miércoles, 20 de noviembre de 2024

Estación, REDOA y noviembre

Noviembre es, desde hace ya muchos años, un mes que no me gusta un pelo. Se me hace bastante cuesta arriba y me da la sensación de durar una eternidad. No puedo evitarlo. Nadie tiene la culpa. Es como es. "Todavía" es 20 de octubre. Y lo "celebro" con el tedioso proceso de rellenar el Concurso General de Traslados. Ojalá el esfuerzo merezca la pena. Visto por encima, pone que son tres pasos. Estoy en el 2º, REDOA, y ahí me detuve, no me da la vida. Hoy ya no me da para más. Me he dejado las gafas en el coche y a estas horas, sin ellas, noto que me cuesta un montón leer. Así que terminaré la jornada en ese segundo paso y, mañana, ya se verá. Me he quedado a cuadros al ver, que tras escanear toda la documentación en PDF, luego había que subirla, archivo a archivo, a REDOA. Y con un título, descripción y una cantidad de datos considerable. Confío, soy optimista por naturaleza, en que el esfuerzo ingente de este año no caiga en saco roto. Y ojalá, cruzo hasta los dedos de los pies, haga que el año que viene este proceso sea mucho más liviano. Por pedir, que no quede. Y aunque desafortunadamente soy experta en redactar reclamaciones, espero, de corazón, librar esta vez. Por favor, que me baremen todo bien a la primera...Otra vez, a cruzar los dedos. Mucho ánimo a los que estáis en medio de todo este batiburrillo burocrático, y espero que podáis entregar todo correctamente y dentro del plazo que nos dan. Y más ánimo todavía para los que estáis preparando las oposiciones y, deseáis que esta vez sí sea la vuestra.

Como decía al principio noviembre no es precisamente mi mes favorito, y que un familiar haya tenido que visitar Urgencias tres veces en cinco días, contribuye a que no cambie de parecer sobre él. A lo que queda del año le pido un poco de aire. No más sustos, por favor, ni personales ni de los que quiero. Me encantaría tener dos fines de semana seguidos de relativa calma, tampoco quiero que mi casa parezca un templo budista.

Y así estamos, navegando este mes como podemos. Viendo ya los adornos navideños por todas partes. Me siguen encantando, pero también se me saltan las lágrimas porque es inevitable acordarme de mi padre. Y escuece, sigue doliendo un montón. Su duelo por él a veces se asemeja a tener un dragón dentro de mí. A ratos parece que me abrasa por dentro. Otros, ese dragón me transmite su fuerza, para bien, porque su recuerdo me impulsa a seguir adelante cuando siento que ya no puedo más. Pero, también para mal, porque esa fuerza me araña, hace sangre, y me hace saltar de la rabia. De esa rabia que me provoca su ausencia. Y lloro, aprieto los puños, y me doy cuenta que de alguna forma, está presente en cualquier parte. Y eso me alivia, al menos en parte. No voy a andarme con paños calientes. El no escuchar su voz, no poderle dar un abrazo. No poder sentarme a comer a la misma mesa que él. No poderle contar algo, lo que sea. No hacerle regalos nunca más. Su olor, su figura en el cuarto de estar leyendo el periódico, o en el sofá viendo la tele o con un libro entre sus manos. Ver a mis padres de la mano o darse un beso. Todo. No sé, miles de detalles del día a día que cuando los contemplaba o vivía no le daba la importancia que les doy ahora. Un día estamos aquí y, al siguiente, a saber. Nadie tiene la existencia asegurada. No soy una excepción.

Así que bueno, si el año pasado pudimos, este supongo que seremos capaces, de nuevo mi hermano y yo, de poner el árbol y montar el belén. Era algo tan suyo que no hacerlo, me parecería una falta de respeto a su memoria gigantesca. Y no, de eso nada. Lo "suyo" era el belén, y lo nuestro el árbol. Pero al faltar él, asumimos su parte. Nuestra casa sin el belén en Navidad, ya no sería la nuestra. Pese a ser tan distinta desde que él nos falta. Como veis me pongo melancólica y esto es un no parar. Voy a coger un poco de aire.

Y respirando, pese a lo largo que se me hace el mes, el peso de las ausencias pese al paso del tiempo y, el vértigo que dan unas segundas navidades sin papá, intento esbozar una sonrisa. Porque la vida sigue siendo bonita. Amor no me falta, cariño no me falta, y eso es lo que arropa. Esas personas incondicionales que aguantan a mi vera o cerquita carros, carretas y carretones. Que me aconsejan, me escuchan, me sacan de dudas, me plantean preguntas y también me dan respuestas. O no me las dan, pero me ayudan a encontrarlas por mí misma. Quien bien te quiere, te cuida, es así de simple. 

Y te apoya, aunque eso parezca a ratos un salto al vacío. Ya sabéis que no soy de las que se lanzan a la piscina sin mirar. Me arriesgo, pero no a lo loco, mido bien lo que puedo perder y qué puedo ganar. Y si creo que vale la pena pues...¡al agua patos!

No sé yo si ahora REDOA tendrá ganas de funcionar. Por mi parte doy por finalizado el tiempo que hoy he tenido que dedicarle al Concurso General de Traslados. Que no ha sido poco...Y lo que intuyo que me queda aún. 

Si lo que me quiere la gente (algunas personas claro, otras no me podrán ni ver) se transformara en oro, tendría una fortuna el doble de la de Amancio Ortega. Así que, como siempre, gracias. 

Os deseo un jueves tranquilito. Y un viernes mejor todavía. Ver asomar el fin de semana, suele ser motivo de alegría. Cuidaos mucho, por favor, No dejéis de quereros mucho, a vosotros mismos y entre vosotros. 



martes, 5 de noviembre de 2024

Hoy te caen 8

8 años desde que, casi sin quererlo, empecé una aventura que no pensé que iba a seguir existiendo. 8 años se cumplen de aquel curso del CFIE de Salamanca en el que nos enseñaron, paso a paso, cómo hacer nuestro propio blog con Blogger. Y aquí sigues, mi niño mimado de las redes, "La emoción de aprender". He estado tentada de eliminarte o dejarte caer. Pero no he sido capaz. Aquí continúas, transformado respecto a lo que eras hace unos años. Y manteniendo tu nombre, aunque varias veces haya pensado cambiarlo por "La emoción de vivir". 

Te has convertido en un "escaparate" de mis reflexiones. Eres un bálsamo para mis preocupaciones. Una herramienta para gestionar mejor lo que me emociona mucho, por ser muy positivo a todo lo contrario. Escribir aquí me hace bien, es una verdad como un puño.

Hay personas especiales y muy importantes para mí esperando su árbol de la vida. Creo que lo que debería hacer es no volver a hacer promesas con plazos, porque está claro que el año pasado no fue la primera vez que los incumplí. No me he olvidado de esos árboles. El día que los tenga listos los destinatarios ni se acordarán de ellos, y con razón. Perdón. Lo siento mucho.

Entended que ni se me ocurra ofrecer algo parecido de cara al aniversario de este año. Esta vez obsequiaré algo dulce a las primeras ocho personas que se animen a comentar algo en la entrada, no en Facebook, ni por Instagram ni tampoco por WhatsApp. Mi idea es que ese detalle tenga un toque mío, haré lo que pueda. Al menos lo de este año lo recibirán antes que el del aniversario anterior. Sí, lo sé, ¡vaya tela!

