miércoles, 30 de agosto de 2023

40 + 1

El 21 de agosto del año pasado entré en el "Club de los 40". No me dio tiempo a asumirlo por el ictus de mi tío Antonio, pocos días antes de mi cumpleaños. Esta vez agosto ha empezado con la muerte, repentina y fulminante, de mi padre, uno de los pilares de mi vida. Ese fue nuestro tsunami emocional desde el día 1 de agosto por la noche. Vaya mierda de noche, tan inolvidable como dolorosa. A mí me ha condicionado el resto del mes, cumpleaños incluido. 

A mis 41 años de vida no sé qué pedirles. Bueno sí, pero las tres cuestiones en las que pienso no quiero compartirlas aquí ni en ninguna parte.

Fue muy duro que me faltara tu voz, tu beso y tu todo al estrenarse el 21 de agosto papá, pero tenía que ser así. Hubo momentos tristísimos y otros de luz, mucha luz. Gracias a los que entendisteis y respetasteis mis palabras previas a ese 21 de agosto por varias vías.  Y los que me escribisteis teniendo en cuenta lo que había pedido. Disculpad a los que no os cogí el teléfono. Gracias por no juzgar y empatizar. Os quiero mucho.

Gracias a los que físicamente pasasteis parte de ese día conmigo. Solo sois cuatro personas, y sabéis ya quiénes sois. Pese a todo, soplé las velas. Y no una, sino dos veces. Hasta hubo fotos. Porque sí, la ausencia de mi padre es indescriptible, pero la presencia de los que amo y además estuvieron conmigo, también lo es, y la valoro muchísimo. Sé que para vosotros, por circunstancias diversas, pasar parte de mi cumple con vosotros supuso un esfuerzo. Gracias infinitas a los cuatro. No era un día fácil y lo hicisteis especial y mucho más llevadero. Os amo.

El destino me ha "robado" este agosto, pero habrá otros agostos, para poder hacer todo aquello que en este de 2023 no ha sido posible. O antes, no necesito esperar a agostos venideros. Qué importante es respetar el ritmo y los tiempos de cada uno.

Celebrad la vida, porque no se detiene. Y cuando la de alguien lo hace, la de los que lo rodean tampoco para, aunque parezca que sí, y sigue rodando.


Papá, casi un mes...sin ti

El 1 está a la vuelta de la esquina. Manda narices que vaya a hacer un mes desde que nos dejaste. Hay preguntas en el aire, y ahí se van a quedar. La qué más se repite en mi cabeza es "¿Por qué?". Y otras que no me estoy guardando dentro, sino que las saco, como puedo, muy despacito. O cosas que quiero compartir contigo.

No te puedes imaginar la de personas que nos siguen dando el pésame a estas alturas. Si siempre he pensado que tú habrías sido un relaciones públicas estupendo, por algo sería. Y mamá una vendedora de inmobiliaria de bandera. La verdad es que después del tiempo que ha pasado desde ese 1 de agosto, cada pésame de alguien conocido y relativamente próximo, es dolorosísimo. Es muy difícil no derrumbarse. Sin embargo, ¡qué curioso!, me duele que otras personas, ni conocidas ni próximas, no digan ni pío, por algo que llamo empatía, humanidad...No sé. Por ejemplo tres trabajadores, dos hombres y una mujer, de dos tiendas distintas de Orange. Me esfuerzo pero no me cabe en la cabeza que no les salga un "Lo siento", y luego ya me expliquen lo que corresponda. Igual en una de las tiendas de Movistar, nada, como si no hubieran escuchado nada. Y en tercer lugar, en La Gaceta, con la de años que llevabas siendo suscriptor. Me parece vergonzoso, pero no tengo ánimo de poner quejas, con las ganas me quedo, pero ahora no me veo con fuerzas para eso. Tampoco quiero decirles alguna barbaridad, de la que luego me pueda arrepentir. 

Además de los pésames, reconozco que no llevo nada bien el que me pregunten cómo estoy o cómo estamos. Pues estamos, ahí vamos, tirando...Cada día que me pasa me apetece menos dar explicaciones de mi estado de ánimo o el de Míguel y mamá. Sé que lo hacen con buena intención, porque se preocupan por mí/nosotros. Pero es complicadísimo de responder, y escuece mucho. Es una pregunta comodín, la más común tras saludar a alguien, pero ahora me sobra. Y eos no significa que me pase el día entero llorando, ni mucho menos, no es así. Pero sí hay silencios, lágrimas, o nudos en la garganta, en algún momento puntual del día a día, y los vamos llevando lo mejor que podemos y sabemos.

No me quita el sueño que no me entienda la gente. Sé perfectamente que no vas a volver, que la vida sigue, que tú nos querrías ver felices y estamos haciendo todo lo posible por salir a flote. Pero sigo sintiendo todo muy reciente, la herida está muy tierna (todavía) y tu vacío es un boquete de dimensiones descomunales. A la gente, no juzguéis, os lo pido por favor. No me gustaría que nadie, sin excepciones,  estuviera ahora en mis zapatos y tuviera que sentir lo que yo siento.

