sábado, 11 de junio de 2022

EMOLECTURAS 15: PAN CON ACEITE Y MIEL

 ¡15, la niña bonita! Llega la decimoquinta recomendación de la sección "Emolecturas". Viene de la mano de Ianire Doistua (texto) y Patricia González (ilustración). Como ya sabréis los que habéis leído la entrada anterior, es una de mis adquisiciones de la Feria del Libro de Madrid 2022. No tenía ni idea de la existencia de este libro. Una jaula con mariposas tiene la culpa. La caseta donde lo compré (y me lo dedicó su autora), estaba decorada con jaulas y mariposas pegadas en la parte exterior de las mismas. Me pareció muy bonito, aunque jamás lo pondría en mi casa para decorar porque eso debe atraer el polvo que da gusto; y aproveché para hacer unas fotos. 



En ello andaba cuando me encuentro con la firma de una autora, para mí desconocida, llamada Ianire. Está dedicándole una novela suya a una persona que la admira. La autora le explica de qué va "Pan con aceite y miel", y ahí ya, caí. Caí porque como le expliqué a ella, soy maestra, adoro  incluir en mis clases la educación e inteligencia emocional (en realidad están siempre, nos demos cuenta o no) y, además, existe este blog para recoger todo lo que me apetece sobre el tema. Me convenció sin ni siquiera estarse dirigiendo a mí. Al contarle la retahíla anterior (a qué me dedico, lo del blog, y la educación emocional), me habló de su libro con más detalle, y sin ninguna duda, ya es parte de mi "biblioteca emocional", para las aulas en las que esté, pero también para mí. Al fin y al cabo, dicha biblioteca sale íntegramente de mi bolsillo, y llevo muchos años creándola. Gracias Ianire, hacen falta autoras como tú.

"Pan con aceite y miel" habla de la muerte, sin eufemismos. En las primeras páginas nos cuenta todas las cosas que hacen juntos un abuelo y su nieta. De repente, un día, van a casa del abuelo...pero él ya no está. Ahí el color desaparece de las ilustraciones, solo queda el de las mejillas de los personajes. La niña nota muchos cambios ante la ausencia de la abuelo, pero nadie le cuenta nada. Hasta que un día su padre le explica que su abuelo ha muerto, sin florituras.

La niña vuelve a hacer las cosas que compartía con su abuelo, por ejemplo regar las plantas, darle de comer manzana a Pau (un pájaro),  recordar momentos vividos con él, ver fotografías,  y sueña con su abuelo...Un día su padre le pregunta si seguía triste, y ella le sonríe con la boca llena de pan con aceite y miel (lo que a su abuelo y ella les gustaba desayunar).

Creo que la historia tiene una delicadeza impresionante, una ternura infinita, y visualmente, en la sencillez está a veces la clave del éxito.

Por eso quería que formara parte de mi "biblioteca emocional" y estuviera además, presente en las "Emolecturas".



Os animo a llevar al aula esta preciosidad de libro. Como siempre, no actuéis a ciegas, conoced bien antes al grupo al que vais a contársela. Informaos de si esos niños o jóvenes han vivido el fallecimiento de algún familiar cercano, o alguna persona que, fuera familia o no, resultase muy importante en su vida.

Y desde luego, participad vosotros. Los alumnos necesitan que vosotros seáis parte de eso. No uno más, porque somos los adultos, pero sí estad presentes de una manera activa, no basta con ser meros espectadores. Cualquier tema puede ser tratable con respecto, tacto, escucha y paciencia. De verdad, sin líneas rojas. Aunque resulte pesada, si conociendo bien las características humanas del grupo dudáis, por si hacéis daño a alguno, dejadla a un lado, o para otro momento. A veces un libro puede no servir en un momento del curso, pero sí resultar apropiadísimo para otro. Aprended a escuchar lo que la clase demanda de vosotros, con palabras o sin ellas, hay muchas maneras de "decir" las cosas. A mí me ha tocado modificar muchas sesiones del "Taller Emociónate", "Pinceladas de emoción"...por lo que pasaba en cada momento en el aula.