Me gustaría saber qué es lo que esperáis encontrar cuando leéis una entrada del blog. Y, por preguntar que no quede, qué os gustaría encontrar aquí. Soy muy exigente conmigo misma. Echo una barbaridad en falta experiencias como "Emociónate" o "Pinceladas de emoción". En primer lugar porque para mí era hacer esas sesiones era una maravilla. Y muchas veces era muy complicado, pero me encantaba y sentía que los alumnos disfrutaban también. En los dos casos, alumnado de 5º de Primaria: con chicos y chicas del Beatriz Galindo, de Salamanca; y con niños y niñas del "Fili" de Guijuelo. De ambas guardo recuerdos buenísimos. Ojalá aquellos alumnos, hoy jóvenes en plena adolescencia, también. Fueron dos de mis mejores experiencias educativas. Y estoy deseando emprender un nuevo reto cuando sea tutora de nuevo. Mientras tanto, mi cabeza está en plena ebullición. Sí haré algunas actividades puntuales con los alumnos de castellano. Aunque obviamente, tendré que adaptarlas al nivel de conocimientos del idioma que tienen. 

Me parece que no voy a explayarme mucho más. Gracias a todos los que alguna vez habéis leído alguna entrada del blog. Y gracias extra a los que me dais vuestra opinión o comentáis algo sobre lo que leéis. Me encanta ese "feedback". Y me gusta saber qué pensáis o si sacáis alguna conclusión, moraleja o lo que sea de lo leído. Gracias especiales por las veces que habéis compartido conmigo vuestros sentimientos. Este blog es una botella lanzada al mar, pero con mucha ilusión, Con la ilusión de llegar a la gente. Si lo quisiera enterito para mí, lo que publico no sería público, sino que lo guardaría para mí. Y un gracias que va más allá del blog. El gracias dedicado a los que me sostienen y me escuchan cuando no me aguanto ni yo. O cuando parece que me han dado cuerda hablando y aun así me prestan atención y me tratan con cariño. Y un gracias, gigante también, a la persona que más de mis miedos me ayuda a superar o, al menos, a enfrentarme a algunos de ellos...Bendito "ascensor" de Nazaré, parecía un viaje al mismísimo cielo. Poco me faltó para besar el suelo, como el Papa, o llevarme de recuerdo alguna de las barras a las que me agarré. Creo que me atreveré a repetir.

Y de momento, "brindo" (con agua, que es muy sano, je, je) por el octavo aniversario del blog. El tiempo es muy caro y nunca se sabe todo lo que puede suceder en un año.

La imagen está hecha ayer, con el móvil. Me pareció casi mágico, porque en ese momento mi cabeza estaba pensando en cuestiones importantes. Y mi vista se fijo en él. Y ahí me quedé, mirando ese corazón.

Imagen propiedad de Raquel Plaza Juan

Y la música no la dejo en manos de cantantes poco conocidos. Seguro que os resultan familiares.


La segunda es una versión acústica de "Caminar", de Dani Martín. Precisamente es un cantante del que sigo teniendo pendiente asistir a un concierto. Mientras ese y otros momentos felices llegan, seguiré, como siempre, caminando, lo mejor que pueda y con los que quieran hacerlo a mi lado. ¿Caminamos?



domingo, 3 de noviembre de 2024

De muertos, vivos y otras cuestiones

Hace dos días, se conmemoró en España, el "Día de Todos los Santos". Fecha marcada en el calendario español para recordar a nuestros fallecidos. Una de las tradiciones es visitar los cementerios y poner flores en las tumbas de los que ya no están. Y alrededor de esta fecha, la Dana arrasa parte de España, especialmente localidades de la Comunidad Valenciana, y de momento, lleva ya la escalofriante cifra de 217 muertos. Si bien esta cifra me pone la carne de gallina, intuyo que se va a disparar cuando logren acceder a todos esos garajes, todavía cubiertos de lodo, e inaccesibles por todo lo que la Dana arrastró a su paso. Y no soy yo de dar mi opinión en términos políticos en este lugar, pero hay algo dentro que me quema. No va a pasar, lo sé, pero en voz alta lanzo mi deseo de ver dimitir a todos los ineptos políticos que nos rodean. Los cuales han demostrado, una vez más, no estar a la altura de las circunstancias ni de las personas a las que representan. No estoy pensando en gente de un único partido político, sino de varios. Una lástima que no vaya a suceder, por pedir, que no quede. Aunque no sirva de mucho, envío desde aquí un abrazo virtual a todos los afectados por la Dana de las localidades de Valencia, Albacete, Cuenca y Málaga. Mucho ánimo a los que han logrado sobrevivir, especialmente con muertos en su entorno, porque ahora iniciáis un duro camino de reconstrucción a muchos niveles. Ojalá ninguno se sienta solo en estos momentos tan duros. Y para los muertos, que puedan ser enterrados/incinerados cuanto antes, y sus familias puedan despedirlos como deseen. Espero que logren recuperar todos lo cadáveres. Reconocimiento especial a la solidaridad de la gente que ha prestado su ayuda físicamente o de cualquier otra forma, porque toda ayuda es poca en una catástrofe tan inmensa. ¿Aprenderemos algo esta vez? Dejo en el aire la pregunta.

Volviendo al 1 de noviembre. tengo muchos abrazos para dar y enviar. Y me gustaría que llegasen a todos los que lloráis, a día de hoy, por la falta de algún ser querido, fuera cual fuera el lazo que os uniera a esa persona. No por haber sido 1 de noviembre vais a haber llorado más. Da lo mismo el tiempo que haya pasado, el hueco que dejan los que se marchan nada ni nadie lo puede reparar. Ese dolor es eterno, omnipresente. Creo que lo único que varía es la intensidad, según el momento vital en el que cada uno se encuentre. Insisto, no nos han enseñado a hablar de la muerte con naturalidad, a afrontar la propia y la ajena con la mayor dignidad posible, a tener escudos para protegernos de esa avalancha de dolor, falta de aire y nudos en el estómago. Algo que hace que se te remuevan hasta las entrañas. No creo en las promesas a los muertos, esas que se hacen antes de perder en este mundo su presencia, física al menos. Los muertos no opinan, los muertos no votan, los muertos no deciden. Y los muertos no deberían condicionar nuestras decisiones, pensando que ellos actuarían de otra manera o no estarían de acuerdo con nuestra forma de obrar. El día que yo me muera, ojalá falten muchos años para que esto suceda, no me gustaría que ninguno de los míos actuara "como a Raquel le habría gustado", ni en broma. Porque desde el día en el que falte de este mundo, mi único deseo, si pudiera verlo, es que los míos sigan su vida con la mayor normalidad posible, y procuren ser todo lo felices que pueda, implique lo que implique. Y jamás interpretaría eso como una falta de respeto ni a mí ni a mi memoria. Como dije antes, aprender a vivir sin alguien a quien amabas (un padre, un hijo, una pareja, una amiga...), lleva consigo una profunda reconstrucción personal. Y aunque tengamos las mismas mimbres, la cesta que nos va a salir desde que se inicia un duelo, es radicalmente distinta. Digo inicia pero no hablo de fin, el duelo nos acompaña siempre. Desgraciadamente no tiene final, no se atisba en ningún momento. Sí me parece necesario y saludable darse cuenta de eso, y que no nos provoque un dolor extra. Y la vida puede y debe seguir, lo digo porque lo sé, lo he vivido y sigo en ello. 

