domingo, 31 de octubre de 2021

EMOLECTURAS 6: Frida...La muerte

Como todas las anteriores, cada una de mis "Emolecturas" no es fruto del azar. Mañana muchas personas celebran en España el "Día de todos los Santos", en el que se suele honrar/recordar a los difuntos. De manera paralela a esta celebración, en México celebran el "Día de Muertos", explicado de manera resumida en la imagen siguiente.


La indicustible protagonista del libro recomendado en esta entrada es una mejicana, Frida Kalho. De Frida se han escrito libros para todos los gustos, y de muchos formatos distintos. El elegido es una joya de Sébastien Perez y Benjamin Lacombe, de la editorial Edelvives.

Es un libro delicado, de los que hay que cuidar para conservar las ilustraciones intactas. Además las imágenes van acompañadas de textos breves pero poderosos, que abordan nueve temas muy presentes en la vida de Frida, entre los que se encuentran el amor y la muerte. Estas imágenes son del interior del libro.




El contenido del libro me parece complicado para Primaria. Lo visualizo en Secundaria, Bachillerato, FP, enseñanzas universitarias...Creo que además puede ser excelente para hacer un proyecto que englobe varias áreas (Lengua Castellana y Literatura, Plástica, Música, TIC...).

Leía hace un rato a Elvira Sastre (traductora, filóloga, poetisa...) en Instagram, compartiendo su experiencia celebrando la tradición mexicana del "Día de Muertos" en su casa, con altar incluido.

Comparto parte de sus reflexiones, por lo identificada que me siento con sus palabras:

"Yo no creo en ningún dios, pero sí en las emociones y en todo lo que las envuelve: ahí es donde está la vida.

Ojalá adoptáramos esta tradición en España. Es maravilloso mirar a la muerte sin miedo, tal y como lo hacen los mexicanos. Celebrar las ausencias, no silenciarlas. Festejar. Recordar sin miedo. Darle color. Estar juntos."

Sabéis lo mucho que creo en las emociones y en todo lo que las rodea, porque son las que dan forma a la vida. Este blog es un ejemplo de ello, en él plasmo parte de mi universo emocional. De pequeños nos enseñan, o mejor dicho, me enseñaron, a mirar a la muerte con miedo. Con los años he ido viéndola de otra forma, con respeto sí, pero no con miedo. No tengo ninguna gana de morirme. Ya, parece una obviedad, pero lo digo porque desgraciadamente, hay mucha gente en el mundo sin ganas de seguir viviendo. Ojalá me queden muchos años por disfrutar, sueños por cumplir y seguir teniendo personas conmigo con las que exprimir la vida y a las que amar. Veo la muerte como un punto y seguido. Quiero pensar que los que se van, aquellos que fallecen, de alguna manera viven en nosotros, gracias a las experiencias compartidas con ellos. No creo en la vida más allá de la muerte, pero sí en que de alguna manera los que no están aquí físicamente nos "mandan" su fuerza, energía, de alguna forma. Ya, puede ser una contradicción, cada uno construye su vida adaptándose a lo que le va tocando vivir en cada etapa. Y habrá creencias que se mantengan, y otras que varíen con el paso de los años.

Se habla poco de los muertos, o hablo poco de los muertos sería más correcto, tal vez porque así lo he mamado. Sería mucho más bonito recordar momentos de su existencia que nos hagan sonreír que visitar cementerios. No obstante entiendo lo de los cementerios, no lo comparto pero lo comprendo. Me da la sensación que a los familiares de alguien fallecido les proporciona cierta paz saber que tienen un lugar concreto al que ir para recordarlos o, incluso, sentirlos más cerca. A mí me parece que para eso no hacen falta lápidas y tumbas, hay otras vías para tener ese lugar de referencia en el que sentir un poquito más cerca a los seres queridos que ya no están. Pero como he dicho hace algunas líneas, ahora mismo me centro en la vida, lo demás llegará cuando tenga que llegar (y que falte mucho tiempo).

Como defiendo que la vida es un constante aprendizaje, he aprendido que hace falta hablar de la muerte. Y aunque nos cueste, y según el caso mucho más, hay que dejar a los que queremos que hablen de sus ausentes, lo hagan en pasado o en presente, pero no llevarnos las manos a la cabeza por si de vez en cuando mencionan sus vivencias con los que se han ido. Porque hablar es necesario, supongo que hay heridas que nunca cierran, pero sí defiendo el poder sanador del tiempo, del cariño, del amor. Y la vida sigue, no se acaba cuando alguien se va, aunque por supuesto puede parecernos que el mundo, nuestro mundo, se hunde, se tambalea, cuando dejamos de contar con la compañía de alguien que nos parecía indispensable. Sabemos lo que está escrito en el libro de nuestra vida hasta el día de hoy, en este caso, 31 de octubre de 2021. Sin embargo, no tenemos ni idea de cómo van a ser los siguientes capítulos. Una cosa es lo que nos gustaría que sucediera, por lo que peleamos con uñas y dientes, y otra la realidad, puede o no coincidir con nuestros anhelos. 

No sé cuál es el secreto de la felicidad, supongo que el motor de la vida es la salud, en paralelo colocaría al amor, luego pondría un puñado de amigos, algunos familiares, trabajo, una vivienda digna y un saquito de viajes, ilusiones, detalles...Tengo claro que la felicidad no llama a la puerta, hay que luchar por ella, arriesgarse, escuchar, quererse a uno mismo (y a los demás). Y empatizar, la empatía en grandes dosis, por favor. Haríamos mucho menos daño si tuviéramos la empatía por bandera, mimáramos más a los que queremos, se lo dijésemos (que los queremos)  más a menudo (o se lo diríamos a secas), escuchásemos más a nuestro corazón y le hiciéramos más caso.

Os animo a celebrar la vida, a recordar a los muertos, a amar y cuidar a los vivos, y desde luego, a quereros a vosotros mismos. Y que mañana 1 de noviembre no sea sinónimo de tristeza, sino de alegría por lo que nos dejaron los que nos acompañaron durante parte de este viaje que es la vida, y también alegría por los que ahora podemos mirar a los ojos, escuchar, tocar, sentir...Y por estar vivos, y no rendirnos. Feliz vida.

Esta vez sí quiero música. Y dos canciones, porque una me sabe a poco. Una es de la película "Coco". Muy recomendable verla, da igual la edad.


La segunda es de Rozalén, he perdido la cuenta de las veces que he compartido aquí "Vivir", aunque no siempre la misma versión.


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