Si uso este libro, no lo presentaría como "Hoy vamos a hablar de la muerte", ellos mismos, da igual la edad, van a deducirlo. Muerte, tristeza, melancolía, rabia, amor...No es un libro solo de la muerte. Alrededor de ella hay muchas otras cuestiones, relacionadas con ellas y que ayudan a comprenderla un pelín mejor. Al fin y al cabo ¿por qué a veces duele tanto la muerte de alguna persona? Si nos duele es porque era muy importante para nosotros, muy significativa en nuestra vida. Si nos duele es porque había un fuerte vínculo con ella, había amor. Estos solo son ejemplos, no pretendo reflejar aquí todo lo que pienso, prefiero dar pinceladas, y cada cual que lo lleve a su terreno, y lo modifique o use como quiera.

Los alumnos pueden hablar de muchos temas después de haber escuchado "Pan con aceite y miel". Podéis darles una batería de ideas, y la libertad para que cada uno haga la que quiera, o se invente otra distinta. De las que tenía en mente, he elegido cinco, no quiero saturar:

1_¿Cómo dibujarías la muerte? (Forma que tendría, colores...)

2_Mapa mental sobre la muerte. ¿Qué palabras asocias con ella? (Pueden ser distintas categorías gramaticales: sustantivos, verbos y adjetivos. Solo pondría estas tres).

3_Música. ¿Conoces alguna canción que te recuerde a la muerte? (Ojo, quizás elijan canciones que tenían que ver con personas que ya han fallecido, hay que intentar entender por qué seleccionan una canción y no otra).

4_Lugares. Puede haber un sitio, sea grande o pequeño, que te recuerde a alguien que ha muerto. Y eso no tiene por qué ser algo negativo. Si me tocara participar, mencionaría al "Bécquer". Hace mucho que no voy y supongo que sigue necesitando una renovación de sus sillones de mimbre (y prioritaria reforma de los baños). Pero para mí el "Bécquer" (una cafetería muy céntrica de Salamanca) es sinónimo de Alejandra, de una amiga que ya no está. Como siempre quedábamos en la puerta Zamora, y el Bécquer está tan cerca de ese punto, muchas veces íbamos allí a tomar algo y charlar. Y no lo recuerdo como algo triste, sino muy bonito. Allí hemos compartido muchas risas, lágrimas, confidencias...

5_Objetos. Para esto necesitamos distintos momentos, uno de toma contacto con la historia de "Pan con aceite y miel", y un segundo para poder compartir objetos que, por la razón que sea, nos recuerden a los que ya no están. Como con todo, animad pero nada de obligar, si no les apetece, no insistáis, ni con esto ni con nada. No hay que forzar nada. Dejadles libertad, ellos mismos decidirán cuándo quieren hablar y cómo van a hacerlo.

6_Los cinco sentidos. Si recordamos a alguien que no está, esos recuerdos están relacionados con los distintos sentidos (un olor que nos recuerde a esa persona, un sabor, un sonido, algo relacionado con el tacto o algo que tenga que ver con la vista). A lo mejor al recordar a esa persona que ha muerto lo primero que recordáis es algo relacionado con el tacto, como las caricias; con la vista, como su manera de sonreír; el oído, como su voz...

No digo que tenga razón. Nadie está en posesión de la verdad. Yo uno la muerte de alguien a quien quiero con todo lo que he expuesto antes, me hace falta. Sí he necesitado pasar un periodo de duelo, y llorar, llorar mucho, incluso cuando esa muerte no era algo relativamente reciente. Pero al final me he agarrado a los buenos momentos compartidos con esas personas, a la creencia de solo tener esta vida, y a la necesidad de disfrutarla. Tal vez no me explique bien, la vida es una, y nos da golpes de muchos tipos y en distintos momentos. Pero siento la necesidad de no hundirme nunca (no siempre lo consigo), de salir a flote y vivir, con la ausencias y pese a las ausencias. Y me siento muy afortunada por todos los que van compartiendo la vida conmigo, incluso por los que murieron (por la suerte de haber recorrido algunas etapas con ellos), o por los que se quitaron de mi camino (o fui yo la que los apartó, de todo hay).

