Porque ayer por la tarde empecé a escribir esta entrada...
Porque se terminó septiembre y de octubre llevamos ya una semana larga. Porque parece mentira que vaya a cumplirse un año de ausencia, María José Parra Yuste; y presencia, a quien quiero con toda mi alma y volvió a nacer porque le tocaba, sin más. Porque la vida es así de hija de puta y así de generosa. Sí, sí, he escrito "hija de puta". Disculpadme, algunas cosas no hay que suavizarlas. Y a María José quiero seguir recordándola, porque lo que hizo lo hizo muy bien, y me apetece que siga "viva". Que sepas que al hacer muchas cosas pienso en ti, en lo que me habrías dicho, y ya me doy el empujoncito yo sola, especialmente en los días que lo chungo se nota mucho, no que pese más pero...se hace notar. Aunque también en los alegres, al embarcarme en cuestiones para las que sí sigue habiendo tiempo. O en piscinas a las que tú te habrías tirado también, como el "aula abierta" del Venancio. Y siempre que veo a alguno de los que fue alumno tuyo y mío, se me escapa una sonrisa. Disfruto solo con que me saluden, no pido más. También hay uno que compartimos y ya no está en el instituto, pero se deja caer de cuando en cuando, al que no conseguimos ni tú ni yo enseñarle el significado de la palabra respeto, pero como lo bueno pesa mucho más, no pienso pagarle con la misma moneda. Es un impresentable. No todos van a ser recuerdos agradables.Fantaseo con lo que habríamos disfrutado trabajando juntas, a la vez, en el mismo espacio y con los mismos alumnos. Y seguramente lograríamos cambiar un poquito más parte del pedacito de realidad educativa que nos ha tocado vivir. He repasado varias veces desde que falleciste los últimos guasaps que intercambiamos. Siempre quedan cosas por contar, vivencias por compartir, gratitud por expresar e instantes que exprimir. Siempre, sin excepción.
Y ya sigo hoy, 9 de octubre, día en el que nos dieron una noticia de mierda. Y fue un día igual. Más feo no pudo ser, el cielo lloraba a mares, aun recuerdo el trayecto hasta el velatorio en Guijuelo. Cuando por fin escampó y desde el retrovisor se apreciaba un arcoíris inmenso, que tú nos mandaste desde arriba. Y pese a lo duro que fue y lo mucho que escuece el simple hecho de recordarlo, me alegré de haber ido a tu velatorio, era una manera de despedirnos, de empezar a asimilar que ya no estabas, y te perdimos, pero tuvimos la suerte de haber podido contar contigo. Y la vida también es eso, saber despedirse, digerir las muertes, celebrar los recuerdos, las huellas que los que pasan por nuestra vida van dejando en ella. Así que aunque no estés ya, sí sigues estando presente de alguna forma María José. Sé que dejaste huellas preciosas en la vida de mucha gente.
La vida es, además, disfrutar de conocer a alguien que nos atrae, por su personalidad, por su carácter, por su brillo en los ojos, porque tiene "algo" que hace que esa persona sea especial y nos apetezca conocer hasta sus defectos. Y aprender a amar con todo eso, lo que brilla y lo que no reluce. Porque la confianza es amor, la lealtad es amor, la paciencia es amor, la escucha es amor, la calma es amor...Ya dije que el 9 de octubre la vida me dio un tortazo con tu muerte María José. Pero al mismo tiempo me regaló más tiempo con la persona a la que quiero. Y los de arriba o la energía que sea, debieron pensar que le quedaban muchas cosas por hacer en este mundo, no era su día, y yo lo celebro. Por eso fue una semana de contrastes, de muerte y vida, de decir adiós y de agarrar fuerte para que no hubiera más despedidas. Y menos mal que no las hubo. Esos días lloré lo que no está escrito, algo me decía que debía aparentar fuerza, por dentro estaba "acojonada" pero optimista, pensando que todo tiene un límite y, esta vez el corazón en cuestión iba a seguir latiendo. Gracias, vida, porque aunque en otro momento te portaste rematadamente mal, arrancándonos sin avisar a mi padre, con mi pareja no actuaste igual. Creo que él tiene otro cumpleaños, además del oficial, en octubre, para soplar una velita.
A mi padre le decía mucho que no podemos elegir lo que otros nos hacen, pero sí cómo nos lo tomamos. Lo mismo me parece aplicable a cosas que nos suceden, y en ocasiones no hemos visto venir. Al final todo se resume en asimilar (como se pueda) lo que venga y tirar hacia adelante (como se pueda). Que tú te portes bien con alguien, o creas haber actuado bien, no garantiza nada. Y al revés igual, hay personas con las que no tenemos un comportamiento adecuado, y ellas nos pagan con una moneda distinta. Allá la conciencia de cada uno, no creo que nadie la tenga impoluta, tampoco yo. Soy consciente de haber metido la pata con algunas personas, y no haber acertado con mi manera de proceder, y sé que eso puede haber hecho daño a alguna persona. También me he sentido herida con el modo de actuar de alguna gente, y no acabo de comprender por qué, ni estar segura de si hacen algunas cosas intencionadamente o son otras razones las que explicarían su comportamiento. Pero bueno, la vida son días bonitos y días de mierda, días inolvidables y días para borrar del calendario, calma y sobresaltos, conflictos y paz, silencio y palabras, presencias y ausencias, detalles y falta de ellos, estabilidad y cambios, proyectos, miedos e ilusiones, olvido y recuerdos, sonrisas y lágrimas...Todo.
Así que sonrío al cielo, papá a ti también, a ti siempre, a ti el primero. Y soplo virtualmente una velita, por haber superado un año, otro año, con algunos momentos muy difíciles.
En breve espero estar disfrutando del otoño en todo su esplendor. Mi estanción favorita por la paleta de colores que nos regala, las hojas secas, las setas, las castañas, los madroños, las lluvias, la sierra inundada de tonos cálidos, los paseos por el campo, la Granja en otoño, la mantita en el sofá, las pelis en el cine, los guisos de cuchara...¡Bendito otoño!
Ya sabéis que los que se fueron en cierta medida no se han ido del todo. Al menos no mientras alguien los recuerde. Aunque duela, aunque cueste. Las heridas de las ausencias nunca cierran del todo, pero el corazón sonríe por todo lo bueno que dejaron en nuestras vidas los que se marcharon...
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