martes, 11 de agosto de 2020

Días de un verano raro, raro, raro

Sí, tengo el blog semi-abandonado, y mis entradas desde junio pueden contarse con los dedos de una mano (y sobran). Acabo de comprobar que julio fue un mes en blanco, en el que al final no publiqué ni una palabra. Sí, yo, la misma con tendencia a explayarse, debí quedarme sin palabras...Creo que es un reflejo más de este año tan extraño.  

También parte de la culpa es del ordenador, me da alergia pensar en sentarme un buen rato frente a él, consecuencia de la enseñanza telemática. No obstante estoy mentalizada, es muy probable que tengamos que recurrir nuevamente a ella. Y será más fácil, porque sabemos mejor el terreno que pisamos.

Ayer estaba deseando lanzarme a escribir, pero por la noche estaba entre vivir o plasmar aquí parte de lo vivido. Tengo claro que no voy a renunciar a cosas muy importantes para mí para dedicarle tiempo al blog. Por eso esta entrada llega con un pelín de retraso. 

A veces suceden cosas que nos "sacuden," el 2020 de por sí ya está siendo una fuerte sacudida (y los meses que nos quedan...). Aunque no hace falta una pandemia para sacudirnos. A mí ayer la sacudida me llegó en forma de cariño desbordante. Al bajar del autobús me encontré con dos alumnas mías, hermanas,  de hace tres cursos. La pequeña tardó en reconocerme con la mascarilla. Y la mayor...Bueno, es que ella es mucho. La mayor decía que le emocionaba verme. Nos saltamos la distancia social aunque fuera con mascarilla. Sí. podéis tildarme de irresponsable, pero es que ya lo he dejado caer en entradas recientes, la distancia social me está pasando factura. Para mí abrazar es salud, como una medicina. Igual que agarrar la mano de otra persona con fuerza, acariciar o mirar a los ojos en un momento de mucha confianza. No sé, será que me gustan ese tipo de detalles. Siempre había pensado que era muy de vista, ahora veo que estaba confundida, soy más de tacto, de piel con piel. 

Hay personas que lo comprenden y otras ya estoy viendo que no. Y su reacción al verme, el abrazo y todo lo que hablamos, fue una sacudida en toda regla. Sé que muchas personas del gremio no alcanzan a  entenderlo y/o están en desacuerdo, pero me doy a conocer bastante a mis alumnos. Y parece ser que algo queda. Y ya con los de Educación Compensatoria ni os cuento. Mis cinco cursos como maestra de Compensatoria pesan mucho, y para bien. Echando la vista atrás confirmo que ejercí mucho más de psicóloga y mamá que de maestra, y volvería a hacerlo. Éramos una especie de familia. Sabía que si tenían algún problema hasta que no me lo contaran ya podía aplaudir con las orejas que no había ni comprensiones de Lengua ni problemas de Mates ni nada de nada. Al fin y al cabo, son infinitamente más importantes los problemas de la vida (qué profundo me ha quedado esto je je) que los de los libros.

Y agradezco esas sacudidas plagadas de tanto cariño. Miro el horizonte y el futuro próximo me asusta, no veo una vuelta al cole tal cual están las cosas. Supongo que por las noticias que escucho los coles abrirán o sí o sí, ojalá no tengamos que tirarnos de los pelos y cerrarlos en un tris. Deseo confundirme, de corazón, y que podamos estar en las aulas con cierta tranquilidad...Ya veremos.

Soy experta en no aplicarme los consejos que doy, y doy pocos, salvo que me los pidan expresamente o vea que son estrictamente necesarios. Pero sí lanzo uno, tal vez no sea nuevo: no os encerréis en vosotros mismos. No vais a adelantar ni a solucionar nada. Y este sí me lo estoy aplicando.

De madrugada me topé con una canción de Amaral. La conocía pero no había visto el vídeo. Se trata de Ruido. Viene al pelo para esta entrada:


Y como cada uno se queda con lo interesa, acabo la entrada con abrazos, achuchones, besos, caricias, mimos. En definitiva...CARIÑOTERAPIA.


Imagen de https://lifeandstyle.expansion.mx/vida/2020/04/10/abrazos-en-tiempos-de-covid19

Ilustración de Matilde Portalés.


Pero el broche de hoy lo ponen los abrazos en movimiento, FREE HUGS (abrazos gratis, abrazos libres).

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