Y sí, la vida y la muerte están tan relacionadas, que taparla, ocultarla, ignorarla, negarla...me parece un error. Vivamos, aun sabiendo que esto un día se acabará. O precisamente por eso, vivamos con más ganas. 

Si os apetece compartir alguna reflexión sobre todo lo que he contado en esta entrada, sea sobre la vida, la muerte, o de lo que sea, siempre serán bienvenidos vuestros comentarios.

Y que nada ni nadie os diga cómo tenéis que vivir. Es imprescindible que sintáis que el timón de vuestra vida lo lleváis vosotros, aunque a veces no lleguéis donde esperabais.

Encantada estaré de leeros, y contestad a vuestras aportaciones.


lunes, 6 de junio de 2022

FLM 2022...¡Qué emosió!

A las buenas tardes. Aprovecho un paréntesis laboral para pasarme un ratito por el blog.

Llevo dos fines de semanas intensos. El pasado 29 de mayo estuve en la Feria del Libro de Madrid. Fue una toma de contacto fantástica. Desde que empezó la pandemia, la Feria había trastocado drásticamente su celebración. Imposible llevar a cabo la edición de 2020. La de 2021 con restricciones y en septiembre. Y esta de 2022, ya con relativa normalidad, sin control de aforo, y recuperando las fechas habituales.

Tras el aterrizaje el día 29, había ganas de más, de ahí que exprimiera el pasado fin de semana en ella. Avisé a los amigos que viven en Madrid, aunque siendo franca, iba a la Feria y mi horario estaba condicionado por ella. Pese a mí no breve lista de firmas, sabiamente solo contemplé hasta ayer a las dos. Y en esa lista, una sola prioridad: Lucía Benavente (Be). He leído sus tres libros, y me conquistaron de maneras muy diferentes, pero el tercero es un tsunami. Un tsunami de emociones, arte y palabras. Todo con su sello, rebosante de esa filosofía de vida que no sé si es toda verdad o no, pero a mí me transmite mucha verdad, me encanta y hay ratitos en los que ayuda ver las cosas así, porque no las cambia, algunas no se pueden modificar, pero hacen menos grises días muy duros. ¡Gracias, Lucía! Acerté de pleno yendo antes, y valió la pena esperar 45 minutazos respecto a la hora de comienzo de tu firma. Esos y luego los que pasaron hasta que llegó mi turno, tercera en la fila. La foto contigo es la que más ilusión me hace, con diferencia. Aunque te lo dije en persona y luego por Instagram, no me canso de repetirlo. Gracias por los tres libros, pero infinitas por la generosidad al darle forma a "gracias vida", es una suerte poder sumergirnos en un libro así, y una mierda que tuvieras vivencias para escribirlo. 

Imagen propiedad de Raquel Plaza Juan.

En la Feria le puse cara, y a algunos voz, autores que seguía o conocía por sus escritos y/o ilustraciones, como Olga de Dios, Julia Navarro, Sara Búho, Juan José Millás, Juan Luis Arsuaga, Manu Velasco, Susanna Isern... A otros los descubrí, de casualidad, pero nada pasa porque sí. Sirva de ejemplo la autora de "Pan con aceite y miel", Ianire Doistua (los dibujos son de Patricia González), pero a ella y a su libro les dedicaré una entrada más adelante.

Entre las anécdotas, ¿qué decir? La aventura ayer de ir a orinar a los baños portátiles. Resulta que había una encargada de limpiarlos después de cada usuario, bayeta en mano. Me pareció una buena idea, hasta que la mujer delante de mí apuntó en voz baja: Pero si no limpia la bayeta entre uno y otro, ¡lo mismo nos da! Así que dejé a un lado mis ganas de miccionar y...¡Premio! Efectivamente ni una sola vez la vi sumergir la bayeta en el cubo con agua y lo que fuera. Orinar ahí dentro fue una odisea. Mi cubículo portátil no cerraba. Me vi obligada a sujetar con una mano el pomo y con la otra iba bajándome las bragas y los pantalones. Los pantalones hasta el punto justo de no hacerme pis encima pero que tampoco arrastrasen por el suelo. Iba cambiando una mano por otra según la maniobra. Y ya para limpiarme, un cuadro. Menos mal que solo tenia ganas de hacer pis. Además la sensación era claustrofóbica, espacio muy reducido, temperatura de horno listo para asar un pollo, y poca estabilidad. Sentí como si de la noche a la mañana se fuera a volcar, con la puerta abierta y yo ahí, culo en pompa, bragas bajadas y pantalones a media asta...Inolvidable. Solo usé una vez los servicios portátiles de marras en los tres días de Feria del Libro en total. Eso sí, bien de gel desinfectante a la salida, mío, claro está.

