lunes, 31 de agosto de 2020

2020-2021: El curso de los retos

Esta entrada podría tener millones de destinatarios, obviamente llegará a un número de personas relativamente reducido, pero el mensaje es el mismo lo lean 10, 200 o 3.000 personas. He apurado hasta el último momento para escribirla, porque quería disponer de la información más reciente por unos medios u otros, antes de escribirla.

En primer lugar, gracias a los equipos directivos de los centros educativos que, a la carrera, sin saber muy bien qué nos deparará septiembre, entregaron el correspondiente Plan de inicio de curso antes del 31 de julio. Gracias por ese esfuerzo ingente que habrá supuesto bastantes quebraderos de cabeza y ayudará a empezar el curso con un poquito menos de incertidumbre y bastante organización. Y no sé a vosotros, pero a mí llegar a un sitio donde veo que la organización está muy clara, me da tranquilidad, y por lo que me ha llegado la tendría tanto en el cole del que me despido, el CEIP Filiberto Villalobos de Béjar, como al que llego, el CEIP Severiano Montero de Peñaranda. Por eso este primer punto es un agradecimiento a  todos los equipos directivos en general y, en particular, a los dos que ahora me tocan más de cerca. 

A todos los docentes, no sé como lo veis muchos de vosotros, otros tantos sí, porque es el tema de conversación más recurrente este mes, pero ojalá hayáis podido recargar las pilas este verano. Sí, ha sido un verano anómalo, para todo el mundo, de la comunidad educativa y de cualquier otro ámbito.  papás y mamás, alumnado y profesorado. Y creo que no espera un curso plagado de retos. Os animo a que los afrontéis con paciencia, esfuerzo, ilusión, inteligencia emocional, flexibilidad, cariño y empatía. Nos vamos a encontrar ante situaciones novedosas y muchas pueden descolocarnos. Espero que apliquemos el sentido común y tengamos claro cuál es ahora la prioridad. La mía es la salud, la propia y la ajena. Me importa mucho mi salud, pero mucho más la de los míos, y eso sí me asusta. Tengo miedo a contagiar, especialmente a mis padres, más que a contagiarme yo. Por eso creo que "dar clase" va a ser secundario. Tenemos unas nuevas rutinas que hay que cumplir lo mejor que se pueda por el bien común. Y no nos engañemos, llevan su tiempo y tienen su complejidad. Seguramente al principio nos roben más tiempo, pero hay que acostumbrarse y tenerlas presentes siempre. Y por muy bien que cumplamos con ellas, suponen un tiempo a tener en cuenta.

Además de la salud, quiero que mis alumnos estén lo mejor que se pueda, en la parte que dependa de mí. El nuevo escenario a priori puede derivar en clases más aburridas, monótonas y frías. No sé muy bien cómo lo haré, pero pondré toda la carne en el asador para evitar que se aburran, desconecten o no se sientan cómodos en el aula. Tenemos distancia social, mascarillas que limitan bastante nuestra comunicación no verbal, y no podemos relacionarnos los unos con los otros igual que antes. Deseo de corazón dar con la manera para hacerles sentir bien, escuchados, comprendidos, queridos, apoyados...Para mí mi alumnado es lo más valioso que tengo en mi profesión, siento lástima por los maestros que no lo ven así. Creo que explotaré al máximo el lenguaje de las miradas y los gestos con las manos, sin temor de hacer el ridículo. Hay que hacerse entender, hay que llegar a ellos. Debemos reírnos en las aulas, sonreír bajo esas mascarillas, aprovechar el tiempo, disfrutar de la compañía pese a las distancias, escuchar a todos, darles su espacio (y no me refiero a la distancia social) y aprender todo lo que las circunstancias nos permitan. 

A los alumnos sé qué decirles, pero quizás el cómo no lo tenga tan claro. Respetad lo que os digan desde vuestros hogares y en vuestros institutos o colegios, pensamos en lo que es mejor para vosotros. No siempre vamos a acertar, pero intentaremos hacerlo razonablemente bien. No penséis que sois una generación perdida, de eso nada. El COVID-19 no os convierte en generación perdida (cada vez que lo escucho siento un sarpullido). Como mucho quiero pensar que en total se "perderá" un curso. Hablo de perder en términos académicos, en la parte humana no, algo sí, pero no tanto. Habrá que dar con nuevas formas de socializarnos, no nos queda otra salida. Aunque tengamos distancia social, quiero pensar que daremos con la fórmula de tener calidez humana, de sentir el cariño de la gente aunque no haya besos ni abrazos ni nada que implique riesgo por el contacto físico. Y a lo mejor este curso aprendéis menos contenidos del currículo puro y duro, pero sí conseguimos que os llevéis algunas enseñanzas valiosas para la vida, habrá valido la pena, y el esfuerzo y los desvelos tendrán sentido.

Quiero conocer a mis nuevos compañeros, a los niños y niñas con los que voy a estar en las aulas y en el patio, y a sus familias. No sé si en algún momento  tendremos alguna clase en cuarentena o no quedará otra que cerrar durante un tiempo el colegio. Pero como no sabemos si eso sucederá o no, intentemos disfrutar del día a día.

