domingo, 18 de abril de 2021

TRECE

El año pasado mi aniversario como docente "oficial" (no cuento mi etapa de profe de particulares de Inglés) pasó de largo. Se me olvidó por completo al estar confinados en casa. Inmersos en una pesadilla que va clareando pero sigue estando aquí. Esta vez no iba a permitir que el 18 de abril fuera una fecha más. Cumplo 13 añazos trabajando como maestra. Y en este tiempo he estado en 11 centros distintos, solo he "repetido" en cuatro ocasiones. Pero...¡Vaya cuarteto! CEIP Miróbriga de Ciudad Rodrigo, mis dos primeros cursos después de haber aprobado las oposiciones. Muy especiales. Quizás el grupo más unido con el que he dado. Aunque unos tenían más afinidad con otros, como es natural, percibía un sentimiento de grupo precioso, y visto en la distancia veo la enorme suerte de dar con ellos. Me tocó "pelear" para seguir siendo su tutora, pero valió la pena alzar la voz. En segundo lugar, el IES Vía de la Plata, fue un paso más allá. Nunca me había planteado trabajar en un instituto...Una experiencia muy gratificante. Continúo pensando en ellos, los adolescentes son los grandes olvidados del sistema educativo. Y concreto más, aquellos adolescentes (o preadolescentes) a los que nos les va bien en los estudios, porque precisamente son ellos lo que más atención necesitan. El tercer centro en el que he estado dos cursos es el Beatriz Galindo de Salamanca, inolvidable por muchas razones. Fue muy especial por el alumnado que tuve y por tres compañeras de cine: Charo, Feli y Lourdes (gracias infinitas a las tres). El cuarto sitio en el que también he estado dos cursos, aunque no fueran consecutivos, es el CEIP Filiberto Villalobos de Guijuelo. ¿Cómo resumirlo? Para mí ese fue el curso de la ilusión. Ya he dicho alguna otra vez que ese año trabajé incluso con más ilusión que cuando acababa de aprobar las oposiciones. Sentía una alegría indescriptible por regresar allí (y por otras razones de peso). Y era como volver a casa, a mi hogar, después de haber pasado un curso anterior durísimo. Solo con saber que Quinti era la directora fui más contenta que unas castañuelas. Y ser tutora de un 5º de Primaria y dar Inglés a 5º...Sin palabras. Mi tutoría no fue una perita en dulce precisamente. Los primeros meses fueron muy complicados, pero como se respiraba un cariño tan grande en el ambiente, todo parecía posible. Sentía que podía con todo lo que me echaran. No es cuestión de soberbia, sino de haber "sobrevivido" el año anterior y sentirme muy afortunada. Me sentí queridísima por esos niños y niñas, además de por muchas familias. Y ya sabéis, eso, no caduca, pasen dos, cinco o diez años. Para mí desde luego que no. Es querer y que te quieran. 

En el título de la universidad creo que pone "Maestra", pero eso incluye muchos otros roles. Por ejemplo el de comunicadora, psicóloga, madre, mediadora, trabajadora social, enfermera...¡Qué suerte! Esta profesión es como una caja de bombones,  la comparación que hacía Forrest Gump con la vida en la película. Nunca sabes qué te va a tocar, de alumnos, compañeros, familias...Hay años más agradecidos y otros más frustrantes, pero en cada curso hay algo bueno, y a eso me aferro. Sigo pensando que no hay profesión más bonita que la mía. Habitualmente no la concibo como trabajo, es algo más. Aunque también es sano poner límites, para que el grado de implicación no sea excesivo y no pase factura. A mí me cuesta establecer el "hasta aquí", pero voy aprendiendo a base de tropezones. Y va a ser verdad lo de "la experiencia es un grado", porque a menudo siento que la persona que soy actualmente reacciona de una manera menos explosiva, mucho más reflexiva y con bastante más paciencia de la que tenía hace algunos años. Me gustaría ser capaz de "contestar" (educadamente) ante injusticias, pero tiempo el tiempo, todo llega.