No tengo reloj de los que cuenta los pasos que das, pero anduve una barbaridad, Retiro arriba, Retiro abajo. Sarna con gusto no pica ¿no? Pues eso. Hasta me tumbé en la hierba del parque después de comer, porque estaba en estado catatónico, y todavía teníamos dos horas de "marcha" por delante.

Había una barbaridad de gente. En algunos momentos era muy complicado avanzar. Pero valió la pena. Te encuentras con gente desconocida, encantadora, y desconocidos maleducados, de todo hubo. Famosos entre la multitud, como Iván Sánchez, Ismael Serrano o Andrea Levy (bueno, conocidilla más bien, sin comentarios). 

Traje libros firmados que había llevado desde casa. Nuevas adquisiciones para mí, algunas para regalar (menos dos que me dijeron que no les trajera nada, y me contuve, me quedé con las ganas, que lo sepáis) y otras compras para aumentar mi biblioteca de libros para trabajar la inteligencia emocional. Si queréis referencias del contenido de alguno en particular, preguntadme. Mi idea es ir hablando de ellos en las "Emolecturas". En la imagen aparecen algunos:


Por cierto, nada de preguntas impertinentes, no voy a responder a cuánto me he gastado en libros. Para mí es una inversión, invierto en cultura, lo mismo que si compro una entrada para el teatro, el cine o un concierto. Y esas inversiones, si te las puedes permitir, merecen mucho la pena. Lo próximo será invertir en un espacio para poder guardar toda esa "cultura" je, je. Todo llega.

A los que os gusta leer, da igual qué, y nunca os habéis dejado caer por la Feria del Libro de Madrid, de corazón, no esperéis mucho, nunca se sabe qué puede pasar el próximo año. Eso sí, os tienen que gustar los libros en papel. ¿A qué esperáis?

Tiendo a hacer una lista mental, al regreso de la Feria, de las cosas positivas y negativas. Tiene gracia que esta vez, sin control de aforo para acceder a ella, he visto mejor organización en muchas firmas. Eso sí, siempre hay una panda de caraduras que, intentándose hacerse los tontos, pretenden colarse. Odio esperar, odio las colas, por eso me molesta los que se cuelan (o tratan de colarse). Y que la temperatura era curiosa, no había casi viento, mucho menos fresco, y esperar por amor al arte y ver que otros llegan a la crítica y van de listos, pues no.

Muchos no entenderán por qué ir con una maleta por la Feria. Ayer un grupo de jóvenes, habitantes de Madrid, derrotadas y cargadas cual mulas con bolsas, hablaban de eso. Y sí, para los que vamos de fuera, nuestra intención es disfrutar y aprovechar a tope el tiempo que pasamos en la Feria. Prefiero pasearme por ella con una maleta, que ir cargada como el Tozudo con bolsas. Conste que fue idea de mi hermano, porque el primer año, sin maleta, pagamos la novatada. Cada vez veo más personas con maletas...¡Por algo será!

De momento no pienso en la edición del año que viene, ni siquiera han echado el cierre a esta. Necesito asimilar todo lo vivido en la Feria 2022. Y los libros ni os cuento, ya tengo alguno entre mis manos, hay que ojear la vida, pero hojearla también. Y si no os gusta leer, intentad que os lean, prosa o verso, que os cuenten historias...¡Lo que sea! Hay muchas formas de disfrutar de un buen libro ¡Pasad y leed! (Y si os apetece leer este blog, pues se me escapa una sonrisa, lo sabéis).










Imágenes propiedad de Raquel Plaza Juan.

jueves, 2 de junio de 2022

MONSTRUO ROSA

El domingo pasado me escapé a Madrid para empezar a disfrutar en la Feria del Libro. Una de las joyas que me traje es "Monstruo Rosa", de Olga de Dios. En la contraportada de este libro dice: "Un cuento para entender la diversidad como elemento enriquecedor de nuestra sociedad."

Según la RAE, 

diversidad

Del lat. diversĭtas, -ātis.

1. f. Variedaddesemejanzadiferencia.

2. f. Abundanciagran cantidad de varias cosas distintas.

Hay días en los que siento que puedo y debo hacer algo más. No basta con mirar los toros desde la barrera, en algunas ocasiones debemos saltar al ruedo, y aprovechar, cada uno, nuestro lugar. De ahí esta entrada.

A cualquiera que en algún momento de su vida se sienta "Monstruo Rosa":

Querido tú, o querida tú, el género es secundario:

Esta carta va dirigida "a los distintos". Algunos pensarán que al fin y al cabo todos somos distintos, razón no os falta. El problema es cuando otros se empeñan en recordarnos por qué somos distintos. Y tratan (a veces lo consiguen) de hacernos sentir que lo que nos hace diferentes es algo malo. No se dan cuenta que las diferencias, efectivamente, nos enriquecen, y deberían enfocarlas como algo que sume, nunca, jamás, como algo que reste.

Desde hace muchos años, en realidad desde demasiados, de vez en cuando, otros me han hecho sentir distinta. Y no para bien precisamente. Recuerdo cuando un maestro del colegio, nos pesó en clase, y los sudores que pasé al tener que subirme en esa báscula. Creo recordar, María Teresa si estoy confundida corrígeme, que aquello sucedió en 5º de EGB (equivalente al actual 5º de Educación Primaria. Mi mayor preocupación no era el número en sí que marcase la báscula, sino que otros lo vieran y los comentarios que podían hacerme. Luego la memoria selectiva hace que tenga recuerdos algo difusos, pero el caso es que acabé sentada en una silla del aula, con un pupitre delante, resultó ser una especie de escudo/barrera,  frente a mis compañeros, llorando, de lo mal que me sentía. Y el tutor haciéndome preguntas delante de ellos, que quién se metía conmigo, qué era lo que me decían, etc. No atino a recordar lo que dije, siempre he pensado que la naturaleza es sabia. Muchas veces me siento "Monstruo Rosa" por el sobrepeso. Cinco letras, GORDA, el daño tremendo que pueden causar. Si analizo ahora cómo actuó el tutor, creo que se confundió, metió la pata hasta el fondo. No había necesidad de pesarnos delante del resto de compañeros. Aunque eran tiempos analógicos, obviamente el que estaba junto a la báscula podía soplarle al resto lo que marcaba la báscula según quién estuviera encima. No recuerdo la cifra, solo mis lágrimas al poco de bajarme de ella y volver a mi pupite, y en algún momento hasta me costaba hablar porque la voz casi ni me salía. 

También me parece que no tuvo la mejor idea situarme frente a la clase, pudo haberme ahorrado muchas lágrimas. Era un maestro de los de toda la vida, creo que sigue vive, o quiero pensarlo, aunque con certeza no lo sé. Si así es rondará los cien años. Paradójicamente es el maestro del que mejores recuerdos guardo. Fue muy estricto, pero aprendimos con él una barbaridad, especialmente en cuanto a organización, de estudios, cuadernos y todo. No le guardo ningún rencor. Aunque conmigo esa vez no acertase, hizo muchas cosas buenas, acertó muchísimas veces en otras situaciones del aula y, todos metemos la pata, eso desde luego. Lo que nos distingue es qué hacemos después de ser conscientes de haberla metido.

Cuento esto porque me apetece, y punto.

Reconozco que esa diferencia, estar gorda, ha supuesto un lastre considerable para según qué cosas. Me llenó de inseguridad en muchos aspectos, y no me permitió disfrutar determinadas etapas. Es complicado de explicar, más todavía cuando no hay vuelta atrás, pero siento que me quiero mucho más que entonces, y que hago lo que puedo por vivir cada día como me apetece, a mí manera, para ser lo más feliz que pueda. La vida es una, me habréis leído muchas veces aquí lo de no creer en resurrecciones. Por eso hay cuestiones que me tocan las fibras y me molestan lo que no está escrito.

