martes, 6 de julio de 2021

Lo "normal". Lo distinto

 Mi amiga, la RAE, define así la palabra normal:

normal

Del lat. normālis.

1. adj. Dicho de una cosaQue se halla en su estado natural.

2. adj. Habitual u ordinario.

3. adj. Que sirve de norma o regla.

4. adj. Dicho de una cosaQuepor su naturalezaforma o 

magnitudse ajusta a ciertas normas fijadas de antemano.

5. adj. Geom. Dicho de una línea recta o de un planoPerpendicular a otra recta o a otro planoApl. a líneau. t. c. s. f.

6. adj. Geom. Dicho de una líneaPerpendicular en el punto de contacto al plano o recta tangentes a una superficie o línea curvasU. t. c. s. f.

Este blog lleva un tiempo adormilado, quizá por la intensidad del final de curso y las ganas de alejarme un poco del ordenador.

Pero no, hoy ya no. No me apetece quedarme de brazos cruzados, como el que oye llover. He desconectado lo suficiente del teclado como para regresar a él con los dedos a velocidad de la luz (bueno, me he pasado, algo menos). 

El pasado 3 de julio fallecía un chico de solo 24 años. Parece ser, insisto en el "parece", debido a una paliza de puñetazos y patadas de siete cobardes (quizás más). Antes de escribir aquí he leído mucho en internet, escuchado programas de radio y visto la televisión. Queda por demostrar si es un crimen de odio (me temo que sí), relacionado con la orientación sexual del joven, era gay. Y desde luego aunque el triste resultado no va a variar, las circunstancias sí importan. 

Me pregunto por qué alguien mata a otro, así, porque sí. ¿Por un simple malentendido? ¡Venga ya! ¿Qué importancia tiene que fuera homosexual? Creo que mucha, porque hay gente que demuestra su odio hacia lo distinto, hacia lo que no es igual que ellos. Me parece que debemos plantearnos, como docentes, qué podemos hacer desde nuestra (privilegiada) profesión. Llamadme ilusa pero defiendo a capa y espada que la educación sí es el arma más poderosa que tenemos para cambiar el mundo. Y precisamente por eso, de alguna manera es un "arma", hay que ser muy cuidadosos. Sí, ahora estarán los que lean mis palabras y digan, "Raquel, la educación viene de casa." Y puntualizaría, "debería". Ojalá los niños y niñas llegasen a los colegios sabiendo y aplicando el respeto, la empatía, la tolerancia, la sensibilidad, la amabilidad, el perdón (pedirlo y saber perdonar)...Pero en un porcentaje relevante no es así.


En mis algo más de trece años como maestra, me he encontrado con niños y niñas muy diferentes. Me gusta ir con el respeto por bandera, aunque no siempre me hayan devuelto la misma moneda los propios alumnos o algunas familias. Sinceramente, la inmensa mayoría han respetado mi labor, han colaborado y escuchado con infinita paciencia mis observaciones, consejos, sugerencias...Igual que yo a ellos. Y no recuerdo haberle faltado el respeto a nadie, pese a que mí, en casos muy concretos, sí me lo han faltado.  Para mí los alumnos son el reflejo de sus familias, de lo que viven y ven en sus hogares. No es fácil "lidiar" con familias que construyen muros en vez de puentes, he notado como unas pocas me han visto como el "enemigo" en lugar de una "compañera de remo", ¡qué lástima!

Y al escuchar la noticia del asesinato de Samuel, pensaba en todos esos niños, que según la RAE no entrarían en el grupo de "normales". A esos que alguno miraba torcido por tener pluma, amaneramiento al hablar, moverse...; gustos no propios de "niños"; o hacían de lado por esas razones. Y me daba mucha rabia. Siempre he sentido la obligación de hacerles saber algo importantísimo a todos mis niños y niñas, o ya los jóvenes del instituto: Todos tienen un lugar en el mundo. Tuviera su familia dinero para dar y tomar, o lo justo para vivir; fueran españoles o de otro país; estuvieran delgados o gordos; los vieran "feos" o "guapos" (qué subjetivo es lo de la belleza); vinieran de una familia típica o no tanto; profesaran ciertas creencias religiosas...o ninguna. Y no es fácil no entrar en la categoría de "normal."  A veces algunas madres en tutorías trataban de justificar lo que para mí era inadmisible. Pensaba que claro, si algunas familias (afortunadamente, son pocas) se ríen y restan importancia a lo que a mí me parecía discriminación o una sangrante falta de respeto, ¿cómo ampliar la mente de sus hijos? 

Nuestro sistema educativo cogea en algunos temas, entre ellos, en mi opinión falta una especie de "educar para convivir". No sé, habría que darle una vuelta al nombre, y muchas al contenido, para que fuera producto del consenso. Pero hay "algo" que falta en el currículum de una manera oficial. Al final cada uno hace lo que considera más oportuno. Intento que mis alumnos sean tolerantes, respetuosos los unos con los otros, amables, sepan escuchar, intenten ser pacientes, aprendan todo lo que puedan según sus aptitudes y circunstancias familiares, pidan perdón cuando se equivocan, no sean rencorosos con el que ha metido la pata...Y no sé si lo estoy haciendo bien, pero de verdad lo intento con todas mis fuerzas. Me gusta que ellos se sientan libres, y puedan decir lo que piensan, sienten...en cada momento. Y puedan preguntar, porque si ellos sienten esa libertad y ese respeto van a plantearnos multitud de preguntas y, nosotros, como adultos, deberíamos procurar dar respuesta a todas esas dudas que ellos tienen, a esa curiosidad por un mundo que todavía no alcanzan a comprender muy bien (bueno, a veces ni yo lo entiendo).

