miércoles, 8 de abril de 2020

Sapere aude: CORONAVIRUS día 25

Estamos a 8 de abril de 2020. Igual que tengo un ojo puesto en "cuando vayamos retomando la normalidad", al otro le está dando por recordar. Recuerdo que el sábado 14 de marzo, antes de escuchar al Presidente del gobierno anunciando el estado de alarma, fui con mi hermano al Carrefour a hacer la compra. Mi memoria se acuerda también del 12 de marzo. Había quedado con una amiga, ya mantuvimos distancia de seguridad y nos saludamos sin más, ni besos, ni abrazos ni nada. Estuvimos en un bar del centro, casi desierto, y tardamos poco en marcharnos, al ver que en una mesa a unos tres metros de nosotros, una señora tosía y no se tapaba precisamente como una superheroína. Quién me iba a decir que esa sería mi última (y fugaz) visita a una cafetería en mucho tiempo. 



Sigo retrocediendo, el sábado 7 de marzo estuve tomando algo en una terraza con un amigo. Si llego a saber que no hay fecha para volver a sentarse en terrazas, lo habría disfrutado todavía más. Si la memoria no me falla, me parece que llegué a quejarme de la fuerza con la que pegaba Lorenzo, y diciendo entre risitas que la próxima vez, mejor sentarse dentro...¡Qué tonta! (Ni en broma, claro, bendita terraza, bendito sol). Después había quedado para comer con una amiga, por una celebración pendiente de su cumple, a mediados de enero. Durante la comida, ella mencionó algo sobre la posibilidad de cerrar los colegios, y me lo tomé a guasa, no lo veía posible. Igual que con la cafetería y la terraza, si hubiera sabido que iba a tardar en poder disfrutar nuevamente  de esos pequeños placeres un tiempo indeterminado, a lo mejor le habría sacado más partido, lo habría exprimido más. Y volvemos al momento actual, miércoles 8 de abril.

Estoy muy segura que a partir del 26 de abril seguirán los coles cerrados. De hecho, en este caso me huelo que solo podré volver al cole a despedirme y a recoger, a finales de junio, y por supuesto sin niños. Sí, algunos datos no son tan malos, pero si volvemos la "normalidad" me da que sería una metedura de pata hasta el corvejón, con el peligro de retroceder, y no creo que sea un riesgo que debamos correr. No me hagáis mucho caso, son todo suposiciones mías y puede que no dé ni una. Sabéis que la lotería no me ha tocado nunca. Si alguno no sabía este dato pues es así, je, je. Así que ¿por qué iba a acertar en esto?

En medio del confinamiento sigo defendiendo la televisión como una de las fuentes de entretenimiento casero. En unos días, quizá un par de semanas, me he ventilado las tres temporadas de una serie llamada SKAM. Es una serie española sobre adolescentes. Cuentan la vida de un grupo de jóvenes estudiantes de bachillerato. Una madrugada di de casualidad con ella, en Movistar 0, y me enganchó. Recientemente venía en un periódico, que esa serie está teniendo mucho éxito, una de las guionistas es salmantina y, tienen ya una cuarta temporada grabada, pendiente de estreno debido al estado de alarma. Si alguno tiene Movistar y le apetece, os recomiendo que le deis una oportunidad, es muy entretenida y los guiones tienen su enjundia.

Y siguiendo una de las muchas recomendaciones pendientes de mi amiga Marta, como ya me he quedado sin capítulos de SKAM, he empezado hace un rato a ver otra serie, Merlí, sapere aude, de ahí que el título de esta entrada sea "Sapere aude" (atrévete a saber). Siendo sincera no me ha gustado demasiado, pero un capítulo es poco para tener una opinión de peso, así que a ver qué tal los siguientes.  

Acabado el rato televisivo, regreso al "apasionante" mundo de otra serie que a algunos quizá os resulte familiar. "Limpieza y orden de los armarios empotrados." Ja, ja, ja. Es lo que toca, estaremos confinados pero...¿Y lo bonitas y relucientes que van a quedar nuestras casas? Ver para creer.

Esta mañana hice otro viaje al pasado, pero musical, os dejo una de las canciones de mi banda sonora de hoy (y de gran parte de mi adolescencia):



Mañana...más.

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