domingo, 11 de noviembre de 2018

Pinceladas de emoción (3)

Viernes por la mañana, última media hora , escasa, mientras salgo de la clase en la que estoy, acaba la compañera que estaba en mi aula y cambiamos de chip.

Después de una semana de lluvia un día sí y otra también, muchos alumnos esperaban ansiosos las cartulinas para ir "coleccionando" los cumplidos que a lo largo del curso les vayan poniendo sus compañeros y yo. Bueno, en realidad ahora somos uno más, hasta las vacaciones navideñas. Llegó el lunes un compañero de prácticas, futuro maestro (en breve), que nos acompañará en todas mis clases. A mí me hace ilusión, porque creo que es una experiencia con la que ganamos todos (los niños y niñas, el alumno de prácticas y yo). Creo que todos podemos aprender mucho, los unos de los otros.

El caso es que, se lo había anunciado previamente, no me arriesgué a llevar las cartulinas (tienen tamaño DIN A-3) ante semejantes condiciones meteorológicas. Como veo que hay ganas de seguir poniendo cumplidos, y ellos saben que antes hay que quitar los que tenemos ahora, el lunes llevo las cartulinas aunque se esté cayendo el cielo a pedazos. Me encanta que le vayan cogiendo el gusto a las "caricias emocionales" en forma de palabras, tampoco cuestan tanto.

Estuve unos minutos leyendo en voz alta gran parte de esos cumplidos, sin decir quién era el autor o a quién iba dirigido. No obstante, la "silla de los cumplidos" está a la vista de todos, y cada cual sabe qué ha escrito o qué le han escrito. Aunque les advertí que al principio prefería que a mí no me escribieran nada y se centraran en ellos (lo que no quita que yo vaya a escribir), una niña me escribió uno, pero me dio vergüenza leerlo...

Y a continuación abrí la versión pop-up de El monstruo de colores, de Anna Llenas. Este vídeo lo he encontrado en Youtube, por si queréis ver cómo es por dentro la versión pop-up:


A mí me lo regalaron hace dos cumpleaños y fue un regalazo, es una delicia de libro, para todas las edades.

Os dejo también un videocuento, de la edición, normal, sin pop-up.


Los que me conocéis sabéis que mi favorito de Llenas es Vacío, pero ya se lo conté hace más de un mes para una actividad de Plástica. Reconozco que me da rabia que la gente, si escucha Anna Llenas, conozca solo El monstruo de colores. De hecho conocí antes sus ilustraciones que sus libros, me conquistó una mochila suya, suya por los dibujos. Pero tenemos Laberinto del alma, Te quiero casi siempre, Topito Terremoto... 

Sin embargo, pese a todo lo expuesto antes, El monstruo de colores me parece buenísimo para introducir el tema de la educación emocional e ir poco a poco. Tenía en mente una actividad para hacer después, pero prefiero ir piano piano...Cuando comencé a contarlo vi que la historia pedía a gritos que ellos participaran, y les pregunté qué hacían cuando, por ejemplo, sentían alegría, tristeza, rabia...Llegamos hasta la rabia, ahí tuvimos que dejarlo, porque media hora aproximada no es gran cosa. Al principio parecía que les costaba más hablar, por supuesto quien quisiera, que el tema es delicado y ni se me ocurriría obligar a un niño o niña (bueno, alumnos, da igual cuántos años tengan) a participar si no tiene ganas.

Y en la rabia nos vimos obligados a hacer el paréntesis. Saqué bastantes "conclusiones" de todo lo escuchado y compartí las que me parecían más prudentes:

  1. Para poder decir qué haces cuando te sientes de una determinada manera (triste, alegre, rabioso...), previamente necesitas reconocer esa emoción.
  2. Hay muchas emociones que se confunden, y no son iguales. No es lo mismo estar triste que enfadado.
  3. Al hilo de la anterior, las emociones, aunque el libro las separe en distintos tarros, muchas veces se presentan de forma combinada. ¿Quién no ha sentido alguna vez una mezcla de tristeza y rabia? ¿O de alegría y calma?
  4. La rabia no se soluciona ni se apacigua con violencia, eso empeora la situación y es una pésima opción para gestionarla. 
  5. La mayoría tienden a aislarse cuando se sienten tristes, recurriendo a algún sitio que usan como "refugio." Les dije que con los años, en mi caso, intento buscar la compañía, el compartir mi tristeza con otras personas, me ayuda a atenuarla.
  6. Hay que continuar trabajando la escucha atenta. Escucho con atención por respeto hacia los demás. Igual que a cada uno nos gusta que nos escuchen, presten atención y no nos interrumpan cuando hablamos.
Y esta última la he comentado en bastantes entradas, pero la repito. Si nosotros queremos que nuestros alumnos compartan sus pensamientos, opiniones, preocupaciones, sentimientos...tenemos que estar (sí, los docentes), dispuestos a ser generosos y compartir las nuestras también, por muy descabellado que a algunos os pueda resultar. De hecho creo que es la base de la confianza con ellos, y con los alumnos de otros años, especialmente con los del instituto. No se puede estar todo el rato demandando, pidiendo...Me parece que debemos estar preparados para dar, para quitarnos parte de esas capas que a veces nos envuelven y mostrarnos más humanos, sin dejar de tener presente cuál es nuestro sitio, somos sus maestros. En este caso en particular, además, soy su tutora en el cole, que es mucho...Y encantada de serlo.

Aunque la clase terminó un poco después, la entrada prefiero cerrarla con una canción. Manuel Carrasco ha vuelto, y es un regalo. Un canto a muchas emociones. Todavía hay gente que compone cuyas letras emocionan, y mucho. Qué mejor despedida que Me dijeron de pequeño. Qué grande eres Manuel:








2 comentarios:

  1. Fenomenal, de verdad. Me encanta lo que estás haciendo. Y es buena práctica para las tutorías en el instituto.

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    1. Ay Gely, cuánta falta de objetividad ja ja ja ja. Agradezco tus palabras porque sé que no me lo dices porque sí. POR SUPUESTO, ya sabes que me encantó trabajar en el instituto y que cambie de opinión respecto a muchas cosas (no con todas). Y sí, a los chicos y chicas de instituto les vendría de perlas tratar cosas así pero...

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