jueves, 8 de febrero de 2024

Todo lo que amaste

Más de un mes de silencio en el blog. Con bastantes amagos de lanzarme a escribir, pero al final sin las suficientes ganas, tiempo o ánimo propicios para materializarlo. Decidí dejarlo estar.

Esta mañana, en clase con mis alumnos de español, uno de ellos cogió una tarjeta con una situación, son de una colección de Talentina cards. Tengo tres bloques distintos en el instituto y no puedo deciros con total seguridad de cuál era. Me parece que del pack rosa, el de "Emociónate". La tarjeta hablaba de Si cuando estás triste, prefieres estar solo, buscar la compañía de otras personas, o haces alguna actividad para sentirte mejor. La mayor parte de mi alumnado, procedente de Ucrania, Rusia, Senegal y Paquistán, dijeron que prefieren estar solos. Suelo responder la última, excepto si es necesario romper el hielo. En esta ocasión no hizo falta romper nada. Cada vez les cuesta menos animarse a responder en español. Y esto, es un pequeño gran triunfo.

Contesté que dependía de por qué estuviera triste.  A veces prefería estar sola y otras compartir lo que me pasaba con alguien. Y que una de las actividades que me ayuda con la tristeza es escribir en el blog. Conste que no estoy escribiendo en un pico de tristeza. Afortunadamente no. Tampoco me encuentro como para aplaudir con las orejas, pero estoy ya flotando, como puedo, pero flotando. Mi tristeza viene principalmente por la muerte de mi padre, hace medio año y una semana. Y estos meses de duelo han pasado tan rápido y a la vez tan leeeeento. Si no se ha pasado por algo similar o se ha estado muy cerca de alguien que lo ha sufrido, es complicadísimo que alcance a entender los matices. Y el abanico de matices tiende a infinito. 

Dije también que además de sentarme bien a mí, lo de escribir en el blog, creo que puede ayudar a otras personas que estén pasando por un bache, del tipo que sea. Aunque no siempre escribo en momentos de baches. Lo hago probablemente en momentos álgidos de algo. Cuando me siento inmensamente feliz, enamorada, en paz, molesta, triste, furiosa, decepcionada...Pero Teresa de Calcuta no soy, y lo hago principalmente por mí. Así que esto tiene una parte de egoísmo, de autocuidado, y otra de generosidad, porque me aventuro a compartir en el blog la parte de lo que me pasa que no me importa contar. No escribo a tumba abierta, medito cada palabra que pongo o cada una de las que me reservo. De aquellas que guardo para mí o para compartir con los que más quiero y mejor suelen entenderme. Y esos forman un grupo muy reducido, para qué decir lo contrario.

Tal vez algunos se pregunten por qué la entrada se llama "Todo lo que amaste". Responde al título de una canción de Rozalén, publicada hace seis días. Ayer, a última hora de la tarde, me salió la canción, no sé si era Instagram o Facebook. Y solo con un fragmento, no fui capaz de más, no pude parar de llorar. Hasta hace un rato no he sido capaz de escucharla entera. El resultado ha sido el mismo. Dudo mucho que esta entrada del blog llegue a María de los Ángeles Rozalén Ortuño, aunque lo intentaré. Lo intentaré para hacerle llegar un gracias inmenso. Gracias por esa sensibilidad al cantar, el terciopelo de tu voz, acariciar las palabras. Y por haber logrado contar y cantar, con mucho mimo y mucha verdad, algo que a muchos nos escuece y nos ha costado encajar: la pérdida de un ser querido, ahí es nada. Escribo porque me cuesta articular palabra cuando las lágrimas no dejan de brotar y siento un nudo en la garganta muy real. Tan real que hasta siento dolor.

Los símiles, muy acertados. Me has hecho revivir su pérdida, pero también me has ayudado a transportarme a muchos momentos felices compartidos con él. Desde que nos dejó lo tengo presente a todas horas, como una fuerza que me empuja a no desfallecer y seguir luchando por cumplir sueños y tener ilusiones. Y sí, de alguna manera, lo veo en todo lo que a él le encantaba, en todo lo que mi padre amaba. En el tictac de los relojes, en cualquier planta, en absolutamente cualquier punto de nuestra residencia "de verano", en una ración de hornazo, en una tarjeta de Navidad, en un décimo de lotería del 22 de diciembre, en muchos puntos de Salamanca, en todos los amaneceres y atardeceres, en una celebración de una fecha especial, en un álbum de fotos (no porque salgas tú papá, que también, sino por lo que te encantaba colocar fotos en los albums, y mirarlos de vez en cuando, para revivir momentos felices), en los ojos de algunos familiares, en tus libros, en tus agendas, en los calendarios con nuestras fotos, en tu ropa...

Hoy me he quedado mirando fijamente a un señor. Él me ha mirado con cara de extrañeza. Su cara me recordaba una barbaridad a la tuya. Era como si me quisieras mandar un mensaje, y recordarme que, de otra manera, pero sigues estando entre nosotros. Como si quisieras decirme: "Hija, tranquila." Y a ratos puedo estarlo y a ratos no. A veces siento un torbellino en mi interior que no siempre atino a controlar.

Pero volviendo a la letra de la maravillosa canción de Rozalén, en mi caso, además de golpe, fue de cuajo, lo de arrancar la raíz de mi árbol. Yo misma me he empeñado en recolocarlo. Y no lo he hecho sola, mi gran fortuna son las personas con las que puedo contar, no de palabra, sino con hechos. A las que me une un hilo cada vez mñas visible y fuerte. 

Y desde luego papá, estoy segura que no te habrías imaginado nunca hasta qué punto aquí se te echa de menos y te seguimos amando, infinito. Siempre.

Pues eso...Si supieras, si tú supieras papá, cuánto se te echa de menos. Cuánto te echamos de menos, cuánto te echo de menos.

De nuevo gracias, Rozalén. Tu canción "Lo que amaste" es una joya, un regalo. Y hay que compartirla. Quiero que tu mensaje llegue lejos, muy lejos.

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