domingo, 12 de abril de 2020

Desconexión: CORONAVIRUS día 29

Ha llegado el momento de hacer un paréntesis en el blog en medio del confinamiento. No sé si serán un par de días o más, pero he pensado que, ahora mismo, quiero hacer un paréntesis. Escribir en el blog a diario (o casi), supone repasar mentalmente mi día, y estando las 24 horas en casa, no hay demasiado que contar.

Me sale el Resistiré por las mismísimas orejas, una canción que me encantaba. Y aunque me resista, al cabo del día como poco la oigo tres veces (sin ponerla yo, por supuesto). Algún vecino del edificio, de fondo en la TV, personas del barrio con una torre de sonido/altavoz o sabe dios qué...Sí, a lo mejor es una forma de animar, no sé. Pero a esos que ponen la música para todos, que vean también que con una media de 600 seres humanos fallecidos al día en España, en las casas estarán personas que ni siquiera han tenido la oportunidad de despedir ni velar a los que se están yendo. 

El Resistiré es un pequeño ejemplo de las cosas que me sobrepasan...Podría seguir con los políticos hablando, estoy en un punto en el que antes todos me caían mal, ahora...fatal. Y en este punto ya no puedo ver ni una foto más de sanitarios con los equipos de (des)protección individual. Igual que los camioneros, a los que les quitaron el límite de horas al volante, tienen la mayoría de áreas de servicio cerradas y deben estar trabajando en condiciones infrahumanas. Añado aquí a los conductores de autobuses u otros medios de transporte, a todo el personal de limpieza, trabajadores de supermercados o tiendas de alimentación de barrio, carteros, repartidores de lo que sea a domicilio...Seguramente me deje a gente en el tintero, y eso no me gusta nada ni es mi estilo, pero la cabeza también se satura.

Si hago el pertinente repaso mental, creo que lo más productivo que hice hoy es una tortilla de patata para cenar. Me relaja mucho cocinar, desde siempre. Y sí, mientras la cabeza está en la cocina, se centra ahí, evitando pensar. Justo me ha pillado el momento del aplauso cuajándola y es el primer día que no salgo. Pero no pasa nada, habrá muchas más citas a las ocho de la tarde para seguir aplaudiendo, para agradecer a cualquiera que esté trabajando por los demás (y jugándose el tipo), a los que están atravesando un bache económico/personal (o los dos) por culpa del coronavirus, a aquellos que han perdido a algún ser querido en medio de la pandemia (fuera por el COVID o por otras razones), y para demostrar que estamos aquí, que seguimos vivos y con fuerzas para continuar aplaudiendo por todos.

Esta mañana un drogadicto subía a ritmo de marcha la avenida Villamayor, dirección no estoy segura si barrio Blanco o Pizarrales. Lo conozco porque es habitual verlo por la zona (subiendo o bajando). Iba solo, sin nada, ni una triste mochila. Por supuesto ni guantes ni mascarilla. A lo mejor él no le tiene miedo al coronavirus con la que tiene encima. Quizá él vea que ya lo ha perdido todo, y no por el COVID-19. Ni idea, son pensamientos que tenía y puedo estar confundida.

A ratos sigo haciéndome preguntas para las que no soy capaz de encontrar las respuestas. Lo peor es que me da que nadie las va a responder, ni siquiera cuando todo esto pase.

Sigo creyendo que es posible empezar a construir, si cada cual pone su granito de arena, un mundo mejor cuando amaine la tormenta. Pero con la que está cayendo necesito parar unos días. De momento me bajo del blog, pero volveré cuando haya cogido el aire suficiente. Gracias, muchas gracias.


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