martes, 31 de octubre de 2023

...Y llega noviembre

Y con él se cumplirán tres tristísimos meses sin ti, papá. Tres meses de lágrimas incontables e inagotables, punzadas en el corazón, nudos en la garganta, dificultades para respirar, taquicardias, rabia, dolor, vacíos infinitos en cualquier lugar y en cualquier circunstancia. Seguimos como podemos, recibiendo pésames. Y sí, estoy convencida de los muchos que todavía nos quedan por recibir. Pero trato de darles la vuelta y verlo como algo "positivo", son personas que piensan en nosotros, se preocupan por nosotros; y, claro está, piensan en ti, te apreciaban por la razón que fuera. Contigo era mucho más sencillo llevarse bien que mal. Lo mismo que menciono lo de los pésames, muchas personas están pendientes de nosotros. Entiendo que cada uno hace lo que le nace, y no es fácil "acertar" en algo así, porque ni yo misma habría imaginado cómo iba a reaccionar hasta que pasó lo que pasó. Gracias de nuevo a todos, y en especial a los que más me "aguantan". Soy consciente que aunque lo mío sea más reciente, los que más tiempo me arropáis, tenéis también vuestras tristezas, y consolarme no es fácil cuando vosotros mismos sentís todavía un dolor semejante, aunque haya pasado más tiempo. De ahí que siga sintiéndome tan agradecida. 

No voy a hablar de otro dolor que no sea el mío, porque cada uno decide lo que muestra y dónde. O si opta por guardárselo para él/ella. Plasmarlo aquí, en el blog, como he dicho en anteriores ocasiones, me ayuda a mí, simplemente por el hecho de expresarlo por escrito. Y además, sigo pensando que puede ayudar, aunque sea mínimamente, a personas que estén atravesando por el duelo, da lo mismo el punto del camino en el que se encuentren. De lo mejor que me he encontrado en las redes en estos complicados (muy sutil soy) tres meses ha sido Miriam Tirado. No se dedica a un sola cosa, pero me quedo con su faceta de escritora. Entre otros libros, es la autora de "El hilo invisible", "La fuente escondida" o "Tengo un volcán." Tengo algunos de sus libros y también los he regalado varias veces. Me parece que tiene una sensibilidad especial y una manera de entender el mundo que puede ayudar a que otros tantos lo comprendamos mejor. La publicación es de Instagram. Da para mucho, me parece imposible leer algo así y quedarse como si nada. Prefiero que la leáis y opinéis.

No puedo estar más de acuerdo con ella. Qué dura es esa ausencia física del que ya no está. Y qué bonito poder encontrar su presencia en una plano distinto. En aquel que sin tocar ni ver, pero hay sensaciones, recuerdos, olores, amor...A veces siento que he alcanzado ese plano. Que empiezo, a paso de tortuga, a "ver" a mi padre, de otra manera, a sentirlo. E intento que todo eso que nos aportó sea impulso para seguir adelante. Y trato de no ahogarme en mi tristeza, sino aprender a lidiar con ella, a convivir con el dolor, a asumir que ese dolor, esa tristeza, me van a seguir acompañando, pero en menor intensidad. Y una persona que me quiere mucho me lo dice las veces que haga falta, "tranquila, es normal." No hay día que no piense en ti papá, pero aun con ese pensamiento, está la idea de la continuación de la vida. A ti se te paró todo ese asqueroso 1 de agosto, y yo entonces sentí que no podía estarme quieta, tenía que hacer lo que fuera para recuperarte, pese a que al instante vi que no, por mucho que me doliera, no era posible, no había nada que hacer. Sentí después que mi cuerpo se paralizaba también, como si me atravesara un rayo. Pero no, sigo respirando, latiendo, sintiendo. Y me gusta pensar, estoy segurísima, que nos mandas fuerza, desde donde estés, y te alegras si nos ves bien; igual que seguro que te pones triste si no nos ves bien. Es una batalla papá, intento que no me venza el dolor, que la pena no me atrape en su red. En muchos momentos siento que lo estoy logrando. Eso sí, despacito, para mí todo está muy reciente todavía. Hemos pasado de ver las flores que tú habías elegido para los Santos, a verme en una tienda eligiéndolas, como si nada. Hasta que aterricé en casa, miré las flores, y me derrumbé. ¿Cómo no hacerlo? De por sí a mí nunca me ha gustado esta tradición, de llevar flores y visitar las tumbas de los difuntos con motivo del 1 de noviembre. No necesito 1 de noviembre. No necesito nada para acordarme de los que físicamente ya no pueden acompañarnos. 

Siempre me ha gustado mirar más allá, no quedarme solo en las costumbres españolas. Por eso os dejo un artículo que recopila costumbres de 8 países en torno al 1 de noviembre. Me parece interesante.

A mí me apetece recordar momentos especiales con los que ya no están. Con mi padre hay una burrada de momentos felices. Y en eso voy a procurar centrarme, en su felicidad, en la felicidad con nosotros, en instantes que reía o sonreía. Y seguro que el 1 de noviembre de 2024 dolerá un poquito menos. Por eso voy a sonreír al recordarte. Me sobran los motivos: por las celebraciones de los cumpleaños de uno de los cuatro; las excursiones a Miranda Do Douro; dar la bienvenida al año nuevo con todo lo rojo que teníamos a mano; las visitas a la Monográfica en las Ferias; las procesiones de Semana Santa; la cabalgata de Reyes desde casa el 5 de enero de 2022; los viajes en el R21 blanco; veros juntos a mamá y a ti en el sofá; leer el periódico a la hora de desayunar; apuntar refranes en cuadernos; escucharte cantar; felicitar a algún familiar por su cumple; ir a la playa unos días; los viajes con el Club de los 60; disfrutar del verano en nuestra casa sin pasar calor; acompañarnos a Míguel y a mí a los Jardines de la Granja y bailar el orden del gordo de la lotería navideña que cogiste allí; disfrutar del musical "El Rey León"; darnos las buenas noches; las tres visitas al salón del Ayuntamiento por los premios del blog; tu cara al empezar a reír y llorar porque había sacado las oposiciones; escucharte las mismas anécdotas al pasar por determinados sitios; las Ferias de Peñaranda; comer los frutos del huerto que pone y cuida mi hermano...Palabras me faltan cuando la emoción me sobra, como afirmó hace más de quince años Fernando Savater. Por eso, rememoremos momentos felices con los que ya no están. Volvamos a pasar por el corazón instantes de felicidad. Démosles espacio a todo ello, pero reservando sitio para todo lo bueno que seguimos viviendo. Y disfrutemos de la suerte de seguir respirando, latiendo...sintiendo. Y tranquilos, el 1 de noviembre también pasará. En nuestras manos está cómo lo afrontamos.

Y los vídeos de cierre van de flamenco. Sara Baras forma parte de uno de los recuerdos felices de mi padre.

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