sábado, 25 de diciembre de 2021

Cuestión de gente...luminosa

Huyo del manido "Feliz Navidad" sin más, al menos aquí en el blog.

Deseo que la noche de ayer fuera llevadera para todos los que leáis esta entrada. Y no es fácil. La pandemia no ayuda, los datos empeoran por momentos y estoy muy segura que tras las navidades va a pegar un petardazo peligroso. Estoy feliz de recibir el martes 28 la tercera dosis, confío que no me haga mucha reacción...Todo el mundo conoce a varios positivos estos días. Mucho ánimo.

Y luego están las sillas. Las sillas vacías pesan como bloques de hormigón. Lo de vacías es una forma de hablar, tal vez otros las ocupen pero no las personas que solían sentarse ahí. Y las ausencias duelen, cada cual sabe cuánto le duelen las suyas. Pero me parece que podemos intentar quedarnos con todo lo bonito que compartimos mientras ellos estaban aquí. Además no creo que sonrían ni estén tranquilos desde arriba si nos ven tristes por su ausencia. Lo digo por personas con las que he hablado sobre este tema, el de las ausencias. Y con otras con las que no he hablado, ni falta que hace, porque sus ojos ya hablan, o sus respuestas escuetas, y hay que ser agradable y tender la mano y un hombro o los dos, para llorar o lo que necesiten. Estoy aquí y ahora. Cada uno sabe contra qué o quién lucha. Ánimo en todas esas batallas.

Y si de verdad fue una noche "buena", me alegro un montón. Noche o mañana, da lo mismo la parte del día.

Ayer a mediodía caminaba por la calle Papín, cuando una señora con pelo corto y canoso, de ojos claros, me saludó con la mano mientras se acercaba a un portal. No la conocía de nada. Luego llegué a su altura y me preguntó: "¿Eres la hija de Manuel, verdad?". Contesté: "No, lo siento, mi padre se llama Miguel Ángel." Respondió: "Ah, pues es que te pareces mucho a ella. Iba a desearle feliz Navidad, así que te deseo feliz Navidad a ti." Y le dije: "Gracias. Feliz Navidad también para usted." Agradable confusión.

Hubo un aluvión de mensajes navideños, bastantes me sonaron sinceros. Otros pues...vamos a dejarlo estar. Al final lo que importa son los que día a día están pendientes de mí (o yo de ellos). Y ojo a veces sigo sintiendo que no llego a todo el mundo, a todo "mi mundo".  Y me da rabia. Algunos van a quedar sin respuesta, porque me han parecido una cuestión de "bienquedismo", de mandar a toda la lista de contactos un mensaje y listo, y no. Fingir nunca ha sido lo mío. Y no se me va a dar bien nunca (eso espero). No puedo fingir confianza donde no la hay, cariño donde no lo siento, amistad donde no existe, complicidad donde no percibo esa conexión necesaria entre dos personas. 

El "feeling" es o no es. No me parece algo malo, la amistad nunca debe ser algo forzado. A veces alguien de entrada no te cae bien, pero luego, con el tiempo, la cosa cambia. O te cae bien desde que lo conoces, y con el paso de los días, cambias de opinión. Quedarían otras dos situaciones. Alguien que desde el primer momento te cae mal, y eso no varía. O quien desde que te lo presentan te cae bien, por alguna razón, y eso se mantiene. Creo que cuando vamos cumpliendo años la amistad es más complicada o más sencilla, porque no estamos para florituras y somos más conscientes que la vida es una. Y eso implica sopesar muy bien con quién queremos pasar nuestro tiempo. Y con quién no. Y ya. 

Regresando a los mensajes, entre los recibidos ayer, uno de pre-Nochebuena. De una gran amiga, con una canción de El Arrebato, "Gente luminosa." Mil gracias por contarme entre tu gente luminosa. Ya sabes lo especial que eres para mí y que has sido luz en muchos momentos bastante duros. Menciono los difíciles porque en los buenos cualquiera parece estar disponible.
Tengo una suerte inmensa porque cuento con un grupo de gente luminosa que está, de manera incondicional, sin peros, sin límites, con una generosidad digna de mencionar. Y escuchan, animan, abrazan, no juzgan, esperan, quieren, ayudan, comparten, confían...Por eso hoy el título de la entrada va para esas personitas. Si algo tengo que pedir para las próximas navidades, es que no falte nadie en la mesa y que al menos estemos los mismos que nos sentamos anoche en ella. Si aumenta, será para bien, en el sentido que sea. Y esa es mi fuerte, mi gente, que iluminan hasta el camino más oscuro, porque por optimista que sea, a veces veo todo de un tono carbón. Luego se me pasa, pero tengo mis tropezones.
Hay días y situaciones en los que sigo siendo invisible, pero respiro hondo y pienso que "en breve" esa invisibilidad no será tal. Todo es cuestión de tiempo. Sean un mes, dos, o tres...La empatía ayuda aunque no es milagrosa, y ha de ser recíproca 
Y ya que nos ponemos a compartir, no quiero quedarme corta solo con una canción. Además de "Gente luminosa", la canción de fondo del anuncio de "Plátano de Canarias", de Rosana, viene de perlas. Un homenaje a La Palma. Y sí, juntos renaceremos de las cenizas, de esos momentos duros vividos, saldremos, pero con la fuerza que da no hacerlo solos. Apoyaos, no tengáis miedo a compartir, no es una muestra de debilidad, sino de valentía. Compartir lo que duele, preocupa o nos cuesta lágrimas es un acto de valentía, porque cuesta. Cuesta abrirnos en canal y decir lo que sentimos. Hablo por mí, a mí no me resulta fácil.  Pero muchas veces viene de fábula. Muchos "problemas" surgen de una mala comunicación. No hay nada que pueda suplir la comunicación cara a cara. O así lo veo. Ningún medio está a la altura de hablar de tú a tú. Por ejemplo el "WhatsApp" da lugar a muchos malentendidos, y escuchando el tono con el que se dice algo, o la expresión de la cara, desaparecen, podrían evitarse.

Ánimo si lo necesitáis, os mando un abrazo de fuerza. Sed valientes. Sed pacientes. Sed felices (o luchad por serlo).

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