viernes, 5 de abril de 2019

CRIE: día 4, El Burgo de Osma, talleres y velada

La mañana de ayer jueves comenzó muy bien, pudimos levantarnos media hora más tarde que otros días y el sol estaba asomando. Era un sol soriano, eso sí, y hacía un frío de aúpa. De hecho, dos de los maestros del CRIE, Juan y Puri, les advirtieron a todos los niños que salieran obligatoriamente con cazadora, bufanda o similar (si tenían), y calcetines que no fueran muy cortos.

En El Burgo de Osma nos recibieron dos guías, Rogelio y Rodolfo. Después de una bienvenida común, hicieron dos grupos. Uno subiría primero a la torre de la Catedral; el segundo, visitaría la ciudad. Conocimos los lugares más emblemáticos de la localidad y luego nos reunimos con el otro grupo para tomar algo a media mañana.










A continuación cada grupo hizo la actividad que le faltaba. Pregunté a mis compañeros y dijeron que la subida a la torre no era muy complicada. Aunque hacía un frío que pelaba y evidentemente subiendo a la torre eso no iba a mejorar, me animé a subir. Eran 166 escalones, de escalera de caracol. No los conté, pero nuestro guía sí nos lo había explicado distintas maneras de tocar las campanas de una iglesia, y cuál era el significado de cada una. Me pareció muy curioso.

La subida fue llevadera, aunque algo gélida, las vistas alrededor de la torre, muy bonitas. Y, lo que más me gustó, poder ver tan cerca las campanas. La bajada me pareció algo más dura, porque bajamos del tirón y tanta escalera de caracol marea un poco, así que fui a mi ritmo y listo. Entre escalones y escalones, hicimos piña, porque hacía falta calor humano y veíamos a niños que estaban pasando frío  (por no haber hecho mucho caso a la advertencia de ir bien abrigados).





Tras reunirnos de nuevo con los demás compañeros, fuimos a una tienda de "souvenirs" a comprar algunos recuerdos. Mis alumnos tenían muchas ganas de llevarles a sus familias algún detalle de este viaje, aunque el término que mejor le encaja es aventura (para todos: familias que los esperan en casa, niños y niñas, y desde luego también para mí).

Para acabar, vimos un par de vídeos sobre El Burgo de Osma y los niños que quisieron, se vistieron con "look" medieval. Llegamos al CRIE a comer más tarde de lo habitual, pero había que aprovechar bien la última excursión. De comida teníamos lentejas de 1º y albóndigas con tomate, de 2º; como siempre, todo muy rico, se nota cuando se cocina con cariño. El personal de cocina es majísimo. Sé que los niños no pueden haber visto mi entrada anterior, en la que trataba, entre otros asuntos, el tema comidas; pero me sorprendió que hoy hubiera muchos menos problemas a la hora de comer, incluso personas que decían que no les gustaba algo, se lo comieron...¡Qué sorpresón!

Por la tarde, Taller de Robótica con Juan; y por otra parte, taller de Teatro con Elena, encargada también del Taller de Danzas Medievales. 

El Taller de Robótica...¡Una chulada! A mí no me llama el tema en exceso y me encantó la organización, la distribución de tareas, el trabajo en equipo...TODO. Daba pie a que niños con muy distintas inteligencias pudieran sentirse parte del grupo, no solo los que tienen facilidad para la Informática o les atrae el tema. Juan les ofreció muchas formas diferentes de conseguir puntos para su equipo (preguntas para buscar la solución en internet, poemas para memorizar, programar un robot para que hiciera determinados movimientos en una tablero...).



Me acerqué también al Taller de Teatro, pero no quise quedarme mucho tiempo, porque era destriparme lo que iban a representar esa misma noche. Sí sabía que era un teatro de luz negra, y que no tenían que aprenderse texto alguno, porque el audio había sido grabado previamente con la música. Los niños se encargaban de poner la parte visual. En la merienda, nos pusieron un bizcocho casero, riquísimo, que algunos no quisieron ni probar.



Cenamos pizza, chorizo frito y lechuga, de postre yogur.

Después uno de los dos grupos del Taller de Teatro subió para continuar ensayando antes de la puesta en escena común.

La velada, comenzó alrededor de las diez de la noche. Las obras de teatro me encantaron, y me dio la impresión que a los niños igual. Intenté grabarlas, pero como todo estaba a oscuras y solo se veía lo iluminado por esa luz especial. Incluyo las fotos de los dos grupos, con Elena, al final de cada representación.





A continuación enseñaron el resultado del Taller de Danzas Medievales, que tantas risas nos regaló el miércoles.

Y como guinda del pastel, pusieron algunas canciones para bailar cada uno como quisiera. Sonó el "Sarandonga" de Lolita y una niña dijo: "Mira Raquel, qué marcha." No sé por qué, no es mi estilo, pero en concreto esa canción me encanta. Y es que no todo van a ser exámenes, deberes, arduo trabajo...Qué bien poder estar con ellos en un ambiente mucho más distendido.

Y a las doce, a la cama (los niños/las niñas). Bastantes besos y abrazos de buenas noches. Me ha encantado eso de desearles que descansaran, que durmieran bien y los mimos a los que los pedían expresamente o parecían que podían necesitarlos.

Por muchas razones, la madrugada fue larga y hasta algo más de las dos no pude irme a dormir. A veces todo está en calma y de repente se acumulan "incidentes." Y prometo que había pensado irme "pronto" (antes quiero decir) a la cama, de ahí que hoy publiqué la entrada del blog a estas horas tardías, y no recién estrenado el día, en plena madrugada.

El 4 de abril también resultó un día memorable, por todo lo comentado anteriormente y por lo que viene ahora:

Gente que se me acerca y en mi interior pellizcándome, porque no me lo creía, a pesar de llevar todo el curso sembrando según que semillitas, a veces sientes que no va a salir nada (qué bonito haberme equivocado, todo llega); conversaciones que no pensaba que iba a tener; imágenes cotidianas cuyo pie de foto podría ser, sin florituras...FELICIDAD; abrazos apretados, porque hay lágrimas que no se secan solas y necesitan consuelo; niñas que dicen "Raquel, te echo de menos," cuando quizá las has visto hace media hora o menos, y se acercan, y me abrazan como si no hubiera mañana. Y seguimos sumando momentos para no olvidar nunca, al menos yo.



Y ya solo resta comentar el día 5, punto y final de nuestra aventura en el CRIE 2019...

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