Los que me conocéis bien sois conscientes del fallecimiento más doloroso que me ha tocado vivir, el de mi padre. Todos los días, sin excepción, me acuerdo de él. Está muy presente aun sin estar. Afortunadamente ese recuerdo no va siempre acompañado de lágrimas. Estuvo presente en casi 41 años de mi vida. Y "solo" tengo 42, cumplidos el 21 de agosto, por lo que tuve la suerte de compartir una barbaridad de tiempo con él. Puedo hablar de él sin emocionarme, no siempre, y hacer que siga "vivo" a través de esos recuerdos. Esta vez no he visitado su tumba en estas fechas. Lo haré más adelante, el día que quiera y como yo quiera, probablemente sin avisar a nadie, porque para ir allí no necesito compañía, y no me apetece dar lástima y no voy a pedírselo a nadie. Voy yo, y punto. Y si lloro pues lloro, y si sonrío, perfecto también. Cada cual lleva sus duelos personales como puede. En mi caso he tratado de gestionarlos con la mayor naturalidad posible, sin esconder lo que siento, aunque tampoco lo pregono. Y menos todavía a medida que pasan los meses. Porque el 2023 se me hizo eterno, y ya a partir de el tsunami del 1 de agosto ni os cuento. Pero este 2024 se está esfumando a velocidad de la luz. Eso no quita que también me haya puesto a prueba. No hay un porqué, me ha tocado, y punto. A prueba puso, pone y me da en la nariz que seguirá poniendo, mi paciencia, valentía, entereza...Mi capacidad para darme un leñazo contra el suelo y levantarme, intentando continuar de la mejor forma posible, aunque no disponga de un manual ni hoja de ruta y me limite a seguir mi intuición, sea acertada o no. Porque no siempre doy en el clavo, ni mucho menos. Soy consciente de mis "despistes", mis errores, mis meteduras de pata. Seguramente no de todas, pero sí de la gran mayoría. 

Da igual si no habéis visitado la tumba de los vuestros por el 1 de noviembre. La tumba, el espacio en el que guardéis sus cenizas o el sitio en el que decidierais depositarlas. No hace falta ir a un sitio concreto para sentirlos cerca. Si alguien lo necesita y/o le reconforta, normal que vaya, sin importar la fecha. Su vacío nos acompañará siempre, pero que eso no nos impida tomar decisiones, incluso cambiar de opinión. Que no nos frene ni nos paralice, sino que sirva de impulso para continuar con nuestra vida. Insisto en esto porque sí, la vida, la nuestra, sigue su curso, y hay que seguir caminando, pensando, decidiendo, actuando...Recordemos a los que se fueron como queramos, cada cual a su estilo, y cuidemos más de los vivos, de los que nos acompañan, arropan, escuchan, consuelan, ayudan, acarician, abrazan...Los que están aquí y ahora. Realmente la vida es solo un ratico, como el título de una canción de Juanes. Precisamente por eso, exprimamos ese ratito acompañados por aquellos que mejor nos hacen sentir, los que más nos aportan, los que mejor nos entienden, aquellos que saben escucharnos y encuentran lo más adecuado para decirnos en cada situación. Las personas que más cómodos nos hacen sentir, las que más respetan cómo somos y se alegran de tenernos en sus vidas.

Espero que nada ni nadie se sienta olvidado. Procuro no olvidar, incluso a personas que ya no tengo en mi vida por elección propia. No le deseo mal a nadie, ni siquiera a algunos personajes que hace algún tiempo me las hicieron pasar canutas. El mundo está repleto de miserables. No les deseo nada malo, siempre digo que me conformo con que en algún momento den con alguien que los trate igual que ellos a mí, sería un dulce escarmiento.  Afortunadamente, las personas que sí valen la pena compensan a los anteriores con creces. Y de esas, de las que valen la pena tener en mi vida, tengo muchas. Quizás decir muchas sea un atrevimiento, rectifico y digo "suficientes".

Feliz recta final de año a todos. Atesorad cada momento agradable, alegrías cotidianas, gestos de amor, amistad...Aquí no se viene a sufrir (nos toca a todos, a unos más, a otros menos), se viene a intentar seguir adelante con todo lo que la vida, el destino o en lo que creáis, nos vaya poniendo delante de nuestras narices. Fácil no es, pero imposible tampoco. No sé qué más tiene que suceder para que valoremos de una santa vez, aquello que de verdad importa. Aquellos que de verdad importan. 

Y con estas reflexiones, acertadas o no, afrontaré noviembre, un mes que no me gusta un pelo porque se me hace muy largo, noto mucho el cambio de hora y ver que antes de las siete de la tarde es de noche me resulta deprimente. Pero aquí estamos, disfrutando de la paleta de colores que nos regala cada otoño, de la gente bonita por dentro y por fuera, y de lo mágico que es tener personas con las que poder decir cualquier cosa (o casi), en voz alta. Deseo que noviembre, si trae noticias, del tipo que sean, sean buenas. Más sobresaltos en los que queda de año, no, por favor. Y si vienen, que me pillen acompañada. 











Imágenes propiedad de Raquel Plaza Juan.


lunes, 14 de octubre de 2024

Fin y principio

¡Vaya días! A veces me dan ganas de frotarme bien los ojos, pellizcarme o ambas a la vez, por si lo que estoy viviendo en un momento determinado es algo imaginario o es real. Y la vida se empecina en ponernos a prueba a todos, con cuestiones puntuales o hechos que se prolongan más en el tiempo. Pero pruebas no nos van a faltar a ninguno. E imagino que para cada uno, las que le tocan, son las más duras. No considero que las mías sean las más duras, aunque el hecho de ser relativamente inesperadas, hacen que haya que lidiar con ellas con mayor empeño. No es fácil reaccionar, mi sensación es de haberme quedado un poco en shock.

Me voy a quedar con lo bueno, lo positivo. Lo sucedido podía haber sido incluso peor, una desgracia en letras mayúsculas, y no me quiero ni imaginar el dolor que sentiría ahora. Como, afortunadamente no ha sido así, hay que recomponerse y confiar en que hay cuestiones que van a funcionar mejor a partir de ya mismo. Sé que no va a ser por "arte de birlibirloque". Y tomo nota de la parte que me toca, que no es poca. Hay ocasiones en las que para poder ayudar a otros tenemos que hacer cambios en nuestras propias rutinas antes. Y en eso ando. No va a ser sencillo, pero estoy empeñada en vivir. Y por supuesto en que sigan vivos, y con una salud razonablemente buena, los que más quiero. Sí, tal cual.

Por varias razones, en un corto espacio de tiempo, tres días,  he llorado mucho. Y la mayoría de mis lágrimas he procurado que fueran en soledad. Tiendo a hacerlo cuando coincido con alguien más que llora por el mismo motivo que yo, y analizando la situación creo que quizás, deba ser yo el punto de apoyo y no la rama que se inclina. Puedo estar confundida, no necesariamente he de tener la razón.

Me he prometido a mí misma no agobiar ni agobiarme, aunque eso suponga "perforarme" la lengua. Como he dicho, quiero seguir viviendo, y que los míos también. Hacer mi parte no es moco de pavo, mi convencimiento es enorme y no hace falta que nadie me diga que debo cuidarme más. La semana pasada tuve dos señales de otras personas, que me han hecho reflexionar sobre ellos, y sobre mí misma. Y sobre la distinta "suerte", que a unos los lleva al final y a otros les da una nueva oportunidad. Y este mundo es muy bonito, pese a las putadas, lo siento pero son putadas y no hay un sinónimo mejor ni más claro.  Y valoras la importancia de poder ver respirar a quien quieres, de seguir pudiendo acariciar a esa persona, de continuar escuchando su voz, y disfrutando de su mirada y de su sentido del humor, pese a las circunstancias. Que nunca nos falte el sentido del humor, por favor. Ni las ganas de caminar de la mano.

Por eso hoy termino de escribir esta entrada haciendo hincapié en el ya, el ahora mismo. En un pestañeo la vida puede cambiar de una manera drástica. La manida frase de "no somos nadie"  cobra sentido cuando todo da un giro de 180 grados. E intentamos atinar para encontrar la mejor manera de ayudar, y la de no caer nosotros mismos. 