Cuando hace unos años estuve en el instituto de Guijuelo, el "Vía de la Plata", recuerdo cuál era mi mayor preocupación en los claustros. No tenía miedo a que me preguntasen algo, a tener que dar mi opinión en ellos (ni mucho menos en las sesiones de evaluación). Mi temor era no caber en la silla, tal cual. Investigando, descubrí que en el salón de actos del primer edificio, en el que hacíamos los claustros, solo había sillas de las que tienen una especie de mesa pequeña incluida, de las que se levantan o se colocan con un brazo articulado. Me di cuenta que las sillas para zurdos, tenían al lado contrario la mesa, y había más espacio entre la mesa y el asiento de la silla. De ahí que tratara de llegar de las primeras y "coger sitio" sitio para zurdos, siendo yo diestra.  Lo mismo me pasa con las terrazas de los bares. Pongo la excusa de la comodidad o falta de ella, pero la verdadera razón suele ser lo anchas o estrechas que son. Es un alivio sentarme en una silla de una terraza y comprobar que quepo sin problemas. Son solo pinceladas, pero quiero compartir parte de mis inseguridades respecto al físico. Y lo cuento ahora porque es cuando lo puedo contar. Ahora me miro en el espejo con mucho más cariño de antes, me cuido mucho más (aunque tenga mis días), y he aprendido a relativizar bastante, y me ha costado mucho esfuerzo, tiempo y de todo, pero que mucho, llegar a este punto. Aclarado, porque a mí me apetece, el porqué yo a veces me siento "Monstruo Rosa", prosigo.

Sabéis que soy docente, del pequeño porcentaje que está en esta profesión por vocación y no por otras razones. No soy por eso mejor ni peor, soy distinta, cada cual a su manera. Me enervan las injusticias, quizá porque las he sufrido por varios motivos en mis carnes, y nunca mejor dicho, y desde hace ya la pera de años, he hablado a mis alumnos de las palabras mágicas, y quizás mi favorita sea EMPATÍA. El mundo sería mucho mejor si todos pusiéramos un pelín más de nuestra parte para empatizar. Y hay cuestiones en las que se me antoja francamente difícil intentar sentirme en otras pieles.

Pero lucho cada día porque mis alumnos sean personas empáticas, lo consiga o fracase de manera estrepitosa. Llevo el RESPETO por bandera, hay fronteras que nunca debemos traspasar, nadie, ni docentes, ni familias, ni alumnado, sin excepción. Y volviendo a Guijuelo, e el instituto cambié el chip con los adolescentes (o pre, en proceso je je). Me di cuenta que es imprescindible NO JUZGAR, no juzgar a nadie, pero a ellos menos todavía, porque están en un periodo en el que a mí me parecen muy vulnerables. Eso sí, de poco sirve todo esto si solo es en los centros educativos (y esto desgraciadamente según con quién des y lo que quiera implicarse). Influye mucho la familia y los valores que les hayan transmitido, y las compañías. Para los niños, niñas, preadolescentes y adolescentes, los amigos son uno de sus mayores tesoros, y probablemente su referencia para casi todo. Según las que sean, puede tener cierto peligro. Soy anti borreguismo, no me gusta dejarme llevar, ni hacer algo porque lo hace la mayoría o porque es lo que se supone que debería hacer. Muchos pensarán que soy protestona, más bien me considero luchadora, y me cuesta morderme la lengua contemplando determinadas estampas, y si se tratan de injusticias (a mi entender claro), pues no suelo quedarme quieta. Un compi del "Paco Viruta" me llamó "abogada defensora" durante un tiempo. Él se metía con algunos sin ton ni son, y yo le llamaba al orden. Decía "Ya está aquí la abogada defensora..." Pues eso.

