sábado, 9 de marzo de 2019

Mañanas en verso con Mar Benegas

Hacía mucho que no tenía una mañana de sábado tan sumamente especial. A través del Facebook de la Red de Bibliotecas Municipales de Salamanca, vi hace unos diez días, un anuncio de un Taller de poesía de Mar Benegas en la Biblioteca Torrente Ballester. Y me lancé a la aventura, era "entrada libre hasta completar el aforo" y, no sé el motivo, debió empezar un poquito antes de lo anunciado, la vida da que me gusta ir con tiempo (cagaprisismo genético es más preciso). 

El taller se titulaba "Dije Luz." Fue un poco chocante llegar y que te expliquen que lo primero que debes hacer, es seleccionar un poema (breve) entre muchos libros que había repartidos por las mesas...para susurrarlo.  Como veía que no iba a disponer de mucho tiempo para elegirlo, de un vistazo localicé un libro que tengo de Mar Benegas, "Con el ojo de la i", de Olga Capdevila y la propia Mar, editorial A buen paso. Fui directa a cogerlo y busqué algún poema que me resultara familiar y podía encajar con lo que nos pedían. Este es:




Y así pasamos un rato muy especial, en una rueda poética formada por quince sillas. En cada una, una persona con su poema, detrás, de pie, lo mismo. Primero las personas que están de pie van susurrando  al oído su poema a cada una de las sentadas, moviéndose hacia la derecha. Insistieron que había que susurrar el poema, sin más. No teníamos que comentarlo ni aportar más información. Una de las asistentes dijo que era como una terapia, y le había encantado. Y a mí también, las voces, las palabras, el sentimiento que cada cual le ponía al recitar susurrando...Una experiencia muy gratificante y, bastante sorprendente para un sábado por la mañana.

Me gustaron mucho las palabras de Mar, fueran propias o en algunos casos, citando a otros autores. Como escuchar que "si nos cuesta escribir es porque no hemos encontrado el camino." Cuánta razón, espero que mis alumnos vayan encontrándolo poco a poco, pero que den con él. Y también algo muy obvio pero que a veces se nos olvida: "Podemos encontrar poesía en cualquier lugar."

Nos habló también del sexto sentido: la intuición, de los manifiestos dadaistas (entrad en el enlace anterior si queréis echarle un vistazo a algunos) sobre cómo crear un poema dada. Y he encontrado lo siguiente en las redes:



Además nos invitó a partir de una premisa: en todos los sitios habita la poesía. Y ¿por qué no? a coger un periódico y crear un poema con él, como los anónimos, recortando palabras.

Después introdujo un término que a mí me resultaba nuevo pero solo había que aplicar el sentido común: el tachismo...Por si alguien no se imagina en qué consiste, se trata de tachar, sí, tal cual, tachar palabras, de libros de narrativa en este caso, para buscar en ellos la poesía. Desde la biblioteca nos entregaron un libro (iban a tirarlos) a cada asistente, en los que nos dejaban tachar lo que quisiéramos (me costó empezar, porque al principio me parecía un atentado contra el libro). Había que tachar con un rotulador negro y, con las palabras que íbamos dejando, formar un poema. No se podían coger frases completas, pero sí varias palabras seguidas. 

Tampoco podíamos alterar el orden de las palabras, teníamos que ingeniárnoslas para que tuviera sentido en el orden en el que estaban en el texto. Me pareció una actividad complicada, pero a medida que avanzaba e iba tachando, resultaba extrañamente liberador. Me tocó "Pluma de pavo real, tambor de piel de perro", de Raúl Guerra Garrido. 

Y esto es lo que salió de este, al menos para mí, experimento del "tachismo":


Momentos
el silencio
las miradas
las manos
las palabras
el ruido
el sonido
los rostros
las sombras
un susurro
un suspiro
la fuerza
atención
salida
¡Esto marcha!

La única licencia poética que me he permitido es añadir los signos de exclamación al final.

Efectivamente, un gran juego para romper límites.

A continuación Mar nos habló de la relación entre poesía y metáfora. Nos contó "La caja de las palabras" (autoras: Mar Benegas y Eva Vázquez, editorial Lóguez), una preciosidad. Va de una niña que colecciona palabras (y no cuento más)...¡Qué bonito! (Pinchad en el vídeo si queréis saber más)



Y contó tantas cosas que me sacudieron por dentro que no sé si acertaré a resumirlas. Dijo que todo el que crea, tiene que tener una venda directa que le lleve a la infancia salvaje. También nos advirtió que íbamos a volver a nuestra infancia. Habló de intentar sanar a través de las escritura y, sobre todo, de reconocernos en ella. 

Y, algo curioso y muy cierto, como que lo no se nombra no existe, y por eso el libro más alucinante es el diccionario. Todavía recuerdo el diccionario que llevaba al cole de pequeña. Perteneció a mi abuelo materno, y en él había palabras que en muchos otros diccionarios no salían. Tenía solera, a mi maestro de esos años, don Antonio Domínguez Triguero, le gustaba mucho. Era un tesoro de diccionario del que no quiero desprenderme.

Luego nos dieron unas hojas de su libro "A juego lento, taller de poesía," también escrito por Carlos Rubio, de Litera libros.

Nos animó a elaborar un diario de metáforas, para lo cual hay que salir de casa (o intentarlo) con los ojos de poeta puestos. Cada día, intentar transformar una cosa en metáfora. Y nos contó una metáfora de una niña sobre el huevo frito. Citó otro de sus libros, Las niñas o cómo suceden las cosas, y como algo que es casual, lo había transformado en un poema. 

A estas alturas de la mañana, mi cabeza estaba como una olla exprés, pero para bien, por las muchas ideas en ebullición que se me ocurrían a partir de todo lo que Mar iba compartiendo con nosotros. Hicimos una actividad con varios pasos para trabajar con metáforas y crear un poema.  Mi resultado final, aunque no estaba muy inspirada, fue el siguiente:


Las manecillas del reloj
son una pareja bailando
tan pronto se alejan,
como se terminan acercando.

¿Pensáis que esto se ha acabado? ¡Pues no! Falta la guinda del pastel. La última propuesta era escribir una carta a la niña de nuestra infancia. Nos dieron esta hoja:



Y así me quedó:

Querida infancia mía:
Fuiste como una piscina en verano, repleta de gente, de luz, de sonido, de movimientos...
Estuviste llena de miradas, sonrisas, juegos inocencia, vida, amor, ilusión, alegría. Una alegría que todavía conservo, una ilusión renovada y transformada gracias a todo y todos los que me rodean.
También hubo saltos, con y sin trampolín, y los sigue habiendo...Y qué suerte que existan.


Foto con la autora.

Fue un placer poder disfrutar de algo tan mágico. Me gustaría dar las gracias a la Red de Bibliotecas Municipales de Salamanca y, dentro de ellas, a los responsables de la Biblioteca Torrente Ballester, de poder compartir una mañana de sábado con Mar Benegas. Un lujo para los sentidos poder empaparme de la sabiduría poética de Mar y de las aportaciones de todas las personas que asistieron.


Sí, sin duda alguna, fue una "mañana en verso."

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