Vamos a valorar más cada caricia, abrazo, beso, sonrisa, mirada, palabra...Todo. Bueno no, haced lo que queráis, cambio el "vamos" por un "voy". Y celebro la vida como se merece,  porque hoy estamos aquí, pero mañana...¿Quién sabe?

Perdonad por no ser más explícita, no me apetece. Los que quiero que entiendan lo escrito aquí sabrán interpretarlo, leer entre líneas y darse cuenta de a quién me refiero. Decir que me he llevado un buen susto es poco. He sentido miedo, mucho miedo. Me considero valiente pero no soy de piedra. Y llevo un par de años bastante intensos, en los que me he sentido un poco cerdito, construyendo casitas de distintos materiales. Y el lobo una tras otra las ha ido tumbando, o las ha dejado para una reforma integral. Pero sigo en pie. Y también sé soplar. Lo que va a soplar es el viento a favor. O eso pretendo con todas mis ganas. A ver si lo logro...Dedos cruzados.

        Imágenes propiedad de Raquel Plaza Juan.

miércoles, 9 de octubre de 2024

MARÍA JOSÉ PARRA YUSTE

Querida María José:

Tal vez habría sido más sensato escribir esta entrada mañana, con las emociones no tan a flor de piel. Pero creo que es el momento.

Empiezo por lo que bien podría ser el final de la misma: Te quiero. Así, con todas las letras. Es una putada, también con todas las letras, que ya no estés, sin más. Y es una suerte inmensa haber tenido la suerte de coincidir contigo. Pese a que no nos conociéramos desde hace mucho ni hayamos tenido la oportunidad de compartir muchas más cosas juntas. Pero sí el tiempo suficiente para saber lo especial que eras. De ahí que aunque solo te conociera desde finales de junio de 2022, me haya aventurado a escribirte esta "carta", ya sabes, a mi manera. Sé que es un minúsculo homenaje para lo que te mereces, pero al escribirla siento que mis palabras van a llegarte. no sé cómo ni a dónde exactamente, pero las recibirás. Y solo espero que sonrías, con eso me basta. Qué injusto, joder. 

Esta tarde la borrasca "Kirk" nos ha acompañado en parte de ese viaje dolorosísimo a Guijuelo para ir a tu velatorio. Aunque también el tiempo ha dado una tregua y desde el retrovisor he visto un arcoíris tan hermoso, que no cabía duda alguna de quién había pintado hoy el cielo de colores. Eras eso, luz y color, energía, buen rollo, picardía,  espontaneidad, franqueza, compañerismo, expresividad, sentido del humor muy fino, generosidad, profesionalidad, optimismo, empatía...pero por encima de todo, humanidad. No te iban las florituras, hablabas alto y claro, y no te temblaba la voz cuando creías que debías alzarla por algo que considerases injusto, fuera lo que fuera. Y como pusiste hace seguro mucho tiempo en tu perfil de WhatsApp...¡Qué caro es el tiempo! Bien lo sabes, lo mucho que peleaste con uñas y dientes por estar, por seguir en este mundo, y eso era mucho. 

Recuerdo los últimos mensajes que intercambiamos, esos mismos que en estos momentos no tengo fuerza para releer y escuchar de nuevo. Tus ganas de "estar un poco más entonada" y poder quedar para tomar algo, comer o lo que fuera, y charlar. No se pudo, hay que asumirlo.

Al irte tú hemos perdido por triplicado. A una excelente profesional, una magnífica compañera y un extraordinario ser humano. Y esas tres no se dan juntas en muchas personas, para qué engañarte. Por eso me repetiré hasta la saciedad, pero ¡qué suerte haberte conocido! Tenías un talento especial para conectar con los alumnos, para que todos los que te conocían te apreciaran y, te quisieran sin necesidad de ese tiempo que a veces es necesario en algunas relaciones para sentir eso.

Me vienen a la cabeza las "reuniones" en la cafetería,. las risas, las confidencias, el entenderse con solo una mirada. Bendito torbellino de colores. Tu pelo anaranjado con ese flequillo tuyo, rebelde con causa, siempre presente. Tus "outfit" de Anabel Lee. Y tu estilazo, ya fuera con las gafas, la ropa, tu forma de caminar o todo el conjunto. 

El velatorio, como ya habrás visto, estaba hasta la bandera, era de esperar. Lleno de personas que te queremos y de flores. Vi a dos personas con ropa de Anabel-Lee. Sabiendo lo mucho que te gustaba su ropa y lo bien que la lucías, estoy segura que no ha sido casualidad, sino causalidad. Tengo una sudadera sin estrenar de esta marca, con etiqueta y todo, en el armario. Es de color amarillo natilla y no estaba segura de si era adecuado o no llevarla. Por si ahora no caes en la cuenta de cuál es, es la que pone "Te quiero hasta la luna ida y vuelta". Es complicado encontrar palabras adecuadas para los tuyos en estos inicios del duelo, lo sé por experiencia. Llegué a la conclusión que a veces es suficiente con estar. Basta con estar allí para acompañar, como se puede, a los que sienten tu ausencia. Y por supuesto, me parece una señal de respeto para el que se ha ido, tú en este caso. Ver tu ataúd con un pañuelo encima y sobre él tus gafas, me ha hecho esbozar una sonrisa. Pensé, muy tú. Lamentablamente aunque no supieras cuándo ibas a irte exactamente, si repaso mentalmente algunas de nuestras conversaciones, creo que tenías muy claro que te irías. Eso sí, intentando antes todo lo habido y por haber. Dando un ejemplo de vitalidad desbordante y ganas de recuperar la normalidad. Ganas de incorporarte al trabajo y volver al curro, a hacer eso que tan bien se te daba. Sé que en el Filiberto dejas un vacío tremendo. Para mí, eras uno de los pilares de ese centro. Todavía recuerdo el día en el que te conocí, a finales de junio de 2022, y la buena sensación que mde diste en el ratito que estuvimos hablando. También me acuerdo de la despedida en el Salinas a finales de junio de 2023. Cuando invitaron el equipo directivo saliente: Juan Luis, Ana Villafáfila, Isa y Carmen. Y como en un momento dado sentí que no iba a esperar un día más, e iba a contarte un pedacito de mi vida que hasta entonces no te había contado. No voy a decir el cachito de la tuya que tú me contaste, prefiero guardármelo con mimo y no ponerlo por escrito. 

Gracias por estos algo más de dos años que has estado en mi vida. Tuvo que ser de manera intermitente según lo que la enfermedad te permitía. A lo mejor no eras consciente, pero me quedo con muchas palabras tuyas, que son un tesoro que espero saber cuidar. Creo que en realidad nadie muere del todo mientras exista al menos una persona que siga acordándose de él/ella. Así que, queridísima María José, sigues viva y en los corazones de muchos, y lo sabes. Regálanos arcoíris con frecuencia, porque siempre hay que intentar ponerle color a la vida.

Ojalá todos hablemos más de la muerte. Sí, para que cuando pasa lo que nadie queremos que pase, no duela tanto. Para que el nudo en la garganta permita pasar un poco de aire. Para que vivamos el ahora como deberíamos, porque nadie puede asegurarnos que vaya a haber un mañana. Y ni tú, ni nadie, tenemos la existencia garantizada.

Mil gracias por dejar tantas huellas y tan bonitas. Por fruncir el ceño y enseñasr las encías con cara de extrañeza cuando alucinabas con algo que veías, escuchabas...Por sonreír de oreja a oreja y mirar de frente. Por quitarle hierro a auténticas chorradas y poner el foco en lo que de verdad importa. Por esas risas cómplices. Por tu alegría. Por tu cariño. Por cada detalle. Gracias, compañera.

