domingo, 31 de marzo de 2024

Horario de verano




Aquí me hallo, frente a la pantalla del ordenador, tremendamente descolocada todavía con el cambio horario. Según anunciaban en todas partes, parecía fácil, a las 2 (de la madrugada) serían las 3, y listo. Los dispositivos digitales la han cambiado solos. Mi cerebro no. Desconozco la razón, pero mi cuerpo se pierde bastante con el paso al horario de verano. No es este año en particular, llevo años viendo que hace estragos en mí. Tardo unos días en volver a ser yo. A eso le añado que las vacaciones docentes de Semana Santa están casi terminadas, aunque afortunadamente dispongo de dos días extra. Qué decir del tiempo, estos días hemos tenido muy mal tiempo, lluvia cayendo a todas horas, viento soplando de lo lindo, y temperaturas tirando a bajas. Eso ha afectado a mi estado de ánimo. Menos mal que hace una semana disfruté mucho por la sierra, siempre es un gusto dejarse caer por Casas del Conde y San Martín del Castañar. Luego ya todo ha ido peor de lo esperado.





Tenía que haber salido más de casa, pero no tengo muchas fuerzas que digamos. Tenía que haberme escapado al mar. Tenía... Además del nuevo horario y el mal tiempo reinante, hoy es domingo de Pascua. Y los recuerdos se han agolpado dentro de mí durante la Semana Santa pura y dura. El año pasado mi padre y yo no pudimos ver juntos ninguna procesión en la calle, no cuento las que pasan por delante de casa. Lo habían operado de la segunda prótesis de cadera el 28 de febrero, y estaba en periodo de recuperación, pero ni mucho menos para poder ir a ver procesiones, con lo que eso supone. Le mandé fotos de algunos pasos que había visitado en algunas iglesias. Y le dije que el próximo año (es decir, este 2024, podríamos volver a ir juntos de procesión)...¡Qué ilusa! Así que he estado un poco como el cielo, llorando a mares en casa. Fuera de ella he logrado mantener el tipo, aunque tragando saliva en algunos momentos. Pero ya desde ayer sin ganas de salir de casa. Hoy debería haber ido al cine, pero hay dramas por doquier en cartelera, y alguna comedia que parecía mala con avaricia, así que no hubo cine. Siento mucho por las personas con las que no he quedado/estado y sobre el papel mi intención era otra muy distinta. Lo siento mucho, de verdad. Tampoco quería amargarle a nadie estos días libres con mis "penas." Desde mañana me he propuesto cambiar ese chip, y seguir tirando de mí. Espero lograrlo.







Me parece que he cumplido con eso de "la procesión va por dentro". Quizás los que han estado conmigo no se han percatado de lo fastidiada que estaba, porque he procurado disimular, cada cual tiene sus batallas internas y no quiero ser "la penas". Ojalá vuestra Semana Santa haya sido mejor que la mía. Ojalá hayáis podido escaparos a un lugar bonito, especial, con o sin mar, que os haya permitido desconectar y recargar las pilas, de verdad. A mí me toca ir mañana a la gasolinera, tengo el coche como nunca, acariciando la reserva, y un poco así me siento yo. Ya, respiro hondo y sigo.


Todas las imágenes son propiedad de Raquel Plaza Juan.

No recordaba un Domingo de Ramos sin un ramo de laurel en nuestra casa. De pequeños (mi hermano y yo), volvíamos a casa emocionados con los ramos. Nos sentábamos en el suelo de la cocina, pese a que era un día en el que solíamos estrenar alguna prenda de vestir, y empezábamos a deshojar las ramas de laurel y las guardábamos para el resto del año. 

Las imágenes que he ido dejando caer en distintas partes de la entrada son de Casas del Conde y San Martín del Castañar, mi mejor bombona de oxígeno de estos días. Y ojo, la gente a la que he visto, aunque no haya dejado ver cómo estaba por dentro, pero necesito imperiosamente la normalidad de escuchar lo que pasa en la vida de los que me importan, sean cuestiones alegres o jorobadas.

Concluyo la entrada con una canción brutal de James Blunt que ayer me "apareció" en Instagram. Casualidades las justas. 

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