miércoles, 11 de abril de 2018

EMOCIÓNATE: día 21

Estoy segura que alguna vez os ha pasado, que os esforzáis para que algo salga bien y alguien se empeña en todo lo contrario, en lograr que todo salte por los aires. Pues bien, algo así me ha pasado a mí esta tarde.

Que sí, que la vuelta a la rutina después de once fabulosos días de asueto es difícil para todos. A mí lo que más me cuesta es reencontrarme con el despertador, porque aunque me levanto a la primera (rara vez eso de "cinco minutitos más"), que suene a las 7 de la mañana ni me agrada ni me agradará nunca.

En esas estamos, intentando retomar el ritmo de todo, cuando a mitad de semana toca el turno del taller Emociónate. Hoy vinieron siete alumnos, que creo que son los que ya van a estar de manera fija. Planteo recuperar las manos que estampamos de manera individual sobre cartulinas,  van pasando por las manos de todos y todos nosotros tenemos el "encargo" de poner en la cartulina de cada cual un adjetivo o algo agradable de esa persona. Sin anonimatos (tengo mis motivos), poniendo quién ha escrito qué. Matizo que si alguien no va a escribir algo que sea bueno de alguno, con sinceridad, que se ahorre la tinta. Un alumno protesta, cuando tiene mal día parece que todos los demás lo tenemos que tener, y lo peor es que hay momentos en los que se sale con la suya (hoy fue uno de esos). Escucho comentarios que no me gustan un pelo y cosas que no entiendo, no entiendo que dos alumnos prefieran dejar en clase y no llevarse a casa la hoja con lo que sus compañeros y yo les hemos escrito. No me entra en la cabeza, o mi cabeza elige que no le entre porque el corazón no lo comprende...¿Alguien me lo explica? 

Habría preferido poner una foto de las manos en general, como conjunto, pero algunos niños no querían. Como no tengo ningún problema en compartir la mía, justo debajo la tenéis, y no me habría importado publicar lo que le puse a cada uno.

Podéis ampliar esta imagen o cualquier otra, pinchando sobre ella

Doy paso a la segunda actividad, que se imaginen que son un árbol. Solo tienen una cartulina blanca y pintura de dedo de los tres colores primarios. Advierto que no pueden usar los pinceles, únicamente los dedos. Deben imaginarse cómo es el árbol que son y pintarlo, así de simple (o de complicado).

Cuando la actividad está ya muy avanzada, el mismo niño que fue el que más dio la nota en la primera parte, veo que está pintando con un pincel. Me avisan los demás. No monto el pollo porque a estas alturas de la película creo que es mejor no discutir con él. Pero no, no basta, sigue en su línea, provocando a compañeros, picando a un "amigo" que, para mi desgracia, se deja llevar por él. Hasta que llega el "hasta aquí hemos llegado" y les digo a ambos cuatro cosas. Su actitud, cuchicheos, desprecios hacia los demás...Lamentable. No volverá  a repetirse semejante escena, he puesto demasiado tiempo, cabeza, pero especialmente ilusión y corazón en este taller, como para que venga un alumno rebotado de casi todo y enfadado con el mundo, que quiera derribar todo cual castillo de naipes. Y confío en que varíen, él y el que tristemente pega un cambio (para mal) de 360 grados cuando está junto a él. No pienso rendirme y toca darle la vuelta a la tortilla.

Aunque os sorprendan las fotos que, afortunadamente no reflejan el mal sabor de boca que me quedó al acabar o el mal rollo que padecimos todos en algunos momentos de la sesión, doy fe que son de esta tarde.





Todas las imágenes son propiedad de La emoción de aprender
Y enseguida me he acordado de un vídeo que salió en TV en el programa El Hormiguero hace unos tres años y medio, precisamente sobre algo que comentaba anteriormente, "darle la vuelta a la tortilla." La semana que viene, como dicen Mónica Naranjo, Imanol Arias y El Cigala, nos tomaremos un "pincho de felicidad."



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