Con mucho cariño,

Tu compi de "Compe" del Salinas,

Raquel Plaza Juan


lunes, 16 de septiembre de 2024

Raíces: ser de pueblo

Nunca he tenido sentimiento de pertenencia a ningún pueblo. Mi padre, a mucha honra, hablaba de la vida en su pueblo, Salmoral, y de lo feliz que fue allí. Desgraciadamente nunca llegué a ver "bailar a San Roque", ni estuve presente en ningún acto festivo de Salmoral con él.  No tengo recuerdos de mi niñez en su pueblo, excepto las visitas anuales por el 1 de noviembre y poco más. Visitar la casa en la que vivió era rememorar su infancia con él,  a través de los espacios, a través de los objetos, a través de sus historias, esas que contaba una y mil veces y tanto añoro. 

Mis alumnos farinatos, hace ya quince años, intentaron convencerme de algo: yo tenía pueblo. Que si bien no había nacido ni me había criado ni había pasado los veranos en uno, si mi padre era de un pueblo, ese era mi pueblo. No me convencieron del todo, pero hablaban con tanta ilusión de sus pueblos que no quise ponerme bruta y llevarles la contraria.

Me gusta la gente que se siente orgullosa del lugar del que viene, sea el que sea. Que tiene ese sentimiento tan arraigado de pertenencia a un sitio determinado, tenga mucha población o sean cuatro gatos. En mi caso también estoy orgullosa de mis raíces. Mi madre de Salamanca capital y mi padre, del ya citado antes, Salmoral. Me considero urbanita, lo reconozco. Me encanta Salamanca, lo reconozco también. Y mi semana, antes, no era igual, si en algún punto de ella no pisaba la Plaza Mayor. Debo recuperar esa sana costumbre. Es mi lugar favorito de Salamanca. Se me alegra la cara solo al ver alguno de sus arcos, medallones, detalles...Pero aunque la menciono, hoy no he venido a hablar de mi ciudad. Al contrario, hoy quiero hablar del pueblo, de un pueblo: San Esteban de la Sierra.

Hace ya unos veinte años, quizás alguno más, fui varias veces a Alba de Tormes siendo allí las fiestas, con mi grupo de amigos de entonces del Pinar. Era ir a un pueblo en fiestas, pero no a disfrutar las fiestas del pueblo tradicionales. Íbamos principalmente de bar en bar, a cual más lleno. Y aunque ha llovido mucho, guardo buen recuerdo de aquella época, pese a no tener frescos demasiados detalles. Sí recuerdo un regreso a casa en taxi, a horas intempestivas, en el que me senté de copiloto. El taxi era un Mercedes, y por entonces pensaba que si pudiera tener un coche, me encantaría que fuera un Mercedes. Con los años la vida se ve de otra manera, y soy muy feliz con mi coche. No es un Mercedes, ni mucho menos, pero funciona muy bien, me da una independencia tremenda (las horas de vida perdidas en autobuses dan para otra entrada del blog) y tiene un color precioso (¡qué voy a decir yo!). El conductor de ese Mercedes fue a una velocidad inapropiada, adelantó donde no debía en un trayecto de por sí no muy largo. Y solo tenía ganas de bajarme del Mercedes cuanto antes. El hombre llevaba gafas, cristales de un grosor considerable, y se echaba hacia adelante como si no viera del todo bien. Imaginaos el panorama. Qué bien sentaban los bocatas después de las fiesta. Con ellos compartíamos risas y rememorábamos momentos estelares de la noche. Eso es lo más cerca que había estado de las "fiestas de pueblo"

Pues más de 20 años después, caigo, cosas del destino, bendito destino, en las de San Esteban de la Sierra. Y llegó un punto en el que no sabía quién era del pueblo de nacimiento, quién arrimado y quién adoptado.


Porque al final vi que todos sentían San Esteban como algo suyo. Y me pareció precioso.

Estoy molida, no puedo negarlo. He ido a trabajar reptando, y el cansancio se me nota hasta en la voz.  Y no es resaca precisamente, porque de alcohol entre poco y nada, una copa de Yllera ayer antes de comer, creo que nada más. He reído, he bailado, he llorado (he intentado disimularlo, pero cuando la gente habla con mucha pasión de algo o de alguien, a mí no emocionarme me resulta imposible). Y he tenido muy presente a mi padre. Y a gente que sin estar tampoco presente sigue estando, por motivos que no vienen al caso, incluso sin haberla conocido.

He visto la coronación de la reina, danzar alrededor del tronco ardiendo de un castaño con las campanas de la iglesia de fondo, bailar junto al Cristo en la Plaza...Y muchas cosas más. Jamás había estado en una peña, ni había presenciado la despedida de la orquesta en la verbena del pueblo. Y llegar al chocolate tampoco. Ha sido un fin de semana intenso, plagadito de novedades y emoción. Soy de las que en grupos numerosos, siendo yo una de las nuevas y desconociendo a la mayoría de las personas y tradiciones, se cierra como una almeja. Porque sí, porque tímida no considero, pero me cuesta.

Me he sentido muy bien acogida, me han tratado fenomenal. Y a  veces hablaba con alguien y me daba la sensación de conocer a esas personas de hace años. Odio las cuestas, desde siempre, por muy bonitos que sean los sitios en los que están, eso no va a variar ni un ápice. Solo puedo estar agradecida porque me he sentido una más, y eso era complicado, seguro que para ellos también. Igual que hablo de las cuestas, el bordado serrano me parece, desde siempre, maravilloso. Tengo ya varias ideas en mente para hacer. Solo necesito elegir por cuál empiezo y tener encarrilado el comienzo de curso, con todo lo que conlleva. Una vez que haya cumplido con mis obligaciones laborales, podré ponerme a "dibujar", lo que sea, en la superficie que más me apetezca. He hecho fotos de casi todo. Como los moños serranos con sus adornos. los contadores de la luz con los dibujos serranos, algunas calles, la quema del castaño del viernes al sábado y, lo más importante, aunque menos de las que me habría gustado por no aburrir ni correr el peligro de ser la pesada de las fotos. Y también por la falta de confianza, hay cosas que necesitan tiempo. En resumen, un fin de semana muy completo y especial. A todos los que también me habéis recibido y tratado, gracias por contribuir a que me sintiera una más. El año que viene espero poder ir, y estar mejor preparada. ¡Vivan las Fiestas del Cristo! ¡Viva San Esteban!...¡Y viva su gente!





sábado, 7 de septiembre de 2024

Entrada a bote pronto

 A la carrera, no es mi estilo, escribo de manera exprés esta entrada. Porque es 7 de septiembre y me apetece, sin más.

Y reflexiono sobre por qué hay gente que se mete donde no le llama. Y el número no es moco de pavo, pero bueno, es lo que hay.

Digo mucho que no soy una santa, y si bien cuando una pata se mete, hay que sacarla. No me refiero ahora a las relaciones de pareja, sino a las de amistad. Soy consciente de una pata metida y ahí sigue. Pero he de pensar muy bien cómo sacarla haciendo el menor daño posible. Y quizás el silencio no sea la mejor de las respuestas,  tampoco lo sé.

Vuelvo a lo que venía, hoy os invito a amar. A abrazar apretado a quien os nazca. A besar lento. A acariciar. A sonreír con la mirada. A caminar de la mano por cualquier lado y en cualquier circunstancia. A soñar, que nada ni nadie os robe la ilusión. A hablar cuando hay un bache y salvarlo juntos, sea un bache individual o de pareja. A mirar con cariño a la persona con la que compartís la cama. A conocer sitios con encanto en buena compañía. A descubrir lo que hay más allá de nuestras fronteras y valorar otras formas de sentir y de entender la vida, y todas son válidas. A brindar por la suerte de estar vivos, de tener la capacidad de amar y de poder hacer un pelín más agradable la vida de los que nos importan. Y eso, sin más, ¡viva la vida y viva el amor! Porque sí, porque hoy es 7 de septiembre, y hay que disfrutarlo.