No me gusta que se den las cosas por sentadas, y verbalizo muchas que para otros docentes son tabúes. Y me ha tocado insistir, y más al grupo de niños, con o, que a mí lo que me importa es que sean felices, da igual con quién, y si su pareja es un chico y no una chica, perfecto también, mientras haya amor ¿qué más da?. No creo que hagan daño a nadie, el daño supongo que se lo harían si no actuaran acorde a lo que su corazón les dicta. 

Pero esto lo amplío a muchos ámbitos, no solo el de la orientación sexual de mis alumnos. Tenemos un poder, los docentes, ya seamos los maestros, o los profesores, y hay que tratar con mimo a esos niños, jóvenes, etc. Ellos serán los adultos del mañana y a veces los hundimos o reflotamos con lo que les decimos. También hoy tenemos en las aulas muchos tipos diferentes de familias. Eso de papá y mamá se casaron, tuvieron un bebé y fueron felices y comieron perdices, es eso, un cuento. Vale sí, todavía hay familias que sí son de este tipo. Pero cada vez es más frecuente ver que los padres están separados (y lo bien, mal o regular que llevan esto los hijos), casos en los que uno de los dos falta, porque falleció (os sugiero mucho tacto y paciencia), no quiso estar o es una familia monoparental. Y todos esos niños y niñas tienen que sentir que tienen su espacio, nuestra atención, cariño, comprensión, escucha...Debemos mostrar una gran delicadeza, no comparar familias pero sí hacerles ver lo bonito que tiene cada una, sea como sea. En mi "repaso" voy a mencionar también a los inmigrantes. Si además tienen desconocimiento del español, una dificultad añadida para encontrar su "hueco". A mí me da igual de dónde sean mis alumnos, el respeto no debería tener bandera, lo doy y lo exijo a todos. Reconozco que los alumnos inmigrantes no lo tienen fácil, en parte porque hay gente que se lo pone difícil, por el mero hecho de no ser españoles (manda narices). Ojalá aprendiéramos a enriquecernos con lo hermoso de cada lugar, y de sus gentes.

Continuando con las categorías de "normal" y distinto, llego a la mía. Hablo de lo que conozco y he vivido, y esta es la mía. Lo digo como gorda, sé de lo que hablo. Lo habréis leído en otras ocasiones, el mundo está construido principalmente para los delgados. Siguen existiendo personas que porque otros no tengan una talla "normal" creen que pueden mirarte mal, insultarte, o no quieren conocerte (allá cada cual). A mí me ha costado muchas lágrimas. Afortunadamente cada vez derramo menos por este motivo. Pero no por los demás. El cambio debe nacer de uno mismo, cuando aprendes a quererte, los demás lo notan. O esa impresión me da a mí. Y para quererse hay que cuidarse, aunque me siga cayendo el "sambenito" de las tallas grandes. Aunque los demás también cuentan. Pero son "mis demás", la gente a la que quiero y me quiere. La que me abraza, besa, acaricia, escucha, ayuda, apoya, respeta...sin talla. Va a ser cierto eso de "No hace daño el que quiere, sino el que puede."

Como unos pocos sabréis ya, regreso a Compensatoria el próximo curso, de mi "Seve" (CEIP Severiano Montero), hablaré próximamente, porque me apetece mucho. Pues bien, mi plaza será a caballo entre un cole y un instituto. No sé cómo van a ser mis alumnos, ni la edad ni las circunstancias de la mochila de cada cual. Pero espero que vean que conmigo pueden ser ellos, da igual su aspecto, los bienes materiales, sus gustos, las creencias reiligiosas...Y, por supuesto, su orientación sexual. Al escribir esta entrada he visto muchas caras, de alumnos, algunos ya hombres, por la edad. Y me gustaría pensar que todos ellos, con algo de pluma o poca, son felices y pueden mostrarse como son sin miedo. Tal vez ahí está la clave, el miedo a lo desconocido (por los cobardes que insultan, agreden excluyen...) y el miedo al rechazo que en algunos casos les hacía fingir lo que no eran o disimular su pluma. No obstante, con pluma o sin ella, quiero que todos los que han sido mis alumnos, tengan la oportunidad de encontrar la felicidad. Siempre estaré aquí para escucharos, pueda ayudaros de alguna forma o no. Gracias por la confianza y por el cariño.

Espero que no tarden mucho en aclaran las circunstancias de la muerte de Samuel. Y ojo, si se confirma que ha sido un crimen de odio, que aparezca alto y claro en todos los medios posibles. Y tomemos nota, algo así no puede repetirse.


#JusticiaParaSamuel

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