jueves, 29 de agosto de 2019

Mucha LUZ

Julio fue el mes del descanso, la desconexión, los reencuentros, la tranquilidad, el escaparse (un poquito), el disfrute e incluso tuve tiempo de aburrirme. Llegó agosto y todo cambió, un mes intenso, de idas y venidas, de hasta luegos, felicitaciones por varias razones, bienvenidas, de encuentros y como julio, de reencuentros. Lo bueno de la vida es que no deja de sorprenderme. Y hasta con el cambio menos deseado, empiezo a darme cuenta de la parte positiva, porque la tiene, y a eso me agarro como un clavo ardiendo.

Una amiga me mandó por mi cumple una imagen del ilustrador "72 KILOS." Como me gustó tanto, navegué en internet buscando otras imágenes de ese ilustrador. Una de ellas me ha servido de punto de partida para escribir esta entrada. Es la siguiente:
Siempre lo he sabido, pero a medida que pasan los años veo que soy todavía más afortunada de lo que creía. Estoy rodeada de gente que es pura luz. De personas con las que puedes pasarte hablando horas y horas casi sin pestañear, y el tema es lo de menos, porque tienes la seguridad que ningún tema es tabú (siempre que se digan las cosas con tacto) y que quien lo lee (o te escucha) tiene interés en lo que le cuentas, y tú estás deseando saber qué tal le va a esa persona.

Personas que son luz y que solo habías tenido ocasión de atisbar lo mucho que podían ofrecer, pero se van quitando capas y ganan con cada capa que se quitan. Y me encanta conocerlas con esas capas de menos.

Personas llenas de luz que te colman de cariño, de detalles, gratitud, confianza...Esa clase de gente con la que no dudas en compartir tu tiempo y mantener el hilo rojo que cada vez es más fuerte. 

Y de repente te encuentras con unas palabras preciosas, voces que te emocionas solo por escucharlas de nuevo, tarjetas hechas a mano (y unas dedicatorias preciosas), flores que inundan de color y olor el salón y no te cansas de contemplar, un dibujo dedicado...No sé, una barbaridad de detalles que me hacen sentir muy especial y tan querida que estoy a punto de estallar de emoción, pero he optado por respirar y disfrutar, sin más.

Amigos y amigas que dicen que tienen muchas ganas de verte, así, tal cual, porque sí. Y yo estoy deseando verlos/as también, aunque no tenga una fecha concreta.

Aunque sigo convencida que para poder querer a los demás primero hay que quererse a uno mismo,  veo que soy lo que soy gracias a esas personas de luz con las que he ido coincidiendo. Y ojalá pueda seguir pasando muchos ratos con todas ellas, y sigan en mi vida (y yo en la suya), soplando velas o cualquier otro día, lo importante es saber que están ahí. Intuyo que en septiembre va a haber más cafés que días, y me encanta. 

A veces la distancia ayuda a valorar más a las personas con las que pasas el día a día, y cuando pasas un tiempo sin verlas, te das cuenta de la falta que te hacen y lo bien que estás cuando las tienes a tu lado.

Por eso agosto está resultando ser el "mes de la luz." Me he llevado muchas más alegrías que decepciones y voy tendiendo puentes con los que de verdad me apetecen, porque para mí la amistad, o la semilla de la amistad, tiene que ser algo recíproco, no basta con querer ser amiga de una persona, esa persona también tiene que querer ser amiga mía. 

De ahí que esta entrada sea una oda a la amistad, un pequeño homenaje a mi "gente de luz," a los que ya llevan tiempo a mi vera y a las personas "nuevas" en este círculo, de tamaño suficiente como para sentirme FELIZ, sí, otra vez, uso las mayúsculas para resaltarlo.

Ah...Por supuesto, ¡gracias!

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