Como por desgracia no tengo una lámpara mágica que frotar para desear que vuelva ya la antigua normalidad, tal vez en los términos que la conocíamos no regresará jamás, quiero vivir el presente y disfrutarlo porque ahora sí que sí, ni idea de lo que nos deparará el futuro. Sé a quiénes tengo ahora en mi vida y con eso me basta. El a quiénes tengo implica con los que de verdad, sin límites ni condiciones de ningún tipo, puedo contar. Y eso sí tengo que agradecérselo un poquito a la pandemia, me ha acercado más a quien el destino debe querer que me aproxime. Todo pasa por algún motivo, lo repetiré hasta la saciedad. Y también me va alejando de los que, por lo que sea, no cuentan conmigo, yo para ellos no cuento o cuento menos que antes.

Hace más de una semana, cuando escuchaba la radio mientras iba al volante, hablaban de la "vuelta al cole." Decían cosas interesantes así que subí el volumen un poquito. Me quedo con una idea, este va a ser un curso de "Educar para la vida." Todos deberían ser así, sin excepción, pero hay personas más testarudas que yo (ya es decir), empecinadas en anteponer la parte académica a la humana. A mí me apasiona la idea, y la repito en mi interior (Educar para la vida)...Y este es el momento, nuestro momento. Me parece que ha llegado la hora de abrir las puertas de los coles y de los institutos de par en par a la educación emocional. Dejemos que nuestros niños, niñas y jóvenes expresen sus alegrías, preocupaciones, miedos, tristezas, ilusiones, dudas...Todo, y si eso supone "sacrificar" un tema de Mates (o de lo que sea), ¿por qué no? Lo tengo muy claro y os invito a, con los medios que tenemos, aprovechar las circunstancias actuales para emprender una pequeña revolución educativa, aunque el Ministerio no ponga los recursos humanos y materiales en la cantidad que haría falta. No os rindáis, apoyaos en vuestros compañeros, de vuestro centro o de otros. Juntos llegaremos más lejos.

Y respecto a las familias también me apetece dar algunas pinceladas. Entiendo los miedos de muchas. No sé qué haría en vuestro lugar, pero comprendo que, tal cual está el patio, algunos optéis por no llevarlos a los coles o institutos, al menos de momento. Nunca va a existir riesgo cero, pero vosotros decidís si van o no. Soy consciente de lo que dice la ley, la escolaridad es obligatoria desde los 6 hasta que vuestros hijos cumplan 16 años. Pero a veces hay que ajustar las leyes a la realidad, y no sirven para todas las situaciones. Y esta pandemia ha roto muchos de nuestros esquemas, por eso no deberíamos cerrarnos en banda, sino abrir puertas a los cambios. No cambios porque sí, más bien consensuados, reflexionados y que sean para mejorar, que nos permitan crecer. Las familias jugáis un papel importantísimo también, para transmitir prudencia pero no miedo a vuestros hijos. Una vez más os invito a remar juntos, parte de nuestros (de los docentes) éxitos o fracasos educativos con el alumnado dependen de cómo las familias estén dispuestas a colaborar con nosotros y a implicarse. Y sin vosotros no se puede llegar a buen puerto. Recordad que estamos en el mismo barco, y el destino es lo que más se aproxime a ver felices a vuestros niños y niñas. Mamás, papás, no estáis solos, contad con nosotros. Y si a alguno no lo ve así, lo personalizo, podéis contar conmigo. Y vuestros hijos, o lo que es lo mismo, mis alumnos, también...¡Siempre! (Sabéis que para mi lo de ex-alumnos no existe).

Ojalá comenzáramos el curso con profesorado de apoyo, para realizar desdobles desde el minuto cero. O para coordinarnos de cara a la enseñanza telemática, porque no nos engañemos, hay bastantes papeletas de tener que volver a ella en algún punto del curso (deseo confundirme, con toda mi alma). Ojalá tuviéramos profesionales de Enfermería en los centros educativos. Ojalá contáramos con personal de limpieza durante toda la jornada escolar. Ojalá hubieran habilitado espacios públicos cercanos como aulas. Ojalá los políticos hubieran planteado una alternativa factible para la conciliación laboral y familiar por si no hay más cáscaras que echar el cierre en los colegios. Ojalá empezásemos con mejores noticias del número de contagios. Ojalá no tengamos que esperar demasiado para contar con una vacuna fiable y eficaz. Ojalá falte menos de lo que creemos para acercarnos a la normalidad. Hay muchos ojalá, pero saldremos de esta, o esa es mi actitud, la de luchar. 

No sé si soy un bicho raro, a ratos sí lo pienso. Pero con la que está cayendo valoro mucho más cada paseo, canto de pájaro, tormenta, día soleado, caricia, beso, abrazo, sonrisa, mirada...Para algunos pueden ser nimiedades, a mí me parecen muy importantes. Gracias a los que habéis decidido que parte de vuestro tiempo, por la vía que sea, vais a compartirlo conmigo. Gracias por hacerme partícipes de vuestros días buenos, los quebraderos de cabeza, los miedos, las ilusiones...Esos momentos me hacen sentir especial y me ayudan a colorear los días grises. Vuestra confianza y cariño me dan alas, para soñar en el mañana y no perder los sueños que todos tenemos. Tarde mucho o poco, saldrá el sol, estad seguros, y lo contemplaremos juntos.





Fotografías propiedad de Raquel Plaza Juan.

Ánimo, suerte y...¡Salud!

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