He pasado de no parar casi en casa a no tener ni pizca de ganas de salir. Salgo lo imprescindible, porque lamentablemente a los que se quedan aquí, a los familiares más cercanos del vivo, les queda burocracia para rato. Y ese papeleo inmenso contribuye a no poder desconectar, no poder dejar de darle vueltas a las cabezas. Sé que hemos empezado un capítulo nuevo en nuestras vidas, el de "Nuestra vida sin papá", pero pasar página y comenzar a escribirlo, no es moco de pavo, cuesta un mundo.

Creo que lo dije en alguna de las entradas anteriores, pero me gustaría dar las gracias a los que han vivido alguna pérdida que se asemeja a la nuestra o la supera, y han compartido ese dolor conmigo. Sé que en ningún momento os pedí que hiciérais eso, pero me ayuda a entenderos mejor y a comprender mejor algunos de los sentimientos que estoy teniendo. Y digo dolor, pero además de dolor hay otros que me han dado una lección, de cómo sí se puede seguir adelante ante una pérdida así (o peor, porque las hay mucho peores), y cómo se puede volver a ser feliz, con tiempo claro, pero esa luz que veo en vosotros me llena de esperanza. Lo vuelvo a decir, pese a la desgracia, también me siento muy afortunada. Espero salir mejor persona de todo esto. Desde luego, algunas cosas no las volveré a hacer de la misma manera, porque ahora que las estoy viviendo en mis carnes, sé que hay otras formas, mejores.

Papá, que sepas que de tu muerte va a  nacer algo hermoso. Algo que pueda serle útil a muchas personas. Estoy ordenando mis ideas para empezar a darle forma, barajo varias opciones, sin plazos ni nada. Puede ser dentro de una semana o un par de meses, pero de aquí voy a crear algo muy bonito. Está genial hablar de la vida y de cómo exprimirla. La muerte es parte de ella, un punto y aparte al que arrinconamos. Y no por dejarlo a un lado va  a dejar de existir. Hay que integrarla, asumirla y valorar muchas cosas previas para poder afrontarla mejor, llegue antes o después. 

Afortundamente hemos superado ya varias primeras veces, como tu cumpleaños y el mío. Sé que seguirán doliendo, confío en que los próximos años en un grado menor.

Ya no me queda nada para dar la bienvenida a un nuevo curso. Tengo muchísimas ganas de volver a la rutina. Obligatoriamente parte de mi cabeza la va a ocupar el instituto, y me va a venir de fábula. Siento curiosidad por conocer a nuevos alumnos, compañeros...Y también por reencontrarme con los ya conocidos y saber qué tal les ha ido el verano. Bato un récord, tres cursos en el mismo destino, con matices porque el primer curso fue compartido con el CEIP "Filiberto Villalobos". Pero encaro ya mi tercer curso en el IES "Francisco Salinas". Y me ilusiona mucho, aunque soy consciente que bregar con los pre o adolescentes a secas, nunca es sencillo.

Hace poco volví a leer la entrada que había escrito el año pasado sobre mis 40 años. Continúo pesando que en esta década van a pasarme cosas preciosas, aunque poco antes del 41 me haya llevado un palo gordísimo.  Pero bueno, es la vida, y sigue, con o sin ausencias. Siempre vamos a amarte papá.

Y un par de canciones. Que nunca nos falte la música, siempre es buena compañía.


martes, 15 de agosto de 2023

Vacío. Algunas consideraciones respecto al duelo. Tu cumpleaños

Escribo de madrugada, siempre he dicho que lo mío a la hora de escribir son las horas intempestivas. Es casi la una de la mañana del recién estrenado 14 de agosto. No obstante esta entrada estará disponible desde el 15.

La verdad es que nunca me había imaginado cómo sería mi vida sin ti. O sin mamá, es algo que mi cabeza sabía que sucedería algún día, pero mi corazón no quería aceptar, y todavía le cuesta. Nos dejaste de una manera tan repentina, que estamos intentando asimilar tu ausencia como podemos, porque saber, no sabemos. Pero resulta que sí, la vida de un hijo/una hija sigue aunque no esté su padre, y parece que la de una esposa también continúa, aunque falte su marido (prefiero "compañero de vida").

Siento un vacío que sé que nada ni nadie va a suplir, soy muy consciente de ello. Pero confío en ir llevándolo un poquito mejor cada día, semana, mes, año...Sé que tengo muchas razones para ser feliz y sonreír con la voz, como dice un buen amigo. Pero hay detalles de cada día que sin que pase nada extraordinario, se me hacen bola. No es siempre a la misma hora ni en el mismo lugar. Pero en algunos momentos aflora esa tristeza y necesita salir al exterior, sean dos minutos o media hora o a saber.

Y por eso he vuelto al blog, porque escribir sobre lo que estoy sintiendo desde el 1 de agosto tal vez me haga bien. Es como una autorreceta. Me parece que me va bien y me la hago, sin más. No es tarea fácil, pero escupo lo que me duele y miro al futuro. Y sé que es muy bonito, incluso el día de mañana, sin ir más allá. Pero cuesta...¡Vaya si cuesta!

