lunes, 4 de diciembre de 2023

Diciembre, qué bueno que viniste

Estaba ya mosca, como en años anteriores, por la duración del mes de noviembre. Una cosa es lo que pone el calendario, 30 días tiene noviembre, y otra que nada tiene que ver, lo larguísimo que se me suele hacer. Pero ya estamos a 4 de diciembre, este mes sí sabe volar. Y una parte de mí lo agradece, al menos este año. Soy consciente que no todos los días de este mes van a pasarse así, pero me he propuesto pasarlos con los menores nudos en la garganta posibles. El comienzo del mes me pilló en la capital madrileña, en un concierto. La música es sanadora, y tiene el poder de consolar, animar, entristecer. calmar, alegrar, equilibrar. abrazar...Y hace que afloren nuestras emociones. No sé, a mí, muchas veces, me remueve por dentro. No es algo malo, me quita capas, y eso me gusta. La "terapia" musical fue con el cierre de gira de Vetusta Morla, en el Wizink. No es mi grupo favorito. Pero salí encantada del concierto. Me pareció un gran espectáculo, con algunos detalles muy cuidados. Y el carisma indudable del cantante, Pucho, que pot un lado sobresale y por el otro amalgama todo lo que había en el escenario. Y transmite una sensación de equipo que me encanta, sea cual sea su relación fuera de los escenarios.

Así que diciembre llegó con una dosis musical extra. Y con bastantes destellos navideños. Preciosos los belenes de El Corte Inglés en las proximidades de sus centros de Callao y Goya. Me gustaron mucho más que el del Ayuntamiento en la Plaza Mayor. Arbolitos de Navidad cada cuatro pasos, da igual de quién fueran. Qué bien desconectar un poco. Cambiar la rutina de otros fines de semana y hacer algo distinto. Lo de la cola de la lotería en "Doña Manolita" es para estudiar. Me niego a hacer cola para comprar lotería. Pensé, solo compro algún décimo si doy con una administración en la que no haya cola. Ni Manolita ni Manolito. Es la única lotería a la que siempre juego. Siempre me ha gustado. Igual que a mi padre. Yo disfruto hasta de ver cómo  meten las bolas de los premios y de los números en sus bombos respectivos. Cuando cae en sábado el día del sorteo, me levanto para ver esos primeros momentos, es mi comienzo oficial de vacaciones. Y aunque con la mano en el corazón mi mayor deseo es salud para los que quiero y para mí, me sigue haciendo ilusión llevar algún décimo de la lotería del 22 de diciembre. Pero lo primero y salud, lo básico, lo indispensable.

Las vacaciones navideñas son sinónimo de reencuentros. Y este año supongo que irán en una línea parecida. Pero no quiero llenar mi agenda de cenas y comidas, hay muchas maneras de ver a la gente. Y lo importante son las ganas. Reconozco que es una incógnita cómo va a reaccionar mi cabeza a estas primeras navidades sin papá. Pero me hago una idea, conociéndome, por esta porquería de "novedad" de 2023. Sería muy injusto decir que el 2023 ha tenido cosas malas únicamente. No es verdad. Pero el balance lo dejo ya para cuando tenga las 12 uvas en el frigo.

Ahora tenemos, los docentes, un precioso puente a la vista, y luego cuesta abajo y sin frenos, en mi caso elaboración de informes, corrección de exámenes y evaluaciones. Y con eso y un bizcocho, o tal vez algo de turrón, por las fechas, Felices Fiestas y hasta 2024. No sin antes despedirnos laboralmente del año en la comida de Navidad.

Y con todo lo que llevo puesto, reitero lo del título de esta entrada. Y he recibido diciembre con mayor tranquilidad, que no resignación. Pero con la conciencia tranquila y ganas de seguir luchando por tener mayor normalidad en mi día a día.

Este año, salvo que me dé la venada, no habrá OTN (Operación Tarjetas de Navidad). Me volcaré en terminar los arbolitos de la vida. Pero no voy a obligarme a hacer tarjetas. En nuestra casa habrá árbol, y por supuesto el belén. Y que salga el sol por donde quiera.

Gracias a los que respetan y no juzgan, a los que escuchan y arropan. A los que entienden los silencios y los cambios. Espero hacer mejor las cosas en los días que restan de 2023. Como nunca he estado el 31 de diciembre en la Puerta del Sol, ya pedí in situ mi deseo para el 2024. Las navidades suelen llevar aparejada una vista previa al centro de Madrid, aunque en esta ocasión fuera de día. 

Gracias a las canciones que son parte de la banda sonora de nuestra vida. A mí me queda mucho para considerar a Vetusta Morla parte de la banda sonora de la mía. Pero lo del viernes 1 en el Wizink fue una gratísima sorpresa. Por eso ellos están hoy aquí.


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