El martes una compañera con la que espero coincidir en otros destinos, me preguntaba sobre cómo enfocar todo lo referente a las emociones de cara al aula. Cómo podía trabajarlo con los alumnos, a través de qué recursos...Fue una conversación breve, aunque podría estar horas hablando de algo que me apasiona. Algo de lo que no sé si controlo mucho o no, pero sí es una de mis señas de identidad docente. Mentalmente fue un paseo por el "Taller Emociónate" o las "Pinceladas de emoción". Hablamos de la importancia de implicarse. Un maestro no puede pedirle a sus alumnos que hablen sobre emociones y quedarse a un lado, contemplando la escena, sin más. También de la importancia de intentar que primero cada cual piense en uno mismo, y luego ya comparta, siempre de forma voluntaria, la parte que a él/ella le apetezca sobre lo reflexionado. Y esa implicación supone un conocimiento muy grande de uno mismo, y exponernos de alguna manera, porque vamos a dejar que nuestros alumnos nos vean con muchas menos capas. Y eso cuesta, debemos ser generosos. Daremos en el clavo algunas veces y fallaremos otras tantas, y no pasa nada. Entre mi retahíla de palabras mágicas están también GRACIAS, LO SIENTO y POR FAVOR. Las empelamos mucho menos de lo que deberíamos, entono el mea culpa. Gracias a los que generosamente participasteis activamente en aquellas sesiones, tanto las citadas aquí como las que no, porque he tenido de destinatarios alumnos de muchos centros diferentes. No sé si os sirvieron o no, ojalá sí. El LO SIENTO o PERDÓN, va también para vosotros. Lamento de corazón si alguna vez os hice daño con lo que dije o hice o no supe estar a la altura. En varios centros educativos me he enfrentado a muchas situaciones novedosas, y a veces creo que las novatadas se pagan. Intenté todo lo que se me ocurría y veía asequible, no sé si fue suficiente. Y respecto al POR FAVOR, ojalá cada uno recuerde con cariño al menos alguno de los momentos compartidos tratando de conocernos mejor a nosotros mismos y a los demás. Os pido que hagáis un esfuerzo y por favor quedaos con lo bueno de cada etapa, sea reciente o no.

Por eso, retomo la dedicatoria inicial, querido "Monstruo Rosa". Me importa un bledo qué es lo que hace de ti alguien "distinto". Ya he explicado qué hace que yo me sienta y vea diferente. Así que sea por aspecto físico, creencias religiosas, orientación sexual, país de origen, circunstancias económicas, circunstancias familiares...o lo que sea, quiérete. Sí, quiérete, busca tu lugar en el mundo, todos lo tenemos. Mira a tu alrededor y observa cuánta gente te quiere y te apoya. Confía en alguien cuando necesites compartir aquello que hace que sientas que no puedes respirar. No estás solo (o sola), da igual. Abraza tu diversidad y disfruta tu vida, vívela siendo fiel a ti mismo. No aguantes desprecios, injusticias, faltas de respeto del tipo que sean...Alza la voz, acéptate, mírate con cariño, por dentro y por fuera. Y abraza la vida, porque solo es una, y no me gustaría que te lamentases el día de mañana por no haber aprovechado el hoy.

Seas como seas, tú vales mucho, no permitas que nadie intente hacerte creer lo contrario. Gordos, flacos, altos, bajos, "feos" (el concepto de belleza da para una novela extensa, hoy no va a poder ser), gais, lesbianas, transexuales, bisexuales, musulmanes, gitanos, extranjeros (ahora recuerdo la letra de una canción de Bunbury, "...Porque allá donde voy, me llaman el extranjero. Dónde quiera que estoy, el extranjero me siento..."), personas con pocos recursos económicos...

En la mano de todos está hacer de este lugar llamado mundo un sitio más habitable. Así que ya sabes, "Monstruo Rosa", estoy segura que encontrarás a mucha gente que sepa apreciar lo especial que eres, seas somo seas. Personas dispuestas a caminar a tu lado, escucharte, decirte una palabra de aliento o darte un abrazo. Por mi parte, ya sabes dónde estoy, y he tardado mucho en encontrar mi sitio.

Si conocéis a algún "Monstruo Rosa", os invito a compartir esta entrada, si creéis que de alguna manera puede servirle. Una vez un profe de Comunicación, cuando ya no era mi profe, me dijo, "Lo que no te hunde, te hace más fuerte." Desde luego, Javier Frutos...¡Cuánta razón! 

Os dejo un vídeo con la historia de "Monstruo Rosa":