martes, 15 de agosto de 2023

Vacío. Algunas consideraciones respecto al duelo. Tu cumpleaños

Escribo de madrugada, siempre he dicho que lo mío a la hora de escribir son las horas intempestivas. Es casi la una de la mañana del recién estrenado 14 de agosto. No obstante esta entrada estará disponible desde el 15.

La verdad es que nunca me había imaginado cómo sería mi vida sin ti. O sin mamá, es algo que mi cabeza sabía que sucedería algún día, pero mi corazón no quería aceptar, y todavía le cuesta. Nos dejaste de una manera tan repentina, que estamos intentando asimilar tu ausencia como podemos, porque saber, no sabemos. Pero resulta que sí, la vida de un hijo/una hija sigue aunque no esté su padre, y parece que la de una esposa también continúa, aunque falte su marido (prefiero "compañero de vida").

Siento un vacío que sé que nada ni nadie va a suplir, soy muy consciente de ello. Pero confío en ir llevándolo un poquito mejor cada día, semana, mes, año...Sé que tengo muchas razones para ser feliz y sonreír con la voz, como dice un buen amigo. Pero hay detalles de cada día que sin que pase nada extraordinario, se me hacen bola. No es siempre a la misma hora ni en el mismo lugar. Pero en algunos momentos aflora esa tristeza y necesita salir al exterior, sean dos minutos o media hora o a saber.

Y por eso he vuelto al blog, porque escribir sobre lo que estoy sintiendo desde el 1 de agosto tal vez me haga bien. Es como una autorreceta. Me parece que me va bien y me la hago, sin más. No es tarea fácil, pero escupo lo que me duele y miro al futuro. Y sé que es muy bonito, incluso el día de mañana, sin ir más allá. Pero cuesta...¡Vaya si cuesta!

Por las circunstancias de tu partida, parece que he hecho un cursillo intensivo sobre el duelo, a la fuerza ahorcan. Aunque sin "profe", voy aprendiendo, sola, o acompañada, poco a poco, sobre la marcha. Aquí un inciso, quiero disculparme, con todas aquellas personas que a día de hoy ya hayan perdido a alguien muy querido para ellos, por si no estuve a la altura. He pensado en ello y habré fallado a más de uno y más de dos. Y es que siempre hablo de empatía, para todo. Pero en el caso concreto de las pérdidas, se nota mucho quién ha pasado por algo semejante y quién no. Y no tienen nada que ver lo que me dicen unos u otros, aunque se hayan enfrentado a situaciones similares. 

No obstante la inteligencia emocional de algunas personas es gigantesca, y eso hace que me lleguen "mensajes" muy acertados. Después de mi disculpa, prometo que a partir de ahora actuaré de manera distinta si muere alguna persona cercana de algún amigo/familiar. Básicamente porque a mí ya me está tocando. Y nada tiene que ver contemplar los toros desde la barrera a bajar a la arena y coger el capote. Disculpad también el símil, pero a mi padre le gustaban los toros, y esta entrada también es para él.

Algunas conclusiones que voy sacando de este aprendizaje exprés:

-El duelo es individual. Sí, que una persona fallezca le duele a muchas personas, pero cada cual ha de pasar su duelo, no es algo que se haga de manera grupal, familiar...Lo que no quita que a veces puedas apoyarte en otras personas que están pasando por algo parecido. Y por mucho que me duela no puedo cargar con la mochila-responsabilidad de ayudar a los que más quiero a pasarlo, porque no puedo ayudarlos.

-El duelo no tiene una velocidad estipulada. No hay una velocidad mínima ni una máxima a la que se pase. Cada uno, con sus vivencias previas, su bagaje emocional, y las "herramientas" de las que disponga, irá a la velocidad que crea más conveniente. Y nadie debería juzgar si eso es ir "rápido" o "despacio". Todo es muy relativo. Cada cual a su ritmo. Cada uno necesita un tiempo distinto.

-El duelo a veces es mudo y otras un cotorro que no cesa ni bajo el agua. Cada persona vive el duelo a su manera. Se puede guardar lo que siente o decidir compartirlo. Puede llorar sola o acompañada, o no llorar. Puede verbalizar lo que va sintiendo día a día o no decir ni pío. O unos días tener ganas de responder a los mensajes y otros ganas de mandar a más de uno a hacer puñetas. Y eso incluye quedar con gente y salir o recluirse en casa. Aunque no tiene porque ser una cosa u otra, me parece que quedar con quien creas que vas a sentirte más cómodo (según muchas circunstancias), no está reñido con optar por la soledad en determinados momentos. 

Personalmente, y no sabía cómo iba a reaccionar, prefiero hablar de lo que siento, pero tengo el poder de decidir cuándo, cómo y con quién. Sigo teniendo llamadas que no he cogido o mensajes sin responder. Me ha pasado que hay gente que llama en un momento en el que no me apetece hablar, y no creo que tenga que obligarme a hacerlo. O también haber hablado más veces del mismo tema en muy poco espacio de tiempo, y no tener ganas de repetirlo, porque duele, y mucho.

-El duelo no tiene que ser visible. Si me visto de rojo no quiero menos a mi padre. Si me maquillo no quiero menos a mi padre. Si suelto una carcajada no quiero menos a mi padre. Su ausencia es lo verdaderamente visible. Se nota que no está en cualquier lugar, situación, parte del día...