Anoche había una luna menguante, espectacular, adornada por unas nubes cuyo nombre desconozco, que pintaban un cuadro precioso. Ojalá esta noche el cielo nos regale un espectáculo parecido. Y sonrían desde arriba, al ver que estamos bien y luchamos por ser todo lo felices que podemos.

Que nada ni nadie se atreva a deciros cómo vivir vuestra vida. Aquí no se puede rebobinar, recordar es maravilloso pero somos mucho más que recuerdos. Debemos "alimentarnos" de todo lo positivo que la vida nos pone, sea luchando o en bandeja. Nadie dijo que vivir fuera fácil. Y a este mundo no he venido a pasar de puntillas.




martes, 27 de agosto de 2024

Simplemente...hoy

Hoy escribo porque sí. Sin la necesidad de recordar un aniversario, un cumpleaños o cualquiera de esos días marcados en el calendario en muchas partes del mundo.

Se atisba el final de las vacaciones de verano. Y esta vez, la primera en mi vida, justo de postre es cuando voy a tener más días de "vacaciones" propiamente dichas. Espero que esto me haga aterrizar el 2 de septiembre en el instituto con la batería a tope de carga. Con ese final aproximándose, a mi cabeza le ha dado por reflexionar sobre mi verano. Un verano con momentos acompañada y otros tantos de soledad buscada. Y qué bien me han venido ambos. Lo repito hasta la saciedad, pero lo siento así, tal cual, es indescriptible lo afortunada que me siento por el grupo humano con el que cuento. Es como si me corazón saltara de alegría. Y eso que me han quedado personas con las que quedar,  intentaré "rematar" la mayoría de esas quedadas pendientes entre septiembre y octubre, aunque van a ser dos meses de no parar.

Una de las mayores suertes es poder hablar, a tumba abierta, de sentimientos, con un número muy reducido de personas. O escuchar cómo ellos comparten, lo que quieren, cuándo y como quieren, una parte de los suyos. Me parece mucho más difícil que quitarse la ropa, eso de "desnudarse" a nivel emocional. Aunque pueda parecer lo contrario, a mí según el momento y la persona, también me cuesta. Tras muchos años y vivencias compartidas, soy consciente que a otras personas les resulta mucho más complicado. Tal vez sea por razones culturales, porque así lo han mamado como digo yo, o simple y llanamente no saben cómo hacerlo. Qué importante y necesario me parece brindar un espacio seguro para "desnudarse" a quien creemos que lo necesita. Y por supuesto, no juzgar. Disfruto una barbaridad de lo bonito de cada etapa, de cada edad. Si bien a los 20 años está fenomenal ser amigo de alguien, a los 40 (y pico) o más, tiene un matiz increíble. Esa pátina que ofrece la experiencia vital, la misma que nos hace ver lo jorobada que es la vida a veces y la de giros inesperados que puede dar. Ver cómo queda todo tras un "terremoto" emocional, del tipo que sea. Y saber que no estamos solos cuando el terremoto lo sufrimos en nuestras carnes. Y estar dispuesto a ayudar a los que queremos cuando los cimientos se mueven en casa "ajena", pero que sentimos un poco nuestra. Un poco o quizás un mucho, porque nos preocupamos por cómo están los que nos importan tanto después de una "catástrofe", y de esas hay muchas. A veces se solapan y todo. En medio de todo eso, miras a ambos lados, ves más allá de tus narices. Y sientes que puedes poner un granito de arena para que la casa no se le caiga al de al lado. Igual que en otros momentos "alguien" estuvo para mí. Y que coincida en la misma persona me parece secundario. Es probable que nos quedemos sin palabras. Sí, sí, a mí me ha pasado. No me resulta extraño. La gran mayoría de las veces con escuchar basta. Escuchar al otro ayuda. O así lo veo yo. Reconozco que hay instantes en los tengo cierta ansiedad a la hora de hablar, y no paro hasta soltarlo todo. Pero creo que hay que ser consciente de la mochila que carga cada cual, y dejar que hable primero, se explaye, sin prisas, el que tenga una mochila más fastidiada de llevar. Y que cada persona use sus herramientas de la mejor manera posible. Todos las tenemos, pero cuando casi nunca hacemos uso de ellas, cuesta que funcionen adecuadamente a la primera.

No sé muy bien si conozco todas las mías o no. Intento, no siempre lo lograré, ser una persona empática. Me encanta mirar a los ojos de la persona a la que estoy escuchando, independientemente de si ella me mira a mí o no. Y demostrar mi cariño a quién me nace. Soy cariñosa pero no voy abrazando ni haciendo gestos de cariño a diestro y siniestro. De hecho si no hay "feeling" me molesta que me abracen. Pero hay gente que efectivamente, consigue reiniciarte con un abrazo. Y si no te reinicia, al menos te calma, y es bastante. No sé si yo consigo ese efecto parecido con algunas personas, hago lo que puedo y siento. Aunque podáis confundirme con un loro a ratos, adoro escuchar a la gente que quiero y quiere compartir conmigo algo muy suyo, muy de dentro. De esas cosas que al decirlas en voz alta se te pueden saltar las lágrimas, o son capaces de "llorar pa' dentro" y no llegan a deslizarse por las mejillas. Pero sientes que al que tienes a tu vera le escuecen por dentro. También procuro ser agradecida, no es fácil que otros estén dispuestos a escuchar lo que a algunos les quita el sueño, a otros les hace sentir rabia, a muchos les genera ansiedad...Incluso con algunas cuestiones que no tienen "solución", pero...¿Y qué más da? La tierra no se detiene, y sigue moviéndose aunque nos empecinemos en no entender por qué es capaz de hacerlo cuando parte de nuestro mundo se tambalea. Puede resultar contradictorio, porque doy las gracias muchas veces, pero no siempre me gusta que me las den. No obstante entiendo que es una palabra preciosa. Y es bonito pronunciarla y escucharlo. A mí en ocasiones me gustaría ponerle "coletilla", y no quedarme con el gracias a secas. Lo que pasa es que no siempre doy con las palabras adecuadas. Gracias por la confianza. Gracias por tu valentía. Gracias por tu cariño. Gracias por venir, en un guiño, y no es la primera vez en el blog, a mi querida Lina Morgan: "Agradecida, y emocionada, solamente puedo decir, gracias por venir." Pues eso.

Por eso cumplir años tendrá sus cosas "malas", pero muchas más son positivas. Y la fuerza de los lazos que nos unen a aquellos con los que sabemos que podemos desnudarnos a nivel emocional, es gigantesca. Como una joya. Más que una joya. un sol tremendo, inmenso y hermosísimo. 

De ahí que me haya puesto a escribir, como más le gusta a mi cerebro, a horas intempestivas. Con las calles dormidas y las luces anaranjadas de las farolas de fondo. Oyendo de cuando en cuando a algún "despistao" que parece no querer o saber volver a casa. 

Intentad exprimid vuestros ratitos solos y acompañados. Si la soledad no es buscada acudid a alguien, a quien sea, con quien os atreváis a ser vosotros, y apretad esos lazos que ya existían, pero se pueden aflojar cuando no se miman lo suficiente. O lanzaos a la aventura de construir nuevos lazos.