Y si celebro estos 13 es por la suerte. Es una fortuna gigante dedicarme a lo que me apasiona. Sé que muchas personas trabajan de lo que pueden, no de lo que les gustaría (si hubieran podido elegir). Trabajar no es un capricho, sino una necesidad excepto si eres "asquerosamente" rico. Y no es mi caso, ni con el "rico" a secas.

Por eso pienso disfrutar al máximo de este 18 de abril de 2021 sin estar confinados (como el año pasado). Y recuerdo bastante bien ese 18 de abril de hace 13 años, en el que un amigo (familia más bien), David, me llevó a Leganés y luego a Parque Coimbra (Móstoles). Recuerdo llevar puesto un jersey negro de media manga, pero con cuello alto (sin apretar, porque me agobian), con algo de brillo y un niqui de manga larga debajo. Además un colgante plateado de una muñeca, con alas, parecía un hada. Y ese colegio, el "Leonardo Da Vinci" ,que parecía recién estrenado y me recibía con un árbol como de cuento de hadas, colocado estratégicamente para camuflar una columna inoportuna.

No sé qué pasará el próximo curso. Ni siquiera sé cómo terminará este. Pero soy una maestra con suerte, y es bueno recordarlo de vez en cuando.

Muchas gracias a todas las personas maravillosas que me he ido encontrando en algún destino de estos 13 años y, por un motivo u otro, seguís siendo parte de mi vida. Gracias.


Las canciones que podéis ver y escuchar a continuación, son parte de la banda sonora de estos 13 años como docente.












martes, 13 de abril de 2021

David, Mayte, Lucía. Abrazos. Besos.

No me siento a escribir aquí hasta que no se dan determinadas circunstancias. Principalmente dos, sentir que hay algo que quiero contar/compartir/lanzar al mar y, la segunda, tener tiempo para hacerlo. Aprovecho hoy, no siendo que la semana se tuerza.

El sábado me dieron una sorpresa enorme. No soy excesivamente amiga de las sorpresas ni de improvisaciones. Pero hay excepciones. Las sorpresas agradables son bienvenidas, aunque lo habitual es que me descoloquen un poco (o "un mucho").  Fue una visita fugaz, pero muy esperada. Mayte y David, gracias gigantescas (¡y qué alegría ver a Lucía!). Sois lo mejor de mi etapa madrileña y creo que una cosa es ser amigos y otra muy diferente convivir con ellos. Es un paso más allá, puede unir más o salir el tiro por la culata. Os considero familia y, pese al paso de los años y los kilómetros que nos separan, siempre os tengo presentes. Necesitaba esos abrazos, los vuestros. Sigo teniendo abrazos pendientes a más personas también muy importantes para mí, pero confío en una mejoría de las circunstancias actuales y, poco a poco, ir dando y recibiendo esos abrazos guardados.

Soy incapaz de imaginarme un mundo sin abrazos, no entra en mi cabeza. De lo que la pandemia nos arrebata, para mí hay dos cuestiones muy dolorosas: guardar las distancias (por todo lo que implica) y la existencia de límites a nuestra movilidad geográfica (llevo esto mucho peor que el toque de queda).

Abrazar es salud, acariciar es salud, besar también es salud...Y en los puntos suspensivos podéis incluir lo que os apetezca y penséis que es bueno para vosotros.

Enlazo esos abrazos del sábado y todos los demás que recibo/doy, con el "Día Internacional del Beso." Hace tiempo leí una "frasecita" relacionada con los besos. Dice así: "No dejes para mañana los besos que puedas dar hoy." Añadiría un "Guarda para cuando puedas aquellos besos que no puedas dar hoy". Y además, ¿por qué no? con "intereses", sumando más besos por cada día que pasa sin poderlos dar.

  Fuente: www.aromasdeandalucia.com

Sé que hoy no va a ser un día de muchos besos, aunque algunos caerán fijo. No concibo la vida sin cariño. Acostumbro a poner en el blog la palabra "gracias" en casi todas las entradas. Quiero mantener las buenas costumbres. Gracias...¡Por quererme! Sé que tengo mis fallos, y meto la pata de vez en cuando, por eso valoro mucho a los que me quieren, tal vez no siempre lo exprese como debería. 

