Rozalén acude acompañada de una intérprete de signos, Beatriz Romero. Fue una experiencia maravillosa, además de las maravillosas letras y el encanto y gracia personal de la cantante, la presencia de Beatriz suma mucho al espectáculo. De momento no sé lengua de signos (asignatura pendiente), pero la expresividad de Beatriz traspasa fronteras. Resultó realmente emotivo ver las reacciones de un grupo de sordos que teníamos sentado unas filas por delante. Digo emotivo pero podría calificarlo de mágico. María Rozalén ha logrado, gracias a Beatriz Romero, que las personas sordas puedan disfrutar de la música, ahí es nada. Un ejemplo a seguir, eso es trabajar por la inclusión. Un tándem estupendo que os invito a conocer.
Creo que sus canciones pueden ser una herramienta de trabajo para maestros de todas las especialidades, para muestra, os dejo tres de ellas.
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