miércoles, 17 de abril de 2024

¡Ay, cuántos cambios!...Cosas de maestra

18-abril-2008. Fecha del comienzo de mi viaje como maestra a nivel oficial. Mi estreno como interina.

Y esta vez, al acercarse el aniversario, rememoraba ese aterrizaje en el CEIP "Leonardo Da Vinci" de Parque Coimbra, Móstoles. Esa emoción al entrar en el cole, y ver lo precioso que era el cole. Puedo afirmar, 16 años después, que sigue siendo el cole más bonito en el que he trabajado. Lo siento, no ha habido ningún otro que se le acercara, ni de lejos. Y de allí sigo teniendo preciosos recuerdos y sé, con más o menos frecuencia, de la vida de dos personas muy especiales, Lucila, bueno, Lucy, por entonces maestra de Compensatoria. Y con una sonrisa tan amplia y sincera, que me cayó fenomenal en cuanto nos conocimos. A mí las primeras impresiones me han dado muchos más aciertos que fallos. Excelente ser humano y maestra. La otra es Andrea, un amor de niña entonces. Una gran mujer ahora. Era mi alumna, del 5º de Primaria del que fui tutora por primera vez. Muy especial, siempre lo fue, y con una inmensa calidad humana.  A ambas, Lucy y Andrea, os debo veros con calma, un café sin reloj, sea en Salamanca, Madrid u otro punto de la geografía. Lectores del blog, tranquilos, no voy a hacer un recorrido por personas de cada centro, porque he cambiado una barbaridad, y con tanto destino diferente llega el 20 aniversario y aquí sigo, dale que te pego a las teclas del ordenador.

Entre Leonardo Da Vinci y el IES "Francisco Salinas", ha habido muchos cambios. Cambios en mi vida personal y en la parte laboral. En la laboral el balance de haber estado en tantos centros es muy positivo, y ha contribuido a que no me acomodara. Además he tenido la oportunidad de conocer a personitas maravillosas (alumnos de edades variadas, procedencias dispares y personalidades de todo tipo) y a personas fabulosas (docentes, ya fueran profes o maestros; familias de alumnos, muchas más mamás que papás; alumnos de prácticas, he tenido menos de los que me gustaría, pero tiempo al tiempo; educadoras de ASECAL y "Los Molinos"; personal de Administración y Servicios; y otras muchas que me dejaré en el tintero porque son pocas líneas para abarcar 16 años. A todas ellas, muchas gracias, sobre todo a las que habéis dejado huella en mí y sonrío al pensar en vosotras. 

En mi guardia de patio de hoy, me vino a la cabeza ese patio del Da Vinci. Y pensaba, ¡cómo han cambiado las cosas! No sé vosotros, con la mano en el corazón sigo considerándome una persona muy afortunada, y continúo pensando que mi profesión, la docencia, es la más bonita del mundo. Pero hay días que es extenuante ejercer de "poli malo". Y ya no sabes cómo lidiar con determinadas situaciones sin perder la ilusión, la alegría u otras cosas. En mi primer curso en Guijuelo, allá por el año académico 2013-2014. Estaba en el CEIP "Filiberto Villalobos" (compartida con un cole de Salamanca capital), mi "Fili" del alma, un compañero me preguntó un día que por qué estaba siempre tan alegre. No recuerdo cuál fue mi respuesta, pero es verdad que en algunos lugares, se dan una serie de circunstancias, que hacen que vean mi versión más alegre. Aunque, como en botica, hay de todo, y depende del momento vital en el que esté. 

