jueves, 2 de agosto de 2018

¿Gordofobia?

Hace un rato, sentada frente a la pantalla de la tele, han repuesto un programa de El Intermedio, una sección de Sandra Sabatés llamada "Mujer tenía que ser." En esta ocasión salía la actriz Itziar Castro, fue nominada como actriz revelación en la edición de los Goya de este año.

Ver Mujer tenía que ser_Itziar Castro EL INTERMEDIO

Tengo una opinión que se asemeja bastante a la de Itziar. Me gusta mucho el titular, extraído de la conversación de Sabatés con ella, que aparece en la web de El Hormiguero: "La obesidad no es sana, pero siempre habrá alguien que te critique por ser diferente."

Soy consciente, me lo habréis escuchado/leído o lo que sea muchas veces, que el físico es nuestra carta de presentación. Nos guste o no, lo veo así. Cuando conoces a alguien, por la razón que sea (trabajo, pareja, fiesta, amistad...), la primera información, sin necesidad de mediar palabra, nos la proporciona la vista (también el olfato). No digo que sea bueno o malo, pero la vista me parece la protagonista. Y soy muy de utilizarla, porque nos da una cantidad de información ingente, que a veces no nos da ni tiempo a asimilar. 

Me encanta mirar a la gente a los ojos, si no actúo así con alguien es porque no me siento cómoda, por el motivo que sea, o quizá detecte que esa búsqueda de complicidad, de conexión, no es mutua. Y hay veces que la mirada es de alegría, otras transmite preocupación, a veces refleja tristeza, en ocasiones miedo, cariño, nerviosismo, satisfacción...Y aquí hay un punto de inflexión, porque como persona gorda que soy, conozco muy bien una mirada en concreto, la de asco. Me cruzo con ella con frecuencia, puede que con más de la que sea consciente, porque si voy por la calle camino a lo mío y no escudriño cómo me mira cada uno de los que se cruza conmigo (¡no tengo yo otra cosa que hacer!). A veces esa mirada se acompaña de algunas palabras nada amables, que se permiten decirme sea gente conocida o desconocida. La verdad es que no dejo de sorprenderme. Debo reconocer que lo de decirme "algo", actualmente pasa muy poco, pero muy de cuando en cuando continúa sucediendo.  Y no voy a hacerme la fuerte, duele, por la incomprensión, por la ausencia de empatía y por mil y una razones que no me apetece exponer aquí. Y las miradas esas de asco y/o desprecio sobran. No obstante, igual que me he topado con esas miradas (y/o palabras), también me han llamado guapa, las cosas como son, incluso desconocidos.




Efectivamente, como comenta Iztiar Castro, la obesidad no es sana, pero nadie es quien para juzgar la vida de los demás, o eso creo. Por ejemplo fumar tampoco es sano, y no voy por la calle (ni por ninguna parte) diciendo burrradas a los fumadores o a los que hacen algo que no es bueno para ellos, salvo que estén poniendo en peligro a otros.

Así que a los que miráis a otros con asco, da igual el motivo. Miraros bien el ombligo, pensad por qué hacéis eso, y plantearos si deberíais seguir haciéndolo o no. Un poquito de empatía, por favor. Qué bonito sería dejar de machacar al de al lado simple y llanamente porque es distinto a nosotros. Dicho queda.

No sé si hay gordofobia o no, solo sé que el mundo tiene hueco para todos, aunque algunos no tengamos el peso ideal. Y aunque a otros les pese (qué caprichosas las palabras), sé que he encontrado mi lugar en el mundo, ocupe lo que ocupe.

Aderezo la entrada con una ilustración de Sara Fratini, una gran ilustradora.



Como remate os dejo un vídeo que he encontrado rebuscando en Youtube, se llama "Por todas las veces que me llamaron gorda."



4 comentarios:

  1. Querida Raquel : yo también soy gorda.
    Y a estas horas, pienso, "si además de lo maravillosas que somos como personas y como profesionales, tuviéramos una buena figura,seríamos casi perfectas, no te parece?Déjame que peque de autoestima alta, ja, ja.

    ResponderEliminar
  2. GRACIAS, querida seas quien seas. Es una lucha diaria, sé que la perfección no existe, ni en los demás ni en mí misma, tampoco aspiro a ella. No obstante, es complicado (a ratos) mantener una autoestima adecuada cuando hay que lidiar con gente dispuesta a vomitar por la boca sin filtrar por el cerebro lo que antes va a decir su lengua. Y sin hablar, que hay miradas que son auténticas declaraciones.

    ResponderEliminar
  3. ¡Hola amiga! Pues yo creo que la gente que hace eso es la primera que sufre por dentro. Si alguien es verdaderamente feliz, solo quiere que los demás también lo sean. Y ya que este blog va de educación: creo que es una asignatura pendiente educar en la autoestima, tanto en las familias como en las escuelas ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Marta. Quizás sea así, eso de sufrir por dentro.
      Estoy de acuerdo contigo en lo de ser feliz.
      Y en cuanto a lo de «educar en la autoestima, en mi caso sí que lo intento. El problema viene por lo mismo de casi siempre, no remar todos juntos en la misma dirección. O tal vez no respetar hacia dónde rema cada cual. He conocido docentes que tienen asco a sus alumnos, otros que machacan a los que no responden como ellos creen que deberían hacerlo y un largo etcétera que da miedo. Y lo que es peor, he visto casos de familias haciendo lo propio. Si alguien trata de poner los cimientos y llega otro, de repente, y los destroza...¿Qué hacemos? Desde que entré en Compensatoria he alucinado, para mal, con la baja autoestima de un número importante de alumnos. Y respondo a mi pregunta lanzada antes: seguir luchando y seguir intentàndolo.

      Eliminar