miércoles, 23 de abril de 2025

MAReas y libros

No sé si habrá estudios o no, pero debería. Porque creo en el poder curativo de estar junto al mar. En la paz que puede transmitir escuchar el mar, sin más. Y ya si se puede, verlo, sentirlo, olerlo. Mirar a lo lejos y no divisar más que mar. Admirar el agua salada en sus infinitas tonalidades, con una paleta de azules y verdes que no se encuentran en las tiendas de Bellas Artes. Escuchar las gaviotas y otras aves, el sonido de las olas chocando con las rocas o acariciando la arena. Me doy la vuelta y veo la montaña, tan verde, que entiendo que las vacas y las ovejas, en Asturias sean mucho más felices, den una leche estupenda y podamos comer una carne maravillosa. Normal la amplia gama de quesos que podemos encontrarnos allí. Además de la calidad, no solo hay muchos distintos, sino que hay muchos buenos también. Y por la noche, percibir a un ave nocturna, investigando en "YouTube", intuyo que se trataba de un autillo. No llegué a grabarlo, pero lo escuché varias noches.

La base, 24 horas de compañía al día, era ya inmejorable.

Y así volví a Salamanca, tras un inolvidable paréntesis conociendo nuevos lugares del norte de España. Con la retina cargada de recuerdos plagados de color, el sonido del mar resonando en mi interior, la suerte de haber degustado productos o platos típicos riquísimos y palabras y silencios. Y ambos, tanto las palabras como los silencios, hacen falta. Gracias, muchas gracias. Así que vuelvo con las baterías cargadas, las neuronas todavía con las vacaciones en "modo on" y la cabeza mucho más descansada.










Hoy 23 de abril es San Jorge, el "cumple" de Marisa,  Día de Castilla y León y Día del Libro. Por eso, aunque ya los hayas felicitado: Marisa y Jorge, feliz lo que queda de día, je, je. Y a todos, ojalá hayáis podido disfrutar del Día del Libro. El año pasado me lo perdí, podía haber ido pero regresaba de un viaje y estaba agotada, así que muy a mi pesar, no bajé a los soportales de la Plaza.  Por eso esta ocasión lo cogía con muchas ganas y, aunque casi se me quitan de un plumazo, recapacité y cambié el chip. ¡Y qué bien! Así que de una manera distinta, saliéndome de mis costumbres, pero he podido pasar un rato estupendo en la Plaza y alrededores. Centrándome en lo que tenía, y en la suerte de poder compartirlo con más personas de las que estoy acostumbrada. Es la primera vez que entró en la Plaza flanqueada por dos grandes amigas con sendos carritos de "babies", niño y niña. Gracias. Una vez vimos que era muy complicado estar con dos carros en la zona de los soportales, huimos de la zona más concurrida. Visitamos una librería próxima a la Plaza, y al rato regresé, ya yo sola, a los puestos de los soportales. Me encanta ver, abrir, leer, tocar...Aunque tiene su peligro, porque han caído más de los que yo esperaba. Y dos que he dejado encargados. Si hubiera sabido antes que la librería-papelería de mi barrio abría hoy, habría hecho más gasto allí. Lo tendré presente para el próximo año. Por cierto, amigas y madres de los bebés, nos ha faltado una foto juntas, con carritos y todo. 


Y en este contexto, con el buen sabor de boca por la escapada asturiana y el Día del Libro, mañana espero que la jornada vaya como la seda. No voy con ganas de guerra, ni mucho menos. Tengo ganas tocar otras teclas y, ojalá, alguna de estas, sí funcione con mi alumnado. Soy testaruda y me niego a dejar de intentarlo, aunque queden menos de dos meses de curso.

A ver qué nos depara lo que queda de abril, y cómo inauguramos mayo. Espero que estéis teniendo un buen mes. 

Y el toque musical son dos canciones que no se me quitan de la cabeza. Me encanta la puesta en escena de las dos en La Revuelta.



La de Amaia es una canción que había oído ya varias veces, pero sin escucharla. Presté atención a la letra y, aunque no es de mis cantantes favoritas, me quito el sombrero. Y con Leiva y los coristas de lujo, poco que añadir, un gesto muy generoso por parte de todos.

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