sábado, 24 de noviembre de 2018

Pinceladas de emoción (5)

¿Por dónde empezar? Nuestra cita emocional de la semana se pasó, como siempre, en menos que canta un gallo.

Estuvo marcada por una celebración pasada. El día 20 de noviembre es el Día Internacional de los Derechos del Niño. No obstante, ese día fue humanamente imposible tratar el tema, ni siquiera brevemente.

Puse un vídeo de UNICEF, resultado de una intensa búsqueda previa en casa. Vídeo sobre los derechos de los niños hay miles, pero necesitaba dar con alguno que les pudiera llegar.


El vídeo muestra a un niño y su mochila. Este niño vacía la mochila frente a la cámara de vídeo. Cada uno de los objetos que saca pueden ser una metáfora de los derechos de la infancia que han sido vulnerados en su caso. Mis alumnos comentaron los objetos que había colocado el niño sobre la mesa, diciendo a qué pensaban que se podía referir cada uno. Algunos se iban a ideas peregrinas, otros reflexionaron y aplicaron la lógica.

Aunque quizás pueda pareceros muy distante de la realidad de Guijuelo, no lo es tanto. Me sirvió para establecer un paralelismo entre esa mochila, y la segunda mochila que casi desde principio de curso, les expliqué que llevamos todos, adultos y niños, sin excepción. 

En la primera llevamos las cosas puramente materiales. Los niños llevan libros, su clasificador, estuche...Nosotros el monedero, la agenda de trabajo...Y luego está la segunda, invisible en teoría pero, si prestáis atención, todos podréis percibirla. Esta mochila lleva las circunstancias de cada uno, sus vivencias, sus experiencias...Somos como somos por lo que hemos vivido, por las cosas que nos han pasado y/o nos han hecho, por cómo las hemos afrontado, por cómo hemos plantado cara a la adversidad, pero también por nuestra manera de disfrutar y aprovechar los días felices, o los destellos de felicidad que tenemos día a día. 

Y sí, también está nuestra forma de ser, no podemos negar nuestra materia prima, nuestra esencia. Aunque me parece que está condicionada y modificada por nuestra experiencia vital. 

Les dije lo afortunados que son, porque ninguno de ellos está en la situación del niño del vídeo. Ellos tienen todo lo necesario para vivir y no todos los niños y niñas que viven en España pueden decir lo mismo. Relacionado con la botella de agua turbia que saca el niño, hablamos de los distintos usos del agua. El más importante, para beber, pero no hay que olvidar otros usos, como la limpieza de objetos, sitios y, lo más relevante, la higiene personal. 

Puse de ejemplo una situación hipotética, le pregunté a una niña que pensaría si yo voy al cole y durante 15 días no me ducho, que dijera sinceramente qué pensaría de mí. Ella, muy prudente, me dijo: "Pues entonces serías una marranita." Y claro, todos nos reímos. Le di la razón, si hiciera eso sería una "guarrita." Y no es plan, porque la falta de higiene es una falta de respeto hacia los demás y también puede ser hacia uno mismo. Si no te preocupas por mantener una higiene adecuada, no te quieres a ti mismo lo suficiente. 

Hecho el inciso de la higiene, otro objeto que sale es un marco de fotos con la familia del niño. Les dije que absolutamente ninguno estaba en la situación de ese niño del vídeo. Porque es probable que hubiera perdido a toda su familia. Y afortunadamente ninguno de ellos están en esa situación, lo que no quita que cuando hemos perdido a alguien muy importante para nosotros, nos duela, sea reciente o hace un tiempo, pero que recordaran que nadie ellos no están solos y todos, sin excepción, tienen a personas (y muchas) que los quieren (y mucho). Y sé de lo que hablo, solo los conozco desde hace dos meses y medio y los quiero una barbaridad...No tengo remedio, lo sé.

Tras el comentario grupal sobre el contenido de la mochila y recordar la segunda mochila que a nadie le falta, les pedí que se acordaran de la presencia, aunque no sea física, de esta última. Y, puestos a pedir, que intentaran entender por qué a veces sus compañeros reaccionan de una manera concreta. Es decir, que los intentaran comprender, que fueran, esto lo añado ahora, empáticos. Y una cosa que me encanta, en la medida delo posible, tener tacto cuando estamos tratando con alguien. A veces es fácil saber que porta en su segunda mochila, otras no es tan obvio.

Con gran parte del tiempo consumido, volvimos al Monstruo de colores. Retomé el miedo e hice un recordatorio de lo más significativo que se dijo el viernes pasado, para quitarle hierro a los miedos que puedan tener y, por supuesto, en no pensar en cosas que no han pasado y que no tienen por qué ocurrir.

Espero que ya, sin prórrogas, el 30 de noviembre podamos terminar el libro de Anna Llenas y, gracias a él, empezar a trabajar en el universo emocional de cada uno. Eso sí, despacito, piano piano, sin forzar a nadie a hablar si no tiene ganas o a compartir lo que no le apetezca...Es más, muchos ejercicios serán para ellos mismos, que hagan internamente la actividad que sea, ojalá les sirvan.

De momento sigo viendo avances, y disfruto con ellos. Me encanta que no se contengan, y que demuestren lo que sienten. Que lloren cuando tengan ganas, y no va a pasar nada. Que sonrían cuando quieran. Que expresen su cariño. Que muestren sus preocupaciones...Lo que quieran.

Y en medio de esta paz emocional, despedimos la semana, ante el timbre que da el pistoletazo oficial para el fin de semana. Tengo la suerte de despedirla rodeada de cariño, no me faltan abrazos ni miradas que dicen mucho. Para que luego digan, una vez más lo repito, porque es verdad, al menos mi verdad: ¡Tengo la profesión más bonita del mundo!

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