A esta vida se debería venir a ser lo más felices que se pueda. Aunque muchos temas nos lo pongan cuesta arriba en ciertos periodos. Pero se sube la cuesta al ritmo que seamos capaces y se sigue. Porque ya llegarán tiempos mejores. Y lo digo por experiencia. Parece mentira lo que se puede mejorar a muchos niveles en unos meses. No creo en los milagros, hay que dar pasos y ser consciente de lo que tenemos encima, o la que se avecina, para hacer algo. Y en algún momento de todo ese tsunami personal, resulta que las aguas se calman. Que puedes sentarte a la orilla del mar a contemplar y escuchar las olas. Cuando ya pensabas que esa calma interior no iba a llegar y sentías cómo por momentos la ansiedad pretendía devorarte. Recuperas esa sensación de paz. Y con ella la ilusión. Desde luego que muchas veces las ilusiones son más grandes que los miedos. Y sientes que vuelves a ser tú. Y va a ser que sí, que sopla ·el viento a favor".


martes, 20 de agosto de 2024

Nueva vuelta al sol

Según dice mi partida de nacimiento, vine al mundo un 21 de agosto, concretamente del año 1982. No hace falta que echéis cuentas, cumplo 42 añazos. Y celebro cumplirlos, mala señal sería no poder hacerlo. El año pasado mi cumple tuvo detalles de mucho cariño y amor. También estuvo muy marcado por la repentina y reciente muerte de mi padre, tan solo 20 días antes de mi cumpleaños. Este año, los sentimientos se gestionan de manera diferente. Llevo más de una semana recibiendo regalos por adelantado. Incluso una tarjeta escrita a mano. Hago hincapié en ella porque podéis llamarme clásica o romántica, pero lo escrito a mano tiene un valor añadido. Sea la letra "bonita" o no, es un plus. Y algo cada vez menos frecuente en tiempos de "guasaps", Facebook, Instagram...Gracias a todas las de los regalos antes de fecha. 

Este año tengo algunos de mis deseos han variado respecto a años anteriores. Los más importantes siguen siendo los mismos. No digo nada y soplaré las velas con ilusión y esperanza y, si nada se tuerce, espero soplarlas dos veces en diferentes momentos del día.
Y lo iré celebrando por capítulos, es lo que tiene nacer en agosto...

Esta mañana compré mis velas. Hace ya unos años me di cuenta que a veces no hay que decepcionarse cuando otros no actúan como nos gustaría que lo hicieran, eso no quiere decir que hagan cosas mal, ni mucho menos. Simplemente cada cual es detallista a su manera y quiero pensar que hacen lo que les nace y saben, y hay que valorar cada detalle positivamente. Y según para qué, me adelanto y hago/compro/cojo lo que me apetece, sin esperar a nada ni a nadie. Así me llevo menos fiascos. Antes reciclaba las velas de un año para otro, cuando eran aprovechables por estado y cifras. Pero los últimos 10 años o así ya no. Me apetece estrenar velas. Procuro no repetir modelo dos años seguidos. Esta vez son rositas, y con adornitos varios para acompañarlas. Que sí, que cumplo 42 años. Eso no está reñido con mantener la ilusión y disfrutar con cosas pequeñas. Y a ver qué me deparan los 42. Prometo soplar con ganas y cerrar los ojos al pronunciar, en mi interior, mis deseos.

Para todos los que me leáis hoy, salud, imprescindible para seguir soplando velas. Y si esta flaquea, mucha fuerza y ánimo para afrontar los bajones. Espero que también podáis disfrutar de etapas más dulces, y remontadas, aunque sean pequeñas y no se prolonguen excesivamente. Y por supuesto amor, mucho amor. Con salud y amor tenemos el camino andado.

Confío que esos dos sigan presentes en mi vida, por extensión también en la de vida de los que quiero. 
Pensad en vosotros mismos, es una tarea que os corresponde, y también es sinónimo de salud y de amor. Si nosotros no estamos bien, poco podemos hacer por los demás.

Endulzad los días amargos, van a venir igual, pero de cómo lo gestionéis van a depender muchas cosas. No podemos volver atrás, ni un año, ni cinco ni diez. Tampoco podemos cambiar el pasado. Lo que sí está en nuestras manos es construirnos un futuro lo más agradable que se pueda.

Y recordad algo, sois suficiente, quizás no os lo digan a menudo ni cuando necesitáis escucharlo. Pero lo sois. Disfrutad de la compañía de los que se alegran al veros brillar y son un poquito más felices cuando os pasa algo bueno.

No desperdiciéis vuestro tiempo. No tengáis miedo a decir "no", a hablar de vuestros sentimientos y a demostrar lo que sentís. Y si puede ser, atreveros a vencer algún miedo. Sentiros orgullosos del camino recorrido, de lo que hacéis y de lo que todavía sois capaces de hacer. Defended aquello en lo que creéis. Actuar de manera coherente. Sed sinceros con los demás, pero mucho más con vosotros mismos. Escuchad y escuchaos. Aproximaros a vuestros sueños y pelead por ellos. Acompañaos de gente que os sume. Haced más de lo que os guste y con quien os guste. Elegid bien con quién compartís la banda sonora de vuestra vida. Disculpaos cuando sea necesario y sed capaces de reconocer vuestras meteduras de pata. Liberaos de complejos físicos, mentales o del tipo que sean, siempre seréis "perfectos" para la persona adecuada.

Me vienen ahora muchas canciones a la cabeza, y todas son un buen ingrediente para celebrar la vida, baile con los pies o con el corazón. Cada uno sabe qué le alegra el espíritu.



Gracias por la paciencia y el aguante y soporte en mis días grises. La vida es bellísima, aunque no seamos capaces de verlo los 365 días del año. Poneros pesados para inclinar la balanza hacia la cara amable que prácticamente todo puede tener.

Menuda parrafada ¿eh? Lo siento pero mi esencia es la misma acariciando los 42. Feliz vida a todos.


jueves, 1 de agosto de 2024

Infinito

Esta entrada no ha sido escrita cuando se publica. Voy a dejarla programada para que se publique el 1 de agosto, a las 21:15. A esa hora, minutos arriba, minutos abajo, se cumple un año, ¡menudo año! de la muerte repentina de mi padre. Pensaba poner "fallecimiento", porque suena más suave, pero muerte es más real, menos edulcorado. He revivido en mi cabeza ese día enterito, esa mañana, esa noche y esa madrugada más veces de las que puedo recordar. Se considere positivo o no, hay detalles que tengo difusos y de los que no estoy segura al cien por cien. Otras por el contrario siguen nítidos, sea positivo o no que mi mente continúe manteniéndolos tan presentes.

Podría decir mil cosas sobre este periodo, entre el 1 de de agosto de 2023 y el 1 de agosto de 2024. Desde luego han sido doce meses complicadísimos de gestionar. He descubierto que las lágrimas nunca se acaban. Y es bueno sacarlas, aunque resulte agotador cuando son muy frecuentes. He vuelto a darme cuenta de la joya de personas que tengo en mi entorno, aunque a algunas no las vea a menudo. A otras las he visto mucho, y han sido un sostén importante y un flotador imprescindible. Porque aunque de esta tenía que salir yo "sola", han estado a mi vera en muchos momentos en los que me sentía hundidísima. Qué fastidiado eso de darse cuenta de haber tocado fondo. De hecho si algunos de ellos se juntaran, podrían hacer un recopilatorio de audios míos llorando, inconsolable. Y como este es mi blog, no voy a hablar de los duelos de mi madre y mi hermano, supongo que hemos hecho todo lo que hemos podido. Hace poco me salió en Instagram un vídeo de Amaia Montero, a raíz de su vuelta a los escenarios de la mano de Karol G, empezaron a salirme algunos vídeos suyos. Y no todos eran musicales.  En este que me apareció, hablaba de la muerte de su padre. Y que ese tipo de sucesos es algo que no se supera, simplemente aprendes a vivir con ello. A mí por una parte me parece tristísimo, pero es una realidad como un puño. Ni he superado ni superaré la muerte de mi padre, solo he aprendido o estoy aprendiendo, a vivir con ello. A intentar deshacer el nudo en la garganta que me produce su vacío, tan inesperado como doloroso. A levantarme cada día sabiendo que la vida sigue, sin él, pero sigue. Eso es durísimo y muy doloroso. De vez en cuando busco su voz, rescato ese audio de WhatsApp de apenas seis segundos de duración. Ese audio del que hablé al escribir aquí, por primera vez, de todo lo sucedido esa fatídica noche del 1 de agosto. Y me encanta escuchar su voz, no me conformo con ponerlo una sola vez. No he seguido buceando para ver si hay más, con ese me vale, y con las palabras de ese mensaje, también. No es casualidad, no puede serlo. 

