domingo, 14 de marzo de 2021

Estado de alarma: aniversario

Hace un año a todos nos cambió la vida (en mayor o menor medida). Me quedé paralizada frente al televisor al escuchar al Presidente del Gobierno declarar el "estado de alarma". Fue como si hablara en otro idioma, eso sí, parecía grave, muy grave, no adivinaba por entonces la magnitud mundial que alcanzaría el COVID-19. Pues, pese a todo, debo decir que soy más feliz ahora que hace un año. No estoy bromeando. No me refiero a la fecha concreta de hoy, precisamente no ha sido un buen día, eso no tiene nada que ver. Pero sí a lo vivido en este tiempo, desde ese lejano y a la vez cercanísimo 14 de marzo de 2020.

Si me dan elegir, me quedo con el ahora. Sí, he dejado de recibir muchos besos y abrazos. No obstante los que sí doy o me dan, valen por mil. Por la calidez de los mismos, por todo el sentimiento que encierran en ellos, por muchas razones. El escritor Albert Espinosa dice en varios de sus libros algo así como que al final las pérdidas se convierten en ganancias. Puede ser que eso me haya sucedido a mí. No hay que obsesionarse por lo "perdido" con la pandemia (aunque duela), sino celebrar las "ganancias". He ganado mucha verdad a mi alrededor. A mi vida le sobraban florituras, ha tenido que venir una pandemia mundial para que espabilara. Ahora hay más espacio, y...menos personas. Es verdad que echo mucho de menos a algunos amigos, pero veo en el horizonte, aunque sin fecha, la existencia de reencuentros, y la esperanza ayuda a mantenerse más a flote todavía. Y los que no se lleguen a producir es que no tenían que ser, y ya está, no hay que llevarse malos ratos. Al final en la vida de cada uno se quedan los que tienen que estar.

Nuestras libertades se han visto mermadas, en cuanto a la movilidad geográfica, toque de queda, medidas como la mascarilla, el gel hidroalcohólico o la distancia social...Pero pese a las restricciones, al hartazgo que siento a menudo por ver que la situación se dilata demasiado, sigo manteniendo el "Pero qué feliz soy ahora". Eso a nivel personal, aunque es durísimo gestionar las malas noticias del día a día para mucha gente. Quiero pensar que no nos hemos hecho insensibles, pero no nos tomamos igual el número de fallecidos diarios a día de hoy que en los primeros momentos, por una cuestión de salud mental. Los fallecidos, pero también están los millones de damnificados por el COVID en otros sentidos. Esas personas que han perdido su trabajo, su negocio...y que luchan por sobrevivir. Cruzo los dedos para que los efectos de la Semana Santa no supongan una nueva ola. 

Mientras tanto seguiré llevando una vida lo más normal posible dentro de la anormalidad. Atesorando cada beso, caricia, abrazo apretado, sonrisa, carcajada, mirada cómplice, detalle...Ya no pongo fechas para casi nada, la realidad cuando quiere se puede revolver y darnos un nuevo bofetón. Hacer planes es perder el tiempo. Como canta Alejandra Gúzman, "Bienvenido al presente, el momento ha llegado, de empezar a quererte y, aunque llegue a dolerte, olvidar el pasado..." Si bien es una canción de amor, me parece que gran parte de la letra puede aplicarse a todo lo que hemos vivido en este año (14 de marzo 2020-14 de marzo 2021).

En este año, desde ese 14 de marzo de 2020, me he dado cuenta que no siempre he estado a la altura de personas a las que quiero una barbaridad, y me duele un montón. Quizá mi cabeza estaba demasiado dispersa, no sé. O mis ánimos en un momento bajo, pero no hay excusas. También hay gente que me ha decepcionado, pensaba que eran de una manera y he visto que no, se han desenmascarado. Pero no pasa nada, la vida sigue y...¡Qué bonita es!

Hay que celebrar que estamos vivos, que tenemos gente que nos quiere y a la que querer. Tenemos manos para trabajar y "ganarnos" la vida lo mejor que podamos. Y aunque sea con toque de queda, el día sigue brindándonos 24 horas para aprovecharlos lo mejor que sepamos (y nos dejen je, je). Ya llegarán los viajes, las reuniones familiares/de amigos, los conciertos, las obras de teatro, las celebraciones. 

Sé mucho más que hace un año, y soy tremendamente feliz, aunque todavía tenga muchas cuestiones sin respuesta, porque intento no permitirles que me quiten el sueño (no siempre funciona). Vivamos con prudencia, pero sin miedo. Seamos valientes. arriesgémonos a ser felices, porque vale la pena. 

Gracias inmensas a los que me cuidáis, me mimáis de alguna manera, sois detallistas, pensáis en mí, me queréis, me habéis regalado vuestra confianza, contáis conmigo, os acordáis de mí, me dejáis espacio, me hacéis partícipe de lo más importante que pasa en vuestras vidas, compartís las alegrías y los momentos "chungos". Gracias.



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