Por las circunstancias de tu partida, parece que he hecho un cursillo intensivo sobre el duelo, a la fuerza ahorcan. Aunque sin "profe", voy aprendiendo, sola, o acompañada, poco a poco, sobre la marcha. Aquí un inciso, quiero disculparme, con todas aquellas personas que a día de hoy ya hayan perdido a alguien muy querido para ellos, por si no estuve a la altura. He pensado en ello y habré fallado a más de uno y más de dos. Y es que siempre hablo de empatía, para todo. Pero en el caso concreto de las pérdidas, se nota mucho quién ha pasado por algo semejante y quién no. Y no tienen nada que ver lo que me dicen unos u otros, aunque se hayan enfrentado a situaciones similares. 

No obstante la inteligencia emocional de algunas personas es gigantesca, y eso hace que me lleguen "mensajes" muy acertados. Después de mi disculpa, prometo que a partir de ahora actuaré de manera distinta si muere alguna persona cercana de algún amigo/familiar. Básicamente porque a mí ya me está tocando. Y nada tiene que ver contemplar los toros desde la barrera a bajar a la arena y coger el capote. Disculpad también el símil, pero a mi padre le gustaban los toros, y esta entrada también es para él.

Algunas conclusiones que voy sacando de este aprendizaje exprés:

-El duelo es individual. Sí, que una persona fallezca le duele a muchas personas, pero cada cual ha de pasar su duelo, no es algo que se haga de manera grupal, familiar...Lo que no quita que a veces puedas apoyarte en otras personas que están pasando por algo parecido. Y por mucho que me duela no puedo cargar con la mochila-responsabilidad de ayudar a los que más quiero a pasarlo, porque no puedo ayudarlos.

-El duelo no tiene una velocidad estipulada. No hay una velocidad mínima ni una máxima a la que se pase. Cada uno, con sus vivencias previas, su bagaje emocional, y las "herramientas" de las que disponga, irá a la velocidad que crea más conveniente. Y nadie debería juzgar si eso es ir "rápido" o "despacio". Todo es muy relativo. Cada cual a su ritmo. Cada uno necesita un tiempo distinto.

-El duelo a veces es mudo y otras un cotorro que no cesa ni bajo el agua. Cada persona vive el duelo a su manera. Se puede guardar lo que siente o decidir compartirlo. Puede llorar sola o acompañada, o no llorar. Puede verbalizar lo que va sintiendo día a día o no decir ni pío. O unos días tener ganas de responder a los mensajes y otros ganas de mandar a más de uno a hacer puñetas. Y eso incluye quedar con gente y salir o recluirse en casa. Aunque no tiene porque ser una cosa u otra, me parece que quedar con quien creas que vas a sentirte más cómodo (según muchas circunstancias), no está reñido con optar por la soledad en determinados momentos. 

Personalmente, y no sabía cómo iba a reaccionar, prefiero hablar de lo que siento, pero tengo el poder de decidir cuándo, cómo y con quién. Sigo teniendo llamadas que no he cogido o mensajes sin responder. Me ha pasado que hay gente que llama en un momento en el que no me apetece hablar, y no creo que tenga que obligarme a hacerlo. O también haber hablado más veces del mismo tema en muy poco espacio de tiempo, y no tener ganas de repetirlo, porque duele, y mucho.

-El duelo no tiene que ser visible. Si me visto de rojo no quiero menos a mi padre. Si me maquillo no quiero menos a mi padre. Si suelto una carcajada no quiero menos a mi padre. Su ausencia es lo verdaderamente visible. Se nota que no está en cualquier lugar, situación, parte del día...

-El duelo a veces necesita de ayuda externa. En general las personas no cuidan su salud mental todo lo que deberían. Y no pasa nada por acudir a alguien para tratar temas delicados, que tal vez hagan daño a nuestros pensamientos y sentimientos. Me parece que nadie nace enseñado, y ante determinadas situaciones novedosas, es complicado saber gestionar lo que nos está pasando. Aunque a nadie se le puede obligar a recurrir a esa ayuda.

-No hay por qué hablar del duelo. Como dije hace algunos párrafos, el duelo es individual. Pienso que hay tantas formas de duelo como habitantes en el mundo, me da igual si insisto en este punto, pero considero que muy importante. Y hay que respetar si alguien no quiere hablar de ese dolor, de esa rabia, de esa etapa tan amarga. A veces un inocente ¿cómo estás? es un cuchillo. O que me escriban como si fuera un día normal, y no hubiera pasado "nada". Y sí, sí ha pasado...

-Hay un antes y un después del duelo. Mejor dicho, creo que es un antes y un después de un fallecimiento de alguien a quien amas tanto. Porque cambia a cualquiera. No me siento la misma que antes de esa noche del 1 de agosto. En esencia sí. Te toca espabilar mucho en pocos días. Verte en situaciones que ni en tus peores pesadillas. Afrontar retos que parecen subidas al Everest. A lo mejor lo que para mí son retos, para otros son "chorradillas", pero hay que pasarlas. Y cada uno a su ritmo.

Y de momento no voy a poner nada más respecto al duelo.

