viernes, 24 de mayo de 2019

Pinceladas de emoción (22): la rabia (punto y final)

La sesión de hoy requería de ciertos preparativos. Sabían que íbamos a utilizar plastilina, sí, como cuando iban a Infantil. Mientras hacían el examen de Inglés, fui quitando los plásticos a la plastilina y partiendo cada una a la mitad.

Y en un abrir y cerrar de ojos, llegó la última media hora, mis 30 minutos favoritos de toda la semana.

Ellos pensaban que íbamos a estar todo ese tiempo con la plastilina, pero me parecía algo desproporcionado. 

Les dije que con tener un lápiz encima de la mesa, no iban a necesitar más. Repartimos post it blancos para todos (me incluyo). El ejercicio era simple, contestar a una pregunta, poniendo un número. Cuando digo que era simple me refiero a entender qué había que hacer, no a la respuesta en sí. La pregunta, a contestar con un número del 1 al 10, era esta:
Del 1 al 10, ¿cómo de feliz eres? Les pedí que todos intentaran pensarlo y poner una respuesta, que solo iban a explicarlo si ellos querían. Y entre los motivos para no haber puesto un 10, o para haberlo puesto y restarle importancia, estaban principalmente cuando les riñen y castigan. También mencionaron estudiar (qué pena) y temas más personales, relacionados con grandes ausencias.

Una persona puso un 6, me sorprendió mucho una cifra tan sumamente baja, cada cual tendrá sus motivos y, eso es un reflejo de cómo percibe todo lo que le pasa. No indagué en las razones.

Tres personas pusieron un 8. Siete personas pusieron un 7. Y finalmente, nueve personas escribieron un 10. Les invité a levantar la mano el/la que tuviera ganas de explicar por qué ese número y no otro. Lo explicaron unas siete personas.

Después repartí las mitades de plastilina, una cada una. Puse el temporizador del móvil y disponíamos de 5 minutos para hacer individualmente una esfera, lo más perfecta posible, con la plastilina que cada uno teníamos. Solamente podían ayudarse de sus manos y de la mesa, nada más. Fue impresionante ver cómo disfrutaban con algo tan sencillo, un "regreso al pasado" en toda regla.

Acabados los 5 minutos, levantaron las manos y no podían tocarla. Les dije que mejor pusieran las manos en la espalda. Estuve revisando todas paseando entre sus sitios, y me quedé parada en un sitio. Hice el amago de aplastar una de las esferas, con la esperanza de tener una reacción de furia/rabia, pero me equivoqué.  Me alegré mucho de confundirme, mis alumnos nunca dejan de sorprenderme. Luego le planteé a ese niño, y a otros, cómo habrían actuado si la hubiera aplastado. Decían que mal, que no les habría gustado, porque habían estado un tiempo haciéndolo...Y eso es también un poco la rabia, reaccionar mal, de manera exagerada, cuando estamos ante una situación que no nos gusta nada de nada. Trabajar con la plastilina es una forma fácil, barata y no dañina, de gestionar la rabia.


Como colofón, conté hasta tres para que con su mano, cada cual aplastara su bola. A alguno le pasó lo mismo que a mí, no sujeté la bola. Como consecuencia, di un golpetazo a la plastilina y a la mesa. Por si las moscas, he guardado la plastilina a buen recaudo, me da en la nariz que es muy probable que haya que recurrir a ella en un futuro cercano.

Y así acabó una sesión más, cada vez con mejor sabor de boca. Hay gente afortunada en su trabajo y luego ya estoy yo, soy de las muy afortunadas.

Hoy no comí en casa, aunque estaba muy cansada de toda la semana, de vez en cuando hace falta dar la bienvenida al fin de semana de otra manera. Al preguntarme que qué tal estaba, tenía una sonrisa de oreja a oreja. Ya les respondí que "fenomenal", a ver si se puede dar otra respuesta cuando me habrán dado unos cincuenta abrazos (hoy), y tras una breve escapada al cuarto de baño, vuelvo a clase y, los dos alumnos con los que estaba, me han llenado la pizarra de "TE QUIERO" y similares (incluso en inglés). Había uno muy grande, en mayúsculas, en el medio, y con un color, ese me pareció de un niño (por la caligrafía). Con otra tiza distinta, todos los demás, alrededor del grande, más pequeñitos (con una caligrafía distinta). Y muchos otros detalles a lo largo de la semana, que hacen que sea complicadísimo sentirme más querida (mamás y papás incluidos) y me dan fuerzas para luchar por lo que quiero, a los que quiero y a quien deseo seguir teniendo en mi vida. Esta vez no habrá que esperar al viernes para proseguir con nuestras "Pinceladas de emoción." En breve, tendréis más emociones...

1 comentario:

  1. Un gran colofón. Voy a rebuscar la plastilina de mis hijas. De todas formas, Raquel, has hecho un trabajo extraordinario con esos chicos. Estoy segura que será algo que no olviden fácilmente...

    ResponderEliminar