Y ya. Ojalá a los que leéis esta entrada no os falte el cariño, da igual de cuántas personas, con una que os quiera como os merecéis, no necesitáis más. Benditos besos. Benditos abrazos. Bendita piel.

Para acompañar todas esas muestras de cariño, la voz de Amaia Romero.

viernes, 2 de abril de 2021

La emoción de recordar. Hace dos años...

 ...me encontraba en tierras sorianas. Fue la mayor aventura (locura tal vez) que he afrontado como docente. Marcharme cinco días (cuatro noches) con 13 de los alumnos de los que entonces era mi tutoría, el 5ºC del "Fili" de Guijuelo al CRIE de Berlanga de Duero (Soria). Fueron unos días intensísimos. Un no parar de actividades, muy bien organizadas por cierto. Un aluvión de emociones. Muchas risas, algunas lágrimas (principalmente de mis peques, porque añoraban a su mamá, papá, hermano, hermana...Su hogar). Y, por encima de todo, cariño en cantidades brutales. Hasta ese momento, nunca me había sentido tan querida (excepto por mi familia y mis amigos). Pero tanto cariño, tan concentrado y de tantas personitas distintas, jamás. Y por eso dos años después lo sigo recordando. Por muchas veces que os dé las gracias, nunca me parecerán suficientes. Os quiero (a toda la clase), sin más, no hay vuelta de hoja.

Monté en el autobús de ida al CRIE más nerviosa que un flan, lo disimulé como pude, para tranquilidad de los niños y de sus familias. No soy amiga de la improvisación e intenté llevarlo todo bien "atado". No obstante siempre surgen cosas que hay que resolver, sin preparación previa, y casi sin tiempo para pensar. Pero pese a todo, me parece que salió bien, muy bien. Debo repetir que hubo un antes y un después en el grupo tras el CRIE. Fue curioso porque también noté distintos a algunos de los niños y las niñas que no habían ido (por decisión suya o mía, por el carnet de puntos). Creo que el CRIE unió un poquito más el grupo y lo que quedaba de curso aprendimos a vernos los unos a los otros con ojos diferentes.

Me di cuenta que es un riesgo tremendo estar tan pendiente de los alumnos y tan lejos de nuestras casas. Una cosa es la teoría y otra verme allí, en tierras sorianas, con ellos. Por eso el curso pasado, aunque hubiera podido ir con los alumnos de 6º  del  "Fili" de Béjar, preferí quedarme callada. Creo que las cosas llegan en el momento que tocan, no cuando pensábamos. El destino me reservaba esa vuelta al "Fili" de Guijuelo después de un curso nefasto, no por el alumnado precisamente, en otro centro de otra localidad. Fue un año para renacer, arriegarse y disfrutar de lo que hago con una ilusión bestial. Por eso me lancé a solicitar el CRIE, sin haber tenido tiempo de conocer a mis alumnos. Y gané, vaya que sí.

Y si las circunstancias mejoran, quiero pensar que algún otro año volveré al CRIE. El anterior no me apetecía, no era tutora de esos alumnos. Y, lo más importante, tenía el viaje con los niños de Guijuelo demasiado reciente, no quería volver tan "pronto". 

Con la excusa del segundo aniversario, he vuelto a ver todas las fotos...¡y los vídeos de los bailes! Y no, no he llorado, pero era consciente de estar sonriendo permanentemente y me he reído mucho con los vídeos. A los que estuvisteis allí conmigo, os "invito" a echar un vistazo a las fotos y los archivos que todos vosotros tenéis. 





Fotos propiedad de Raquel Plaza Juan.

Y ya, lo que toca ahora es seguir exprimiendo cada día de vacaciones. Y como esta mañana me comentaba una amiga, "en esta vida todo llega y todo pasa, incluso la propia vida." Como siempre hay mucha sabiduría y cariño en tus palabras.

Disfrutad, siempre hay algún motivo para sonreír.

Os dejo una versión de una canción de Aute, en el primer aniversario de su fallecimiento..."Pasaba por aquí".