Os pido comprensión, paciencia, empatía y escucha. No soy la misma con todas las personas porque el vínculo con cada cual es diferente. Y depende en qué momento me pilléis.

Tengo una suerte bárbara porque con muchos podría irme de aquí a la luna. Hay gente, más bien pocos,  que me ha decepcionado, pero probablemente no sea culpa suya, sino del momento que estoy atravesando, u otros factores comentados en otras partes de esta misma entrada. Pero, siempre hay un pero, son muchas más las personas que han sabido arroparme, sin agobiarme, empatizar sin hacer daño, acompañar sin hacer ruido...Gracias infinitas, sí, otra vez. No me voy a cansar de repetirlo. Porque este es el primer gran bofetón que me da la vida. Eso sí, ha venido con fuerza.

Gracias a los que habéis compartido cuestiones muy íntimas relacionadas con pérdidas vuestras. No es fácil compartir lo que nos duele, yo digo que a veces ese dolor es una especie de pellizco en el corazón. Veo bastantes paralelismos y os conozco todavía más y a mí mejor cada día.

Y la última parte es por el día en el que esto verá la luz. Papá, tu cumple, el 15 de agosto. Te has quedado a solo 14 días de poder soplar las velitas del 76. Encontré hace nada el ticket de compra de las velas, con fecha del 28 de julio. Manda huevos. Sé que tú no eras muy de poner números con tu edad. Pero a mí me gusta hacerlo con mamá y contigo especialmente, porque es una señal de que estáis. Esta vez ya no vas a hacerlo como siempre, con nosotros tres (mamá, Míguel y tú), pero quiero soplarlas yo. No sé si me ayudarán o no, o si tendré fuerzas para ello, pero siento que esas velas eran tuyas, y no debo castigarlas en un cajón o reciclarlas, sin más, para otros cumpleaños. Total, un par de semanas más y lo habríamos podido celebrar juntos. Cosas del destino.

Intento centrarme en los innumerables momentos felices de todos los años compartidos contigo. Y en mi caso, son cuarenta años largos. Si bien no tengo recuerdos desde que estaba en la cuna, sí cuento con fotos y todo lo que nos contabais mamá y tú. Como el no dejaros dormir casi nada en mi primer año de vida. Lo siento, je, je. Seguramente ya tenia ganas de observar detalladamente todo lo que me rodeaba.

Hasta me acordaba de ti librándome de una araña hace algunas noches. Estaba sola en casa, y de repente al ir a mi dormitorio ahí estaba ella, muy negra, grande y fea. Estaba en la pared, justo por encima de mi cabecero. Mi primer impulso fue llamarte a grito "pelao", como solía hacer, para que acudieras en mi auxilio. Pero no lo hice. Pensé, papá ya no está, pero a esta araña me la cargo yo solita, como hacía papá. Y así fue, claramente sabes que con ella en la pared no habría podido pegar ojo.

Espero que el dolor por tu ausencia vaya atenuándose con el paso del tiempo, pero entiende que tu marcha está muy reciente y cuesta recomponerse. 

Sigues vivo en nuestros recuerdos y en nuestros corazones. Y este 15 de agosto de 2023 seguramente sea un día tristísimo para nosotros, por ser el primero sin ti. Pero es lo que nos ha tocado, lamentablemente nos quedan muchas "primeras veces" sin ti. Poco a poco. Ni sufriste, y eso es un bálsamo.

Creo que no llegaste a ver esta foto de los cuatro en el ordenador, celebrando el santo de mamá.

Papá, gracias por todo lo que hiciste por nosotros durante toda tu vida. Allá desde donde estés, sonríenos y sigue cuidándonos a todos como cuando estabas a nuestra vera.

Con mucho amor. Tu hija,

Raquel

PD: esta entrada se acabó de escribir a las 2:40 horas del lunes 14 de agosto.

sábado, 5 de agosto de 2023

Papá

Tenía muchas dudas sobre cómo titular esta entrada. No he escrito nada que me desgarre tanto por dentro como lo que está aquí. La verdad es que podría haber sido "Comienzo del duelo", "Putadas de la vida", "Diario de una pérdida (I)", "Caprichos del destino", "Tristeza infinita"...Y al final he pensado que a veces es mejor ser breve, y una palabra basta.  La otra opción al título que he puesto era "Vacío". Pero "Vacío" solo reflejaba parte de lo que siento, y dejaba fuera muchas emociones, muchas caras de un prisma muy complejo. Por cierto, bendito libro de Ana Llenas con ese título. Mucha gente se empecina con "El monstruo de colores", pero para mí, "Vacío" es la mejor joya de esta autora.

Seré directa: el jueves 3 de agosto enterramos a mi padre. Falleció, de manera repentina, por eso muy inesperada, el pasado 1 de agosto, calculo que alrededor de las 21:10. No es la hora a la que llegaron los servicios de emergencia, ni tampoco algunos vecinos sanitarios queriendo ayudar. Es la hora, aproximada, a la que creo que se fue. Todo pasó muy rápido y no quiero dar más detalles, me parece que un infarto, pero ya me da igual, nada ni nadie nos lo va a devolver. Está tan reciente, que esta tristeza infinita y dolor que siento, son como una punzada al corazón. Por lo que sea, y por razones que todavía no alcanzo a comprender, y no sé si llegaré a entenderlo alguna vez, esto tenía que pasar. Lo único que me consuela, es saber que no sufrió, fue algo fulminante. Es fastiadiado decirlo, pero sé que muchos firmarían por una muerte como la suya.

