jueves, 22 de septiembre de 2022

Alzheimer: Día Mundial_21 de septiembre

Ojalá fuera posible convertir "la enfermedad del olvido" en "la enfermedad del recuerdo".

Como no me gustaría que el alzheimer cayera en el olvido, quiero incluir este día en el blog. Lo he hecho alguna otra vez, pero no siempre. Mi idea es que sea una cita ineludible para sumar entradas especiales.

En primer lugar, un abrazo apretado para todos aquellos que conviven con el alzheimer, de la manera que sea (enfermos, familiares, cuidadores y/o familiares cuidadores, médicos, investigadores...).

Varias veces he mencionado aquí la incertidumbre del futuro, el desconocer qué nos tiene preparado el destino. Desconozco si algún día perderé la memoria, objetivamente a medida que cumplo años me cuesta más hacer memoria, aunque hay recuerdos desagradables que ya no tengo en mi "disco duro", otros por alguna razón, permanecen, han decidido que sí, que por ahora se quedan conmigo.

Hay una lista larga de detalles vitales que me encantaría recordar siempre. Sin embargo pongo algo razonable, para evitar resultar cansina:

-Mi primer y de momento único viaje a Londres. Era feliz escuchando inglés por todas partes, no obstante según la velocidad y el contenido a veces no me enteraba de mucho. Y me maravilló casi todo lo que vi. Para repetir.

-El ataque de risa con una amiga en un tren, en tierras alemanas. Nosotras tan felices con nuestros pasteles, y los de alrededor con cara de póquer. 

-Las escapadas y los viajes con mi hermano, aunque a veces choquemos, los repetiría todos. 

-Las celebraciones de cumpleaños en casa, cuando era pequeña.

-Los conciertos de Rozalén, Manuel Carrasco, Pablo López, Amaral y Ella Baila Sola, por la música y la compañía.

-La obra de teatro de "La venganza de Don Mendo" en el Liceo, una delicia.

-El musical de "El Rey León", otro para volver a ver.

-Cualquier momento con mis amigas, mayoría femenina aplastante, y mis amigos, muchos menos pero suficientes. No soy de tener una barbaridad de amigos ni amigas. Me parece que en mi vida se van quedando los que quieren y porque me quieren y, por supuestísimo, porque los quiero. 

-La manera de mirarme y el silencio que a veces le acompaña, de una de las personas a las que más quiero en esta vida. Y sus abrazos, sus besos, su voz, lo bien que me escucha...Todo. Y aquellos recuerdos que aun no tenemos pero llegarán, cuando se pueda.

-Los besos de mis padres. especialmente los que me dan cuando detectan que algo no marcha bien.

- El sonido de la lluvia cayendo a cántaros, más en el campo que en cualquier otra parte. Y ese olor que queda a hierba y tierra mojadas.

- Cuando apagan las luces en la sala del cine, y justo se enciende la pantalla para comenzar la proyección. Y relacionado con esto, las palomitas del Van Dyck (el sabor, el olor, su textura...)

-El cuento de "Adivina cuánto te quiero", de Sam Mc Bratney (editorial Kókinos). Lo descubrí en una visita a la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, en Salamanca capital, hace ya muchos años. Creo que es el libro que más veces he regalado. Y eso que siempre que lo regalo hay motivos de mucho peso, no es un regalo comodín, para mí es "el regalo"., aunque dudo si todos los que lo han recibido de mis manos, han sabido entender el inmenso cariño por mi parte que guarda ese libro. En una librería de Londres lo vi, en inglés claro, en formato "big book", en Camden Town. Y no lo compré...Sin comentarios. 

-El camino al cole el curso del Santa Catalina. Y entrar Marisa y yo riéndonos y cantando en el despacho de Jose y el de Pilar. Y las rutas de senderismo que hice con algunos compis de ese colegio.

-Mis dos cursos en la USAL en Comunicación Audovisual. Lo primero que me viene a la cabeza es una sesión de fotos en el estudio, gracias a la generosidad de Javier Frutos Esteban, muy buena gente.

-Mi primer "trabajo", un campamento de verano en Brañavieja, como "profe" de Inglés. Y ver las montañas cada mañana mientras desayunaba. Gracias por la oportunidad Cris, vales oro como persona y como profesional.

-Mi alegría incontrolable al enterarme de mis notas en las oposiciones de Magisterio, un ya lejano 20 de julio de 2009. Recuerdo mi ataque de risa, y luego las lágrimas, la alegría me desbordaba. 

-Las bodas de tres de mis primos. Y las de mis amigos. En particular las de aquellos que me hicieron sentir parte muy importante de sus vidas, cada cual a su estilo. Lo mejor la entrada de cada novia, irradiando felicidad.

