sábado, 23 de marzo de 2019

Pinceladas de emoción (15): la tristeza (3ª parte)

Ayer retomamos el tema de la tristeza. Como he dicho en otras entradas, hay temas que no se pueden abordar a lo bruto, y este es uno de ellos.

Empecé nuestra mini sesión leyéndoles algunos ejemplos de lo que había en el "botiquín para combatir la tristeza", que os había enseñado externamente en la entrada anterior de "Pinceladas de emoción."








Y hablamos de heridas, de cicatrices...relacionando todo eso con la tristeza. Les hice ver que hay heridas que se curan, y no queda ninguna marca o señal; otras por el contrario parece que son heridas abiertas, como si no pudieran cerrarse; y un tercer grupo del que queda una "cicatriz." Me parece que no hace falta explicar todo, considero que mis alumnos entendían lo que les quería decir.

Y tras ese calentamiento emocional, pasamos al para mí último punto sobre esta emoción, que era "el tristómetro." No lo he encontrado en ninguna parte, se me ocurrió una tarde-noche, dándole vueltas a cómo podíamos reflexionar (y hablar si queríamos) de las tristezas de cada uno.

Aquí podéis ver EL TRISTÓMETRO (el original no tiene marca de agua).  

Previamente recordamos para qué sirve un termómetro, les dije que el tristómetro era algo semejante, que tenía tres emoticonos: en la parte superior, alguna gran tristeza; en la central, una media; y en la inferior, alguna tristeza mínima. Repartí un tristómetro para cada niño/a. Les pedí que durante unos minutos intentasen pensar en tristezas personales que hubieran vivido y, a ser posible, situasen hace cuánto tiempo había pasado lo que tenían escrito (aunque fuera de manera aproximada). Y, si querían, solo si querían, las nombraran brevemente en el tristómetro. Como luego venía una puesta en común, nadie iba a ser obligado a hablar, habla quien tiene ganas, porque le apetece, y listo, no hay que forzar las cosas. Puse de fondo la canción "Puede ser", cantada por Dani Martín (El canto del loco) y Amaia Montero (La oreja de Van Gogh). 



También cogí un tristómetro para mí, me parece muy egoísta plantear actividades así y quedarme al margen, hay que "pringarse", aunque cueste (y vaya si cuesta según el momento).

La verdad es que mis expectativas, al tratarse de la tristeza, no eran muy altas. Me refiero a que supuse que no querrían compartir lo escrito, y lo habría visto normal, pero, me alegré de confundirme. No hizo falta que rompiera el hielo, otras veces empiezo yo (si lo veo muy difícil)...Pero al pedir voluntarios para compartir lo escrito varias manos estaban levantadas, y me encantó. Se centraron principalmente en fallecimientos que les habían afectado, explicando quién había muerto. Todos eran de personas, menos una alumna que recordó la muerte de su perrito. 

Aunque también me sorprendió una niña, que había puesto en tristeza máxima el dolor que la había causado que alguien a quien quería mucho, que se había mudado, al regresar un año después, ni la saludara porque no se acordaba de ella. La mía no era nueva para ellos, y también elegí una gran tristeza para mí, el fallecimiento de una amiga, la mamá de mi primer alumno (de clases particulares), y la alegría de haber retomado el contacto con él y ver que es un amigo, un hombre hecho y derecho. Qué inteligente fuiste Alejandra, con el tiempo entendí por qué me contabas determinadas cosas. Me gusta pensar que desde donde estés...sonríes. Y como una jabata, no lloré. Algo que no pudieron evitar algunas de mis alumnas al recordar sus tristezas. Unas cuantas acudieron "en su auxilio", les pedí que las dejaran llorar, y que una cosa es acompañar, estar ahí, y otra atosigar. Y a veces con estar al lado de alguien, con que note que no está solo/a, es más que suficiente. 

Una vez más no dio tiempo a escuchar a todos los que levantasen la mano, no quiero invertir el tiempo de la Pincelada del viernes en más tristeza, pero encontraré el momento, durante la semana que viene, para que hablen los que no tuvieron la oportunidad de hacerlo.  

Les dije que claro, tristezas mínimas pasan muy a menudo, de hecho dejé esa en blanco porque no sabía ni cuál poner...Y no hay nada malo en hablar de nuestras tristezas, pero hay que quedarse con lo bueno y, si es de alguien que ya no está, con lo que vivimos junto a esa persona, lo que nos aportó, momentos felices a su lado, etc. ¿Lo mejor de la sesión de ayer viernes? La generosidad de mis alumnos.

Espero que a alguien le sirva esta entrada y se anime a dejar también un hueco para la tristeza en sus aulas. Eso sí, imprescindible que conozcáis bien al grupo de alumnos y que el ambiente de la clase permita llevar a cabo una actividad así. Y ya puesta, por qué no, también podría ser útil para realizar en familia, a veces la comunicación falla en algún contexto, incluso en el seno familiar. Estaría bien tender más puentes con los que nos rodean y derribar las barreras que nos alejan los unos de los otros. Como decían en una serie chilena que vi hace ya 15 años, en una conversación muy íntima entre dos hermanos: "Cuanto más sepa de ti, más te voy a querer."

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