A raíz de algo que hundió personalmente a mi padre hace unos años, siempre le repetía una cosa: "No elegimos lo que nos hacen, pero sí el cómo nos lo tomamos." No me hizo ni caso, y aunque salió razonablemente a flote, le llevó mucho tiempo, y nunca más volvió a "navegar" como antes. Por eso aprovecho estas líneas para lanzar una sugerencia a todo aquel que lea esto. Por favor, por cada uno de vosotros, y por los que os quieren, si alguna vez os pasa/hacen/dicen algo que os supera, sobrepasa. etc., y eso se prolonga y no sabéis cómo gestionarlo, pedid ayuda profesional, no creáis que no va a servir de nada. Seguro que cuesta dar el paso, pero estoy convencida que en el futuro os alegraréis de haberlo dado. 

Además de lo que menciono, diversas circunstancias han hecho que llevemos "unos años"  complicados que nos han afectado en mayor o menor medida, a los cuatro de caso sobre todo.

No obstante, quiero que esta entrada deje un sabor dulce, no amargo, y tengo cristalino qué quiero compartir y cómo. Me importa un rábano si alguien no entiende por qué escribo esta entrada a un par de días de haber padecido el funeral y el enterramiento de mi padre. Solo diré que adoro escribir, y para mí, cuando estoy atravesando un bache, y este es monumental, escribir es un bálsamo, una especie de terapia, como me decía ayer una de mis amigas-hermanas. Tiene ciertas propiedades curativas. En realidad escribo para mí, y esta vez para rendir un pequeñísimo homenaje a mi padre. Por eso lo estoy compartiendo y no me lo guardo. Quizás a alguien le sirva de algo, porque creo que hablar del comienzo del duelo y de muchas cuestiones asociadas al fallecimiento de una de las personas a las que más he amado y de la que más amor he recibido, es algo que necesito gritar a los cuatro vientos.

No voy a dejar las gracias para el final. Gracias infinitas para todas y cada una de las personas que en esa noche próxima y aciaga del martes 1 de agosto, aparecieron para ayudar, apoyar, sostener, preocuparse...Me niego a decir nombre alguno porque fueron tantas, que me dejaría a alguien en el tintero. Y estaba bastante impactada y aturullada como para estar segyura de acordarme de todos.

Y las mismas gracias para los que en los durísimos momentos del Tanatorio San Carlos Borromeo nos han arropado y sostenido de una manera inimaginable. Dentro de esto, a todos lo que pudieron/quisieron hacerlo con su presencia, gracias especiales. Gracias por la escucha, por cada caricia, abrazo, beso, palabras de aliento, mirada, silencio, detalle, sonrisa, lágrima (dolor) compartida. Gracias por todo lo que me dijisteis (a mi madre y mi hermano también), por estar pendientes de nosotros, e intentar que no nos olvidásemos de nosotros mismos.

A los que estuvieron de alguna otra manera, gracias igualmente. Lo mejor que tenemos los seres humanos son las personas de nuestro círculo. Aunque lloro por dentro, y por fuera también, una parte de mí se siente feliz y abrumada por tantísimo cariño. No hay manera de devolver lo recibido, sé que con esto me quedo cortísima. Sigo teniendo mensajes pendientes de contestar, poneos en mi lugar. Dadme un poco de margen, cada uno va con lágrimas y no quiero ahogarme en mis propias lágrimas. Pero uno a uno, voy a responder, aunque tarde una semana...o más.

Me atrevo también a dar las gracias en nombre de mi madre y mi hermano, dos de los pilares de mi vida.

Ahora acabamos de iniciar el proceso de duelo, y me siento como un erizo caminando en un sitio lleno de globos. Cualquier cosa, hasta chorradillas, me recuerda a él. El miércoles 2 me derrumbé, estando sola en casa (en el único paréntesis del día apartada del velatorio), al ver alguna prenda de vestir suya, pensando que ya no volveré a ver a mi padre, ni con esa, ni con ninguna otra. Pero siento que su corazón sigue latiendo dentro del mío. No es broma, late con más fuerza gracias a él.

Las fotos, por el contrario, hasta ahora están teniendo un efecto calmante, y me transportan a vivencias felices con él, y aunque también se me saltan las lágrimas, nada tienen que ver con las de la ropa. Hoy está siendo durísimo todo. Antes de empezar el funeral me desmoroné. No podía parar de llorar, fue ver que asomaba por la puerta lateral de la capilla del San Carlos el ataúd en el que iba el cuerpo de mi padre, y sentir que las lágrimas no paraban de brotar de mis mejillas, como si hubieran abierto las compuertas de un embalse a tope. Y como si fueran ácido, la cara me ardía. Bendito abanico. Me faltaba el aire. 

