lunes, 4 de diciembre de 2023

Redes sociales y adolescentes

Soy un poco extraterrestre en lo que respecta a redes sociales. Sí, tengo WhatsApp y lo uso a diario. También Facebook. Y llegué antes de ayer como quien dice a Instagram. De hecho caí en su mundo en tiempos de confinamiento. Con Facebook me hice de rogar, no me llamaba nada la atención, y como alguna vez he puesto aquí, fue un concurso educativo el que hizo que me decidiera, teniendo treinta y muy pocos años, a crearme una cuenta. pero estuve resistiéndome mucho tiempo. En estos años lo he abandonado varias veces, porque no me aportaba nada. Cada vez lo visito menos. Y me aparecen menos publicaciones de otras personas y muchas más "sugerencias". Últimamente es mi muro público, pero restringido, de fotografías de lugares que me encantaría conocer o sitios nuevos que visitar. Una especie de lista de deseos pero en imágenes. Reconozco que recientemente hice una "limpieza" considerable en Facebook, Instagram y mi lista de contactos del móvil. Y no me arrepiento ni un ápice. A veces la vida te da un buen tortazo y te ayuda a ver muchas cosas con una claridad antes impensable. Y es complicado de explicar y de entender. Tampoco me apetece hacer ni lo uno ni lo otro.

No tengo TikTok ni ganas de tenerlo. Me encantan las fotos, más hacerlas que salir en ellas. Pero soy poco amiga del postureo y nada de los selfies (creo que mis brazos son cortos para encuadrar decentemente). Y hacer vídeos hablando, cantando o bailando, nanai de la China.

Trabajo en un instituto.  Eso me ayuda a estar relativamente próxima a parte de la realidad de los adolescentes actuales. Y me aterroriza. Me da miedo ver lo mal que se relacionan, lo poco o nada que se respetan en algunas ocasiones, la pésima manera de reaccionar cuando las cosas no salen como esperaban (existe un porcentaje llamativo de intolerantes a la frustración), el no saber respetarse a ellos mismos, y el no distinguir entre lo público y aquello que debería seguir siendo parte de su intimidad. Algo estamos, padres y docentes, haciendo mal. Algo estoy haciendo mal, seguro. Porque he comprobado que los años pasan pero ciertos aspectos de los adolescentes cada vez resultan más preocupantes. A lo mejor ellos piensan que soy de otro planeta, o una antigua. o a saber. Creo que mi mentalidad es más abierta que la de muchos de ellos, pese a que "peino" canas. Hay días que hacen unos comentarios que destilan machismo. Y vienen tanto de ellos como de ellas, y luego se colocan la medallita de feministas. Ver para creer. Alucinante.

Pero aquí seguimos, en pleno siglo 21, ojo que ya estamos terminando, por fin, 2023. Y seguimos sin contar con una asignatura específica sobre educación afectivo-sexual, y otra sobre bienestar emocional y autocuidado (¡qué amplio es todo esto!). Hay que ponerse pesados, hay que insistir desde todos los frentes. Tal vez algún año consigamos que la realidad educativa se conozca bien antes de redactar una LOMPOE, POGSE, o LUCE. Tranquilos, las siglas son inventadas, era por no señalar a una ley concreta. Siento que se redactan en los despachos, pero con una venda en los ojos. 

Comparto unos vídeos para reflexionar...un poquito al menos.






Ojalá el mensaje calase. Me encantaría que les llegara a ellos, y a todos los que les rodeamos. Y que pensáramos sobre lo que les estamos transmitiendo a los jóvenes. No es tratarlos como a niños, porque ya no lo son. Tampoco adultos, aunque muchos crean que sí. 

Soy optimista, y me gusta pensar que algo podemos mejorar entre todos. No todo está perdido. Aunque no resulte fácil. ¿Lo intentamos?

La nota musical, de la mano de Andrés Suárez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario