yendo a "trabajar" con la idea de que sí merecen la pena los esfuerzos, los desvelos y todas las dificultades que me pueda ir encontrando.