domingo, 31 de marzo de 2019

Pinceladas de emoción (16): La felicidad

Esta no es una entrada cualquiera, porque la semana no ha sido una corriente. Así que, siento si solo queríais leer el resumen de la correspondiente Pincelada de emoción del viernes 29.

El momento clave fue el jueves por la tarde. Gracias al Ayuntamiento de Guijuelo, Elsa Punset estuvo allí desde las ocho de la tarde, en el Teatro del Centro Cultural, hablando a todos los asistentes de "Cómo educar a niños emocionalmente inteligentes." Soy una afortunada por haber podido acudir, gracias a que un amigo de una gran amiga consiguió entradas (las invitaciones se agotaron en una hora). Disfruté mucho de Elsa Punset, me sentía muy identificada con lo que decía, y me supo a poco, la habría escuchado dos o tres horas más sin pestañear. Y seguiré apostando por el universo emocional, por todos los tipos de inteligencia y, cómo no, por la felicidad de mis alumnos ("mis niños/as") por encima de resultados académicos. Sin lugar a dudas, no fue magia, fue simplemente...Inteligencia emocional. Gracias a Elsa Punset por decir lo que dijo, por su amabilidad, su cercanía...Justo debajo, una imagen para el recuerdo. Esta claro, no podemos desaprovechar las oportunidades que se nos presentan...¡Qué ilusión! (Pese a la vergüenza que pasé)
Imagen propiedad de La emoción de aprender
Y ese jueves por la tarde sentía, con mucha intensidad, a Guijuelo como uno de mis segundos hogares, y unas raíces que me unen a ellos cada vez más profundas y robustas. No acierto a encontrar las palabras exactas para describir cómo me sentía. Al lógico agotamiento de todo tipo por los coletazos de la segunda evaluación, se unen los nervios por lo que vendrá, la ilusión, a veces la rabia, una pizca de frustración, muchos brochazos de felicidad, algunas lágrimas de tristeza o impotencia, una enorme confianza por una parte, un poquito de desconfianza en según qué o quiénes, cariño (tanto que me supera), algún que otro disgusto (creo que inmerecido, aunque no soy objetiva), esperanza (sí, en serio, nunca hay que perderla), paciencia (la que todavía resiste pese a las tormentas) y vulnerabilidad (nadie es de piedra, tampoco yo). Y eso es, a "grosso modo", un intento de aproximarme a plasmar en palabras cómo me siento ahora. Qué complicados somos los humanos...¡Cuántos recovecos tenemos!

Pues en medio de este caldo de cultivo, entre carreras para tener todo corregido a tiempo, el CRIE cada vez más cercano y un popurrí de detalles que prefiero no detallar aquí, llegó la sesión del viernes. Esa misma mañana les di la oportunidad de decir lo que quisieran respecto a la tristeza. Era consciente que la semana anterior algunos no habían tenido tiempo de intervenir. No me gusta que eso pase, pero el tiempo no se puede estirar más e iba siendo el momento de dar por zanjada la tristeza.

Tenía muy claro que nuestra siguiente parada emocional era la felicidad. Pero, quizá por todo lo vivido a lo largo del curso y, en particular en la parte final de esta evaluación, necesitaba compartir algo con ellos. Influyeron las palabras de Elsa Punset del jueves. Me recordó cosas en las que creo firmemente y no hago con la frecuencia que me gustaría. 

Así que, sin mediar casi palabra, antes de empezar con la felicidad, borré todo lo que había escrito en la pizarra y puse, con las letras más grandes que pude, lo siguiente: OS QUIERO. Sí se lo digo a mis alumnos/as, pero más de tú a tú que de manera grupal, no quiero que se les olvide, que lo tengan presente. Y, como hablaba con alguien esa misma mañana, aunque a veces no se porten bien, o hagan cosas que me duelen, y no se disculpen...no lo puedo evitar, los quiero muchísimo y, cuanto más avanza el curso, más. Unas cuantas alumnas se acercaron a abrazarme, pero no quise que prolongasen eso mucho, porque estaba a punto de echarme a llorar y, además, soy más de abrazos de tú a tú que colectivos. 

No quise escudriñar las caras de mis alumnos, no sé si entienden que una persona, en este caso su tutora del cole, pueda cogerles tanto cariño en unos meses. La verdad es que solo quería que les llegara el mensaje, que lo tengan presente, no necesito que ellos me lo digan a mí y no tiene por qué ser recíproco. Sigo pensando que hay que tratar bien a la gente, aunque no siempre te devuelvan la misma moneda o actúen como tú esperabas. Lo importante es que, siempre, eso que das, lo recibes de vuelta multiplicado, sea de una persona u otra.

Hubo reacciones muy distintas, lo que me quedó más que claro es que mis niños y niñas no están acostumbrados a que sus maestros les digan eso, "os quiero", sin adornos, sin más. El mensaje es breve, directo.

Después de eso, les repartí una viñeta de Mafalda, en la que acude a una cerrajería para conseguir una copia de la llave de la felicidad. Es esta:



Entre todos, buscamos entender el significado de esas cuatro imágenes.

Y con Mafalda en mente, saqué el libro Descubre el secreto para ser FELIZ, escrito por Nicola Edwards y Katie Hickey, de la editorial Cubilete. Es lo que yo llamo un libro joya, por el acabado, las ilustraciones y el texto, por supuesto. Fue uno de los regalitos de los Reyes Magos de este año, y me encanta. Ya lo mencioné en el blog por esas fechas.



El libro parte de la idea de que el secreto de la felicidad reside en el "mindfulness", introduje el término, porque sé que a casi todos les sonaba a chino. Luego empecé a leerlo, enseñando los dibujos. Hablamos de la importancia de disfrutar de las pequeñas cosas, empezando por los olores. Les pedí que pensaran en olores que les hacen felices. Salieron cosas muy variadas (muchas relacionadas con comida, me parece que la hora también tuvo algo que ver; el mar, otras también relacionadas con la naturaleza, una colonia de alguien...) y vi que no hacían más que levantar la mano.

Y como el libro tiene una parte de recorrer los distintos sonidos como camino a la felicidad, luego nos invita a ESCUCHAR. Aprovechamos entonces para hablar de sonidos que nos hacen felices. Como el tiempo vuela cuando no queremos, solamente pude leer el siguiente: SIENTE...Y ahí preferí dejarlo. Continuaremos después de Semana Santa, porque el próximo viernes, gran parte de los alumnos y yo estamos en el CRIE en Berlanga de Duero (Soria), y el 12 de abril ya tenemos vacaciones y...¡Benditas vacaciones!

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