Oficialmente ya es 19 de junio, estoy a 4 días de acabar las clases con el alumnado. Aunque ilusa no soy, y viendo cómo han empezado muchos a venir de manera intermitente, me temo que el viernes 20 y el lunes 23, voy a estar más sola que la una. Ya está, es la forma de actuar de parte de esta cosecha y hay que asimilarlo. Será que tienen incluso más ganas que yo de dar por finiquitado el curso.
Y en medio de ausencias no deseadas, procesos de evaluación y mil asuntos más, ayer estuve en el acto público de Educación Compensatoria. Resultado del mismo, destino del próximo curso: IES Francisco Salinas e IES Venancio Blanco. En el segundo nunca he trabajado, pero lo afronto como un reto-aventura con muchas ganas. En el primero llevo 4 cursos seguidos, el primero ya fue compartido, con el CEIP Filiberto Villalobos. Por cierto, un inciso: María José Parra Yuste, me acordé tantísimo de ti en los días previos a pedir, y en el mismo acto público. Sigues estando, te percibo, sé que me mandas cosas buenas, cargamento extra de sonrisas y paciencia, y otros temas de los que hablamos muchas veces...Gracias. Reconozco que siento el Salinas como mi casa, y eso no es fácil. Así que saber que no me voy, o que me medio quedo, me hace sentir mucha paz. Y mucha alegría. Recuperamos media plaza de Compensatoria, y también me apetece esa aventura, de volver a trabajar en el mismo centro con otra maestra, también con funciones de Compensatoria. Esta vez con la tortilla dada la vuelta, ella completa en el Salinas, y yo compartida con el Venancio. Y en el Venancio sé quién me va a "orientar", y es fabuloso volver a coincidir laboralmente, en tan poco tiempo, con ella, gran persona y excelente profesional. Sé que va a ser un aprendizaje maravilloso, y me parece que ha llegado cuando tocaba, ni antes ni después. No engaño a nadie, ni pienso explicar aquí ni en otros foros, todas las razones que me han llevado a escoger esta plaza y no otra. Porque si "solo" hubiera tratado de quedarse en Salamanca capital, tenía otras tres opciones. Pero mis motivos son solo míos, y la decisión fácil no ha sido. Por supuesto sabía en qué orden pedía, lo que intuía, aunque no tenía del todo claro, era qué iban a pedir las 4 personas delante de mí. Y mis cuentas eran bastante acertadas, con matices, pero bien encaminadas.
Reconozco que debería estar ya en la cama, contando ovejitas, desde que el viernes salieron las vacantes y las prórrogas no concedidas, mis neuronas se pusieron revoltosas y se activaban cuando no tocaba. Por eso llevo unos días durmiendo a horas que no son mis horas, pero mi cuerpo me pedía a gritos más descanso del que le daba por la noche. Y aquí estoy, plasmando en el blog esta excelente noticia. Asimilando que esta noche dormiré a pierna suelta sabiendo dónde voy a estar el año que viene, y disfrutando de lo mucho y bueno que me espera en ambos destinos, lo intuyo. Va a valer la pena el esfuerzo de estar compartida, pese a lo que conlleva.
Gracias especiales a todos los que se han enterado y con esta noticia se han alegrado también, porque contribuyen a sentirme todavía más afortunada. Gracias por eso con un matiz especial a los "compis" del Salinas que ya lo supieron ayer por la tarde y se alegraron conmigo. He de confesar que iba al acto público tan nerviosa que hasta me preocupaba verme así. Ayer ni yo misma me soportaba. Al salir y acercarme al coche, me he aguantado las ganas de llorar. No por tristeza, sino de alivio, y de alegría también. Al terminar el acto público he salido pitando hacia el coche, tenía dos sesiones de evaluación. Contaba con perderme la primera y con suerte llegar a la segunda. Lo bueno es que, pese a la temperatura del coche, rozando los 40 graditos de ná, he logrado agarrar decentemente el volante y la palanca de cambios, esta segunda parecía que ardía...Y he podido llegar cuando no iban ni por la mitad de la primera sesión. En el camino me llamó una amiga y me tranquilizó ir hablando con ella. Así que pese a mi sueño escaso he entrado exultante, como recién llegada de las vacaciones.
Como no soy muy de santos, fui bien "acompañada" al acto público, pero de otra manera. No quería llevar muchos "achiperres", pero sí sentir que no iba sola. Así que el martes por la noche decidí estrenar una preciosidad de cuaderno que me regaló una gran amiga, de esas que son familia. Es tan bonito que no se podía haber estrenado antes, debía ser un momento muy relevante, y este lo era. Por si eso no fuera suficiente, quité unas fotos de las que veo todos los días, y las metí en el cuaderno, como si ellos estuvieran conmigo. En ellas salen las cuatro personas más importantes de mi vida. Uno es mi padre, que ya no está pero sigue estando, y también noto que él me manda muchas cosas positivas, y fuerza, mucha fuerza. Además llevaba una pulsera que me regalaron hace ya unos años, no me la quito más que para bañarme en la playa o la piscina; y un fular que me regalaron mis padres por mi cumple hace algunos años, de una tienda en Alba de Tormes que desapareció hace años también.
De los libros que compré en la Feria del Libro de Madrid, me quedo con el título del que compré el último, el domingo por la mañana, unas horas antes de irnos: La vida es un fandango. Comparto con vosotros uno de los poemas que podéis leer dentro...2023 (¡vaya tela!, esto lo añado yo)
Mi repaso mental se ilumina en 2022, 2023, 2024 y 2025 (y eso que "solo" estamos a mitad de año). Están siendo años intensos. No me asusta que la intensidad no baje mucho, aunque a veces pueda resultar agotadora. Me considero preparada para lo que me venga a mí misma, y para lo que les venga a los que más quiero, a los que por cierto no pienso soltar de la mano, pinten bastos u oros. Dicho queda.
Y sí, la vida es un auténtico fandango, y siempre nos impulsa a bailar, sea lento o rápido, sueltos o agarrados...De mil maneras. Ojalá nunca nos falte la música, ni la gente con la que bailar aquello que suena en cada etapa. Y si no tiene el otro ganas de bailar, ya bailo yo lo que haga falta, y lo canto, lo recito, o como ahora, lo escribo. Porque la vida está llena de música y de palabras. Palabras que acarician nuestros oídos o hacen que nos duela hasta el alma. Palabras que sanan, retan, espabilan y aman. Aquí estoy yo, poniendo unas cuantas, con más o menos acierto. Para recordar la suerte que tengo de estar viva y de tener en mi vida a todos los que tengo. Y para no olvidar una fecha bonita de 2025, el 18 de junio. Gracias. Ahora toca rematar el 2024-2025 y hacerlo lo mejor que sea posible.