Por el contrario, cuando estaban enterrándole, sentí mucha paz, una calma difícil de explicar. Entrar en casa los tres juntos por primera vez desde su pérdida, ha sido una tortura. Asumir que nunca más seremos los cuatro que éramos, dolían esos tres cubiertos en vez de cuatro lo que no está escrito. Y su silla vacía, y su lado de la cama sin él, sus cosas por cualquier habitación...Horrible, diga lo que diga me quedo corta.

Sin embargo, sobre el salón, había una nota escrita por él, no es relevante el contenido, pero ver su letra, me ha hecho sonreír. Sé que estos "dolores" solo acaban de empezar, pero nos estamos apoyando mi madre, mi hermano y yo, y continuaremos haciéndolos. Y no me va a temblar la mano para marcar el teléfono si siento que preciso de ayuda externa. Saldremos adelante, seguro que él lo querría así. Y desde arriba, desde donde sea, querrá vernos felices, aunque él no esté, porque nos amaba, igual que nosotros a él. Desde el martes por la noche siento que el cielo brilla con algo más de intensidad. A una hora muy intempestiva, salí a la puerta del tanatorio, madrugada del 1 al 2, a coger aire. El cielo estaba precioso, la luna casi llena, hermosísima, inmensa, como el amor de un hombre por los suyos o viceversa. Hice un par de fotos porque quería guardar ese momento.

Ayer regresamos, solo un rato, a El Pinar. Me ha resultado doloroso hasta el trayecto. Y cosas tan sencillas como tener que ayudar a mi madre a doblar las sábanas, porque siempre las doblaban los dos, era como si me estuvieran clavando alfileres. No me ha quedado otra que morderme el labio varias veces, y llorar, llorar mucho, es inevitable. Creo que necesito expulsar, lentamente, toda la tristeza que ahora me embarga. Estar allí ha sido un suplicio, pero saldremos adelante, nos va a costar mucho, pero lo lograremos. He cogido su agenda de este año, y he esbozado una sonrisa al ver sus anotaciones. No era entrometerme en su privacidad, apuntaba cosas sencillas del día a día o fechas importantes. Bueno, poco a poco, la herida es muy grande. He sentido una cornada y ni me imaginaba que venía el toro a toda mecha hacia nosotros. Creo que ni siquiera estaba en la plaza de toros.

Por favor, si no cojo el móvil (da igual las veces que llaméis), no insistáis. No tengo obligación de nada. Soy optimista por naturaleza, en eso salgo a madre, y si acaso una de mis únicas obligaciones es seguir adelante lo mejor que se pueda. Pero en menos de 48 horas, he repetido muchas veces la misma historia, y es agotador, y demoledor.

Y si os encontráis conmigo y no quiero hablar, respetadlo, os lo ruego. O si no quiero responder a preguntas más concretas, lo mismo. Será porque duele y no me compensa abrir el pico para provocarme dolor extra. Estoy convencida que el tiempo suavizará todo lo que siento ahora, y me dará más impulso para cualquier cosa. Como les dije a los de la funeraria esa asquerosa noche del 1 de agosto, "Tu esposa e hijos te amarán para siempre". E igual que el mensaje que me apetecía poner, también de parte de los tres, en un centro que encargué la mañana del 2 de agosto en el tanatorio, "Tu esposa e hijos te mantendrán vivo en sus recuerdos". Puede que no haya sido creativa ni original, pero lo que pedí que pusieran, fue con el corazón en el lugar del cerebro.

Tengo la impresión que por mi manera de ser, no me cuesta expresar lo que siento, aunque duela, este trance va a ser un pelín menos duro.

Ahora viene el popurrí padre o, mejor dicho, sobre mi padre.

Era un gran lector. El último libro que leyó, mío pero aun no lo he podido leer, es "Los vencejos", de Fernando Aramburu. Lo tengo pendiente en cuanto visite la óptica y tenga mis primeras gafas, no de sol.

Adoraba leer el periódico en papel, era algo imprescindible en su día a día. Y desde hace bastantes años, hacer sudokus. Su día no arrancaba si no tenía el periódico en sus manos.

Le gustaba la música, he mamado por ambos progenitores Manolo Escobar, Julio Iglesias, Nino Bravo, Mocedades,  Adamo, Juan Pardo, María Dolores Pradera, Rocío Jurado...Con los años se fue modernizando, y le gustaban mucho algunas canciones del pop, siempre en español., como El Arrebato y Manuel Carrasco. Pero también José Mercé por ejemplo.

Le gustaba mucho ir a Miranda Do Douro a pasar el día, pero solo si íbamos los cuatro. O ir a la playa unos días en verano, a bañarse en el Mediterráneo, siendo Benidorm el destino más repetido. Ya jubilado, hizo los viajes más especiales, por los lugares que conoció, no por la compañía (mi madre físicamente no estaba en condiciones de acompañarle a esos viajes no nacionales). Pero ella, que en su juventud había viajado mucho más que él, le animó a ir aunque no pudiera acompañarle. 

No tenía maldad, era un hombre muy bueno, con un corazón gigante, que decidió pararse hace cuatro días.

