sábado, 15 de septiembre de 2018

Pellizcos de emoción

Esta sí ha sido la verdadera vuelta al cole, cuando las aulas se han llenado de niños y niñas, los patios de ruido y todos los rincones de los colegios, sin excepción, de vida, mucha vida.

Pasas por la calle que sea y te encuentras con mil y una caras familiares. No logro ponerle nombre a todas esas personas porque tres cursos en Guijuelo es mucho tiempo, y me resulta imposible quedarme con todas. Muchas sonrisas, besos, abrazos, cariño, de todo, una barbaridad, inconmensurable. Es como volver a casa, o sentir que nunca te has ido de ella. Qué ilusión.

Y en medio de todo sonó el timbre el lunes día 10, y allí estaban ellos, los alumnos de mi tutoría. Qué enorme suerte la mía. Las dos horas que pude compartir con ellos el primer día me supieron a poco.  Igual que el tiempo con los niños de los otros dos quintos. Adoro ser tutora, me encanta el Inglés. Es una suerte dentro de la docencia haber dado con tantos roles distintos y disfrutar con todos ellos. 

De postre te encuentras con tres alumnos de otros cursos en Salamanca, y me levanté de la silla como si no hubiera mañana para darles un buen abrazo. Una cosa no quita la otra. Tenía muchísimas ganas de verlos. Y todo se mezcla, se complementa y va cobrando sentido. Sigo teniendo la sensación de estar soñando y un pellizco de cuando en cuando no sobra. Pero no, es un sueño hecho realidad. Entre unos y otros, los de Guijuelo y los de Salamanca, aprieto los dientes y contengo la emoción (a duras penas). Cuánta buena gente por todas partes.

Y poco a poco, sin que nadie se atragante, voy incluyendo estrategias emocionales, o llamadlas como queráis. En mente y a corto plazo el rincón de la calma, las "píldoras" emocionales y una silla (o semejante) de los abrazos. Y una realidad desde la próxima semana, los "buenos días." Vi un vídeo en internet, ¡gracias Mercedes! y me gustó mucho la idea. Tengo la costumbre, os guste o no, si lo hago es porque a mí me agrada y creo que a los niños también, de abrir la puerta y plantarme delante a dar los buenos días uno a uno a los alumnos. Me gusta entrar la última y saludarlos de manera individual. Y te regalan sonrisas, miradas, algún gesto cariñoso o a veces indiferencia, tristeza...En un instante puedes saber quién va a tener un buen día y quién no. O para ser más precisos, quién comienza el día bien y quiénes lo hacen con un cable cruzado. 



He pensado, por el vídeo que mencionaba y os acabo de poner, intentar que algún día a la semana los alumnos fueran los encargados de dar la bienvenida a sus propios compañeros. Dicho y hecho. No he puesto la palabra "encargados" porque suena a obligación. Simplemente "buenos días" y los días de los meses de septiembre y octubre que tengo que ocuparme de las filas y de cuidar el patio. Se lo expliqué y parece que les atrajo la idea. Todo será cuestión de probar, y si funciona razonablemente bien y ellos quieren...¿Por qué no? Soy de las que creen con firmeza, sin lugar a dudas, en los pequeños detalles, y en sus posibilidades de marcar la diferencia.

Estamos en periodo de adaptación mutua, mis alumnos (los de los tres quintos de Primaria) a mí y yo a ellos. Eso lleva su tiempo, espero que las piezas encajen y que para ambas partes sea una experiencia agradable, o aventura como me gusta más denominarla.

La próxima semana, más y mejor. Ahora vamos a digerir todo, sin pausa, pero sin prisa.

Esta vez la nota musical corre a cargo de Malú y el gran Alejandro Sanz, se titula Llueve alegría y me parece una grata sorpresa.


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