Me revienta sentir en algunos momentos el empeoramiento generalizado en una parte significativa del alumnado. Y dejo en un lugar secundario la más puramente curricular. Me voy al día a día, a esa sensación de pasotismo alarmante, a no saber qué es la cultura del esfuerzo, a no cuidarse ellos mismos (¡cómo para cuidar sus materiales!), a no respetar a los otros (porque sí, por su aspecto, origen, ideas...), a no apechugar con las consecuencias de sus actos, a no saber comunicarse adecuadamente. a no saber relacionarse con chicos/chicas de su edad...Siento que cada vez están más conectados al móvil, tablet, videoconsola, etc., etcétera. Pero más desconectados de la realidad. De lo que sienten las personas próximas a ellos, de cuáles son sus problemas, qué intereses tienen, qué les pueden aportar; de qué manera pueden ellos "ayudar"...Si de mí dependiera, "desconectaría" todos esos dispositivos que hacen que estén como en una cueva, en su cueva. Hace no mucho alguien, un adolescente, me comentó las horas que pasaba al día con el móvil (viendo vídeos, jugando online...). Y yo pensaba, ¡qué pena! La de horas que no está aprovechando para hablar con sus compañeros, su familia, conocer la ciudad (Salamanca es pequeñita, pero tiene muchos rincones con encanto), pasear...Creo que mi adolescencia sin pantallas, en mi caso la tele y poco más, fue muy enriquecedora. Recuerdo conversaciones eternas en verano. De esas en las que sabías a qué hora salías de casa pero no cuándo llegabas. Y eso no era sinónimo de ir a desfasar, ni mucho menos. Muchas veces era suficiente estar sentados en la casa de alguno o en la acera hablando, de todo y de nada. Porque la adolescencia es época de muchos cambios, y ese círculo de personas de tu edad me parece importantísimo. Una pena lo que muchos se están perdiendo. Menos TikTok y más hacer caso al tic-tac del corazón de cada uno, a lo que sienten los que queremos, o a escuchar a nuestro propio reloj, y lo que nos dice en cada momento. Pero debo ser una antigua, una rarita o a saber. Tampoco me quita el sueño. Procuro salir de casa con el chubasquero, por si acaso. 


Hay días, especialmente en las primeras horas, que les pregunto sobre lo que pasa en el mundo, las noticias más importantes de los últimos días. Rara vez saben algo, como mucho un par de cosas, más si de fútbol se trata. Por lo que sea "pasan" del mundo. Quizá sea que sienten que "el mundo· también pasa de ellos. No lo sé. Tengo una sensación agridulce, y muchas veces acabo la jornada sintiendo que hablo con extraterrestres, o soy yo la de otro planeta. Pero no encuentro la "nave" que me haga coincidir en un punto a medio camino entre su planeta y el mío. Si alguien conoce esa nave, por favor, a compartir se ha dicho. No soy de las que se rinden fácilmente, y para bien o para mal me considero bastante testaruda. 

He decidido que sí voy a celebrar con ellos, mis alumnos, estos 16 años. Con una "chorradilla", pero no quiero que sea un día más en el calendario. Y también con los compañeros más cercanos. A ver si hay suerte y mañana me libro de ejercer de "poli malo". Conste que lo que he expuesto aquí no es exclusivo de un destino concreto, para nada. Desgraciadamente mi lucha es la lucha de muchos docentes en muchos colegios, institutos u otras instituciones de carácter educativo.

Como soy una feliciana, quiero pensar que esto tiene solución. Y las cosas solo cambian si pensamos que pueden ser distintas y ponemos la carne en el asador para que lo sean. A cualquier profe, maestro, madre, padre, educador del tipo que sea, si se ha sentido identificado con lo explicado aquí, quiero darte un mensaje: No estás solo. Y el cambio es posible si entre todos arrimamos el hombro y ponemos de nuestra parte.

Papá hazme el favor de brindar por esos 16 años. Ya ves, no hay ni una sola entrada en la que no pueda mencionarte. Con mamá y Miguel Ángel, tranquilo, en cuanto se pueda intentaré que podamos celebrarlo también.

El camino, en estos 16 años, ha tenido páginas inolvidables, mágicas, dolorosas, sudorosas, rabiosas, olvidables, especiales, ilusionantes, hermosas, alegres, tranquilas, amorosas, amables, cariñosas, valientes...Todas ellas muy educativas. Ojalá sigan abundando las buenas, porque a medida que pasan los años, las malas no es esfuman, pero siento cómo se desvanecen, y hasta los peores momentos vividos en algunos centros, pierden mucho peso y sienten mucho más ligeros.

Vamos a celebrar que hoy estamos aquí, y que un puente educativo precioso, asoma en el horizonte. Procurad ser felices, lo que tenga de pasar sucederá igual.

Gracias por compartir parte de este camino...Y lo que me queda.

Todas las fotografías son propiedad de Raquel Plaza Juan.

1 comentario:

  1. Felices 16 años docentes. Brindemos para que los siguientes sean tan especiales como estos. 😘

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