Era hiperpuntual, cagaprisas más bien, no le gustaba un pelo llegar tarde.

Llenaba la casa de fotos y portarretratos. Siempre le gustaron mucho, todos de la familia, claro está.

Era confiado.

Era muy familiar, y amigo de sus amigos. 

Y un padre y esposo absolutamente maravilloso. Nos amaba y sé lo orgulloso que estaba de los tres, y "presumía" de nosotros u otros familiares siempre que podía.

Quería lo mejor para los que amaba.

Madrugaba sin problema.

Le costaba mucho mostrar sus sentimientos, y hablar de ellos.

Casi siempre fue muy alegre, en los últimos años menos.

Le encantaba hablar, habría sido un estupendo relaciones públicas. En la universidad estudió Turismo. 

Estaba muy orgulloso de ser de Salmoral, aunque "voló" pronto de allí para estudiar, interno, en Salamanca. Cuando iba, aunque no fuera muy a menudo, disfrutaba saludando a todo el mundo y poniéndose al día de sus respectivas vidas.

Le encantaban los refranes, recuerdo verle apuntar refranes en una libreta cuando yo era pequeña.

Era bastante taurino, afición que no llegó a contagiarme. Pero sí iré a alguna corrida de toros, por él, por probar.

Vistiendo era bastante clásico. De vez en cuando se dejaba modernizar un poco. Siempre llevaba el mismo tipo de jersey, con el cuello a pico y de solo un color casi siempre.

Era muy caluroso.

Prefería el salado al dulce, pero nunca le hacía ascos a los pasteles, un 99 % de las ocasiones, de Confiterías Gil. Y si comíamos fuera y entre los postres había arroz con leche, solía pedirlo. Decía que mi abuela lo hacía muy rico.

Le gustaba mucho todo lo que hacía mi madre, porque mi madre cocina muy bien. Su tortilla de patatas es insuperable. Mi padre disfrutaba muchísimo cuando en alguna ocasión especial ella hacía patatas rebozadas. Él no era de andar entre fogones, eso sí, los huevos fritos se le daban mejor que a ella. Tenían técnicas distintas.

Era coqueto. Cuando queríamos hacerle algún regalo, sabíamos que las prendas de vestir eran una apuesta segura, los "majos", como decía mi madre.

Se encargaba de muchas tareas sin hacer ruido. 

Mientras su salud se lo permitió, le encantaba bajar a dar una vuelta por la Plaza Mayor u otro lugar céntrico con mi madre.

Respecto a la religión, era cristiano. Tenía fe y se agarraba a ella, más según iba soplando más velitas. Y tenía especial devoción por María Auxiliadora, sus años en los Salesianos de María Auxiliadora tuvieron mucho que ver.

Disfrutaba muchísimo con las procesiones de Semana Santa. Tenemos la suerte de disfrutar de dos desde el balcón. No sé a quién "engañaré" para que me acompañe a alguna.

Le gustaba una barbaridad tomar fruta de postre.

Era una persona muy pacífica, aunque también tenía su genio.

En la tele le gustaban los deportes, los que más el fútbol (era del FC Barcelona) y el tenis. También veía series y, alguna de ellas junto a mi madre. Siempre me voy a acordar de ellos dos, juntos, en el salón, viendo la tele. Y de cuando estaban viendo algún monólogo y se reían a carcajadas. 

De películas con frecuencia se decantaba por las del oeste. Siempre bromeaba con él, diciéndole que si quedaba vivo alguno de los actores que salían en ellas. Aceptaba y pedía sugerencias a mi hermano y a mí de películas que estuvieran en la plataforma que tenemos, que a él le pudieran gustar. También veía películas más actuales, pero en casa, no en el cine.

Solo jugaba a la lotería de Navidad. Un año vino con mi hermano y conmigo a pasar el día a La Granja de San Ildefonso, y se quedó muy cerca del gordo. Lo que no quita que supiera, igual que nosotros, que lo más importante es tener salud.

Recuerdo ver a mi madre y a mi padre bailar en las celebraciones, y en alguna fiesta veraniega. Lo suyo eran los pasodobles.

Su regalo preferido de Reyes era un calendario con fotos de los cuatro. Se me ocurrió un año como regalo especial, y triunfé. Con los años ya intentábamos, cuando podíamos coincidir, seleccionar las fotos entre mi hermano y yo. Encargábamos uno para mi madre y otro con fotos distintas para mi padre. De esta forma podíamos colocarlos en dos habitaciones distintas. También le gustaba mucho el vídeo que yo hacía para despedir el año y reenviaba a un grupo de personitas muy importante para mí. Esta última Nochevieja no lo hice, por falta de tiempo. Mi hermano estaba recién dado de alta, y no me dio tiempo. Y yo sin saber que aquellas serían nuestras últimas navidades juntos. Bueno, es lo que hay, miraremos hacia delante.

Se lo pasó fenomenal en el musical de El Rey León, pese a estar pendiente de la primera operación de prótesis de cadera. Fue con dos muletas, pero le encantó.

