miércoles, 14 de marzo de 2018

EMOCIÓNATE: día 18, EMPATÍA (continuación)

Encantada de continuar "trabajando" con mis alumnos  la empatía. Todo lo que viene a continuación es de hace unas horas, de hoy miércoles 14 de marzo. 

Si lo pienso un poco, en este momento me refiero a trabajarla de manera específica pero, en realidad, todos los días, todo el tiempo, esté en el cole o en cualquier otro lugar, intento actuar de una forma empática (no siempre lo logro) y la empatía está presente, mucho más que los cuadernos o los libros de texto.

Y, a pesar del riesgo que conlleva empezar así, les lancé una pregunta breve, que no quiere decir simple:
¿CÓMO TE SIENTES HOY?

Cada uno respondió y si quiso explicó un poquito su respuesta. Obligar, no obligo a nadie, y menos tratándose de cuestiones personales. Eso sí, si las miradas pudiéramos traducirlas en palabras...

Continuamos la tarde con el texto de"Los clavos en la puerta." Si lo buscáis en internet, hay distintas versiones, esta es la que escogí, corrigiendo alguna palabra:

Historia LOS CLAVOS EN LA PUERTA.

Después de leerles la historia anterior, hablamos de la necesidad de tener cuidado al decir o hacer algo. Y del daño que nuestras palabras o actos pueden hacer a otras personas. Por supuesto insistí en que una vez hecho el daño, aunque nos disculpemos, las cosas no vuelven a ser exactamente igual, porque siempre queda algo, no pienso en rencor, sino más bien en algo de dolor, malestar, desconfianza...Creo que me entendieron a la perfección. Yo misma pensé en opciones parecidas a las de los clavos para tres de mis alumnos más temperamentales. Lo que ocurre es que todavía no he dado con algo que pueda servirles, pero no descarto nada, seguiré dándole vueltas. Acepto sugerencias.

Luego les dejé un vídeo de un bebé llorando. Les invité a fijarse con detenimiento en el llanto del bebé. Al acabar les dije que por parejas o tríos, hablaran de por qué motivo podía estar llorando aquel niño. Y, que después de darles unos minutos y escuchar sus respuestas, yo misma les daría la solución de por qué lloraba el bebé. Fue una mentira piadosa, quería que reflexionaran sobre esa situación: un bebé llora y desconocemos el motivo.



Mis alumnos, muy inteligentes ellos, enumeraron unas cuantas razones que explicarían las lágrimas del bebé: tiene hambre, se ha hecho pis, tiene sueño, se ha hecho caca, está solo... Les dije que sus respuestas eran todas válidas.

Cuando los hube escuchado a todos, les expliqué mi mentirijilla. En realidad no tengo ni idea de la "solución", pero les expliqué que eso mismo puede pasar cuando ellos se encuentran a un compañero llorando. Podemos interpretar las señales, y asociar que si alguien llora es porque está triste, pero si no nos acercamos a preguntarle directamente, a preocuparnos por lo que le pasa, solo estaremos haciendo conjeturas. Y ahí está la gracia, en preocuparse por el otro, en tratar de ponernos en su lugar y pensar cómo nos gustaría que actuaran los demás si somos nosotros lo que estamos llorando.

Y para acabar, un ejercicio de empatía puro y duro. Papelitos en un tarro de cristal que presentan distintas situaciones, del tipo ¿Cómo te sentirías si...
un día, sin motivo aparente, uno de tus mejores amigos deja de hablarte?

Cada niño o niña cogió un papel del tarro y leyó lo que le había tocado, bendita lotería que a algunos les tocó justo el papel que yo había pensado. 


Imnagen propiedad de Raquel Plaza Juan.
Como son bastante curiosos, al final, cuando el tiempo se nos había esfumado, abrieron todos los papeles para ver qué ponía en cada uno. Otras veces he dado una cuartilla a cada alumno con situaciones de ese tipo, a las que tenían que responder por escrito, con una posterior puesta en común de las respuestas de todos. U otra opción distinta, dar una hoja por grupo y que lo hablasen primero en pequeño grupo y luego interviniera el portavoz de cada grupo. Pero como somos pocos, no le veía mucho sentido...

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