-La Facultad de Educación de la USAL. La de horas vividas a caballo del Cossío, Europa y Solís. Hago hincapié en todas las asignaturas de Inglés, entre obligatorias, optativas y de libre elección,  cada curso disfruté de una. Y en las de Psicología...¡Cómo no! 

-Mis cuatro cursos en Guijuelo. Y la última vez que vi a la mayoría de "mis niños", un 2 de diciembre de 2019 (creo).

-Las comidas con la única amiga que conservo del "Paco Viruta", sobre todo las que iban con botella de vino ja, ja. Y las conversaciones en ellas o después. No pongo nombres, por si las moscas...

-Las madrugadas de "Singstar" en alguna de las casas del Pinar. Canto fatal, pero lo vivía como si hubiera resucitado a Nino Bravo. Y las conversaciones en la calle hasta las taitantas.

-Los amaneceres en la playa de Gandía. Sí, lo habré dicho mil veces, tienen una luz distinta, mágica, y la cámara no logra atrapar tanta belleza, solo una ínfima parte.

-El viaje al CRIE de "Berlanga de Duero" con 13 de mis niños del "Fili" de Guijuelo. Fue una aventura descomunal y una locura tremenda (por mi parte). Pero vamos, inolvidable. De esas veces que te lanzas a la piscina sin certeza alguna de con qué te vas a encontrar y la felicidad que te invade al sentir que has hecho bien lanzándote (ojo, la responsabilidad también). Fue una experiencia bandera y jamás me he sentido tan madre. así de radiante andaba yo.

-Las conversaciones en mi pelu. No es mía, pero es a la que llevo yendo ya muchos años, desde que fui un día con Noe.

-Las fiestas de fin de curso en los coles, menos en uno.

-Ir de tiendas a centros comerciales hermosos, todavía recuerdo el Lakeside, en Inglaterra. Y los que me quedan por conocer...

-La Feria del Libro de Madrid, con sus calores, gentío, colas de espera casi eternas para algunas firmas, dolores de piernas (o no sentirlas), las bolsas plagadas de adquisiciones (a cual más bonita)...Y deseando ir de nuevo estoy.

-La organización de algunos cumpleaños de mi hermano en El Pinar, encargándome de la comida y los juegos. La paliza que nos dábamos inflando globos, y lo poco que tardábamos en explotarlos en la fiesta. Maravillosos tiempos aquellos.

-La Abadía de los Templarios, y mis tres visitas a la misma. Sobran las explicaciones. 

-Mi entrada en el CEIP "Leonardo Da Vinci", mi primer cole oficial, siendo entonces maestra interina. Qué recuerdos.

-Los paseos por la Plaza Mayor de Salamanca.

-Mis OTN (Operación Tarjetas de Navidad). Sigo incumpliendo mi promesa de ponerme manos a la obra en verano, no me pega.

-Los bocatas de pan bimbo con nocilla y chorizo. No sé cómo dimos con esa combinación, muchos la calificarían de guarrindongada, pero es un recuerdo de mi infancia.

-Soplar las velas por mi cumpleaños.

-Las charlas con mi compi de piso de Farinatolandia. Y todo lo bueno que conservo de mi experiencia en tierras farinatas, desde alumnos con los que sigo en contacto, hasta una mami que se convirtió en amiga.

-La Nochevieja en casa, vestida como si estuviera de cotillón, pero mucho mejor, con zapatillas de andar por casa, sin pasar frío y sin música a todo trapo y aglomeraciones a cascoporro.

-Ver Eurovisión. También La ceremonia de los Goya. Son dos noches reservadas en mi calendario.

-Las cenas con David y Mayte en el piso de Madrid. Rodolfo Langostino era gran amigo nuestro. Y la sartén de Valira con mango azul pitufo.

-Las comidas improvisadas en casa de Iván.

-Las quedadas de los más cercanos de Comunicación Audovisual.

-Mi primer viaje en AVE, un Valencia-Madrid.

-La emoción de alguien al compartir conmigo algo que le sobrepasa, sea por tristeza, rabia, felicidad, amor, miedo...Gracias.

-Las personas que me han ayudado en algún momento de mis estrenados ya 40 años de vida, sois un tesoro, lo más valioso de mi vida, mi gente.

Y ya, que empiezo y no paro, y ya dieron las doce hace un rato. Al final la entrada del 21 la publico el 22. Es lo que tiene ser ave nocturna y andar antes prestando atención a menesteres mucho más importantes que el blog. Mi gente siempre en el número uno.

A recordar, pero para avanzar y sonreír. A lo mejor un día el alzheimer tiene cura y no harán falta recordatorios como esta entrada, por lo que pueda suceder.


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