Me parece que fue  un año antes, no estoy del todo segura, cuando su cadera estaba mejor, y nos escapamos los cuatro un fin de semana a Madrid en fechas navideñas. Fuimos a una exposición de "belenes del mundo" fabulosa.

Le hacía ilusión comprarse algo en las rebajas, pero siempre y cuando fuera acompañado por alguno de nosotros.

Rara vez bebía alcohol.  Solo un par de copas de vino, habitualmente blanco y afrutado, como el Yllera, en fechas señaladas como Nochebuena o Nochevieja.

Se sentía muy orgulloso de mi hermano y de mí, y se notaba. Y por supuesto de mi madre. Formaban una pareja estupenda, porque se complementaban muy bien. 

Era feliz viendo lo mañoso que es mi hermano. Y la capacidad que tiene para arreglar cosas. Así como la infinita paciencia para tareas minuciosas. Es capaz de hacer muchas cosas que para mí resultan imposibles. Por no hablar del sentido de su sentido de orientación. Si no hubiera sido por mi hermano, a mí ya me habrían devorado las palomas hace mucho.

Se alegraba enormemente con las alegrías de la familia.

¡Ah claro! Le encantaba poner el belén. Ocupaba mucho espacio en el salón, pero sin el belén puesto, en mi casa no empezaba la Navidad. En broma les dije alguna vez a mis padres, que en el testamento, lo más importante era especificar quién se quedaba con el belén, no las cosas materiales "de peso". Va a ser algo compartido, sin necesidad de papel alguno, no para uno o para otro. Lo fue haciendo con mucho mimo y con mucho esfuerzo. Y pasaron muchos años hasta tener todas las figuras del belén actual.

Era cantarín, pero con el paso de los años cada vez tengo menos recuerdos de él cantando.

Le encantaban los tiestos, no se cansaba de las plantas. Nunca había demasiadas. 

También ir a la Feria del barro, que empieza en unos días. Le reñíamos porque aparecía siempre con algún platito, azucarero o semejante. Ahora esas cosas son tesoros, así como las copas y vasos que tengo en una casa a la que todavía no me he ido a vivir.

Se le daban muy bien las Matemáticas.

Su caligrafía era preciosa.

Llevaba muy mal las discusiones, no le gustaban nada. Y sufría si dos personas que quería se enfadaban.

Por supuesto que tenía algún defecto. Pero me los guardo para mí. Él era mi padre, y ya solo por eso, era perfecto para mí, porque cuando amas a alguien, lo amas con todo, no solo con la parte bonita.

Tenía una sonrisa muy bonita. Y los ojos igual. Y el pelo con un rizo muy pequeño, cuyos caracolillos no sacamos ninguno de los dos hijos, pese a que a mi madre le habría encantado.

Hemos tenido la suerte de vivir juntos los cuatro casi siempre. Excepto cuando mi hermano y yo estábamos viviendo fuera por motivos laborales. Hace ya años les planteé a mis padres mi deseo de volar del nido, y desde hace un tiempo les advertí que había llegado el momento. Los amo con locura, pero eso no es incompatible con querer tener mi espacio. De hecho a medio plazo mi idea es vivir en mi barrio, para estar cerca de ellos, por si me necesitaban. Y entre medias irme a un par de kilómetros de Salamanca. Quiero mantener esa decisión, aunque me deje caer casi a diario por mi casa, sí, la de los cuatro.

Y podría seguir escribiendo sobre él varios días, pero creo que he llegado a un buen punto.

Contaré una anécdota final. Ayer amanecí con un mensaje en mi cerebro que reproduje en voz alta: Papá ya no está. Y algo en mi interior hizo que cogiera el móvil, obsesionada con escuchar su voz una vez más. Las nuevas tecnologías no eran lo suyo. Pero tirando hacia atrás logré localizar un audio, que me guardo para nosotros, aunque sí comparto el contenido:

"Descansar que yo estoy bien. Hasta mañana."

Dejad que me lo tome como una señal. No me parece casualidad. No lo es.

Papá, no sé si se me ha olvidado algo importante que te definiera. Entiende que, como quien dice, acabamos de enterrarte antes de ayer, y el corazón duele mucho todavía. Perdóname por las veces que te dije algo con tono inadecuado o tomé alguna decisión que no te agradara. Tengo la conciencia tranquila, sé que por encima de todo quieres mi felicidad, aunque no entendieras algunas cosas.

El 15 no lo dudes, soplaré las velas por ti. Ojalá mamá y Míguel se animen y las soplemos los tres juntos. No hacía ni una semana que las había comprado y escondido en la cómoda de mi habitación.

Te amo. Te amamos. GRACIAS. Y por favor, desde donde estés, mándanos fuerzas para lo más difícil, aprender a vivir...sin ti.

Las fotos son algunas de las últimas que tenemos. Tengo la de los cuatro también, pero no la he descargado y me cuesta verla ahora.


Y la música es parte de la banda sonora de su vida. Encima recuerdo algunas de estas canciones con su voz, y es indescriptible lo que siento.








Modificando un poco el final de mi libro favorito, "Adivina cuánto te quiero", quiero decir que: "Te amamos, de aquí a la luna, y vuelta."