jueves, 1 de agosto de 2024

Infinito

Esta entrada no ha sido escrita cuando se publica. Voy a dejarla programada para que se publique el 1 de agosto, a las 21:15. A esa hora, minutos arriba, minutos abajo, se cumple un año, ¡menudo año! de la muerte repentina de mi padre. Pensaba poner "fallecimiento", porque suena más suave, pero muerte es más real, menos edulcorado. He revivido en mi cabeza ese día enterito, esa mañana, esa noche y esa madrugada más veces de las que puedo recordar. Se considere positivo o no, hay detalles que tengo difusos y de los que no estoy segura al cien por cien. Otras por el contrario siguen nítidos, sea positivo o no que mi mente continúe manteniéndolos tan presentes.

Podría decir mil cosas sobre este periodo, entre el 1 de de agosto de 2023 y el 1 de agosto de 2024. Desde luego han sido doce meses complicadísimos de gestionar. He descubierto que las lágrimas nunca se acaban. Y es bueno sacarlas, aunque resulte agotador cuando son muy frecuentes. He vuelto a darme cuenta de la joya de personas que tengo en mi entorno, aunque a algunas no las vea a menudo. A otras las he visto mucho, y han sido un sostén importante y un flotador imprescindible. Porque aunque de esta tenía que salir yo "sola", han estado a mi vera en muchos momentos en los que me sentía hundidísima. Qué fastidiado eso de darse cuenta de haber tocado fondo. De hecho si algunos de ellos se juntaran, podrían hacer un recopilatorio de audios míos llorando, inconsolable. Y como este es mi blog, no voy a hablar de los duelos de mi madre y mi hermano, supongo que hemos hecho todo lo que hemos podido. Hace poco me salió en Instagram un vídeo de Amaia Montero, a raíz de su vuelta a los escenarios de la mano de Karol G, empezaron a salirme algunos vídeos suyos. Y no todos eran musicales.  En este que me apareció, hablaba de la muerte de su padre. Y que ese tipo de sucesos es algo que no se supera, simplemente aprendes a vivir con ello. A mí por una parte me parece tristísimo, pero es una realidad como un puño. Ni he superado ni superaré la muerte de mi padre, solo he aprendido o estoy aprendiendo, a vivir con ello. A intentar deshacer el nudo en la garganta que me produce su vacío, tan inesperado como doloroso. A levantarme cada día sabiendo que la vida sigue, sin él, pero sigue. Eso es durísimo y muy doloroso. De vez en cuando busco su voz, rescato ese audio de WhatsApp de apenas seis segundos de duración. Ese audio del que hablé al escribir aquí, por primera vez, de todo lo sucedido esa fatídica noche del 1 de agosto. Y me encanta escuchar su voz, no me conformo con ponerlo una sola vez. No he seguido buceando para ver si hay más, con ese me vale, y con las palabras de ese mensaje, también. No es casualidad, no puede serlo. 

Y podría haberme ahogado en mis propias lágrimas, lamiéndome las heridas pensando lo mal que me trata la vida por haberme quitado a mi padre, a mi gusto antes de tiempo. Pero va a ser que no, yo no soy así, esa no es mi esencia ni mi manera de contemplar el mundo ni tratar de entender la vida. Esto no quita que haya maldecido muchas cosas, haya gritado, haya estallado, me haya cabreado con el mundo o con algunas personas, no haya tenido ganas ni de salir casa, no tuviera ganas de hablar con casi nadie pero, y es una realidad, estoy bien. Que sí, que hoy es 1 de agosto y hará un año que se fue "para siempre". Lo que pasa que esto se puede enfocar de muchas maneras. Es el aniversario del fallecimiento de mi padre, cierto. El primer año de mi vida sin él, cierto también. Y con todo y con eso soy afortunada, soy muy afortunada, porque se cumple un año de vida sin él, pero casi 41 años de vida con él son los que pude disfrutar. Y eso es una barbaridad, una suerte gigantesca, inmensa. Desgraciadamente muchas personas no han disfrutado de algo semejante. Cerca de 41 años, faltaron 20 días, juntos. Por eso y por cada una de las personas con las que cuento de verdad, en mi vida, repito que me considero afortunadísima. Me sentí y sigue siendo así, muy arropada  Y no iba a poner nombres, pero hay algunos que, según el contexto, merecen una mención especial o una matrícula de honor. De las personas del velatorio no me arriesgo a poner todos los nombres, porque me dejaría muchas en el tintero. Gracias a cada uno de los que se acercaron al velatorio y/o al funeral. 

Atravesando el duelo a mi lado, cada cual a su ritmo y manera, mi madre y mi hermano. No ha sido fácil ni lo está siendo. Insisto en un punto, papá querría que fuéramos lo más felices que se pudiera. Y que estuviéramos unidos. Gracias.

Jorge, mi pareja, mi novio, mi chico. Mi todo lo que él y yo queramos, porque me importa un bledo auténtico lo que opinen los demás. Y te quiero lo que no está escrito. Y esta vez hago una excepción, porque sentía la necesidad de poner tu nombre, sin que hiciera falta leer entre líneas. Las preguntas ajenas y explicaciones, mías, sobran. Gracias.

