viernes, 8 de febrero de 2019

Pinceladas de emoción (9, 9.5 y 10)

Lo habitual es que cada pincelada tenga su entrada en el blog. Vais a perdonarme, esta vez tengo casi un "3 en 1."

La número 9 fue hace justo una semana. Nuestra última media hora del viernes fue para al amor. Les presenté el libro del Emocionario, de la editorial Palabras aladas. 


De ahí vimos las definiciones de amor y odio, y estuvimos comentándolas un poquito. Les  dije que iba a dejar ese libro, y algunos más de ese estilo, en la biblioteca de aula, como libros de consulta (únicamente para leer en clase). Y ya los tienen allí desde hace un par de días, espero que se animen a leerlos, aunque sea en parte. 



Y relacionado con el amor, no pude resistirme a leer un cuento que me encandiló desde el minuto 0. Es "Adivina cuánto te quiero," de la editorial Kókinos, una delicia de libro. Lo descubrí gracias a la sede de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez que hasta hace unos años teníamos en la calle Peña Primera. Opté por la versión más reducida, en pop-up. Estuve acompañada de un peluche de "la gran liebre",  desde hoy la han bautizado oficialmente Avellana (y así se quedará...). Los protagonistas son la gran liebre y la pequeña liebre.



Me dio pena que faltaran tres alumnos y se perdieran el cuento, pero es que enero hizo estragos y raro es el día que hayamos estado todos. La salud es lo primero.

Os dejo un vídeo con el cuento:



Me encanta que sea "la gran liebre", a secas, y que cada niño o niña pueda pensar en quien/es prefiera: papá, mamá, ambos u otra persona a quien quieran muchísimo. Es una cuento sencillito, cargado de ternura y, cómo no, de amor. Una vez se lo conté a un chico de 2º de la ESO, y funcionó francamente bien. 

Hablamos de la importancia del amor, y de demostrárselo a los que queremos, ahí es nada.

Luego repartí a cada niño o niña un corazón con su nombre y una pequeña imagen. Las imágenes estaban relacionadas con cada uno de ellos, con sus aficiones, su manera de ser...Y como el timbre estaba a punto de tocar, mi invitación fue a que pensaran hacia quién sienten amor o algo relacionado con ese sentimiento que se les ocurriera, y lo escribieran en su casa. La primera opción era no hacerlo, quedarse con el corazón, y punto. No voy a obligar a nadie a compartir lo que siente, si no quiere hacerlo, tampoco a escribir sobre ello si no le apetece.

Los que se animaran a escribir en el corazón, lo podían guardar tal cual o traérmelo para plastificarlo y hacerles un agujero para colocar una cinta. Unos seis me lo trajeron. Vi alguno arrugado en la mochila y me dolió, para qué negarlo, disimulo fatal.

Y hasta aquí llegaría la novena sesión. A mitad de esta semana, como el amor da para mucho, volví a recurrir a Ana Llenas y conté, con la ayuda visual del libro, su cuento Te quiero (casi siempre). Es también una historia de amor, plaga de ternura como la anterior, de una luciérnaga y un bicho bola; pero es otro tipo de amor, el romántico.



Hay vídeo disponible, para que veáis el contenido del cuento y las ilustraciones. 

Y con él da pie a hablar de lo curioso que a veces, lo que más nos gusta de una persona, en otros momentos es al mismo tiempo lo qué más nos molesta.  El libro, de una manera muy sutil, hace hincapié en la importancia de respetar las diferencias, las particularidades de cada cual.

Te quiero (casi siempre) representa la minisesión entre semana, la 9.5, surgió sin planearla.

Con todo lo anterior reciente, llegó el viernes. Esta mediodía no había cuento, solo un peluche. Hay que ponerse en situación, si hablar de cuestiones relacionadas con las emociones de por sí cuesta un poquito (o bastante), imaginaos un viernes después de una semana  excesivamente intensa (cada una, un desafío). Mi sensación es de una montaña rusa continua, sin descanso. Puse en la pizarra, en letras bien hermosas (por el tamaño quiero decir, no por la estética), lo siguiente:

Eres especial porque...

Me gusta cuando...
Me encanta que...
Me caes bien porque...

Y saqué de su lugar a Avellana, la gran liebre. Retomamos las caricias emocionales, lo bonito que es usar palabras agradables y decirles a otros algo que nos gusta de ellos, de cómo son, de su manera de tratar a los demás...De lo que sea, hay que intentar ver más allá.

Les pedí que, para que todos pudieran recibirlas, solo intervinieran dos por compañero al que le pasara a Avellana, por el poco tiempo del que disponíamos. Iba pasando la liebre de uno en uno, sin seguir orden alfabético ni de ningún tipo. Y se soltaron rápidamente...Fue un lujo, después de algunos ratos de aguas turbulentas y bastantes momentos duros (en este curso), ver cómo miraban a los ojos del destinatario de las "caricias emocionales", y decían cosas muy bonitas. Con toda la vista, se lo expliqué después, salvo contadas excepciones, procuré no elegir a las personas que más afinidad parecen tener entre ellas. 