Y podría haberme ahogado en mis propias lágrimas, lamiéndome las heridas pensando lo mal que me trata la vida por haberme quitado a mi padre, a mi gusto antes de tiempo. Pero va a ser que no, yo no soy así, esa no es mi esencia ni mi manera de contemplar el mundo ni tratar de entender la vida. Esto no quita que haya maldecido muchas cosas, haya gritado, haya estallado, me haya cabreado con el mundo o con algunas personas, no haya tenido ganas ni de salir casa, no tuviera ganas de hablar con casi nadie pero, y es una realidad, estoy bien. Que sí, que hoy es 1 de agosto y hará un año que se fue "para siempre". Lo que pasa que esto se puede enfocar de muchas maneras. Es el aniversario del fallecimiento de mi padre, cierto. El primer año de mi vida sin él, cierto también. Y con todo y con eso soy afortunada, soy muy afortunada, porque se cumple un año de vida sin él, pero casi 41 años de vida con él son los que pude disfrutar. Y eso es una barbaridad, una suerte gigantesca, inmensa. Desgraciadamente muchas personas no han disfrutado de algo semejante. Cerca de 41 años, faltaron 20 días, juntos. Por eso y por cada una de las personas con las que cuento de verdad, en mi vida, repito que me considero afortunadísima. Me sentí y sigue siendo así, muy arropada  Y no iba a poner nombres, pero hay algunos que, según el contexto, merecen una mención especial o una matrícula de honor. De las personas del velatorio no me arriesgo a poner todos los nombres, porque me dejaría muchas en el tintero. Gracias a cada uno de los que se acercaron al velatorio y/o al funeral. 

Atravesando el duelo a mi lado, cada cual a su ritmo y manera, mi madre y mi hermano. No ha sido fácil ni lo está siendo. Insisto en un punto, papá querría que fuéramos lo más felices que se pudiera. Y que estuviéramos unidos. Gracias.

Jorge, mi pareja, mi novio, mi chico. Mi todo lo que él y yo queramos, porque me importa un bledo auténtico lo que opinen los demás. Y te quiero lo que no está escrito. Y esta vez hago una excepción, porque sentía la necesidad de poner tu nombre, sin que hiciera falta leer entre líneas. Las preguntas ajenas y explicaciones, mías, sobran. Gracias.

Y luego ya no sé ni en qué orden poner a estas mujeres excepcionales: Ana Belén, Carmen, Cris (tranquila que pongo el principal abreviado, y va que chuta), Mariate, Marisa, Marta, Mayte, Noemí, Pilar C. y Soraya.  Gracias. Prosigo con la lista de mis mujeres fabulosas. Y por supuesto también Ana y Lourdes (vaya trío...sí), Nekane, Kris con k, Inma, Fany, Lucy, Isa, Anaí,  Myriam, Tess, Pepi, Celia, Chus, Fuen, Sofía, María Josés, Ana, Cris C., Patri, Encarna, Tita, Paqui, Gely, Feli, Charo...La lista es tremenda. Gracias.

También hay nombres masculinos como David, Jesús, Míchel, Arturo, Ramón, Javior y Javiher, Héctor,  Iván, Jose, Rubén, Guillermo...Gracias.

Familiares, especialmente  Ana, Tere, David y Esther,  y Jose. Gracias. Hago hincapié en mi prima Ana, porque gracias a tus palabras sentía que él seguía vivo. Me parece que es una de las mejores formas de lograr que siga vivo alguien que ya no lo está, recordando a esa persona. Y agradezco mucho cada momento en el que lo has hecho, y no han sido pocos precisamente. En mi caso lo hago cada día. Como la canción de "El Rey león", "Él vive en ti". Mi padre sigue vivo dentro de cada una de las personas que disfrutaban de su existencia. Y lo siento muy vivo dentro de mí. Tengo mucho de mi madre y mucho de mi padre, físicamente y de forma de ser. 

Y amigos de la familia, especialmente Pilar y Julián; y cómo no, Mayte. Gracias.

Hay más personas, pero no quiero hacer un diccionario de nombres. Ya me he explayado más de lo que pensaba a priori.

Muchos habéis estado presentes en mis lágrimas, y me habéis acompañado como mejor habéis sabido y podido. Habría preferido que nunca hubierais tenido que hacerlo. Pero uno no elige cuándo morirse. Hace poco me di cuenta que en el porche estaba un calendario de 2023, descolorido. Paralizado en julio. Como se nos paralizó todo un poco, empezando por, probablemente, el corazón de mi padre. Y decidí tirarlo, ya era julio de 2024. Siempre recordaré el aspecto espectacular del cielo de esa madrugada, ya 2 de agosto, desde la entrada del San Carlos Borromeo. Hasta el momento, mi noche más larga. Mi padre era un cagaprisas, y a mucha honra, también lo soy. Quizás por ello el destino, bastante cabrón esta vez, decidió que si se lo llevaba, debía ser el primer día del mes. La de veces que he visto y analizado las fotos de la última celebración fuera de casa de los cuatro juntos. Esa comida en Cuatro Calzadas para celebrar el santo de mi madre. Y no, que no, que por mucho que mire y remire no había nada que me dijera que un par de semanas después íbamos a perder a mi padre. Tengo pendiente regresar a ese restaurante, no quiero sitios a los que me prohíba ir.

Muchos habéis estado ahí también en mis alegrías, y en parte gracias a vosotros han sido más grandes si cabe. Sería injusto reducir un año a lágrimas, penas, dolor, nostalgia y duelo. Ha habido mucho cariño y una pasada de amor. Y momentos felices, también, y que no nos falte la salud, imprescindible.

Decidí a escasos días de este triste aniversario, no pasar este 1 de agosto en el sitio en el que murió, iré antes, iré después. Pero esta vez no quiero estar allí, por si acaso la tristeza intenta apoderarse de mí. Si por mí fuera, si hubiera sido posible, habría preferido pasar esta fecha junto al mar o contemplando las estrellas, sabiendo que desde ese 1 de agosto de 2023 cuenta con una más, y brilla como la que más. Al menos a mis ojos, que es lo que importa.

No sé si tras esta bofetada del destino salgo  peor o mejor, sé que distinta. No soy la misma desde esa noche de mierda. No puedo serlo. No quiero serlo. 

Y aunque a mí palabras no me suelen faltar, es verdad que la emoción me sobra. Incluyo una serie de "frasecitas" e imágenes, cuando me fui encontrando con ellas, me tocaron las fibras. Y las fui guardando, algunas las he ido dejando caer en mis estados del WhatsApp. La última es algo que he pensando infinidad de veces desde ese 1 de agosto del año pasado. Duele, pero es así. Disfrutad la vida, que no hay vuelta atrás, para nada, y para nadie. 









Papá, aquí te seguimos amando y recordando todos los días, sin excepción.



Y sí, el mundo no se ha detenido. La tierra ha seguido moviéndose. Pongo el punto final a esta entrada con unas palabras de Cristina Saavedra, periodista, perdió en tres años escasos a su madrina, su abuela y sus dos hermanas: "El dolor solo se calma con amor." Gracias a todos. Gracias eternas, papá.