Y luego ya no sé ni en qué orden poner a estas mujeres excepcionales: Ana Belén, Carmen, Cris (tranquila que pongo el principal abreviado, y va que chuta), Mariate, Marisa, Marta, Mayte, Noemí, Pilar C. y Soraya.  Gracias. Prosigo con la lista de mis mujeres fabulosas. Y por supuesto también Ana y Lourdes (vaya trío...sí), Nekane, Kris con k, Inma, Fany, Lucy, Isa, Anaí,  Myriam, Tess, Pepi, Celia, Chus, Fuen, Sofía, María Josés, Ana, Cris C., Patri, Encarna, Tita, Paqui, Gely, Feli, Charo...La lista es tremenda. Gracias.

También hay nombres masculinos como David, Jesús, Míchel, Arturo, Ramón, Javior y Javiher, Héctor,  Iván, Jose, Rubén, Guillermo...Gracias.

Familiares, especialmente  Ana, Tere, David y Esther,  y Jose. Gracias. Hago hincapié en mi prima Ana, porque gracias a tus palabras sentía que él seguía vivo. Me parece que es una de las mejores formas de lograr que siga vivo alguien que ya no lo está, recordando a esa persona. Y agradezco mucho cada momento en el que lo has hecho, y no han sido pocos precisamente. En mi caso lo hago cada día. Como la canción de "El Rey león", "Él vive en ti". Mi padre sigue vivo dentro de cada una de las personas que disfrutaban de su existencia. Y lo siento muy vivo dentro de mí. Tengo mucho de mi madre y mucho de mi padre, físicamente y de forma de ser. 

Y amigos de la familia, especialmente Pilar y Julián; y cómo no, Mayte. Gracias.

Hay más personas, pero no quiero hacer un diccionario de nombres. Ya me he explayado más de lo que pensaba a priori.

Muchos habéis estado presentes en mis lágrimas, y me habéis acompañado como mejor habéis sabido y podido. Habría preferido que nunca hubierais tenido que hacerlo. Pero uno no elige cuándo morirse. Hace poco me di cuenta que en el porche estaba un calendario de 2023, descolorido. Paralizado en julio. Como se nos paralizó todo un poco, empezando por, probablemente, el corazón de mi padre. Y decidí tirarlo, ya era julio de 2024. Siempre recordaré el aspecto espectacular del cielo de esa madrugada, ya 2 de agosto, desde la entrada del San Carlos Borromeo. Hasta el momento, mi noche más larga. Mi padre era un cagaprisas, y a mucha honra, también lo soy. Quizás por ello el destino, bastante cabrón esta vez, decidió que si se lo llevaba, debía ser el primer día del mes. La de veces que he visto y analizado las fotos de la última celebración fuera de casa de los cuatro juntos. Esa comida en Cuatro Calzadas para celebrar el santo de mi madre. Y no, que no, que por mucho que mire y remire no había nada que me dijera que un par de semanas después íbamos a perder a mi padre. Tengo pendiente regresar a ese restaurante, no quiero sitios a los que me prohíba ir.

Muchos habéis estado ahí también en mis alegrías, y en parte gracias a vosotros han sido más grandes si cabe. Sería injusto reducir un año a lágrimas, penas, dolor, nostalgia y duelo. Ha habido mucho cariño y una pasada de amor. Y momentos felices, también, y que no nos falte la salud, imprescindible.

Decidí a escasos días de este triste aniversario, no pasar este 1 de agosto en el sitio en el que murió, iré antes, iré después. Pero esta vez no quiero estar allí, por si acaso la tristeza intenta apoderarse de mí. Si por mí fuera, si hubiera sido posible, habría preferido pasar esta fecha junto al mar o contemplando las estrellas, sabiendo que desde ese 1 de agosto de 2023 cuenta con una más, y brilla como la que más. Al menos a mis ojos, que es lo que importa.

No sé si tras esta bofetada del destino salgo  peor o mejor, sé que distinta. No soy la misma desde esa noche de mierda. No puedo serlo. No quiero serlo. 

Y aunque a mí palabras no me suelen faltar, es verdad que la emoción me sobra. Incluyo una serie de "frasecitas" e imágenes, cuando me fui encontrando con ellas, me tocaron las fibras. Y las fui guardando, algunas las he ido dejando caer en mis estados del WhatsApp. La última es algo que he pensando infinidad de veces desde ese 1 de agosto del año pasado. Duele, pero es así. Disfrutad la vida, que no hay vuelta atrás, para nada, y para nadie. 









Papá, aquí te seguimos amando y recordando todos los días, sin excepción.



Y sí, el mundo no se ha detenido. La tierra ha seguido moviéndose. Pongo el punto final a esta entrada con unas palabras de Cristina Saavedra, periodista, perdió en tres años escasos a su madrina, su abuela y sus dos hermanas: "El dolor solo se calma con amor." Gracias a todos. Gracias eternas, papá.


2 comentarios:

  1. La vida sigue, el tiempo pasa, el dolor se va suavizando muy poco a poco. Por eso nos agarramos a esos buenos recuerdos que tenemos y nos aferramos a esos puertos, que siempre nos acogen y nos confortan. Somos privilegiadas, mucho. Gracias por estar siempre ahí, en nuestro camino, en nuestra vida. Te queremos

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    1. Muchas gracias por tus palabras. Y que nunca nos falten puertos a los que agarrarnos. Un abrazo grande

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