jueves, 28 de diciembre de 2023

Va de tarjetas...navideñas.

Lo he dejado caer en entradas anteriores. Mi intención de no hacer en esta ocasión tarjetas de Navidad. Al principio las compraba hechas y me limitaba a escribir los mensajes, no es moco de pavo. Y no sé en qué momento, decidí ponerme manos a la obra y hacer las tarjetas también. Un trabajo ingente, invertía mucho tiempo y dinero. Lo del dinero por los materiales y por los sellos, ni que los llevaran en helicóptero dentro de la misma Salamanca capital. Pero sarna con gusto no pica. A veces me enfadaba porque algunas personas no reaccionaban de ninguna manera, como si hacer las tarjetas y mandarlas fuera mi "obligación". Y no soy de las que se queda quieta si siente algo como una obligación. Hubo que acotar porque notaba que el tema se me iba de las manos, y algún año he llegado a las 50. Entiendo que visto desde fuera es una costumbre difícil de entender. Especialmente porque a mi casa, para mí, como mucho, los años que más, habré recibido alrededor de 10. Pero si lo hubiera hecho esperando a que actuaran igual que yo, no lo habría hecho nunca. Jamás lo he visto como un trueque. De ahí la ilusión al recibir tarjetas, fueran 3 o 5. Cada una era un regalo.

Este año no ha habido OTN. La Operación Tarjetas de Navidad queda ya para las navidades de 2024. Cruzo los dedos para estar en condiciones de hacerlas, sería una estupenda señal. Reconozco que de tiempo no habría ido bien, nunca voy bien. Para mí lo ideal es empezar a mandarlas tras el puente de la Constitución-Inmaculada. Y acabar cuando se pueda. Suelo hacer una lista de los envíos, porque al escribirlas de manera espaciada corro el peligro de mandarle dos a una misma persona. Del año pasado me quedaron algunas pendientes de escribir. Lo que pasa es que lo veía ya tan fuera de lugar, por las fechas, que se han quedado sin destinatario, en un cajón. Lo siento.

En Nochebuena y Navidad o los días previos, mandé pocos "guasaps". Y algunos de los que recibí los he contestado después. Es muy fastidiado asimilar que estas son las primeras de muchas navidades con la ausencia de papá. Lo he llevado mejor de lo que esperaba en los días señalados, pero no tanto en los anteriores y posteriores.  Las lágrimas en algún momento no dejaban de caer por mis mejillas. Y era como si una presa se hubiera desbordado. No daba con la fórmula para detenerlas. Así que he dejado que así fuera, que las cosas fluyeran. He asumido que es parte del proceso y, he intentado mantenerme en calma. No hice amago de coger la cámara de fotos en Nochebuena y Navidad, pero en Nochevieja quiero que esté presente. He compartido 40 inolvidables navidades junto a mi madre, mi padre y mi hermano principalmente. Algunos años también con mi tío Antonio. Ahora falta papá, pero nosotros seguimos estando aquí. Estamos vivos y siento como si algo, más bien alguien, me empujara a continuar intentando ser lo más feliz posible. Y quiero pensar que me quedan muchas navidades por disfrutar. E incluso muchas con más sillas en la mesa.

Gracias a los que me habéis escrito mensajes personalizados, teniendo en cuenta que no estaría yo para celebraciones, y mucho menos para un Feliz Navidad a secas, como si no hubiera pasado nada. Dentro de esta "nueva" normalidad, me siento invadida por un sentimiento de gratitud inmenso. Inmenso por el amor recibido durante tantísimos años. Por la multitud de recuerdos bonitos que se agolpan en mi cabeza. Y por el amor y cariño que me siguen dando los que me quieren.

No soy ninguna santa, soy consciente de haber cometidos errores, y de haber metido la pata con algunas personas. Digamos que no siempre he estado a la altura. Hay veces que he hablado y debería haber cerrado el pico. Otras que no he estado porque no he sido consciente de la realidad de otras personas. Y otras en las que me he callado. He elegido el silencio porque me parecía que hacía más daño con mis palabras que estando callada. Supongo que esto último habrá gente que no lo entienda y/o no lo comparta, pero para ciertas cosas no soy impulsiva, sino tremendamente reflexiva. Y a veces se hace daño hablando, y no diciendo nada, también. No digo que haya acertado con mis decisiones. Seguramente no. Algunas habrá dado en el clavo y otras no habré dado una. Los seres humanos somos muy complicados, sin excepción, y cada uno tendrá su "verdad". Intentaré equivocarme menos el año que viene, y estar más pendiente de los que quiero.

Volviendo a las tarjetas, a casa han llegado seis, preciosas todas. Una de las  seis me la dieron en mano pero está en casa igual. Quiero dar un gracias como la copa de un pino a las seis mujeres estupendas que me han tenido presentes para sus tarjetas. Me han encantado, exterior e interiormente. Las he juntado para la foto, pero a diario permanecen en el hall, colocadas con nuestra decoración navideña en dos muebles y el árbol. 


Todos los años me siento muy feliz con cada tarjeta que recibo, pero este, por las circunstancias personales, me han hecho más ilusión todavía. Gracias, gracias y gracias. Vuelvo a la gratitud. Agradecida por todo el amor recibido de mi padre en 40 años largos, a falta de 20 días para que fueran 41. Agradecida por la suerte de haber podido pasar tanto tiempo juntos los cuatro (papá, mamá, Míguel y yo). Y agradecida por los que me queréis y lo demostráis, cada cual a vuestra manera. No siempre hace falta decir "Te quiero", hay mil maneras de demostrarlo. Y me llegan, ya lo creo que me llegan. Gracias.

Como no pienso cambiar algunas cosas, y lo de no hacer la OTN esta vez ha sido un paréntesis elegido, he guardado en mi Instagram y en Pinterest muchas ideas para futuras tarjetas navideñas. Siempre digo que lo suyo sería empezar en verano, aunque chirríe un poco ponerse a dibujar muñecos de nieve, elfos y abetos con 30 y pico grados. Pero para que exista esa OTN 2024, se lo voy adelantando al año que en breve empieza. Un advertencia: No me quites a nadie más, por favor. Y salud para los que quiero y para mí.

Aunque el balance del año lo dejo para la próxima entrada...

A los que estos días se os hacen cuesta arriba, sea todo el rato o en momentos concretos, os mando un abrazo enorme. Haced lo que os dé la real gana. Que nadie intente obligaros a algo que no os apetezca. Respirad, llorad o lo que necesitéis para sentiros un poquito mejor. Calma. No hay botón de rebobinar, ni un DeLorean para viajar al pasado. Solo podemos actuar en el presente para poder tener un futuro más amable. Sé lo que pesan las ausencias, pero la vida no frena, nos guste o no. Cada cual decide cuál es su actitud ante lo que le pasa. Y no solo me refiero a las ausencias, sino a cualquier circunstancia que modifique la normalidad sustancialmente y suponga un reto personal.

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