lunes, 7 de octubre de 2019

MORRIÑA

Según la RAE, la palabra morriña tiene dos acepciones. La primera la define así:


Del gallegoport. morrinha.


Y como este blog va de eso, de emociones, hoy quiero deciros que siento morriña, tal cual.

La morriña podría tener muchas vertientes distintas, pero de todas las opciones que tenía, esta entrada va dirigida a los niños y niñas de mi tutoría, del Fili de Guijuelo, del curso pasado. ¿El motivo? Porque sí, porque me lo pide el cuerpo, soy una sentimental y me apetece, no hay más cáscaras. El jueves hará un mes que comenzó su andadura el año académico 2019-2020. Y anoche la almohada ya sabía que quería sentarme a dedicarles unas palabras a ellos, a los grandes responsables, pero no los únicos, de mi felicidad dentro de tierras guijuelenses.

Si bien Guijuelo no es mi tierra natal, sabéis que soy salmantina, de Salamanca, sin más, y bastante urbanita por cierto (tampoco tengo por qué disimularlo), siento a Guijuelo como mi segundo hogar.

Va por ellos, por VOSOTROS, aunque me temo que la mayoría no lo leerán, no lo LEERÉIS, no importa, es un mensaje que quiero lanzar y no me quiero reservar para mí.

Echo de menos daros los buenos días a las 9 de la mañana.

Echo de menos hacer sonar a Pedrita cuando a alguno (con o, solían ser niños casi siempre) se le habían pegado las sábanas.

Echo de menos escribir en vuestras agendas (sí, eso también).

Echo de menos vuestra alegría.

Echo de menos estar con algunos de vosotros en el comedor.

Echo de menos escuchar vuestras voces, aun cuando subíais el volumen demasiado.

Echo de menos que me digáis "Raquel qué guapa vienes hoy," y que os fijéis hasta en el más mínimo detalle de lo que llevo puesto, de si tengo mala o buena cara y de qué color me he maquillado los ojos.

Echo de menos vuestras ocurrencias.

Echo de menos "batallar" con vosotros en el comedor para que al menos probaseis la lechuga, el tomate, el puré o lo que fuera que no os gustara.

Echo de menos contaros historias con el libro delante, paseándome entre las mesas para que vierais los dibujos.

Echo de menos recitaros poemas de alguno de mis libros de la biblioteca de aula.

Echo de menos vuestros abrazos, los de dos o los grupales. Especialmente los que no tenían un motivo especial, los "porque sí", o cuando demandábais cariño tal cual, y lo decíais.

Echo de menos cuando hablábais sin filtro, sin censuras, sin miedo, sin vértigo, sin medir.

Echo de menos leer vuestros diarios de vivencias al menos dos veces a la semana. Y echo de menos escribiros algo comentando lo que vosotros me habíais contado en él.

Echo de menos pintaros las uñas.

Echo de menos veros en el patio.

Echo de menos acariciaros la cabeza.

Echo de menos poder estar a vuestro lado cuando se os escapaban las lágrimas.

Echo de menos curaros cuando os hacíais alguna herida.

Echo de menos intentar tranquilizaros cuando os enfurruscábais.

Echo de menos vuestros besos.

Echo de menos buscar la manera de calmaros cuando os notaba nerviosos o muy alterados.

Echo de menos vuestros silencios cómplices.


Echo de menos vuestra picardía.

Echo de menos cualquier gesto de cariño de todos los que teníais conmigo.

Echo de menos cuando al acabar el recreo veníais a explicarme el conflicto de turno, muchas veces por culpa del fútbol.

Echo de menos cuando algunos buscábais el momento para hablar conmigo, sin que los demás se percataran.

Echo de menos los recreos dentro de la clase, en los que nunca estuve sola, porque o había alguien castigado (no solía ser uno solo, sino un grupito) o algunas personas se quedaban de manera voluntaria, da igual lo que propusiera que íbamos a hacer. Da igual la razón, la verdad es que al final hasta los castigos no eran para tanto y acabábamos pasando un rato agradable.

Echo de menos daros galletas o lo que tuviera cuando se os había olvidado el "almuerzo" u os habíais quedado con hambre.

Echo de menos cuando hacíamos botellas de la calma y la cara que poníais al ver el despliegue de purpurinas que había a vuestra disposición.

Echo de menos vuestras sonrisas, tan puras, tan sinceras, tan dulces, tan únicas.

Echo de menos vuestra gratitud.

Echo de menos el sentido del humor en las aulas, hasta explicando Matemáticas.

Echo de menos desear que el curso no terminara, pese a estar agotadísima física y mentalmente (y querer volver atrás, para regresar al estreno de 5º de Primaria).

Echo de menos ver vuestra cara cuando, tras muchas explicaciones, habíais entendido algo que antes no alcanzábais a comprender.

Echo de menos vuestras miradas, que aprendí a interpretar y a valorar, como oro en paño. Especialmente cuando solo con una mirada ya nos entendíamos.

Echo de menos lo que no está escrito, nuestra media hora de educación emocional de los viernes, nuestras "Pinceladas de emoción."

Echo de menos incluso hasta vuestras interrupciones para contar alguna anécdota, y esa habilidad que tenéis para enlazar una con otra, aunque no tengan nada que ver.

Echo de menos veros crecer día a día, y alegrarme con cada cambio físico o de actitud que iba notando.

Echo de menos que el lunes por la mañana viniérais corriendo a mi mesa a contarme con pelos y señales algo que os hubiera sucedido durante el fin de semana.

Echo de menos escucharos hablar de vuestras familias, y notar cómo se os ilumina la cara.

Echo de menos las cosas especiales que hacíamos, como las tarjetas de Navidad, la carta y/o vídeo a la familia, las felicitaciones de los cumples...

Echo de menos animaros a superar miedos, a esforzaros más y a estudiar un poquito cada día.

Echo de menos pensar en detalles para sorprenderos, aunque con que esbozáseis una sonrisa, me bastaba.

Echo de menos vuestra impulsividad.

Echo de menos recordaros la importancia de las caricias emocionales.

Echo de menos haceros fotos, fueran individuales, por parejas, en pequeño grupo o las de toda la clase.

Echo de menos prestaros la cámara para que hicierais también vosotros de fotógrafos.

Echo de menos cambiar la decoración de la clase y ver vuestras reacciones, o colocar algo nuevo y ver quién se daba cuenta antes.

Echo de menos los reencuentros después de un puente, acueducto o unas vacaciones largas.

Echo de menos vuestra confianza.

Echo de menos reírme con vosotros.

Echo una barbaridad de menos las despedidas los viernes a última hora, de uno en uno, plantada en la puerta, deseándonos buen fin de semana y en el que cada cual se despedía como le apetecía.

Echo de menos vuestra complicidad.

Echo de menos deciros, mirándoos a los ojos, lo importantes que sois para mí.

Echo de menos bajarme en la estación de autobuses de Guijuelo, en vez de tener que continuar el viaje.

Pues eso, espero haberos transmitido, no sé si con mucho a poco acierto, el porqué de mi morriña.

Por cierto, sé que no soy vuestra tutora este curso pero, algunas cosas no las va a cambiar ninguna circunstancia: OS QUIERO. Simplemente me apetecía muchísimo recordároslo, porque entrásteis en mi corazón y no vais a salir de él tan fácilmente. No iba a quedarme con las ganas de gritarlo, una vez más, a los cuatro vientos.

GRACIAS por todos esos momentos compartidos, por ser tan especiales e irrepetibles.

https://tintadedos.files.wordpress.com/2008/07/morric3b1a-de-ti.jpg

6 comentarios:

  1. Nosotr@s también te echamos muchooooooooo de menos!y ellos también te quieren mucho... No hay palabras....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sheila te echa mucho de menos todos en general muchos abrazos 😗😗

      Eliminar
    2. Buf y requetebuf, qué difíciles son a veces las cosas. GRACIAS Nekane. A mí es pensar en ellos y me salen muchísimas palabras, aunque el fondo sea el mismo. De nuevo gracias. Cuánto os echo de menos...

      Eliminar
    3. Mil gracias Mariluz. La verdad es que os echo tanto de menos...Era de esperar, fue un curso precioso y hay cosas que no se pueden olvidar. Abrazos apretados para las dos.

      Eliminar
    4. Ellos también te echan de menos por lo menos Víctor se acuerda muchidimo

      Eliminar
    5. Jooooo, GRACIAS por tus palabras Carmen. La verdad es que a diario los tengo presentes. Qué bonito que sea recíproco. Un abrazo

      Eliminar