Sin embargo calculé mal...Y sobró tiempo, ellos insistieron que era mi turno. No lo había pensado así, ni por lo más remoto. Me apetecía que fuera algo suyo, pero no hubo manera. Gritando mi nombre y viniendo un buen grupito (me parece que femenino al 100%)* a abrazarme, no me quedó otra que ceder. Me senté en la silla, ya casi sin poder contener la emoción, y empezó una sorprendente cascada de cariño. Lo suyo habría podido darles las gracias después de escuchar a cada uno. Pero, suele haber un pero, tenía un nudo en la garganta que no atinaba a deshacer. Al final, cogí aire, entre lágrimas, y logré darles las gracias por tantas cosas preciosas que escuché. Tuve que parar varias veces, porque el nudo en la garganta no había manera humana de hacerlo desaparecer. Me dio tiempo (o aire) a decirles que pese a los malos ratos (los hay), los enfados (también), los disgustos...Me encantaría (y aquí frenazo en seco). Tomé aire y ya pude acabar "Me encantaría...continuar el próximo curso con vosotros." A ver si hay suerte y el destino me deja en el Fili, y de tutora (de 6ºC).

[*Hago un inciso, no considero que mis alumnos, con o, no sean cariñosos, o me aprecien menos que mis alumnas, con a. Pero me da la sensación que todavía a los niños les cuesta más demostrar ese cariño, están más contenidos.]

He de decir que antes de escuchar lo que me decían, para mí ya había sido uno de los momentos más bonitos con la clase en lo que llevamos de curso. A lo mejor hay gente que no alcanza a entender por qué me emociono con mis alumnos. No me importa, si no comprenden eso, serán incapaces de entender muchas otras cosas. Es mucho tiempo, el dedicado a ellos y el compartido; cariño, el dado y el que recibo; gratitud, la que me demuestran muchas personas y la que a mí me sale, aunque quizá resulte pesada (GRACIAS es una palabra inmensa); esfuerzo, dentro y fuera del cole; paciencia, para todo, con todos (a veces se me termina, pero eso tarda bastante en suceder, y menos mal)...

Y en medio de tanta emoción, a despedirnos en la puerta del aula. Para no dar la nota, me puse las gafas de sol antes de salir al patio. Salí intentando pasar desapercibida...

Para San Valentín quería hacer un corazón, en una cartulina grande, con los nombres de los niños y niñas de 5ºC. Como llegué a Salamanca tan emocionada, comí deprisa y corriendo y desplegué sobre la mesa más rotuladores de los que os podáis imaginar. Necesitaba canalizar esa energía de alguna forma. He juntado el corazón con las caricias emocionales, y desde el lunes estará en clase. Aquí lo tenéis:


Imagen propiedad de Raquel Plaza

Y como a mí la vida sin música no me parece vida, me he ido directa a una canción, del último disco de Manuel Carrasco. El título ilustra muy bien cómo me siento: Qué bonito es querer (...y sentirse querida, ya ni os cuento).



Hoy es de esos días, en los que me digo a mí misma: Tengo la profesión más bonita del mundo. Aunque en realidad lo digo muy a menudo.

Eso sí, a ver qué se me ocurre para la próxima semana. Esta vez el listón lo han dejado muy alto, difícil igualar lo de esta Pincelada de emoción.

8 comentarios:

  1. No encuentro las palabras adecuadas para valorar tus sentimientos, porque es inmenso todo lo que estás dando a esta clase!!!! Gracias, gracias y gracias.

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    1. Tampoco yo encuentro palabras para darte las GRACIAS Nekane. Te ponga lo que te ponga, me quedo corta.

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  2. Gracias Raquel por tantas emociones. ¡Qué suerte tienen tus alumnos de tenerte! Mil besos

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    1. ¡Hola Merce! GRACIAS a ti por haberlo leído y por eso tan bonito que me dices. Soy MUY afortunada de haberme encontrado en el camino con ellos, y en este momento y no otro. Un abrazo gigantesco

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  3. Creo que es francamente emocionante,pues a traves de tus palabras me he puesto en situacion y me he emocionado.Para ellos eres importante y no has podido llegar en mejor momento.Gracias por entrar en nuestras vidas

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    1. Desconocido o desconocida, muchas pero que muchas gracias por tus cariñosísimas palabras. Creo en el destino y esos niños y niñas tan especiales de 5ºC y yo nos hemos cruzado cuando nos teníamos que cruzar, por algo será...Ellos también lo son para mí, es sorprendente el cariño que se puede coger a alguien en tan solo 5 meses. Porque una alumna me lo recordaba el viernes, hoy domingo 10 de febrero, hace que 5 meses que nos conocemos. No te digo de nada, porque lo de entrar en vuestras vidas, como te decía antes, no ha sido cosa mía. Simplemente desde que me fui de Guijuelo, pensaba en que algún día volvería, al cole (Fili) o al Vía de la Plata, y no me confundía...Gracias nuevamente.

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  4. Un gran recuerdo de esos cuentos, Raquel. A veces es desconcertante pensar que, esos cuentos que tantas veces leí a mis hijas cuando apenas me entendían, puedan tener tanto recorrido a cualquier edad. Vuelvo a cogerlos.

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    1. Ay Gely...No he podido responder antes. Lo 1º, GRACIAS por comentar. Sí, esos cuentos que les leías a tus hijas, efectivamente, pueden servirte ahora...¡Incluso para adultos! Haces bien en volver a cogerlos. Un ABRAZO enorme.

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