-El duelo a veces necesita de ayuda externa. En general las personas no cuidan su salud mental todo lo que deberían. Y no pasa nada por acudir a alguien para tratar temas delicados, que tal vez hagan daño a nuestros pensamientos y sentimientos. Me parece que nadie nace enseñado, y ante determinadas situaciones novedosas, es complicado saber gestionar lo que nos está pasando. Aunque a nadie se le puede obligar a recurrir a esa ayuda.

-No hay por qué hablar del duelo. Como dije hace algunos párrafos, el duelo es individual. Pienso que hay tantas formas de duelo como habitantes en el mundo, me da igual si insisto en este punto, pero considero que muy importante. Y hay que respetar si alguien no quiere hablar de ese dolor, de esa rabia, de esa etapa tan amarga. A veces un inocente ¿cómo estás? es un cuchillo. O que me escriban como si fuera un día normal, y no hubiera pasado "nada". Y sí, sí ha pasado...

-Hay un antes y un después del duelo. Mejor dicho, creo que es un antes y un después de un fallecimiento de alguien a quien amas tanto. Porque cambia a cualquiera. No me siento la misma que antes de esa noche del 1 de agosto. En esencia sí. Te toca espabilar mucho en pocos días. Verte en situaciones que ni en tus peores pesadillas. Afrontar retos que parecen subidas al Everest. A lo mejor lo que para mí son retos, para otros son "chorradillas", pero hay que pasarlas. Y cada uno a su ritmo.

Y de momento no voy a poner nada más respecto al duelo.

Os pido comprensión, paciencia, empatía y escucha. No soy la misma con todas las personas porque el vínculo con cada cual es diferente. Y depende en qué momento me pilléis.

Tengo una suerte bárbara porque con muchos podría irme de aquí a la luna. Hay gente, más bien pocos,  que me ha decepcionado, pero probablemente no sea culpa suya, sino del momento que estoy atravesando, u otros factores comentados en otras partes de esta misma entrada. Pero, siempre hay un pero, son muchas más las personas que han sabido arroparme, sin agobiarme, empatizar sin hacer daño, acompañar sin hacer ruido...Gracias infinitas, sí, otra vez. No me voy a cansar de repetirlo. Porque este es el primer gran bofetón que me da la vida. Eso sí, ha venido con fuerza.

Gracias a los que habéis compartido cuestiones muy íntimas relacionadas con pérdidas vuestras. No es fácil compartir lo que nos duele, yo digo que a veces ese dolor es una especie de pellizco en el corazón. Veo bastantes paralelismos y os conozco todavía más y a mí mejor cada día.

Y la última parte es por el día en el que esto verá la luz. Papá, tu cumple, el 15 de agosto. Te has quedado a solo 14 días de poder soplar las velitas del 76. Encontré hace nada el ticket de compra de las velas, con fecha del 28 de julio. Manda huevos. Sé que tú no eras muy de poner números con tu edad. Pero a mí me gusta hacerlo con mamá y contigo especialmente, porque es una señal de que estáis. Esta vez ya no vas a hacerlo como siempre, con nosotros tres (mamá, Míguel y tú), pero quiero soplarlas yo. No sé si me ayudarán o no, o si tendré fuerzas para ello, pero siento que esas velas eran tuyas, y no debo castigarlas en un cajón o reciclarlas, sin más, para otros cumpleaños. Total, un par de semanas más y lo habríamos podido celebrar juntos. Cosas del destino.

Intento centrarme en los innumerables momentos felices de todos los años compartidos contigo. Y en mi caso, son cuarenta años largos. Si bien no tengo recuerdos desde que estaba en la cuna, sí cuento con fotos y todo lo que nos contabais mamá y tú. Como el no dejaros dormir casi nada en mi primer año de vida. Lo siento, je, je. Seguramente ya tenia ganas de observar detalladamente todo lo que me rodeaba.

Hasta me acordaba de ti librándome de una araña hace algunas noches. Estaba sola en casa, y de repente al ir a mi dormitorio ahí estaba ella, muy negra, grande y fea. Estaba en la pared, justo por encima de mi cabecero. Mi primer impulso fue llamarte a grito "pelao", como solía hacer, para que acudieras en mi auxilio. Pero no lo hice. Pensé, papá ya no está, pero a esta araña me la cargo yo solita, como hacía papá. Y así fue, claramente sabes que con ella en la pared no habría podido pegar ojo.

Espero que el dolor por tu ausencia vaya atenuándose con el paso del tiempo, pero entiende que tu marcha está muy reciente y cuesta recomponerse. 

Sigues vivo en nuestros recuerdos y en nuestros corazones. Y este 15 de agosto de 2023 seguramente sea un día tristísimo para nosotros, por ser el primero sin ti. Pero es lo que nos ha tocado, lamentablemente nos quedan muchas "primeras veces" sin ti. Poco a poco. Ni sufriste, y eso es un bálsamo.

Creo que no llegaste a ver esta foto de los cuatro en el ordenador, celebrando el santo de mamá.

Papá, gracias por todo lo que hiciste por nosotros durante toda tu vida. Allá desde donde estés, sonríenos y sigue cuidándonos a todos como cuando estabas a nuestra vera.

Con mucho amor. Tu hija,

Raquel

PD: esta entrada se acabó de escribir a las 2:40 horas del lunes 14 de agosto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario