jueves, 2 de mayo de 2024

1 de mayo. Preguntas y respuestas

*Terminé esta entrada a las 00:20 del jueves, pero no he querido cambiar cómo la había redactado. La mayoría de lo que aparece en ella, fue escrito antes de dar la bienvenida al jueves.

Hoy se celebra en España el Día del Trabajo. Mis alumnos ucranianos y el ruso, parecían perplejos al escuchar que, el Día del Trabajo en nuestro país, para muchas personas que tienen la suerte de tener trabajo, lo celebramos sin trabajar. Felicito a todos los trabajadores que día a día curran como nadie, porque currar es una necesidad. Porque el dinero no crece en los árboles, y porque hay muchos trabajos ingratos, desagradables, mal pagados, con condiciones lamentables. Pero hay gente que los hace, muy probablemente por pura necesidad, no por gusto. A los que contamos con un trabajo con buenas condiciones, enhorabuena, de corazón. Sois/somos unos afortunados, y hay que cuidar esa suerte que muchos otros no tienen.

Este 1 de mayo de 2024 me resulta doloroso, diría que hasta me escuece. También se cumplen, pero no hay absolutamente nada que celebrar, 9 meses de la ausencia más dolorosa que he sufrido en mis 41 años de vida, la de mi padre.  Es curioso, 9 meses es el tiempo que dura un embarazo, traducido a semanas, 40. En algunos casos pone que puede llegar hasta 42. 9 meses en los que se desarrolla, poco a poco, una nueva vida. Pero en mi caso esos 9 meses no son sinónimo de dar la bienvenida a una nueva vida, ojalá. Son sinónimo del tiempo que llevamos con nuestra vida patas arriba, a nivel físico y emocional. De una bomba en el seno de mi familia que nos explotó en toda la cara. Y de la que seguimos con "metralla", para que no se nos olvide nunca ese aciago 1 de agosto de 2023. Ayer alguien, da igual el contexto, me hizo estas preguntas: ¿Cómo estás? ¿Te ha pasado algo importante en este último año?  Esas dos preguntas bastaron para dejarme muda, y eso no es fácil. Así que estallé y empecé a llorar desconsoladamente. Y le hice un gesto con la mano, para pedirle un poco de tiempo para responder a sus preguntas. Me centré en respirar pero no pude cortar las lágrimas durante un "rato", no soy consciente de cuántos minutos fueron, pero me parecieron una eternidad. Agradezco la empatía y el tacto recibido, aunque tal vez no vuelva a coincidir con esa persona nunca más. Gracias por esa sensibilidad, respeto y rotundidad al hablar, pero con cariño. Sé que ahora tengo la obligación de centrarme más en mí, por si no había visto las señales recibidas hasta ahora. Y solo una vez que mejore lo suficiente podré plantearme otros proyectos personales, para los que deseo tener tiempo y las circunstancias propicias, ahora no puede ser. Así que el día de ayer fue un tortazo, aunque espero haberlo recibido a tiempo.

Y con esos mimbres me fui a "empezar" mi jornada en el instituto. No sin antes intentar disimular, sin mucho acierto y pocas herramientas, la llorera previa.  Así que allí tocaron "lágrimas pa' dentro", porque hay que cumplir con las obligaciones, aunque a veces no haya ni un ápice de ganas. Y ni tan mal.

A lo largo de estos 9 meses he comentado algo con muchas personas de mi entorno, lo poco que hablamos de la muerte. Y el golpe que supone afrontar algo para lo que nadie nos ha preparado. Y ayer lo repetí de nuevo, el día que vuelva a ser tutora voy a tratar este tema mucho más. Ya le di un hueco en mi última tutoría en el Fili de Guijuelo, por las circunstancias especiales que se daban en mi aula. Pero ahora veo que quizás necesitaban más, todos.  Y al haber sufrido en mi carnes una pérdida tan dolorosa, ¡qué narices! tan jodida, dispongo de mucha más información que antes (de ese 1 de agosto). Porque hay cuestiones que por mucho que leas, investigues u otros te cuenten, no se conocen en profundidad hasta que no nos toca pasar por ellas. Me habría gustado plantear algo sobre el duelo este curso en mi instituto. Y lo pensé a principio de curso, pero deseché la idea, siento todo muy tierno todavía. Y me parece que me generaría un sufrimiento que prefiero ahorrarme.

Poco se habla de los múltiples dolores que provocan las ausencias de personas tan importantes. Todo nos duele, todo nos recuerda a ellos. Supongo que eso mismo que nos duele tiene su lado bueno, aunque me cueste verlo según el momento.  Llegar a casa y ver esa ropa que nunca más volverá a ponerse. Ver las agujas de los relojes en movimiento y saber que él ya no las verá avanzar día tras día, es que a mi padre le gustaban mucho los relojes de mesa/de pared, los despertadores...Era extremadamente puntual. No poder hacerle preguntas, o darle respuestas. Su olor, no es lo mismo una colonia/perfume aislada que en la piel de alguien, cada uno le da su matiz. El no poderle dar un abrazo o un beso nunca más. No escuchar su feliz cumpleaños en cuanto comenzaba el 21 de agosto. Mirar al sofá y que no esté, leyendo o viendo la tele, o escuchando la radio, era muy de radio. No escuchar sus vivencias de la mili, de Salesianos, de Salmoral...Dejar de ver cómo leía el periódico en cuanto se levantaba, como si el mundo no empezara a girar hasta que no le había echado un vistazo. Ver a mi padre y a mi madre juntos, en cualquier espacio, a cualquier hora, por cualquier motivo, especialmente verlos juntos de la mano. El hueco que ha dejado en todas partes, el físico que sí se ve, y el interior, que no se ve pero se nota tantísimo. Ese hueco interior duele como si me estuvieran clavando un puñal en el corazón. Ese vacío es infinito. No sé, son tantas cosas...Pese a todo, objetivamente, soy afortunada, he podido disfrutar de un padre maravilloso durante 40 años y 345 días. Y sigo disfrutando de una madre y un hermano maravillosos también, aunque no estemos para tirar cohetes, porque cada uno llevamos el duelo como podemos, y no es moco de pavo. Y de mi novio, por supuesto, y de mis amigos, ¡cómo no! Y de otras personas de la familia. Todos ellos son mi mayor suerte, porque personas maravillosas no me faltan, nunca me han faltado.

Y así ya cierro este 1 de mayo, con la herida bastante abierta todavía. Y el convencimiento del  "deber" de  disfrutar del más acá mejor de lo que lo he hecho hasta ahora, porque sigo sin creer en el más allá. Y aunque en días como este las lágrimas estén muy presentes,  las sonrisas también van a acompañarnos. Y quiero ser una mejor versión de mí misma.  Y alegrarme de todo lo bonito que me queda por vivir.

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