lunes, 4 de junio de 2018

Popurrí emocional

Hay veces que me siento tan arropada por otras personas que hasta me asusto/me sorprendo. Es una sensación extraña, pero profundamente agradable. Saber que cuando lo estás pasando regular (aproximadamente), tienes mil manos dispuestas a echarte un cable, a invitarte a lo que sea, a regalarte su tiempo, a ofrecerte su compañía, a darte un bastón en el que apoyarte por si las fuerzas flaquean. Y sí, así lo cuento, en tercera persona, porque es más fácil contarlo de esta manera, poniendo un poquito de distancia entre los hechos y los sentimientos, alejándonos de nosotros mismos. Que sí, que tengo mucha suerte, lo sé. Que no me puedo quejar, también soy consciente de ello. 

Por cierto, aunque no siempre acepte las manos que me brindáis justo en el momento en el que lo hacéis, las valoro una barbaridad, y las tengo muy en cuenta.

Y en mitad de la tormenta, o quizá al final de la misma, la vida sigue. Y te das cuenta que empieza a suceder eso que tanto ansiabas pero que ya no esperabas. Y ves que aunque lleven su tiempo, los esfuerzos sí suelen verse recompensados. Lo que pasa es que cuanto tardan tanto, lo que para mí es demasiado, ya creías perdido el tiempo invertido. Y ese caso complicado por el que ya no dabas un duro, da un giro de 180 grados y hasta me entran ganas de pellizcarme para comprobar que estoy bien despierta, que no estoy soñando. Por ejemplo eso me ha pasado hoy en el cole, cuando un alumno/una alumna, ha reaccionado como llevaba esperando una barbaridad de tiempo. He tenido que contener la alegría para evitar que la emoción me desbordara, por dentro estaba brincando.

Si me permitís un consejo, no dejéis de luchar, no dejéis de buscar respuestas, de cuestionaros qué hacéis y cómo, y por supuesto, por qué o para quién.

Todo esto aderezado de tiempo para uno mismo (para mí misma); de personas que valen su peso en oro; de olor a libros nuevos (me encanta); de cretas, carboncillos y otros útiles para dibujar; de notas musicales y, como siempre, de imágenes, imágenes que congelamos en nuestra memoria u otras que la máquina capta para hacerlas eternas. Y quien no lo entienda, no me importa, estoy crecidita para andar dando explicaciones de dónde voy o cuándo. Quería un fin de semana para desconectarme del mundo y conectarme conmigo, que no es poco. Y, como una imagen vale más que mil palabras, os dejo una fotografía que me encanta y ocupará un lugar especial. Es César Brandon, ganador de Got Talent. No canta, no baila, no hace malabarismos con su cuerpo. Pero es contador de historias, poeta y agitador de sentimientos. Me encanta que una persona así ganara el concurso, no me canso de decirlo. Gracias César. Hoy mismo empiezo a sumergirme en Las almas de Brandon. Fue la guinda a un pastel lleno de libros.



Gracias a todos (sin nombres, sabéis a quienes me refiero) por hacerme sentir tan querida. También os quiero, y mucho, por si alguien lo pone en duda.

Ahora empieza un fin de curso vertiginoso entre memoria, informes, alumnos, festival de fin de curso, excursión...¿Y os lo queríais perder? Mucho ánimo a todos lo que, como es mi caso, tenéis mil y una tareas pendientes y no mucho tiempo para hacerlas. Buena semana para todos.

3 comentarios:

  1. Miradlos!
    Dos personas con una gran sensibilidad, sonrientes, empáticas... Las dos escriben como los ángeles , NOS EMOCIONAN .

    ResponderEliminar
  2. Gracias Raque por compartir y darnos a conocer tantas cosas!!

    ResponderEliminar